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El «Spider-Man» de Sam Raimi, una adaptación con corazón

02/07/2012

El constante bombardeo de secuelas, remakes, precuelas y reboots que Hollywood viene aplicando en los últimos años nos demuestra cuán seco de ideas frescas y novedosas está  el cine comercial contemporáneo. Hemos llegado a un punto en el que uno de los blockbusters más esperados del verano es una revisión de un filme de solo hace una década. Porque la inminente “The Amazing Spider-man”, de Marc Webber, puede que sea una buena película (ojalá), pero no podemos evitar sentir cierta pereza a enfrentarnos de nuevo a la narración de los orígenes del icónico trepamuros, especialmente porque la picadura de la araña y el consiguiente descubrimiento de sus poderes por parte de Peter Parker es algo que ya nos contó impecablemente Sam Raimi en el capítulo inicial de su trilogía del Hombre Araña, un perfecto ejemplo de cine de entretenimiento de calidad y una de las mejores adaptaciones de un cómic nunca vistas.

Posiblemente el recuerdo de su tercera entrega, una de las películas más vapuleadas  y maltratadas de los últimos tiempos (punto sobre el que me extenderé más adelante), haya difuminado el valor de una saga que en tres actos recorría prácticamente todo el arco vital y emocional del amistoso vecino arácnido, uno de los personajes más queridos por varias generaciones de espectadores que crecieron con sus andanzas y aventuras en las viñetas. Sam Raimi, un director por entonces de culto, artífice de la emblemática trilogía de “Evil dead” y capaz de alternar en su carrera filmes tan estimables como “Un plan sencillo” y medianías como “Premonición”, fue el encargado de llevar a buen puerto un proyecto por el que habían pasado cineastas como James Cameron, Robert Rodríguez o David Fincher y que tenía la  responsabilidad de hacer lucir en la pantalla grande al lanzaredes como nunca se había visto (algunos aún nos recordamos de pequeños en el cine de barrio disfrutando de aquel  indescriptible telefilme  setentero protagonizado por Nicholas Hammond con un Spidey en pijama y entrañablemente ortopédico).

“Spider-man” (2002) triunfaba en su traslación al celuloide de la odisea de Peter Parker, un bisoño adolescente, tímido, empollón,  menospreciado por casi todos en el instituto, transparente para las tías y perseguido por una suerte perra, pero que al ser picado por una araña alterada genéticamente obtiene unos asombrosos poderes que tendrá que aprender a manejar con responsabilidad. Raimi, un declarado fan de los cómics, adaptó a la perfección el fundacional “Amazing Fantasy 15” de Stan Lee y Steve Ditko  en una primera hora deliciosa en la que se perfila a la perfección el personaje; desde sus desórdenes hormonales a su conversión casual en superhéroe, pasando por el descubrimiento del primer amor o los cotidianos apuros económicos. Mucho tiene que ver en ello la actuación de un Tobey Maguire perfecto como Peter Parker, el majete vecino de al lado, agradable e inteligente (¿alguien cree de verdad que Leonardo di Caprio, la primera opción que propuso Cameron, habría sido creíble en este rol?). La química que desarrollaba con Kirsten Dunst como Mary Jane Watson permitía que la película fuese un extraño caso de superproducción de 140 millones de dólares que funcionaba mejor en las distancias cortas e íntimas (y ahí está el célebre beso bajo la lluvia como mejor ejemplo) que en la acción pura.

La némesis del Hombre Araña en esta primera aventura era el villano más carismático de su extensa galería de enemigos, el esquizofrénico Duende Verde – interpretado con divertido histrionismo por Willem Dafoe-, que, al igual que en el cómic, descubre la identidad secreta de Spiderman, secuestra a la chica y termina empalado por su propio deslizador. Lástima que el aspecto visual elegido, más propio de un power-ranger, no fuese el más adecuado, cosa que sí sucedía con el traje del trepamuros, basado en el diseño canónico de John Romita Sr. Por lo demás, los fans más integristas, los guardianes de la fidelidad absoluta al cómic, torcieron el gesto ante algunos detalles (los lanzarredes orgánicos, la ausencia de Gwen Stacy) pero en general tuvieron que aplaudir la honestidad de la adaptación, firmada por David Koepp, porque ahí estaban el combate de lucha libre, la muerte del tío Ben, las bravuconadas de Flash Thompson, el carisma de J.J.Jameson (genial J.K. Simmons), la amistad con Harry Osborne (correcto James Franco), la pelea en el puente de Brooklyn  y multitud de guiños a las viñetas. Si acaso, se echa en falta la verborrea incontenible y el arsenal de chistes y ocurrencias de Spidey en sus enfrentamientos con los malos, defecto que Raimi nunca lograría solucionar en toda la saga.

Visualmente, el director de “Darkman” proponía una mirada más cercana al clasicismo luminoso del “Superman” de Richard Donner que al barroquismo oscuro del “Batman” burtoniano, y usaba sus habituales juegos malabares con la cámara en beneficio de la espectacularidad que requieren los digitalizados vuelos de Spiderman entre los rascacielos de Nueva York, aunque es cierto que los FX cantaban demasiado, incluso para la época en la que fueron hechos. No olvidemos que pocos meses después de su estreno nos quedamos con la mandíbula desencajada con las increíbles mejoras del Gollum de “Las dos torres”. La inspirada banda sonora de Danny Elfman redondeaba un producto excelente como adaptación y muy entretenido como película; un debut en la gran pantalla por todo lo alto de uno los pocos “pesos pesados” del cómic que se le resistía a Hollywood. No es de extrañar que batiera en EE.UU el récord de recaudación del primer fin de semana, con 114 millones de dólares, y que se convirtiera en una de las tres películas más taquilleras de 2002. Estaba claro que la segunda parte no iba a tardar mucho en llegar.

Lo que no esperábamos es que “Spider-Man 2” (2004) fuese tan superior a su predecesora y se convirtiese, para un servidor, en la mejor película de superhéroes de todos los tiempos (al menos hasta la llegada del Batman de Nolan, aunque eso es otra historia).  Raimi, arropado por el mismo equipo artístico, apostó por la continuidad argumental  (lo que acrecentaba la sensación de serial, como en el cómic) y una estructura similar, centrándose en aquello que mejor había funcionado en la primera parte: el aspecto humano de un héroe que contempla  en la lavandería cómo el traje ha desteñido su ropa interior. El gran acierto de la cinta fue mostrarnos a un superhombre cercano y dubitativo que se ve abocado a elegir entre arrojar la toalla, recuperar una vida normal y a la chica de sus sueños, o acatar con responsabilidad lo que significa ser un héroe. Si el primer episodio era una fábula sobre la entrada en la adolescencia, esta segunda parte dibuja una metáfora del tránsito hacia la madurez. Sorprende muy agradablemente que Raimi siga tomándose tanto tiempo para definir y mimar a sus personajes  y no permita que la acción devore la película, única manera de que funcione emocionalmente una secuencia como la del metro, en la que heroísmo y solidaridad colectiva se dan la mano de forma maravillosa.

El villano en esta ocasión fue el Doctor Octopus, interpretado con convicción por Alfred Molina, un antagonista intelectualmente brillante, mejor escrito que el Duende Verde y también más cinemático y espectacular, gracias a unos amenazadores tentáculos que protagonizaban una de las escenas más inquietantes de la función, la del quirófano, en la que los movimientos de cámara desbocados, los chillidos, la oscuridad y una sierra mecánica nos devolvían por unos instantes al autor de la trilogía del Necronomicón. En realidad a Raimi se le nota muy cómodo durante toda la película, sin escatimar detalles cómicos (el cameo de Bruce Campbell, la secuencia con el “Raindrops keep falling on my head” de fondo, el momento “novia a la fuga”), con el pulso firme en las escenas de acción (el presupuesto era en esta ocasión de 200 millones, y se notaba en pantalla, con unos FX muy mejorados),  gestionando con brillantez los pliegues y dobles lecturas de un guión “Frankenstein” en el que metieron mano muchos escritores sin que milagrosamente se resintiera su calidad, y manteniendo en todo momento la fidelidad al espíritu de las viñetas (memorable ese plano calcado del “Amazing Spiderman 50” con el traje en el cubo de basura y Parker alejándose al fondo).

Las pequeñas y perdonables inconsistencias argumentales (¿cómo es posible que la desvalida tía May que en la primera parte sufría un ataque al corazón nada más ver al Duende ahora apenas parezca asustada cuando es capturada como rehén por Octopus?) no impedían disfrutar de un espectáculo mayúsculo que es la quintaesencia del blockbuster inteligente y con corazón. La cinta volvió a ser un éxito de taquilla y todo quedaba dispuesto para una tercera entrega que debía cerrar la historia entre Peter, Mary Jane y Harry, la médula espinal de la saga.

Pero ocurre muchas veces en las grandes trilogías que el  segundo episodio, el que desarrolla el nudo dramático, suele terminar siendo el mejor; mientras que el tercero, que es la resolución y gran traca final, supone un bajón de calidad (en unos casos más acusados que en otros). “Spider-Man 3” (2007) no fue una excepción a esta regla. De entrada, Sony-Columbia puso más dinero (ahora 250 millones de dólares) y presionó más que nunca a Raimi, que se vio obligado a meter a un villano ajeno a sus inquietudes, Veneno, porque los fans lo querían ver en pantalla grande. Se cometió el error, tan frecuente en Holllywood, de querer superarse por mera acumulación de elementos. Todo tiene que ser más grande, más espectacular, más complejo, más oscuro… MÁS. Un enemigo no era bastante, ahora había que incluir tres ( o cuatro, si contamos al simbionte). Mary Jane ya no era suficiente como único interés amoroso de Parker, se imponía recurrir a Gwen Stacy. El trazo simple y claro de Ditko y Romita tenía que dejar espacio al barroquismo de Todd McFarlane. Todo esto significaba amontonar más tramas y más piezas a encajar en el puzzle. La hipertrofia estaba a la vuelta de la esquina y “Spider-man 3” se dio de bruces contra ella.

En cualquier caso, esta tercera parte no me parece el desastre absoluto sobre el que casi todo el mundo despotricó con saña. Es innegable que no consiguió mantener la línea ascendente de la franquicia y que tenía problemas de equilibrio que desembocaban en un embarullado y torpe tramo final en el que se sucedían las alianzas caprichosas y los “Deus ex machina” sacados de la manga. Pero pese a todo eso, este tercer episodio era todavía un muy digno entretenimiento, que respetaba el tono de la saga y encajaba con los dos anteriores, proponiendo nuevas variaciones de la fórmula, avanzando en la historia de amor con MJ y en la amistad con un Harry convertido en el nuevo Duende, y explorando el lado oscuro y la ambigüedad moral del héroe. Los diálogos y los sucesos cotidianos de los protagonistas seguían siendo el motor de la nave, bien salpicados con escenas de acción resueltas espectacularmente y con algún hallazgo estético como la melancólica y bellísima escena de la creación del Hombre de Arena (un quizás desaprovechado Thomas Haden Church). Cierto es que el empeño por contar demasiadas cosas impedía profundizar en elementos que pudieron haber dado más juego y fueron desperdiciados (¿realmente era necesario Veneno en esta historia?), pero eso no la convertía automáticamente en un horror, sino en un filme menos redondo.  (De los autoparódicos bailecitos a lo Tony Manero que tanto indignaron a muchos no hablaré porque a mí sí me parecieron simpáticos y perfectamente acordes con la personalidad de un Parker crecido pero en el fondo patético –por cierto, como tantas veces en los cómics-).

Pese al diabólico efecto del boca-oreja, “Spider-man 3” terminó siendo la más taquillera de la saga en el mercado mundial y un negocio perfecto para Sony-Columbia y Marvel. Aunque la historia quedaba perfectamente cerrada como trilogía (y con un final agridulce para la relación entre Peter y Mary Jane), el propio Raimi coqueteó durante bastante tiempo con la posibilidad de realizar una cuarta entrega (se especuló con que el villano sería el Buitre), hasta que los productores decidieron dar un golpe de timón y volver a las raíces del personaje (una estrategia muy típica del mundo del cómic cuando se encuentran en un callejón sin salida) para explorar “nuevas posibilidades creativas”. Solo el tiempo nos dirá si este reboot ha sido una buena decisión y está a la altura de lo que Raimi logró en sus películas, aunque, me temo, no lo tendrán nada fácil.

12 comentarios leave one →
  1. mccapunk permalink
    02/07/2012 14:46

    un buen trabajo so bre la trilogia que me ha dado ganas de verla de nuevo . felicitaciones por un cadillac siempre agradable y entrañable.

  2. hartmanfiction permalink
    03/07/2012 0:27

    hace ya mucho que vi las peliculas pero las recuerdo muy entretenidas y bien hechas, estoy muy de acuerdo en todo lo dicho, es cierto que la tercera a fue la peor por ese exceso de acción y sobre todo de villanos, tendrian q haberse conformado con Venom únicamente, la escena dea iglesia me encanto

  3. Jorge Luis García permalink*
    03/07/2012 1:35

    mccapunk y hartmanfiction, muchas gracias por vuestros comentarios. La escena de la iglesia de «Spiderman 3» a mí también me pareció excelente, además es muy similar al cómic. El villano tenía que haber sido Veneno o el Hombre de Arena, pero los dos juntos no mezclaban bien. Un saludo!

  4. 03/07/2012 10:12

    Bueno, bueno…¡la de horas que habremos dedicado a esta «tesina», Jorge!.
    En primer lugar, excelente análisis de la trilogía de Raimi.

    En mi opinión, la llegada de la primera entrega coincidió con un momento en el que la sociedad (principalmente, la americana) necesitaba una evasión de la cruenta realidad que habían vivido muy recientemente (11-S). Y «Spider-Man» supo calmar magistralmente ese miedo, suplir esa necesidad de protección, aunque fuese mediante la ficción proyectada en una pantalla.
    De aquel «begins», destaco el primer (y brillante) trailer, que aún guardo con cariño en un dvd. Trailer que, por azares del destino, hacía protagonista a las torres gemelas que recientemente habían colapsado. Motivo por el cual sufrió una inmediata retirada de las pantallas…siendo la primera víctima de una censura que se instauraba (nuevamente) en Hollywood.
    El resultado de ser el primero en poner en pantalla a un héroe protector, cercano, amigable y vestido con los colores de la bandera, en un momento tan delicado y convulso fue el esperado…una enorme recaudación.
    De esta primera entrega siempre destaco la escena tras el entierro de Norman Osborn, en el que vemos nacer en Mary Jane un pensamiento desconcertante, fruto de un beso platónico…mientras Peter Parker renuncia a su eterno amor para protegerla así de sus enemigos, alejándose de ella, acercándose al espectador…brillante.

    De la segunda entrega, es totalmente cierto que Raimi logra magistralmente destacar los sentimientos por encima de la acción. La relación de Peter con Mary Jane, con su tía May, con su amigo Harry cobra una importancia enorme en el film…y ese es su principal acierto.
    Otro acierto, también muy destacable, es la elección del enemigo: Octopus. En mi opinión, el enemigo más interesante y mejor perfilado de Spider-Man.
    Es en esta entrega donde Peter fuerza el abandono de su alter-ego, intenta renunciar a su responsabilidad (como poseedor de un gran poder), no encontrando a un sustituto (como intentaría Batman con el «caballero blanco»), sino haciendo oídos sordos a las continuas llamadas de socorro que le rodean (brillante la escena en la que ve pasar a una ambulancia con las sirenas puestas mientras, tranquilamente, se toma un hot-dog). Resulta curioso que ese abandono tenga como resultado un Peter contento, calmado, buen estudiante…con la conciencia tranquila.
    De esta entrega también destaco lo bien representado que está el peligroso entorno en el que siempre se movía Peter Parker. Entorno en el que siempre estaba rodeado de futuros enemigos (Doctor Connors alias Lagarto, John Jameson alias Hombre-Lobo, Harry Osborn alias Duende Verde…)

    Por último, llegamos al «alfa y omega» de gran parte de nuestras cinéfilas discusiones. ;-)
    A pesar del mal recuerdo que tengo de esta entrega (que me negué a comprar en dvd, dejando un hueco en mi estantería), le estoy eternamente agradecido por las numerosas cenas y reuniones de amigos que ha marcado. Siempre que alguien sacaba el tema, comenzaba una intensa (y entrañable) serie de ataques y defensas. Era oír «Spider-Man 3» y, en la cabeza de todos nosotros, surgía la misma palabra: SHOWTIME.

    Por resumir, para mí, «Spider-Man 3» es lo que «Spider-Man 3» + «Spider-Man 4» debería haber sido. En la tercera entrega, la relación de Peter y Mary Jane debería haberse asentado, mientras un gran enemigo como era el hombre de arena amenazaba a la ciudad. Con Osborn planeando su venganza en la sombra. Esta entrega seguiría marcada por la espectacularidad y la acción, dejando en aguas tranquilas la gran mayoría de aspectos sentimentales.
    En la cuarta, Venom y Duende Verde intentaban acabar con Spider-Man, mientras veía peligrar su relación personal con Mary Jane por la aparición de Gwen Stacy. Esta cuarta y última entrega se habría focalizado de nuevo en el aspecto sentimental, poniendo de relieve la importancia de la amistad y del amor…aunque contaría con uno de los enemigos más espeluznantes.

    Algo así debería haber sido el proyecto global de Raimi…pero nos quedó Tony Manero.

    Es de justicia decir que la tercera entrega de Spider-Man es la única que se estrenó tras «Batman begins», película que aún hoy sigue siendo el espejo en el que muchos proyectos intentar verse reflejados.
    Su visión seria, oscura y adulta de Nolan sobre un (super) héroe, contrasta con la más distendida, alegre y, por momentos, infantil de la última entrega de Raimi.
    Al igual que el momento del estreno de Spider-Man influyó muy positivamente en el resultado del film…»Spider-Man 3″ probablemente llegó en un momento en el que se demandaba más drama y realismo.

    Siento el ladrillo…pero prometo continuar en la próxima cena. ;-)

    Enhorabuena por el blog.
    Seguid así.

    Vuestro amigo y vecino…
    Alfa.

    • Jorge Luis García permalink*
      03/07/2012 21:52

      Hombre Alfa, después de tantas y descacharrantes discusiones al respecto, la «tesina» ha salido sola. En parte el post es mérito tuyo y del amigo Starfleet ;-)
      Coincido en tu apunte (lamento no haber echo mención a ello en el post, pero para eso están nuestros lectores :-)) sobre que «Spider-Man» llegó en un contexto social en el que tras el 11-S la sociedad estadounidense demandaba la figura protectora del héroe, aunque fuera de ficción,y eso pudo beneficiar al filme enormemente en taquilla. Sobre tu teoría «Spiderman 3 + Spiderman 4», me da la sensación de que se te quedaría una tercera parte un tanto floja. En mi opinión, cuando uno termina de visionar «Spider-Man 2» la impresión que queda es que la historia demanda una tercera parte, pero no más. Sencillamente tenían que haber sacrificado un villano y simplificado la trama, pero les pudo el ansia viva.
      Y Alfa, lo que tú llamas «ladrillo» es oro puro para el blog y un perfecto complemento para el post, así que no dudes en seguir lanzándolos. Un abrazo!

      • 04/07/2012 9:12

        Si esta pedazo de crítica que te has marcado ha tenido su motivación en el estreno del nuevo (y temprano) reboot de la saga arácnida…¡no quiero imaginarme la que tendréis preparada para dentro de dos semanas con el estreno de TDKR!. ;-)

        Nos vemos en la sala el día 20.

        Un abrazo.
        Alfa

  5. 03/07/2012 15:00

    Desde Spiderman 2 costará mucho cambiarle el rostro a Peter Parker. Tobey Maguire, a toro pasado, es perfecto para su papel. Aún sigo tronchándome en diversas escenas de la segunda parte en la que se adivina un futuro personaje cómico para el actor. Soy mucho más de Batman que de Spiderman pero es como las castañas y las peras: no se parecen en nada. El hombre araña, sin conocer en profundidad el cómic, siempre me ha parecido más juvenil. La primera parte entretiene pero de la segunda solo le veo virtudes. Desde los créditos iniciales al final Sam Raimi demuestra las buenas habilidades que ya comentas. Curiosamente la tercera parte es la que más me cuesta recordar. Un intento fallido a la oscuridad de una saga que ya tenía una línea diferente. En cualquier caso, una difícil tarea renovar Spiderman. Difícil salir con buen pie.
    Qué gusto da leeros! Enhorabuena una vez más.

    • Jorge Luis García permalink*
      03/07/2012 21:59

      Hola Guillem, muchas gracias por tu comentario y por los elogios al blog. Lo cierto es que, pese a las críticas que recibió a lo largo de la saga, Tobey Maguire también me parece perfecto como Parker y su labor difícilmente mejorable por Andrew Garfield en «The Amazing Spiderman». Puede estar a su nivel, pero no creo que le supere. Pronto saldremos de dudas. Un saludo!

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