La inmadura secretaria del sheriff Harry S. Truman es, además, la media naranja perfecta para el agente Andy Brennan: ambos son tontos de remate, y supongo que igual de entrañables. Sus interminables explicaciones y descripciones son capaces de poner de los nervios a la persona más paciente del mundo. Su embarazo en la segunda temporada y la incógnita sobre la identidad del padre abre uno de los arcos argumentales más flojos de la serie, e inevitablemente terminamos cansándonos un poco de ella. Eso sí, como reponedora de donuts no tiene rival.
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