«The Fall»: descenso a las cavernas de la psique
(ADVERTENCIA: Este post analiza la segunda temporada completa del programa y contiene spoilers. Si aún no has visto «In Summation», el último episodio emitido por BBC 2, reserva su lectura para cuando lo hayas hecho.)
The Fall se presentó en 2013 como un plato del menú bastante conocido: un drama policial británico sobre un asesino en serie. La clave del éxito del producto, en cambio, estuvo en ese pequeño cambio de fórmula que implicó que los espectadores no pasaran los episodios dando vueltas y vueltas a quién era el asesino, ya que éste se nos presentó desde primera hora. Aquí la esencia no se escondía en la búsqueda colectiva de un rostro, sino en observar a dos caras de una misma moneda que se acercaban y alejaban constantemente, en mostrar a dos personalidades fortísimas en un duelo de intelectos, una confrontación entre Stella Gibson (policía) y Paul Spector (asesino).
Claro, que el éxito, además de deberse a un indudable buen hacer, yace también en la presencia de los actores principales. Tenemos a una Gillian Anderson cuyo talento no hace sino crecer con los años, que llena la pantalla y se luce con una elegancia y una clase intachables. No es menos Jamie Dornan, que con su fría mirada viene a confundirnos y a que nos cuestionemos si es más padre o psicópata. Ha sido todo un descubrimiento.
«The Vast Abyss», el cierre de su primera temporada, deja en una posición comprometida a Spector tras haber cometido un grave error de cálculo en su último ataque. Paul se ve obligado, además, a contruir una coartada (involucrando a su mujer, que miente a las autoridades) tras haberse dejado ver en todas las televisiones del país. Dicha coartada, que además irá creciendo como cualquier pieza maestra de ficción en los siguientes episodios, consiste en hacer creer a su mujer que ha mantenido una relación sexual y sentimental con la menor Katie Benedetto. La chica Benedetto nunca ha sido el principal foco de admiración de la audiencia, pero no podemos dejar de reconocer que el personaje ha dado todo el juego posible (especialmente a lo largo de la segunda temporada) en el plan fallido de un asesino en serie.
La season finale nos regala además una gran escena, esa conversación telefónica entre Gibson y Spector en la que no sólo se mantiene un diálogo para enmarcar y se sientan las bases de una posterior resolución, sino que se nos deja apreciar que para esa mujer profesional y determinante que es Stella, el caso se ha convertido en una cuestión personal. Ahora, más que nunca, es una historia de cazador contra cazador, un verdadero duelo entre individuos que persiguen metas muy diferentes, pero entre los que se adivinan más puntos en común de lo que a ambos gustaría.
It’s never over for someone like you. It won’t be over until I stop you.
Si algo hay que reconocerle a la segunda temporada de «The Fall» es no sólo haber mantenido el nivel de las entregas anteriores, sino el haberse superado, haber mejorado ciertos aspectos que pudieron flaquear previamente. Y si de algo hemos disfrutado por encima de todas las cosas, es del tratamiento mucho más intenso y trascencente de los dos protagonistas, de unas actuaciones aún más viscerales. Paul Spector no ha sido sólo el asesino, la razón de despertarse de una Stella sedienta de justicia, sino también una mente en la que enredarse, un hombre con un bagaje que en sus hombros pesa lo suficiente como para imaginar razones y sesgar vidas inocentes.
Se convierten así estos seis episodios en un verdadero viaje a la mente del asesino, un paseo por los corredores y aposentos más recónditos y oscuros de esa compleja construcción que es el ser humano. Si con anterioridad habíamos reparado en la sobrecogedora frialdad de un padre y marido que con toda la naturalidad desdobla su identidad para jugar al monstruo sádico, ahora el espectador es testigo de una maniobra de acercamiento y escape que va muchísimo más lejos. Paul es inteligente y manipulador, y ve en Stella la representación de todo lo que odia. Tanto es así, que su macabra afición queda (casi) relegada a un segundo plano para poder dedicarse a robarle a Gibson tanto tiempo como cordura, dar pistas falsas, embaucar a todo el que se interpone y, por supuesto, violar su intimidad en la medida en que le es posible.
Destacamos así a dos víctimas principales en esta temporada. La primera de ellas, Rose Stagg, psicológica y físicamente torturada, termina por correr más suerte que el resto de mujeres que ha caído en manos de Paul, pero desafortunadamente tiene una mancha en su pasado que lleva el nombre de Peter. Su secuestro se convierte en una ventana por la que observar la humanidad y el derrumbamiento de la primordial enemiga del asesino.Y diría que la estúpidamente joven Katie Benedetto ha sido tan víctima como Stagg, aunque el amor obsesivo y enfermizo que siente por un criminal la hayan llevado a cometer un delito tras otro por voluntad propia y a dejarse engañar como la niña que en realidad es. Ha sido fácil, muy fácil, introducirla en un juego de adultos que ni siquiera está en condiciones de llegar a entender.
No nos olvidamos, claro está, de su propia familia. Una familia en medio de la cual ha aterrizado la bomba H. Una esposa que tiene que vivir con la noticia más desagradable de su vida y unos niños que, sin comprender, tienen que jugar, desayunar e ir al colegio sin su padre.
Paul Spector no ha sido el único personaje cuya construcción ha ganado en complejidad, ya que su némesis nos ha dejado ver aspectos de su identidad que se encontraban bien escondidos por ese escudo de perpetuo control del que en otro tiempo hizo gala. A Stella se le pueden seguir otorgando las mismas virtudes de antaño. Sigue siendo una mujer profesional, fuerte, valiente, rápida para perderse en detalles, sigue contando con una mente abierta y con un atractivo que va mucho más allá de su apariencia. Sin embargo, como espectadores, hemos presenciado una bajada del telón que se agradece. Se nos ha mostrado mucho más humana, adaptable y reflexiva, incluso parte de esa frialdad que, por otro lado, resulta necesaria para el trabajo, ha desaparecido. Una evolución natural que no pasamos por alto, que se dibuja a través de sus reacciones y relaciones (o pequeños amagos de éstas).
De todas las (nuevas) cualidades que nos llaman la atención, convendría detenerse en la vulnerabilidad de un personaje que hasta ahora parecía imposible traspasar. La violencia de Spector ha conseguido calar en todo el equipo, pero, como se ha mencionado con anterioridad, este desastre se ha convertido en una cuestión personal. Sobre todo teniendo en cuenta que ha tocado sus pertenencias, ha leído su diario y aspirado el aroma de sus ropas. Demasiado tiempo empleado para asumir que el muro se ha venido abajo en unas horas.
Más que atractiva ha resultado también la relación entre Paul y Stella, una relación que bien podría compararse con la fuerza de la gravedad, una relación que de algún modo se ha convertido en una persecución enfermiza en dos direcciones. Spector se ha acercado tanto al fuego que inevitablemente ha llegado a quemarse, provocando, acechando, clavando sus intenciones en una sola destinataria.
Gibson, por su parte, no ha dejado de confundirnos, especialmente si nos centramos en la recta final de la temporada. La repulsa que siente por el asesino se extiente a todos los niveles: al de mujer, al de profesional y al de ser humano. Sin embargo, la atracción que siente hacia un joven que recuerda a Spector (psicopatías a parte) o el hecho de ser más capaz que el resto de entenderlo y no considerarlo un monstruo son recursos interesantísimos a la hora de jugar a confusión y de cavar hacia el fondo de un personaje ya de por sí complejo. No existe una fascinación oculta, insiste en ello, pero la búsqueda de razones en esta caza luce un poco ambigua.
A woman… once asked a male friend why men feel threatened by women. He replied that they were afraid that women might laugh at them. Then she asked a group of women why they felt threatened by men. They said, ‘we’re afraid they might kill us.
La temporada se despide con un «In Summation» que en general ha sido recibido como un episodio previsible. Lo ha sido, indudablemente, pero considero que ese final era la única opción honesta. Otra huída de Paul Spector hubiera quedado como una resolución bastante tramposa. Y sin embargo aún nos hacemos preguntas acerca del futuro de la serie. No es que lo hayamos visto morir, pero sí malherido y junto a una Stella que se aferra, más que a él, a las cuestiones que han quedado sin resolver, a un porqué. Stella necesita entender, necesita razones que se escapan a través de un agujero de bala.
Aún no se ha confirmado una tercera temporada de la serie y probablemente alargarla mucho más no es la mejor idea, pero ese sexto episodio no nos deja realmente una sensación de conclusión y con una audiencia rentable es muy posible que el duelo no termine aquí. Nosotros no tenemos ganas de despedirnos, pero si finalmente el telón ha caído con ese amago de sonrisa de Paul mientras se le escapa la vida, casi como en un triunfo, nos parecerá un buen cierre.
Justo ayer la terminé. Me pareció excelente. Increíble Anderson y muy bien Dornan, aunque quizás demasiado intenso aunque en el último episodio se sale.
El final, dentro de lo previsible, me sorprendió. Cómo Stella corre a salvar al tipo al que despreciaba ignorando al tipo con el que se acaba de acostar.
Yo imaginaba una tercera temporada con un Spector en plan consejero de Stella, a lo Lecter (también por el parecido fonético del apellido).
En fin, gran serie.