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«Frankenweenie», donde viven los monstruos

24/10/2012

No deja de ser curioso y sintomático que la misma Disney que en 1984 despidió al por entonces joven y prometedor Tim Burton por malgastar su dinero en un cortometraje demasiado aterrador para su público familiar haya terminado respaldando casi treinta años después la versión extendida de aquel mismo corto. Es posible que lo que en aquella época resultara excéntrico y siniestro ahora esté plenamente asimilado por el sistema y que Burton ya no sea aquel outsider melancólico al que las majors respetaban pero no entendían, sino un poderoso referente del cine fantástico de nuestro tiempo al que conviene tener en nómina de cara a la taquilla y a la crítica, independientemente de que sus películas salgan peor o mejor. Sí, puede que Burton haya terminado convirtiéndose en una marca, pero, como decíamos a propósito del estreno de “Sombras tenebrosas”, es una marca que conduce a un universo personal e intransferible en el que muchos seguimos encontrando razones para disfrutar, aunque tampoco esté exento de patinazos.

Parece evidente que “Frankenweenie” es el intento del cineasta de dar respuesta a esas voces críticas con sus últimas películas, e incluso de tratar de recuperar a esos fans integristas para quienes el verdadero Burton es únicamente el que se extiende desde el corto “Vincent” (1982) hasta “Ed Wood” (1994) y relativizan el valor de todo lo que vino después. No hay regreso a los orígenes más impecable que retomar una antigua pieza de culto de tu filmografía, alabada por los fanáticos pero desconocida para el gran público (a pesar de que se encontraba como bonus en el DVD de “Pesadilla antes de Navidad”),  y volver a pisar un territorio familiar, en el que lo autobiográfico –esos barrios residenciales de California en los que creció, también escenario de la inmortal “Eduardo Manostijeras»– se confunde y se mezcla con unas señas de identidad que en realidad nunca han dejado de estar ahí. El mito de Frankenstein, el terror de la Universal, la sci-fi de los 50, la serie B de Roger Corman, los monstruos de Harryhausen… todos esos ingredientes vuelven a darse cita en “Frankenweenie”, que posiblemente sea la película menos arriesgada de Burton en mucho tiempo, por lo que tiene de “retorno al hogar”, “back to the basics” o sencillamente reciclaje de una idea anterior, pero al mismo tiempo también es una de las más vivas y sinceras que ha firmado el director en los últimos años.

Si  la pieza original en blanco y negro de 1984 estaba interpretada por actores reales (entre ellos Barret Oliver, el niño de “La historia interminable” o “D.A.R.Y.L”, y Shelley Duval), el “Frankenweenie” de 2012 está realizado con la técnica de animación de stop motion, con la que ya obtuvo notables resultados en “La novia cadáver” y que se demuestra como una opción más que adecuada, sobre todo tratándose de un “remake”.  Por lo demás, Burton mantiene la historia de amor entre un chico ostra y su querido perro como eje de la cinta y reutiliza la puesta en escena del corto y gran parte de sus secuencias, pero su revisión del cuento gótico profundiza más en el tránsito hacia la madurez, el despertar a la edad adulta y la aceptación de la muerte, y añade una galería de personajes secundarios más o menos afortunados pero siempre en sintonía con el espíritu “freak” y solitario de su primera etapa (esa Elsa Van Helsing con la voz de Winona Ryder, la impagable Weird Girl…). Entre estas incorporaciones destaca la de Mr.Rzykruski, un lúgubre pero sabio profesor  con el porte de Vincent Price,  las maneras del Anton Ego de “Ratatouille” y el verbo de Martin Landau, que sirve para introducir una encendida y apasionada defensa de la ciencia. “A la gente le gusta lo que da la ciencia, pero no las preguntas que plantea”, declama en una maravillosa conversación que entabla con el protagonista, Victor, una versión infantil del de “La novia cadáver”.

Además de suponer un reconciliación con el Burton narrador de historias, “Frankenweenie”  es otra delicia visual arrullada por placeres góticos y sombras expresionistas que no deja de recrearse en una inagotable batería de referencias no por obvias (la novia de Frankenstein, la momia, Karloff, el Drácula de Terence Fisher, Godzilla…) menos disfrutables. Tampoco esquiva Burton la búsqueda de la emoción y la encuentra en planos tan desarmantes como aquel en el que un asustado Sparky regresa al cementerio de mascotas y se echa sobre su propia tumba. Tal vez habría sido un acto de valentía suprema darle esquinazo al obligado final feliz que también culminaba el cortometraje original, pero no olvidemos que, después de todo, esto es Disney y que el producto no está dirigido únicamente a fans del director, sino a una audiencia eminentemente infantil.

En definitiva, “Frankenweenie” deja provisionalmente en “stand by” el debate entre seguidores detractores y defensores de Burton. Los más críticos tienen motivos para ofrecer una tregua aunque sospechen que el cineasta únicamente ha tirado de catálogo y oficio para engatusarles, mientras que los que siempre hemos disculpado al director, incluso en sus entregas más discutibles, podemos sacar pecho  por esta vez, aunque nos queda el resquemor de que no haya sido a costa de una historia realmente nueva.

3 comentarios leave one →
  1. El Olonés permalink
    09/11/2012 18:52

    Estimado señor García:

    Ayer tuve ocasión de ver en el cine la última película de Burton.

    A mí es uno de esos directores cuyas películas siempre me gusta ver. Sí, soy de los que se sienten atrapados por ese universo gótico, fantástico, triste y esperanzador al tiempo, expresionista, oscuro y sin embargo luminoso.

    Es raro que me defraude y, sin considerarme fan (fan de pocas o ninguna cosa), una película de Tim Burton siempre me apetece, siempre es un buen plan.

    Conocía el cortometraje y ese es el principal problema que le encuentro a la cinta.Que es una versión extendida de una historia que ya conocía. Eso ha hecho que ayer disfrutara mientras la veía, pero que hoy apenas haya pensado en ella.

    Podría decirse que cuando una historia ya la has contado en poco tiempo, no tiene mucho sentido alargarla cuando lo que añades son sólo, aunque brillantes, adornos.

    Y mira que me encanta el personaje del profesor y su sencilla y contundente defensa de la ciencia, así como esa galería de pequeños y turbadores psicópatas en potencia que son todos los compañeros de clase de Víctor (la primera escena en el aula me parece buenísima).

    Ciertas todas las referencias que citas y que aparecen. Pero te has dejado una muy buena: ¡los monos marinos son los gremlins!!!

    Finalmente, coincido, señor García, por el desarrollo de la película, por la mayor atención que presta a temas como la aceptación de la muerte y ese difícil tránsito a la edad adulta, el viejo Tim ha perdido una bonita oportunidad de acabar la película de forma diferente al corto, de una forma más atrevida y necesaria. El happy end resulta incluso redundante.

    Y no me vale la excusa del público infantil. Al contrario, precisamente por ese público hubiera sido mucho mejor que el bueno de Sparky acabara bajo tierra.

    Un gusto leerle, señor García.

    Un cordial saludo

    El Olonés

    • Jorge Luis García permalink*
      10/11/2012 0:12

      Hola señor Olonés, muchas gracias por su aportación y por su exquisita presentación en modo epistolar.
      Estoy de acuerdo con usted en que el conocimiento previo del cortometraje puede ser un problema a la hora de que este «Frankenweenie» perdure en la memoria más allá del disfrute durante el visionado. Igualmente coincidimos en que se podría (debería) haber aprovechado la oportunidad para modificar el final y hacerlo más coherente con el mensaje que lleva implícito la cinta. Otra cosa es que Disney hubiera accedido a ello…
      Y tiene usted toda la razón, los monos marinos son los gremlins, pero descaradamente.
      Un placer tenerle por aquí y espero que siga participando en el Cadillac con comentarios tan bien articulados como éste. Un saludo.

  2. Sofia Martínez permalink
    25/10/2013 17:07

    Desde mi punto de vista creo que en efecto este es un sueño que el director llevo a cabo y en el que probablemente demostró muchas cosas sobre el desarrollo de la historia. Lo cierto es que este tipo de historias; góticas y siniestras son un estilo que ha caracterizado a Burton, en esta ocasión regresa con una film que es dedicado a ese clásico Cine de terror, pero esta vez lo realiza con un estilo más fresco y atractivo. Es una maravilla no dejen de verla ideal para estas épocas del año.

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