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Vida, muerte(s) y resurrección de Thunder

15/08/2017

Thunder 1989/2017

«Nacieron en la época equivocada». Cuántas veces habremos usado este dicho para hablar de esos artistas y bandas de rock clásico, sobre todo a partir de los 90, que no lograron el éxito y el reconocimiento que seguramente se merecían. Puede incluso que hayamos abusado demasiado de esta expresión y muchas veces estemos confundiendo nuestros deseos con la realidad, pero en el caso de Thunder esto es rotundamente cierto. Cuando irrumpieron en 1990 lo tenían todo, absolutamente todo, para comerse el mundo: un cantante con una garganta prodigiosa, cuatro músicos excepcionales, un compositor (Luke Morley, guitarrista y líder) capaz de sacarse de la manga un buen puñado de temazos destinados a petarlo en las listas de éxitos y, sobre todo, toneladas de ganas, pasión, energía, actitud y, no menos importante, un irresistible sentido del humor. Y no, nos duele decir que no se comieron el mundo, aunque bien es cierto que en sus inicios al menos llegaron a darle un buen bocado. Y es que, para insistir en nuestra tesis, ellos siempre tuvieron, y tienen, muchísimo más talento que muchos otros grupos que sí llegaron a saborear la fama y la gloria en décadas anteriores.

Ahora, en 2017, cuando se cumplen 28 años de su fundación, tras 11 discos de estudio (la mayoría excepcionales), numerosos directos y recopilaciones, dos rupturas con sus correspondientes regresos y otras muchas vicisitudes, a sus seguidores más fieles nos queda el consuelo y la satisfacción de ver cómo Thunder atraviesan uno de los mejores momentos de su carrera. Al menos parecen haber recuperado el crédito y el prestigio que durante tanto tiempo se les ha negado, pueden recorrerse Reino Unido de punta a punta llenando grandes recintos y sus dos últimos álbumes no sólo son quizás lo mejor que han grabado en 20 años, sino que han vuelto a auparles a los primeros puestos de los más vendidos en su país de origen. En el plano personal, yo me hice fan del grupo en 1995, con la publicación de su tercer disco, y puedo decir con total convencimiento que Thunder fueron La Banda de Mi Adolescencia. La mayoría de mis ídolos para entonces o estaban muertos o ya eran muy mayores y, aunque algunos pudieran mantenerse aún con cierta dignidad y trascendencia, estaba claro que sus años dorados ya habían pasado. Thunder en cambio eran sangre fresca, editaban discos con cierta regularidad y todavía les quedaba una larga carrera por delante. Además, sus canciones igual hablaban de rock n’ roll, fiestas y tías buenas como abordaban cuestiones más peliagudas, como los miedos y tribulaciones de la juventud, la sensación de desarraigo, el maltrato o el infanticidio… Y qué demonios, nadie ha sabido cantarle al amor, y al desamor, como ellos. Creo que no hubo un feliz encoñamiento ni un doloroso desengaño sentimental que no estuviese marcado, en aquellos años, por alguna canción de Thunder. Y eso es algo que irremediablemente te acaba ligando a ellos de por vida. Comprendan por tanto el entusiasmo de un servidor a la hora de repasar la historia del grupo. Una historia que, en realidad, comenzó hace más de 40 años… ·

(1975-1989) I hear the sound of distant Thunder…

(1981) Looking For A Good Time

Emulando a sus idolatrados Mick Jagger y Keith Richards, el vocalista Danny Bowes y el guitarrista Luke Morley se conocieron en 1975, con sólo 15 años, cuando ambos estudiaban en el Haberdashers’ Aske’s Hatcham College del barrio londinense de New Cross. Y ya entonces establecieron un vínculo musical, y a diferencia de los dos líderes de los Stones también personal, inquebrantable hasta el día de hoy. En 1980, junto al bajista Malcolm McKenzie (que más tarde se convertiría en manager de Thunder) y el batería Chris Hussey fundarían su primera banda, Nuthin’ Fancy, en 1981 editarían el single “Lookin’ For A Good Time”, con “Too Much Rock And Roll” como cara B, y para 1982 ya se habían disuelto, dejando para la posteridad únicamente esas dos canciones que hoy estarían irremediablemente perdidas de no ser por la magia de la red. Un material con un toque muy Bad Company, bastante loable como primer paso de unos inexpertos mozalbetes que aún tenían mucho que aprender y que demostrar.

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(1985) Black And White

Las piezas fueron encajando con la aparición del batería Gary ‘Harry’ James, tercer pilar fundamental sobre el que habría de asentarse Thunder unos años más tarde. Junto al bajista Nick Linden, en 1983 nacía Terraplane, viendo la luz ese mismo año su primer single, “I Survive”, que les llevaría a firmar por Epic Records y a editar en 1985 su álbum de debut, “Black And White”. Un disco imprescindible para los die-hard fans de Thunder, con algunos momentos deliciosos, en donde ya empezaban a germinar muchas de las virtudes que habrían de florecer en el futuro y que, junto a su actividad en directo, habría de granjearles una cada vez más creciente base de seguidores… que huirían despavoridos, y con razón, cuando ya como quinteto con el segundo guitarra Rudy Riviere lanzasen en 1987, presionados por la compañía, el desastroso “Moving Target”. Un inofensivo álbum del AOR más hortera y ñoño que nos podamos echar a la cara, que supondría el fin de la banda pero que les enseñaría una valiosísima lección: nunca, jamás, volverían a traicionarse a sí mismos.

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Lejos de amedrentarse, y ya sobradamente curtidos, Bowes, Morley y James encontrarían los socios perfectos para seguir adelante en el guitarrista y teclista Ben Matthews y el bajista Mark ‘Snake’ Luckhurst. Apadrinados por Andy Taylor, guitarrista de Duran Duran, a los renombrados Thunder les bastaba en 1989 una demo para firmar por EMI Records. Sólo un año después, ya con su primer disco en la calle, el quinteto se veía abriendo una de las ediciones más potentes del histórico festival de Donington. Y la suya sería una de las actuaciones más celebradas de la jornada.

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(1990) BACKSTREET SYMPHONY

(1990) Backstreet Symphony

Cuando se fundó la banda, apenas un año antes, difícilmente Thunder pudieron haber soñado con un debut tan redondo como “Backstreet Symphony”. Y fue redondo por muchos motivos, el más evidente, porque reunía una colección de temas extraordinarios, inapelables clásicos de su discografía que han permanecido, la mayoría de ellos, habituales cuando no fijos en sus repertorios durante casi tres décadas. Pero, no menos importante, si el álbum dio en el clavo fue porque supieron plasmar un estilo y un sonido muy personal y reconocible, cimentando las bases sobre las que se levantaría toda su carrera posterior. Algo que puede apreciarse de inmediato ya desde su formidable tema de apertura, “She’s So Fine”: esos riffs de guitarra escritos y ejecutados de forma tan particular, una solidísima e inquebrantable base rítmica y, sobre todo, la inconfundible y portentosa voz de Bowes. Puro y genuino rock n’ roll, heredero de la mejor tradición británica, con mucha impronta bluesera pero remozada con una vitalidad desbordante. Tanto la estética del grupo como el diseño y la producción del disco (labor que recayó de nuevo sobre Andy Taylor) rezuman aún un aroma muy ochentero, entiéndase esto en el mejor sentido del término. Volviendo a sus canciones, junto a la mencionada “She’s So Fine” convivían trallazos épicos como “Higher Ground” o la propia “Backstreet Symphony”, la cachonda “An English Man On Holiday”, una versión de “Gimme Some Lovin’”, clásico de The Spencer Davis Group que supieron llevarse a su terreno, o tres power ballads inconmensurables que les hubieran abierto las puertas del cielo, pongamos, cinco años antes: “Don’t Wait For Me”, “Until My Dying Day” y sobre todo “Love Walked In”. Sólo las simplemente correctas “Girl’s Going Out Of Her Head” y “Distant Thunder” quedaban un peldaño por debajo en un álbum soberbio, que vendió muy bien en Reino Unido y en el que, con el paso de los años, se ha consolidado como joya de la corona una “Dirty Love” con la que han venido cerrando todos sus shows desde tiempos inmemoriales.

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(1992) LAUGHING ON JUDGEMENT DAY

(1992) Laughing On Judgement Day

En la primera mitad de los años 90 uno aún podía moverse por el dial de la FM y encontrarse, con relativa frecuencia, con temas de rock y heavy metal, desde los más accesibles para el gran público hasta, incluso, propuestas algo más extremas. Y tanto la televisión pública como las entonces recién nacidas cadenas privadas conservaban en sus parrillas programas con videoclips, algo inconcebible en nuestros días. Así, hasta una banda como Thunder podía llegar a meter la patita en nuestro país, como sucedió con el mayor hit de su carrera, la colosal “Low Life In High Places”. Así fue como un servidor conoció al grupo, aunque aún no le llamarían demasiado la atención como para darles una oportunidad. Pero sí, “Laughing On Judgement Day”, el segundo larga duración de Thunder, fue lo más cerca que estuvieron nunca de tocar el cielo. Bueno, en realidad sí lo tocaron, aunque nunca volvieran a repetirlo, pues el disco alcanzó el número 2 en las listas de Reino Unido, sólo superados por el “Greatest Hits” de Kylie Minogue. Si en “Backstreet Symphony” ya exhibían una madurez sorprendente (o no tanto, pues ya sabemos que no eran unos recién llegados), con su segundo álbum parecen ya unos reputados veteranos, sin perder además ni un ápice de frescura y garra. Y esta vez, ya con Morley colaborando con Andy Taylor, la banda suena como un cañón, con una producción plenamente moderna para principios de los 90. De nuevo, nos basta con escuchar su primer tema para percatarnos de ello, pues “Does It Feel Like Love?” no es más que la hermana mayor (e igual de guapa) de “She’s So Fine”. Y es que todos los aciertos de su debut siguen aquí, aunque con mucho más brillo. Con temones de la talla de “Everybody Wants Her”, la mencionada “Low Life In High Places”, “Laughing On Judgement Day”, “Empty City”, y otras tres baladas excelsas como “Today The World Stopped Turning”, “A Better Man” o “Like A Satellite” (conmovedora en estudio pero aún más en directo), no es extraño que muchos consideren a este álbum su rotunda obra maestra.

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(1995) BEHIND CLOSED DOORS

(1995) Behind Closed Doors

“Behind Closed Doors” fue mi primer disco de Thunder, y quizás eso influya bastante para que sea mi favorito. Aunque no tardase en hacerme con sus dos trabajos anteriores, y quedase igualmente impresionado, éste álbum siempre tendrá algo especial. Corrí a la tienda de discos tras escuchar una entrevista con ellos en el mítico programa de radio Disco Cross, y lo hice porque me encantaron las canciones que escuché pero también porque la entrevista fue divertidísima y me cayeron de puta madre. La rumorología de la época apuntaba a que el retraso en la publicación de este tercer trabajo (por entonces, tres años aún se consideraban muchos) se debió a los cantos de sirena de David Coverdale, empeñado en fichar a Luke Morley para relanzar a sus Whitesnake, lo que habría hecho peligrar la continuidad de Thunder. Lo cierto es que unos Whitesnake con Morley hubiesen sido alucinantes, pero de haber sido aquello cierto felizmente el pelirrojo guitarrista se mantuvo fiel a los suyos. Aunque Thunder sí tuviese que afrontar la marcha de ‘Snake’ Luckhurst tras “Laughing On…”, fichando como sustituto al bajista sueco Mikael Höglund. Intentando dejar a un lado el factor sentimental, no sabría decir si “Behind Closed Doors” es su mejor obra, pero sí que tiene su mejor canción, “River Of Pain”, su mejor balada (y eso con Thunder son palabras mayores), “Castles In The Sand”, y su mejor tema de apertura de un álbum, la apabullante “Moth To The Flame”. Y si sus dos primeros discos estaban más o menos cortados por el mismo patrón, aquí se esforzaron por abrir su paleta sonora, con un trabajo muy heterogéneo y aún coherente, en el que tocaron muchos palos y todos bien. Junto a los ‘highlights’ ya mencionados, nos colaban ramalazos funky (“Fly On The Wall”, “Too Scared To Live”) junto a otra balada inolvidable como “I’ll Be Waiting”, del mismo modo que el cachondeo padre de “Stand Up” contrastaba con el dramatismo de temas como “’Til The River Runs Dry”, sobre la violencia de género, o “It Happened In This Town”, que nos contaba, cerrando el disco de forma espeluznante, el asesinato de una niña. Tardarían 20 años en volver a igualar los réditos comerciales (llegó al número 5 en Reino Unido), el sonido, la inspiración y la excelencia mostrada en este álbum.

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(1996) THE THRILL OF IT ALL

(1996) The Thrill Of It All

Los grandes pecados que cometió “The Thrill Of It All”, el cuarto trabajo del grupo editado sólo un año después, fueron esencialmente dos: 1) ser muy bueno, pero no excelente como los anteriores, y 2) inaugurar la segunda mitad de la década de los 90, cuando ya todo el mundo le había dado definitivamente la espalda al rock que facturaban bandas como Thunder. Las aguas en el seno de la banda volvían a bajar un poco revueltas, con la marcha del sello EMI y el abandono por motivos familiares del bajista Mikael Höglund (al que dedicarían un bonito homenaje con “Something About You”). Momentáneamente como cuarteto, con Morley asumiendo el bajo en estudio, el nuevo disco no sólo sigue la senda abierta por “Behind Closed Doors”, sino que es incluso más ecléctico y arriesgado, aun dejándose algo de cohesión por el camino. Así nos topamos con “Pilot Of My Dreams” y “Welcome To The Party”, que son el buen rollo hecho canciones y las que más entroncan con su pasado, una “Living For Today” que derrocha epicidad por sus cuatro costados, mientras que “Don’t Wait Up” cubre la cuota funk, “Cosmetic Punk” es una macarrada marciana y “The Thrill Of It All” es una de la radiografías más certeras, y desoladoras, de una ruptura sentimental que un servidor haya escuchado en su vida. Aún en estado de gracia para construir magníficas baladas, ahí están “This Forgotten Town”, “You Can’t Live Your Life In A Day” y especialmente “Love Worth Dying For”. No fue un desastre comercial (número 14 en las listas de su país) pero claramente empezaba a marcar su declive. Tras fichar al entrañable Chris Childs como nuevo y ya definitivo bajista, consolidándose así la formación que ha llegado hasta nuestros días, la mejor noticia para los fans españoles fue que la gira recayó en nuestro país, que no visitaban desde 1993. Así fue como un servidor les vio por primera vez en La Sala de Carabanchel junto a, reconozcámoslo, cuatro gatos, lo que no impidió que diesen un soberano conciertazo. El tour en su manga británica quedó plasmado en CD y VHS en el fantástico “Live” de 1998, que en cierto modo marcaría el cierre de su época dorada.

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(1999) GIVING THE GAME AWAY

(1999) Giving The Game Away

Visto ahora en retrospectiva, con la ventaja que nos da el paso del tiempo, no parece una casualidad que la primera separación de Thunder, que entonces nos dolió muchísimo porque pensábamos que sería definitiva, llegase precedida de su décimo aniversario y de “Giving The Game Away”, el disco menos satisfactorio de su discografía. Tiene lógica que, tras diez años de andadura como banda, sus miembros hicieran balance y se cuestionaran la continuidad de una carrera que empezó de manera fulgurante para, con el paso de los años, ir apagándose hasta el punto de ser ignorados totalmente por los medios y el gran público. Y decía “menos satisfactorio” para referirme a su quinto LP porque no es ni mucho menos un mal trabajo, pero sí baja un peldaño respecto a su producción anterior. A pesar de que “Just Another Suicide (You Wanna Know)”  se codea sin problemas con sus grandes clásicos, “Giving The Game Away” y “Rolling The Dice” siguen enganchando, y “All I Ever Wanted” y “You’ll Still Need A Friend” son dos baladas a la altura de su prestigio. Pero, al apostar por un mayor predominio de guitarras acústicas y teclados, y más baladas y medios tiempos de los ya habituales, el grupo se deja por el camino parte de su garra y pegada (con la excepción de “Time To Get Tough”… que sin embargo nos recuerda demasiado a esa “Song 2” con la que Blur lo petaron dos años antes) y sobre todo se echa mucho en falta su característico sentido del humor y sus ganas de diversión, algo que no logra remediar una esforzada versión del “Play That Funky Music” de Wild Cherry. Por primera vez en su carrera Thunder se quedaban fuera del Top 40 en las listas británicas, y la gira de promoción no pasó de dos fechas en Japón y diez en el Reino Unido. Una gira que retomarían pocos meses después, pero ya con el triste cartel oficial de “The Farewell Tour”.

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(2000-2002) They think it’s all over…

(2000) They Think It's All Over...

Thunder ofrecieron el que muchos, empezando por ellos mismos, pensábamos que sería su último concierto el 4 de mayo de 2000 en Londres, una noche que quedaría plasmada en dos directos póstumos, “They Think It’s All Over… It Is Now” (2000) y “They Think It’s All Acoustic… It Is Now” (2001). Pero lo cierto es que sus fieles nunca tuvimos la impresión, durante los dos años que duró esta primera separación, de que sus miembros quisieran realmente acabar con Thunder, ni emprender nuevas aventuras soltando amarras y alejándose de la sombra de la banda. Luke Morley no tardó en editar su primer disco en solitario, “El Gringo Retro” (2001), en el que contaba con Matthews, Childs y James como banda de apoyo, o lo que es lo mismo, todos los integrantes de Thunder excepto Bowes. El álbum mantenía mucha de la esencia, tenía grandes canciones y servía en parte para consolar a los fans, pero inevitablemente uno acababa pensando en cómo sonaría aquello con la banda al completo. Aunque el siguiente movimiento fue aún más esperanzador pues, dejando claro que el guitarrista no tenía ningún conflicto con su amigo y compañero desde mediados de los 70, ambos se reunieron bajo el nombre Bowes & Morley para editar en 2002 “Moving Swiftly Along”, con el que daban más que nunca rienda suelta a su amor por el soul y el funk. Lo más destacado del disco, no obstante, era “Change”, una balada descomunal compuesta por Morley y, atención, el cantante de Europe Joey Tempest, que Thunder acabarían rescatando en directo en años venideros. Porque con todos estos precedentes, a muy pocos pudo pillarles por sorpresa el ilusionante anuncio del regreso de la banda, a finales de ese mismo año.

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(2003) SHOOTING AT THE SUN

(2003) Shooting At The Sun

Que Thunder decidieran reformarse en una nueva década, un nuevo siglo y un nuevo milenio, cuando las reglas del juego definitivamente habían cambiado, implicaba que aceptaban que nunca serían una de las bandas más populares y vendedoras del planeta, ni siquiera de su país, pues ese tren ya había pasado, pero sí que contaban con una sólida base de fans y con su apoyo era más que suficiente. Así que tiene muchísimo sentido que con “Shooting At The Sun”, primer álbum de su nueva andadura y sexto de su discografía, decidieran apostar por un trabajo 100% Thunder, con cero experimentación y sin asumir ningún riesgo, a estas alturas totalmente innecesario. Un puñado de buenos riffs, buenos estribillos, en definitiva, buenas canciones, eso es todo lo que les pedíamos, y eso es lo que nos dieron. El disco se abría además de forma bárbara con “Loser”, un arranque potentísimo que desde entonces ha servido de apertura de muchos de sus conciertos, y temas como “Somebody Get Me A Spin Doctor”, “The Pimp And The Whore”, “Everybody’s Laughing”, la propia “Shooting At The Sun” o el cierre con “Blown Away” mantenían el listón bien alto. Lástima que, al ir a lo seguro, sus baladas sean excesivamente convencionales, muy bonitas, sí, pero nada memorables. En resumen, estamos ante un muy buen álbum, aunque todo nos suene a ya escuchado anteriormente y aún estemos lejos de la excelencia de sus primeros años, pero viniendo de donde veníamos nos supo a gloria bendita. Y aún se guardaban una sorpresa más para finales de 2003 con la publicación del segundo disco de Bowes & Morley, “Mo’s Barbeque”, en el que el dúo volvía a desatar su vena más soul y que esta vez ya no tuvimos que tomar como algo con lo que calmar nuestro mono de la banda, sino como un regalo extra, inesperado y delicioso.

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(2005) THE MAGNIFICENT SEVENTH

(2005) The Magnificent Seventh

Thunder no pudieron haber encontrado mejor título para su siguiente trabajo, “The Magnificent Seventh”. Porque sí, es su séptimo álbum, y sí, es realmente magnífico. Si decía que a los Thunder del siglo XXI había que exigirles un puñado de buenos riffs, buenos estribillos y buenas canciones, lo que nos entregaron en esta ocasión fue un montón de riffs cojonudos, estribillos cojonudos y canciones cojonudas. Y aún sin necesidad de complicarse mucho la vida, como demuestra esa irresistible “I Love You More Than Rock ‘n’ Roll” que se convirtió en un clásico instantáneo de la banda. Si “The Gods Of Love”, “Monkey See, Monkey Do” o “One Foot In The Grave” ya valen mucho la pena, directamente la citada “I Love You More…”, “Amy’s On The Run”, “Fade Into The Sun”, la acedeciana “You Can’t Keep A Good Man Down” o “One Fatal Kiss” (a pachas con otro genio como Russ Ballard, nada menos) son algunas de las mejores canciones escritas jamás por Morley. Qué pena que no pudieran redondear la jugada con las dos únicas baladas del plástico, “I’m Dreaming Again” y “Together Or Apart”, que volvieron a quedarse en correctas. Aun así, con “The Magnificent Seventh” firmaban su mejor trabajo desde “Behind Closed Doors”. Y sólo habían pasado diez años, pero parecía una eternidad.   

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(2006) ROBERT JOHNSON’S TOMBSTONE

(2006) Robert Johnson's Tombstone

Sólo un año después ya les teníamos de vuelta con “Robert Johnsons’s Tombstone”, su tercer larga duración en cuatro años, que confirmaba varias cosas: que habían regresado con ganas y que no pensaban moverse ni un ápice de donde estaban. A estas alturas Thunder van a hacer lo que mejor saben hacer, a piñón fijo, y que un disco sea más o menos bueno dependerá ya exclusivamente de la inspiración de Morley. Y en ese sentido quizás este octavo álbum se quede un puntito por debajo del anterior, pero aún rayando a muy buen nivel. Puede que “Dirty Dream”, “The Devil Made Me Do It” (pese a su zafio videoclip) y “What A Beautiful Day” sobresalgan sobre el resto, pero aún nos toparemos con cosas tan jugosas como “Don’t Wanna Talk About Love”, “Last Man Standing” o “Stubborn Kinda Love”. En el tema baladístico siguen sin enamorarnos como antaño, aunque al menos esta vez “My Darkest Hour” aporta algo distinto. No, tampoco se le pueden poner demasiadas pegas a “Robert Johnsons’s Tombstone”, salvo quizás a su portada… Fue además el disco que les trajo de vuelta a España, tras una década de ausencia, y un servidor no sólo pudo asistir a su conciertazo en Madrid sino que a través de su web, y por la cara, tuvo la oportunidad de conocerles, charlar y tomar unas cervezas con ellos tras el show. Fueron más majos que las pesetas, nos firmaron lo que nos dio la gana, nos hicimos todas las fotos del mundo y al final fueron los propios responsables de la sala los que nos acabaron echando. E insisto, porque ya sabemos cómo funcionan las cosas hoy en día: de gratis. Y así, un buen día descubres que tus ídolos musicales son además unos tíos de putísima madre.

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(2008) BANG!

(2008) Bang!

Con la publicación de “Bang!” en 2008 Thunder cerraban la época más fecunda, en cuanto a producción musical, de su carrera, con cuatro discos de estudio en apenas seis años, a lo que habría que sumarle el EP “Six Shooter”, en 2005, y otros tres EPs más, “Six Of One”, “Half A Dozen Of The Other” y “The Joy Of Six”, editados entre 2007 y 2008. Lo malo es que en esta ocasión el apetito creativo de Luke Morley no se viese correspondido con la gracia de las musas, pues este noveno álbum pretende ser un calco de los anteriores, como era de esperar, pero el calco se queda un tanto desdibujado. No han perdido ni un ápice de oficio, calidad y clase, y sería muy injusto si diese a entender que estamos ante un mal trabajo, ni mucho menos, pero sí creo que a ellos, simplemente, se les podía exigir más. Siguen dando la talla con temas como “On The Radio”, “Stormwater” , “Candy Man” o “Love Sucks”, y “Watching Over You” nos emociona un poco más que cualquiera de sus últimas baladas, pero nos queda la sensación de que estamos ante una colección de canciones menos perdurable que en discos anteriores, la producción también parece un tanto apresurada e incluso su portada denota una cierta pereza. Aunque ahora resulte un tanto ventajoso decirlo, creo que a sus fans no nos hubiese importado haber esperado algún año más entre disco y disco si así hubiésemos podido recuperar a la mejor versión de Thunder, con temas más trabajados e ideas frescas. El tiempo nos daría la razón. De hecho, una actividad tan frenética acabó por quemar a los miembros de la banda y, aunque apenas un par de años antes el bueno de Chris Childs me aseguró (y el hombre sonaba sincero) que jamás volverían a separarse, el grupo nos volvió a romper el corazón anunciando su disolución, de nuevo con una gira de despedida, de nuevo coincidiendo con un aniversario, esta vez por sus 20 años, y de nuevo tras un disco por debajo de las expectativas. De nuevo pensamos que, esta vez sí, la ruptura sería definitiva e irreversible y de nuevo, por suerte, nos equivocamos.

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(2009-2014) You can’t keep a good band down

(2009) 20 Years And Out

La razón oficial para la segunda desbandada de Thunder fue que sus cinco miembros querían centrarse en otros proyectos musicales, y al menos en un principio fueron coherentes con su decisión. Luke Morley se alió con el ex vocalista y guitarrista de los muy prometedores pero efímeros Winterville, Peter Shoulder, para fundar The Union, en los que no tardó en alistarse el indispensable Chris Childs, editando su debut homónimo en 2010, su continuación “Siren’s Song” sólo un año más tarde y su tercer y hasta la fecha último trabajo, “The World Is Yours”, en 2013. Harry James se mantuvo especialmente ocupado, como batería fijo de los veteranos Magnum ya desde 2007 e involucrado activamente en otros proyectos como Snakecharmer, Bad Influence, Cregan & Co. y Shadowman. Danny Bowes y Ben Matthews, por su parte, montaron el espectáculo ‘An Evening with Danny & Ben’, un show musical y humorístico en el que interpretaban en clave íntima versiones propias y ajenas. Pero los lazos de hermandad entre los cinco músicos debían ser tan fuertes que volvieron a aguantar sólo dos años antes de devolver a la vida a Thunder, con el anuncio de su regreso a los escenarios en el festival londinense High Voltage en julio de 2011, precedido por un par de fechas de calentamiento. Unos meses después retomaron la feliz tradición, instaurada desde 2003, de ofrecer un par de conciertos navideños especiales para fans, sus celebrados ‘Xmas Shows’, jugada que repitieron en 2012. Mientras la banda reiteraba que no tenía intención ninguna de grabar un nuevo álbum, la actividad en directo se intensificaba notablemente en 2013, teloneando a Journey y Whitesnake en su tour por tierras británicas y con una gira veraniega como cabezas de cartel. Incumpliendo nuevamente su palabra, y abrumados según sus propias palabras por la entrega de sus seguidores en sus últimos shows, cambiaron de parecer y pasaron buena parte de 2014 encerrados en un estudio preparando el que habría de ser su décimo disco de estudio.

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(2015) WONDER DAYS

(2015) Wonder Days

Siete años tuvimos que esperar los fans para tener nuevo material de la banda pero nuestra paciencia fue recompensada con creces. “Wonder Days” quedará para los anales como el disco de la resurrección de Thunder, tanto a nivel musical como de popularidad. El álbum no sólo rezuma calidad por los cuatro costados, sino que alcanzó el puesto 9 en las listas británicas, logrando así su primer top 10 en los últimos 20 años. Y eso que su grabación no estuvo exenta de problemas, cuando Ben Matthews se vio obligado a retirarse temporalmente del grupo para superar un cáncer de garganta. Por suerte, cuando el disco vio la luz aquello ya era agua pasada y todo eran buenas noticias. Porque  “Wonder Days”, “The Thing I Want”, “The Rain”, “Black Water” (co-escrita por nuestra adorada Lynne Jackaman, lástima que no se cantase algo…), “The Prophet”, “Chasing Shadows”, “When The Music Played”, “Serpentine”, “I Love The Weekend”, y como guinda “Broken”, su mejor balada en muchísimos años, y ese himno maravilloso que es “Resurrection Day”, no sólo conforman un track list imbatible, sino que nos devuelven a unos Thunder ambiciosos, que no tienen ningún miedo a asumir riesgos, ampliar sus miras y coquetear con varios estilos, sin dejar de ser plenamente reconocibles. “Wonder Days” puede codearse de tú a tú con sus tres primeras y más emblemáticas obras, y si a esto le sumamos además la veteranía y el empaque acumulados a lo largo de un cuarto de siglo de carrera, no es descabellado decir que los Thunder que vimos resurgir en esta tercera etapa sean, seguramente, los mejores Thunder que hayamos visto nunca.

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(2017) RIP IT UP

(2017) Rip It Up

Todo artista o grupo que pegue muy fuerte con su debut discográfico tiene que enfrentarse a la tan mencionada presión del segundo disco (prueba que superaron muy bien los propios Thunder) y, si consideramos que “Wonder Days” fue un comeback glorioso y en cierto modo un reinicio para la banda, ésta se enfrentaba de nuevo a un reto similar y mayúsculo con el que habría de ser su undécimo trabajo. Y de nuevo salieron más que airosos, pues “Rip It Up” es tan rematadamente bueno, para mí incluso un puntito superior, que su predecesor. Y lo consigue repitiendo la fórmula de “Wonder Days”, que no es otra que prescindir absolutamente de fórmulas, ahora haciendo lo que han hecho toda la vida, que es ejercer de guardianes de la mejor tradición rockera británica, ahora adentrándose cuando es necesario en territorios inexplorados. De los once temas que componen el plástico no hay dos iguales y todos son fantásticos. Así, pepinazos como “No One Gets Out Alive”, “The Enemy Inside” o “Tumbling Down” serían lo más cercano que tendríamos a escuchar a unos The Who en plena forma en el siglo XXI, mientras que “Rip It Up” no disimula su enorme deuda con los T-Rex de Marc Bolan o el Bowie de “The Jean Genie”, y la vacilona “She Likes The Cocaine” se limitaría a cubrir la cuota stoniana en el álbum… si no fuera por una espectacular Lynne Jackaman (¡esta vez sí!) que eleva con sus coros el tema a niveles estratosféricos. “Right From The Start” entra directamente en el panteón de sus mejores baladas, pero esta vez lo hace saliéndose del patrón, con un aire muy a musical de Broadway, un Danny Bowes que canta mejor que nunca a sus 57 años y un solo final antológico de Luke Morley. “Shakedown” vendría a ser algo así como la hermana bastarda y malencarada de “I Love You More Than Rock ‘n’ Roll”, “Heartbreak Hurricane” es áspera y épica como pocas, “In Another Life” desarma con su alma bluesy y un Bowes que vuelve a dejarnos atónitos, en “The Chosen One” coquetean con ritmos bailables y negroides, y el cierre es sencillamente redondo, con una emocionante “There’s Always A Loser” que bien podría haber escrito John Fogerty, otro de sus héroes. La producción es impecable, con un gran mimo por los detalles, se adivina mucho trabajo y esfuerzo detrás del disco y la recompensa fue más que merecida: “Rip It Up” alcanzó el tercer puesto en las listas británicas, la segunda mejor posición de su historia sólo superada por “Laughing On Judgement Day”. No caeremos en el tópico diciendo eso de que Thunder viven una segunda juventud, porque no es así. Esto es una banda que, presumiendo de galones y experiencia, y sin esconder sus heridas, está atravesando el momento más brillante de su carrera. ¿Cuántas más pueden decir eso, con casi tres décadas de historia a sus espaldas?

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Dentro de un par de años Thunder celebrarán el trigésimo aniversario de su fundación, y ya sabemos lo mal que han llevado ellos ese tipo de efemérides en el pasado… Pero decidan lo que decidan en el futuro inmediato, nada podrá ya empañar una trayectoria envidiable, con un directo siempre infalible y tantísimos discos para la posteridad. Dos de los mejores publicados, por cierto, cuando ya casi todos les daban por muertos. Quién sabe si estamos ante el inicio de una nueva etapa, que aún ha de ser larga y próspera, o hemos sido testigos de un broche de oro a su carrera, pero qué más da. Ya han demostrado todo lo que tenían que demostrar. Seguro que dentro de 30 o 40 años no valoraremos su discografía como valoramos hora las de algunos de los artistas más icónicos de los 70 y 80, y estaremos siendo muy injustos con una banda cuyo único pecado fue, ya sabéis, haber nacido en la época equivocada.

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