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«The imitation game»: El Enigma de este mundo

12/01/2015

The imitation game Benedict Cumberbatch

El ‘asunto Enigma’ es uno de los más apasionantes y controvertidos de la historia reciente. El desciframiento por parte de científicos británicos de los mensajes codificados alemanes emitidos a través de esta ya mitológica máquina durante la Segunda Guerra Mundial aún continúan provocando debate y fascinación. Todos parecen coincidir que este acontecimiento ayudó decisivamente a la victoria aliada. Pero mientras algunos lo consideran un factor entre muchos más, otros lo consideran el verdadero hito desequilibrante de la contienda. Esta última versión tiene implicaciones revolucionarias, ya, que de una manera absolutamente antiépica, consideraría las hazañas militares cacareadas y glosadas a lo largo de los años por todo tipo de medios como meros movimientos estratégicos de un tablero controlado por los servicios secretos, que, con su privilegiada información, debían racionarla lo suficiente para que lograra, al mismo tiempo, inclinar la victoria hacia el bando aliado y hacerlo con la suficiente discreción como para que los alemanes no sospecharan de que sus mensajes estaban siendo interceptados. Una visión que supondría el fin del romanticismo pasado y el comienzo de nuestra era, en la que millones de almas humanas son controladas por unos pocos desde sus despachos.

Estos hechos ya inspiraron hace unos años el filme británico ‘Enigma’, pero es ahora cuando entran en el cine por la puerta grande con ‘The Imitation Game‘, la película más importante de este comienzo de 2015 y presumible contendiente en la próxima gala de los Oscar (los ínclitos hermanos Weinstein están detrás, no lo olviden). ‘The Imitation Game’ nos cuenta esta historia mediante la libre adaptación de la biografía de Alan Turing, el líder y principal ideólogo del desciframiento de Enigma, un antihéroe de libro, ególatra y asocial, tan brillante intelectualmente como torpe para relacionarse y seguir los fundamentos de una vida ‘convencional’ en una época en la que, claramente, no encajaba.

the-imitation-game benedict Cumberbatch

El cineasta noruego Morten Tyldum, revelado gracias a la aclamada ‘Headhunters’, acierta en su primera incursión británica a imprimir un tono sobrio y austero y logra evitar los riesgos de todo ‘biopic’ (en especial esa ambición de querer contarlo todo para acabar no contando nada) al aprovechar un inteligente -aunque algo falto de chispa- guión que alterna con serena agilidad tres momentos clave de la vida de Turing: sus difíciles años como estudiante adolescente, su esplendor como discreto héroe de la Segunda Guerra Mundial y su temprano ocaso en los primeros años 50, en la que la investigación de un robo en su casa permite sacar a la luz los secretos -algunos inconfesables en esa represora época- del brillante científico, todo un precursor de la informática actual .

Lejos de las hagiografías tan habituales en esta temporada de premios que es el primer tercio de cada año, la potente trama de ‘The Imitation Game’ nos regala agradecidas dosis de originalidad e incorrección: un personaje central antipático, rico en matices, dolorosamente teñido de pesimismo y tragedia, su asexual pero entrañable relación con su colega y novia Joan, un equipo de trabajo repleto de recelos y envidias, decisiones que suscitan profundos debates éticos y un final denunciatorio y de lo más incómodo. Añádanle a todo lo anterior pequeñas dosis de épica durante las labores de desciframiento y obtendremos un cóctel de lo más prometedor.

the-imitation-game benedict Cumberbatch Keira Knightley

El filme también sabe aprovechar en su favor un espléndido reparto. La excelente terna de secundarios funciona como un reloj, destacando, por este orden, las interpretaciones de Mark Strong, Matthew Goode y Keira Knightley. Sin embargo, no dejan de ser útiles apoyos para la estrella de la función. Un actor tan sobrado de recursos como Benedict Cumberbatch hace uso de lo mejor de su repertorio para meterse a machetazos en la piel de un personaje fascinante como Turing, imprimiendo una contención repleta de expresividad y matices que afianzan aún más su privilegiada posición en la industria.

Un material de este calibre hubiera merecido osadía, estilo, ambición, tensión. Sin embargo, Tyldum, quizás aún un poco acomplejado en su salto a las grandes ligas, lo fía todo al interés de la trama y se refugia en una puesta en escena absolutamente convencional,  demasiado tibia, a lo que no contribuye la buena pero previsible banda sonora de Alexandre Desplat, lo que acaba cortando las alas a un filme demasiado apocado para las credenciales que maneja.

the-imitation-game benedict Cumberbatch Mark Strong

Si lo comparamos con ‘biopics’ más o menos recientes, ‘The imitation game’ debería haber estado mucho más cerca de ‘La red social’ que de ‘Una mente maravillosa’. Por desgracia, el filme acaba situándose en un neblinoso término medio entre la obra maestra de David Fincher y la efectista película de Ron Howard que puede darle buenos réditos en el Dolby Theater el próximo 22 de febrero pero que seguramente haga reducir su permanencia en la memoria de todo aficionado exigente.

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