«Wrecking ball», Springsteen y la voz del pueblo
En 2009 un relajado y distendido Bruce Springsteen, el patriota estadounidense por excelencia en el buen sentido, se las prometía muy felices con la elección de Barak Obama como cuadragésimo cuarto presidente de EE.UU, que iba a poner fin a una de las etapas más negras y deprimentes de la historia reciente norteamericana. Fruto de aquel estado de euforia llegó un disco desenfocado e insustancial, “Working on a dream”, una irregular colección de temas que parecían sobras y que, en última instancia, suponían una simple excusa para volver a salir a la carretera con la E Street Band. Tres años después, el rockero de New Jersey ya no parece tan contento. Su país, el mundo, se ha sumido en un profundo agujero negro de depresión económica y desesperación moral que ni Obama ha podido evitar, y el “Boss”, que siempre ha tenido un gran olfato para tomarle el pulso a la realidad de su tiempo, vuelve a sentir la necesidad de gritar las verdades de pie y con el puño en alto.
“Wrecking ball” es la respuesta de Springsteen a la especulación financiera y a Wall Street -el nuevo enemigo-, un reivindicativo y furioso lote de canciones que parecen inspirarse en su experiencia con la Seeger Sessions Band en aquel fundamental “We shall overcome” (2006). Con la E Street Band aparcada en el garaje, Springsteen se vale de la simplicidad de un folk-rock bien musculado por el productor Ron Aniello, en el que caben esencias country, irlandesas y góspel, para recuperar la voz del pueblo, del hombre de la calle que sufre indignado y desencantado los desmanes de los poderosos. ¿Hipócrita cuando estamos hablando de un músico multimillonario que posee mansiones y viaja en avión privado? En absoluto si tenemos en cuenta que desde el sombrío “Darkness on the edge of town” (1978) hasta el cabreado “Magic” (2007), pasando por el desolador “Nebraska” (1982) y el rasposo “The ghost of Tom Joad” (1995), Springsteen ha dedicado toda su trayectoria a confrontar el ideal del “sueño americano” con la terca realidad que aprisiona a su país. Si Springsteen es ahora cínico, sencillamente lo ha sido durante toda su vida.
El álbum se abre con el single “We take care of our own”, canción con vocación de himno (menor) que recoge la esencia temática del disco pero que, en su formulación de típica canción de Springsteen para la radio, apenas tiene nada que ver con lo que sigue. Y lo que sigue es “Easy Money” y “Shackled and drawn”, dos enérgicos temas folk que golpean como una mula con sus rimas simples y directas, herederas del espíritu de Woody Guthrie y Pete Seeger. Entre violines, órganos, guitarras acústicas y eléctricas, percusiones contundentes y coros negros bien engrasados, Springsteen proclama que “en la colina de la banca la fiesta se está volviendo intensa y aquí abajo estamos encadenados y demacrados”. En el vals a fuego lento de “Jack of all trades”, una reconocible nana que podría estar en cualquier álbum de Bruce, el protagonista, uno de tantos perdedores en el juego de la vida, asegura con amargura que “si tuviera un arma, encontraría a esos bastardos y les dispararía en el acto”, mientras una sección de viento gime y la guitarra invitada de Tom Morello se lamenta. La marcial “Death to my hometown” , cruza el combativo espíritu “irish” de The Pogues con unos coros como salidos de “El rey león” y sorprendentemente el invento funciona a base de contundencia y energía. Baja el nivel en la atmosférica y poco inspirada “This depression”, con una producción y una batería excesivamente anabolizadas, pero el tema titular, ya presentado en la anterior gira, recupera al mejor Springsteen de siempre. Evocadora e intensa, con la mitad de la E Street Band al galope y un final en el que se toca el cielo, “Wrecking ball” es un nuevo himno que a buen seguro será un “must” en los conciertos del próximo verano. Tras la tempestad llega el descanso del guerrero en “You’ve got it”, un número rockero a bajas revoluciones que suena a garito de mala muerte de carretera secundaria y que podría ser un “outtake” de “Born in the USA” o incluso “Tunnel of love”.
Mucho se habló del carácter experimental de “Wrecking ball” en las informaciones previas; que si toques electrónicos, loops, samplers o incluso hip hop, levantando suspicacias en más de un fan. Al final, no es ni mucho menos para tanto. Las baterías programadas que suenan en varios temas están bien integradas en el discurso musical y los detallitos modernos aquí y allá ni suman ni restan. Pero sí llama la atención (y desatará la polémica) “Rocky ground”, una canción en la que Springsteen retoma los beats electrónicos y las texturas atmosféricas de “Streets of Philadelphia” y en la que se escucha el primer rap de su discografía, a cargo de Michelle Moore. Yo aún me estoy haciendo a ella. Comienza aquí una tramo final más espiritual, marcado por la imaginería católica, en la que Bruce pretende atisbar un rayo de esperanza después de tanta amargura. La recuperada y remozada “Land of hope and dreams”, con el emocionante solo de saxo póstumo de Clarence Clemons (Bruce no podía permitir que la última aportación en estudio del “Big Man” estuviese en un disco de Lady Gaga), invita a subirse al tren de Curtis Mayfied y The Impressions entre apoteósicos efluvios soul y góspel antes de llegar a la conclusión de “We are alive”, entrañable y emotiva canción de campamento en la que Bruce se encierra en el anillo de fuego de Johnny Cash para rendir tributo a los héroes anónimos que forjaron América con sus manos. La edición especial se completa con dos temas más, la desnuda y fantasmagórica “Swallowed up (in the belly of the whale)” y la festiva y contagiosa “American land”, conocida por cualquiera que haya asistido a sus últimas giras.
A estas alturas casi es ridículo pedirle a Springsteen que un nuevo disco suyo esté a la altura de sus obras maestras, aquellas comprendidas entre “Born to run” (1975) y “Born in the U.S.A.” (1984), pero sí es exigible que al menos mantenga el buen nivel exhibido durante la década pasada, en la que transitó con soltura tanto por el rock inflamado con vocación de estadio de “The rising” (2002) y “Magic” (2007), como por el intimismo a media luz de “Devils and dust” (2005) y el folk & roll del ya mencionado “We shall overcome”. En ese sentido, “Wrecking ball” cumple con creces y encuentra su propio espacio. Desde luego que no es su mejor trabajo, pero probablemente sea lo mejor que puede publicar en 2012.
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Muy acertado el analisis del disco,este es un trabajo folk siguiendo la estela de we shall ove recome,pero con el toque inconfundible de la e street band,me gusta y en directo ganara mucho mas.Felicidades por la critica.
Chapeau, Matmo!
Muchas gracias por pasarte por aquí y comentar Ale diaz. Seguro que la E Street Band no tendrá problemas para llevar al directo el sonido del disco (ya supieron en su momento trasladar el «American land» de la Seeger Sessions Band a sus propios códigos sin ningún trauma), aunque no tengo muy claro que Springsteen vaya a tocar muchos temas del álbum en la próxima gira. Ten en cuenta que Van Zandt ha dejado caer por ahí que también quieren presentar temas de «The promise», esa impagable colección de descartes del «Darkness», así que tendrán que repartirse dos discos el tiempo dedicado al nuevo material.
Saludos.
y gracias también a tí, Jaycee, nuestro fiel seguidor y gate keeper!
Me parece una crítica perfecta!! Lo ha clavado al decir que no podemos esperar que Bruce grabe discos de la magnitud de Born to run, Darkness, etc. Esos discos son irrepetibles e inigualables. Este disco es como muchos otros de Bruce. Cuanto más los escuchas, más te gusta. Me pasó con The Rising; la primera vez que lo escuché no me gustó tanto como me gusta ahora. Ahora The Rising me parece un disco de muchísima calidad. Como creo que va a ses este nuevo disco.
Felicidades Jorge Luis!!
El comentario anterior es mío. No era mi intención que saliera anónimo. Cosas de novatos!!
Muchas gracias por pasarte por aquí y dejar tus impresiones, Nosurrender. Personalmente, «The rising» me gusta bastante pero se me hace un tanto largo. Yo le habría quitado dos o tres temas. Sin embargo, «Magic» creo que tiene la duración perfecta y no le sobra (casi) nada, y por eso le prefiero. Un saludo y espero volver a verte por aquí!
A mí me ha gustado también. Es loable el esfuerzo por ofrecer un álbum distinto, y que además creo que va a funcionar dpm en directo. Os dejo otra crítica, por si a alguien le interesa. http://elladooscurodelaluna.com/2012/03/08/eljefespringsteenvuelveaponersealmando/ Salud!
Enhorabuena, Tomás, por tu crítica. A grandes rasgos coincido con tu opinión (aunque a mí «Jack of all trades» me gusta más que a tí).
Un saludo. (no sabes la envidia que nos da aquí el nombre de tu blog)
¡Jajajaja! Lo siento y… me alegro por otra parte! ¡Escucharé la versión que me has dicho! ¡Un abrazo!
Cuando salió Working on a dream me pareció un álbum más de Springsteen, nada malo, ya que difícilmente haya algo de el Jefe que no me guste, soy así de incondicional. Pero escucharlo después de este último disco da pena XD
Que grande es Tom Morello:
el solo a partir del minuto 6:12 es de locos
Y no creo que no vaya a tocar muchas del disco, sino que creo que lo va a tocar casi todo por lo que se va viendo, es muy para directo:
http://stoneponyclub.es/index/the-apollo-radio-show.html
Justamente había pensando esto de The promise, pero esas canciones que sí seguro que eran sobras, también me suenan muy flojas en comparación con este nuevo material. Pero cierto es que no se ha hecho gira después de sacar ese doble CD y algo tendrá que colar, aunque sea Save my love o la «tramposa» Because the night.
Saludos!
Bienvenido, Mamarrracho. Ciertamente, el setlist del Apollo insinúa que esta vez Springsteen sí confía en el nuevo material (al contrario que en el Working on a dream Tour) y que tocará bastantes temas en la próxima gira.
En cuanto al doble CD «The promise», es cierto que eran sobras del «Darkness», aunque yo preferiría llamarlas descartes, pero ¿qué artista en su sano juicio descartaría canciones como «The promise» o «The way»? En aquella época Bruce era así. Si por cualquier motivo un tema no encajaba en el concepto de album que tenía en la cabeza se quedaba en el cajón, aunque fuera una obra maestra. Yo espero que en la gira al menos toquen «Talk to me», que me encanta y que con la sección de viento quedaría de vicio.
Y sí, Morello en «The ghost of Tom Joad» se sale. Gallina de piel.
Un saludo.