«High Hopes», otra cara de Bruce Springsteen
Hubo un tiempo en el que para Bruce Springsteen la creación de un nuevo disco era casi una cuestión de vida o muerte. Las sesiones de grabación se prolongaban en extenuantes maratones de varios meses, la obsesión por el detalle más mínimo minaba la paciencia de sus colaboradores más cercanos, y puñados de canciones maravillosas por las que otros habrían matado quedaban relegadas porque no encajaban en el concepto general de la obra. Incluso sus dudas de última hora estuvieron a punto de mandar “Born to Run” (1975) a la basura, y de hecho se llevaron por delante a “The ties that bind”, el disco que debía haber sucedido a “Darkness on the Edge of Town” (1978). Para bien o para mal, esos tiempos son historia, y el Springsteen actual es un artista más relajado y distendido, uno más dispuesto a dejarse llevar por su intuición aunque ello no derive en la excelencia, alguien tan presto a acertar como a equivocarse sin hacer un drama del resultado final. Puede que el Springsteen clásico jamás hubiese dado luz verde a un disco como “Working on a Dream” (2009), pero a buen seguro tampoco se habría atrevido a embarcarse en la gozosa aventura de las Seeger Sessions (2006). En ese sentido, “High Hopes”, su decimoctavo álbum de estudio, es un paso más en la desprejuiciada trayectoria del Springsteen de madurez, y aunque es cierto que no puede disimular su condición de cajón de sastre, de contenedor de piezas descartadas de distintos puzzles, sí se revela como una instantánea tan honesta y certera como lo fue “Wrecking Ball” (2012) de la personalidad e inquietudes actuales del de New Jersey.
En “High Hopes” parecen converger distintos proyectos de disco que no llegaron a cristalizar de la forma prevista. A medio camino entre la recuperación de descartes e inéditos de los últimos años y la reinterpretación de material ya conocido tanto propio como ajeno, “High Hopes” no es ni una secuela modesta de la monumental caja antológica “Tracks” (1998) ni encaja en la siempre socorrida categoría del disco de versiones, pero tiene algo de ambas cosas, lo cual no hace sino subrayar su carácter de rareza inclasificable. Puede que en este trabajo (que el propio autor parece reconocer implícitamente como menor) falte consistencia, hilo conductor o cohesión narrativa, pero quizás sea eso mismo lo que hace que ésta sea una de las versiones más chispeantes y libres del último Springsteen.
Que “High Hopes”, la canción, fuese la elegida como single de presentación y aparente tema estrella ya contribuyó (conscientemente o no) a rebajar las expectativas de los fans, puesto que se trata de una regrabación de la versión de The Havalinas que ya apareció en el EP “Blood Brothers” de 1996 y que, sin ser un mal corte, nunca pasó de mero divertimento para amenizar aquellas sesiones de reunión con la E Street Band para el “Greatest Hits” (1995) -por cierto, ¿para cuándo una relectura del “Waitin on the end of the world” registrado también entonces y nunca publicado?-. La nueva traducción de la pieza sirve de vehículo para que la renovada banda, con sección de vientos y coros incluida, exhiba músculo y para introducir al guitarrista Tom Morello, actual mano derecha oficiosa del Boss en perjuicio de Steve Van Zandt. Aunque muchos no comulguemos con el exagerado protagonismo que le ha concedido Springsteen a este tipo, al menos hay que reconocer que la mayor parte del tiempo sabe integrar su particular estilo en la idiosincrasia de la banda y no se excede en exhibiciones vacuas.
“Harry’s Place”, un tema comprensiblemente desechado de “The Rising” (2002) porque no encajaba ni temática ni estilísticamente en aquel álbum, tiene más que ver con los pequeños experimentos de los 90 que pudimos descubrir en el cuarto disco de “Tracks” o con aquel “57 Channes (and nothing on)”. Su atmósfera de noir urbano nocturno, puntuada por un saxo que tiene que ser de Clarence Clemons, podría servir de banda sonora a una hipotética serie sobre gangsters modernos que se atreviera a tomar el testigo de “Los Soprano”. “American Skin (41 Shots)” tiene ya tanta historia a sus espaldas que cuesta asumir que por fin haya encontrado acomodo en un disco de estudio de Springsteen. Presentada por primera vez en los conciertos del 2000 de la Reunion Tour para denunciar el asesinato de un inmigrante africano a manos de la Policía de Nueva York, rápidamente desató las protestas furibundas de los “chicos de azul”, generando una polémica absurda que nunca pudo engullir lo que de verdad importaba, la desarmante emotividad de un tema que apuntaba directamente al racismo social en EE.UU. “American Skin” fue publicada en el directo “Live in New York City” (2001), también circulaba una versión en estudio con la E Street Band editada en un single promocional y Springsteen la ha retomado en sus setlists esporádicamente. ¿Era necesario, pues, volver a un tema que incluso ya figuraba en el recopilatorio “The Essential” (2003)? En rigor puede que no, pero la reinterpretación de “High Hopes”, que cuenta con la guitarra de Morello como mayor novedad, no desmerece a la ya clásica toma en vivo y le añade mayor intensidad al clímax final. Por su parte, “Just Like Fire Would” es una respetuosa aproximación al refrescante original de The Saints de 1987 y lo cierto es que poco había que reinventar, porque el tema se ajusta bien al sonido clásico de Springsteen. De hecho es lo más parecido que ha publicado últimamente a aquellas sencillas pero enérgicas canciones de rock directo con latido pop que brillaban en “The River”, atiborraban el segundo CD de “Tracks” y que tanto gustaban a Van Zandt.
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Tras un cuarteto inicial un tanto disperso, que es donde más se nota su naturaleza de disco de retales, “High Hopes” comienza a cobrar algo parecido a una personalidad propia (continuista, en todo caso, con la de “Wrecking Ball”) a partir de “Down in the Hole”, otro tema que quedó fuera de “The Rising”, aunque, a diferencia de “Harry’s Place”, éste si encajaba como un guante en la temática de aquel disco inspirado por la tragedia del 11-S. Se trata de una pieza atmosférica mecida por cuerdas y sintetizadores fantasmales (muy en la línea de “Magic”, la canción, o “Paradise”), oníricos coros femeninos y pequeños despuntes electrónicos, propulsada por el traqueteo de Johnny Cash que Springsteen ya utilizó en “I’m on Fire”. En este tema Ron Aniello, que repite en la producción después de “Wrecking Ball” y se consolida en la zona de influencia del Boss, deja tal cual la grabación original de Brendan O’Brien. “Heaven’s Wall” se arrima a la tradición folk-gospel comunal tan presente en el último Springsteen con una melodía repetitiva pero muy pegadiza, arreglos de violín cortesía de Soozie Tyrell y guitarra de Morello y una recurrente imaginería bíblica. “Frankie fell in love” cambia el tono hacia el pub-rock más efervescente e ingenuo (otra vez recuerdos a “The River” o a los rincones más festivos de “Born in the U.S.A.”) y sale mejor parado que esfuerzos recientes similares como aquella “My Lucky Day”, aunque solo sea por la ocurrente referencia a Einstein y Shakespeare.
“This is Your Sword” es la pieza que más claramente entronca con el sonido irish y las influencias celtas deglutidas en “Wrecking Ball”, anteriormente ya ensayadas en las Seeger Sessions, y da paso a uno de los mejores temas del lote, “Hunter of Invisible Game”, un vals plácido y sereno que recupera al Springsteen más íntimo del cada vez mejor ponderado (con los años y la edad) “Tunnel of Love” (1987). El luminoso loop de cuerdas y la deliciosa trama acústica del tema envuelven algunas de las letras más inspiradas y enigmáticas que Bruce ha facturado en los últimos años. La brutal versión de “The Ghost of Tom Joad” rompe el hechizo y nos vuelve a recordar, por si lo habíamos olvidado, que esto es una colección de canciones dispares que se han visto obligadas a coexistir juntas. “Tom Joad” es, en su desnuda forma primigenia, uno de los cinco mejores temas que el de New Jersey publicó en los 90, y esta épica versión eléctrica a dúo con Morello es enorme en todos los sentidos (aunque en realidad se trata de una repetición del tratamiento aplicado previamente a su prima hermana “Youngstown”), pero en el contexto de este álbum no puede evitar sentirse como un elefante irrumpiendo en una cacharrería. También es sintomático que Springsteen le haya dado más cancha a Morello en un solo tema de la que ha concedido al genial e infrautilizado Nils Lofgren (que nada tiene que envidiar al RATM) en todos los años que llevan juntos (y no me refiero a los directos). A mí, sinceramente, me parece un gesto feo.
El clima íntimo retorna con “The Wall”, una balada inspirada en Walter Chichon, celebridad local del “Jershey Shore” desaparecido en Vietnam, que había sido interpretada al piano en contadísimas ocasiones y que aquí cobra forma definitiva en una sentida y hermosa toma con la banda en su faceta más sutil (y con recuerdo emotivo para Danny Federici). “The Wall” ofrece argumentos sólidos a los que sostienen que el traje que mejor le sienta al Springsteen sexagenario es el de trovador elegíaco que se rastrea en “The Wrestler” o “The Last Carnival”, y además incluye la línea más memorable de todo el disco (“Now the men that put you here eat with their families in rich dining halls And apology and forgiveness got no place here at all, here at the wall”). La colección se completa con la toma en estudio de su apropiación del “Dream Baby Dream” de Suicide con el que cerraba los shows de la gira “Devils & Dust”, una letanía conmovedora y romántica que crece y crece hasta el infinito y más allá. Un cierre magnífico.
En una era en la que muchas estrellas veteranas y compañeros generacionales necesitan, por las razones que sean, tomarse cuatro, cinco y hasta seis años de respiro entre disco y disco, Springsteen se siente cómodo enlazando giras interminables y álbumes de distintas escalas, aparentemente inmune a las presiones de una industria a la que ya no rinde pleitesía y a las cansinas demandas de los fans que desearían que estuviera en esto en vez de en aquello. Es un Springsteen muy distinto al que pasó por los 90 inseguro de cuál debía ser su lugar en el gran circo del rock. Ahora es plenamente consciente de que el tiempo, su tiempo, el de su banda, es finito, y de que más vale arrepentirse de lo que se ha hecho que de lo que se dejó por hacer. Puede que en lo que queda de camino ya no vuelva a hacer ninguna obra maestra como las de antaño, pero yo tengo claro que prefiero poder disfrutar de un disco imperfecto pero estimulante como “High Hopes” que no hacerlo.
Muy buena crítica y ojeando un poco el blog realmente merece mucho la pena. Enhorabuena por los artículos que hacéis y que sepáis que os tengo ya de enlace favorito
Muchas gracias, Juanma. Espero que visites el Cadillac asiduamente y que puedas seguir encontrando artículos que te aporten. Un saludo.
Excelente articulo.
Thank U, Juan. Un saludo
Me he quedado gratamente sorprendido por el análisis tan magnífico del disco que habéis realizado. Entre mis aficiones sin duda está Bruce Springsteen. A pesar de mis 26 años cuento con todos sus discos y he leído todas y cada una de sus letras, lo cual siempre fue un estímulo para mi a la hora de aprender inglés.
Ya que hacéis mención en el análisis he de decir, que si tengo que nombrar un disco de Bruce podría ser el ‘Born in the U.S.A.’ o el ‘Born to run’ como obras maestras de él que son, pero yo partícularmente si tengo que decicir un disco y sólo uno para escuchar el resto de mi vida me quedo sin duda alguna con ‘Tracks’, la edición expecial con los 4 Cds. Para mi eso es rock and roll y es con lo que me eduqué.
A partir de ahora os leeré con asiduidad y os mandó un fuerte abrazo
Hola Roberto, para mí la caja de «Tracks» también es un tesoro que guardo como oro en paño (y sus buenos dineros me costó en su momento). En concreto los tres primeros CDs son una gozada inextinguible. Aún me sigue sorprendiendo que Springsteen dejase fuese de lo discos oficiales temas tan maravillosos. Lo más increíble es que «Tracks» solo incluía aproximadamente un 20 por ciento del material inédito que había hasta entonces (1998), y pese a que después han seguido apareciendo temas perdidos (en el tercer CD del «Essential» o en el imprescindible «The Promise» que acompañaba a la reedición de «Darkness»), todavía quedan muchos «tracks» fantásticos por rescatar de todas sus épocas. Confío en que algún día se publique todo en condiciones. Un saludo, y bienvenido al Cadillac!
Gran artículo. Lo he leído mientras escuchaba el disco, y ha sido un placer. Como tú, prefiero un Springsteen imperfecto que silencioso. Tengo claro que ya no compondrá otro tema como «Backstreets», pero agradezco su esfuerzo de seguir en la carretera, produciendo canciones, quizás huyendo de la muerte como hacemos buenamente todos.
Hola, Mike. Me alegro de que te hayan entusiasmado tanto el artículo como el disco. Seguro que muchos fans sí serían felices con un Springsteen que se limitase a dar conciertos tirando de los clásicos, al estilo de los Stones, pero a mí me admira (y me congratula) ver que Springsteen se mantiene lejos de la «dinosaurización» y que sigue confiando en su presente creativo, aunque lógicamente palidezca si se compara con su glorioso pasado. Aunque todavía está por comprobar si en la próxima gira va a darle cancha a «High Hopes» o si pasará como con «Working on a dream», que rápidamente (y, en ese caso, acertadamente) se cansó de defenderlo en directo. Un saludo.
Enhorabuena Jorge Luis, magnífico análisis y magnífico blog. Va directamente al cajón de imprescindibles.
Me considero un novato en esto de escuchar al Boss y rendirle pleitesía. Tengo ya unos años (40) y sin embargo, toda mi cultura musical ha venido acompañada por Springsteen sin llegar a ser mi fuente principal. Pero últimamente, tras una casualidad (benditas casualidades) y tras varios conciertos y recomendaciones de gente entendida del Boss (y las correspondientes adquisiciones de LP’s y CD’s), me parece que este tío de NJ es muy grande y su aportación al mundo musical, imprescindible, junto a otros muchos.
Y gracias a blogs y análisis como este, uno cada vez está más convencido de que el rock es maravilloso.
Hola Amogabar, bienvenido al Cadillac y muchas gracias por tus elogios. Tu caso prueba que nunca es tarde para sumergirse en una de las discografías más apasionantes del rock. Siempre digo que una cosa es conocer a Springsteen, al personaje público que sacan en el telediario cada vez que viene de gira o publica un disco, y otra muy distinta adentrarse en el universo de callejones traseros, motores que rugen en la autopista y promesas rotas que plagan su cancionero, sobre todo el de su etapa clásica (del 73 al 84). Una vez que entras en esos discos ya es muy difícil salir de ellos. Son eternos. Un saludo.
sumplemente brutal el boss siguye poniendome los pelos de punta 25 años despues, eso no lo consigue ningun artista solo el mas grande
Simplemente, excelente análisis. Resume lo que muchos de los fanáticos del Jefe sentimos al oírlo. Comparto la excesiva participación de Morello, pero como en discos anteriores, Bruce una vez más nos sorprende con una apuesta nueva e impredecible. Saludos.
estupenda tu critica. yo soy super-fan de bruce desde 1982, tengo 40y pico lo he visto muchas veces. tengo todo de el y he de decir que desdd q empezo a publicar estos ultimos discos erraticos y heterogeneos ya no me hace sentir. ya no me hace soñar. creo q la edad no tiene que ver , quizas la vida en familia, la compensacion de sus personalidad neurotica. obsesiva a matado definitivamente al eterno adolescente romantico y herido q fue el boss.
en definitiva no me siento defraudado porq todos evolucionamos y a bruce como ser humano q es tb le tocaba ya asentar su sufrimiemto pero, ha dejadp de ser lo que fue hace tiempo. yo de hecho no fui a verlo a su ultimo concierto q vino a mi ciudad. sevilla. no quiero dejar en mi memoria unos ultimos recuerdos de una
cañicatura de lo q fue y de una musica q no me llega.
en todo caso me queda drive all night.
gracias bruce por todo lo q nos has dado. pero porfavor. no saques mas discos impropios de tus dias gloriosos. una retirada a tiempo es una victoria…
Muchas gracias, anónimo, Oscar y Nacho, por vuestros comentarios. En cuanto a lo que dice Nacho, entiendo que ya no conectes con Springsteen como antes, pero te puedo asegurar que en directo está aún lejos de ser la caricatura que temes. Si te hubieras animado a verle en la última gira no creo que te hubiese decepcionado, en absoluto. Un saludo.
Siguiendo tu consejo ire a verlo si puedo este año si viene por España.
en todo caso, te aseguro que cuando lo vi en Bilbao(BEC)2007, Barcelona 2008 o en Sevilla 2010 distaba mucho del Bruce q vi en 1988 en el vicente calderon o en el mismo lugar en 1993.
aun asi, sigue siendo el mejor, no mejor dicho es el unico.
Lamentablemente, a mis 52 años, no me había dado cuenta de lo que es The Boss, hasta hace unos 2 años, me gustaba su música, pero nada mas, si embargo decidí ir a su concierto en BCN 2012, no pude ir por problemas de salud de un familiar, sin embargo el 23 de Abril de 2013 fui a verlo a Cardiff, aluciné con el concierto,y os puedo asegurar que por poco que pueda iré a verlo por España o Europa si vuelve.
No dejo de leer y escuchar cosas referentes a el i a la Banda, Me ha pillado bien pillado.
Soy feliz, escuchándolo, leyéndolo, etc.etc
Gracias
Dejo aquí el setlist del primer concierto de la gira «High Hopes» en Ciudad del Cabo, Sudáfrica (26/01/2014):
Free Nelson Mandela – Badlands – Death to My Hometown – Out in the Street – High Hopes – Spirit in the Night – Hungry Heart – The River – Heaven’s Wall – Atlantic City – Johnny 99 – Pay Me My Money Down – American Skin (41 Shots) – Because the Night – Darlington County – Shackled and Drawn – Waitin’ on a Sunny Day – The Rising – The Ghost of Tom Joad – Land of Hope and Dreams
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We Are Alive – Born in the U.S.A. – Born to Run – Dancing in the Dark – Tenth Avenue Freeze-Out – Shout – Thunder Road (acoustic)