“Redención (Tyrannosaur)”, hondura emocional
Más de un año ha pasado desde que “Redención (Tyrannosaur)” irrumpiera con éxito en Sundance 2011, catorce meses, para ser más exactos, en los que el film ha seguido acumulando importantes premios y menciones en varios festivales y prestigiosos galardones como los BAFTA, los Independent Spirit Awards o los Satellite Awards. El debut como director del británico Paddy Considine llega por fin a España, camuflado entre princesas de cuento y extraterrestres, con su sencillez formal pero hondura emocional como mejor arma.
Considine, un actor visto en papeles secundarios en cintas como “El ultimátum de Bourne”, “Cinderella Man” o “24 Hour Party People”, o con algo más de peso en la excelente “En América”, opta en su ópera prima como realizador por una historia cruda y nada complaciente, de cuyo guión también se encarga y que inevitablemente etiquetamos como drama social, aunque consigue cavar más profundo y de paso evita algunos de los males que suelen afectar a este género (el abuso del subrayado, el maniqueísmo, la demagogia, la excesiva vehemencia en el discurso…). El resultado es un relato honesto, sincero, que ahonda más en el alma de sus personajes y no se distrae tanto con su inclemente entorno, aunque éste sea siempre visible, mostrado en todo momento con naturalidad, aspereza y sin artificios.
No sorprende que Considine haya otorgado el rol protagonista del film a un tipo sólido y curtido en mil batallas como Peter Mullan, que no es ajeno a este tipo de cine tanto por su trabajo como intérprete (inolvidable su papel en “Mi nombre es Joe”, de Ken Loach) como por su propia filmografía como director. Mullan tiene entre sus manos un personaje complicado no, lo siguiente, un ser solitario, consumido por el dolor y la ira, incapaz de contener su furia y sumido en una espiral de autodestrucción que no hace presagiar nada bueno. Al actor le bastan los tres primeros minutos de metraje para definirnos a la perfección a ese hombre, Joseph, y consigue que ya casi no necesitemos saber nada más sobre él, aunque acabaremos haciéndolo con la irrupción en su vida de Hannah, a la que encarna una sobrecogedora Olivia Colman, fogueada en la televisión británica y que recientemente hemos podido ver interpretando a la hija de Margaret Tatcher en “La dama de hierro”. Hannah es, a simple vista, una mujer de vida acomodada, motivo por el que es incluso objeto de mofa y desprecio por parte de Joseph, pero esconde en realidad una tragedia personal escalofriante, monstruosa. El siempre inquietante Eddie Marsan se echa a la espalda, por su parte, el personaje más tenebroso y repulsivo de la función.
La franqueza que destilan las páginas de su guión favorece que todo vaya fluyendo de forma natural, casi espontánea, y el encuentro y acercamiento entre los dos personajes principales es siempre creíble y nunca tramposo. Aunque no es tanto la redención, como hace pensar su simplón e insípido título en castellano, lo que acabarán obteniendo Joseph y Hannah el uno del otro, sino más bien consuelo y refugio, que no es poco. En un ambiente deprimido y amargo, no deja de llamar la atención que los momentos de mayor luminosidad y optimismo los veamos en un funeral, durante la despedida a un viejo amigo, y es que también es significativo el peso que tienen los personajes ausentes en la historia. En este sentido, además de mucho más evocador, su título original, “Tyrannosaur”, refleja mucho mejor, una vez que se nos revela su significado, el corazón de la película.
La cinta se abre, y podríamos decir que se cierra, con la muerte de un animal. Dos muertes muy distintas. Dos animales también muy diferentes. Dos circunstancias que no tienen nada que ver. En el camino que va de una muerte a otra, que es el que recorre Joseph a lo largo de los 90 minutos del film, encontraremos la diferencia. Y podrá parecernos más atroz y salvaje la segunda, pero no lo es, más bien todo lo contrario.
Un cobertizo demolido, una foto descolorida y parcialmente rota, un bate de béisbol, un conejo de peluche destrozado, un cuadro de Jesucristo torcido en la pared o las decadentes calles de una ciudad cualquiera del norte de Inglaterra, son imágenes que perduran en nuestra retina horas después de haber visto “Redención (Tyrannosaur)”. Como sucede siempre con las películas que llegan a tocarte el alma.
Muy buen apunte. Totalmente de acuerdo respecto al título en español: completamente desafortunado y, además, revelador de la trama.
Me has» convencido», otra peli para apuntar en la lista de películas interesantes por ver. Gracias.
Hola, vicks, bienvenido/a?
Lógicamente, no es una peli para evadirse e hincharse a palomitas un sábado por la tarde. Si tienes bien claro el tipo de cine que vas a ver y te apetece, es probable que lo disfrutes. Espero que no te lleves una decepción y nos eches la culpa…
Un saludo y nos vemos por aquí!