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«Regreso al futuro»: cuando el destino nos alcanzó… a su manera

21/10/2015

Cadillac Back to the future

Tiempo atrás ya superamos fechas que el cine nos señaló con una gran «X» en el calendario. Citas marcadas a fuego que ponían a prueba la supervivencia de nuestra civilización. Son los casos de, por ejemplo, aquel 27 de agosto de 1997 denominado en la saga «Terminator» como el día del juicio final, aquel 19 de octubre del 2009 de «Señales del futuro» en el que la Tierra quedaría asolada por una inusual actividad solar o aquel año «2012» plagado de variados cataclismos naturales que ya predijeron los antiguos mayas. Sin embargo, todos sabíamos que nada de eso ocurriría realmente, que el mundo no terminaría porque, precisamente hoy, teníamos una cita ineludible con el destino.

¿Carreteras?…a donde vamos no necesitamos carreteras

¡Y qué razón tenía el bueno de Emmet Brown, porque a donde nos dirigimos hoy con el Cadillac tampoco precisa de carreteras. No estamos aquí para celebrar ningún aniversario de las tres entregas de esta saga de Robert Zemeckis (apadrinada por Steven Spielberg). No, la cita que hoy rememoramos es mucho más cinéfila que un simple aniversario. Hoy es el día en el que Marty McFly, Emmet Brown y una inconsciente Jennifer Parker nos visitaban a bordo de una flamante máquina del tiempo con forma de automóvil. Hoy os queremos llevar a dar un repaso por todo lo que vivimos en la actualidad, un paseo por nuestro presente, una visita a nosotros mismos, a nuestra sociedad; pero analizada a través del prisma que nos proporcionaba «Regreso al futuro 2» en el año 1989. Hoy es el día en el que podemos sustituir al DeLorean por nuestro Cadillac para analizar qué hemos conseguido hacer realidad y qué se quedó por el camino respecto a aquel futuro pronosticado. Así pues, sin necesidad de obtener 1,21 gigavatios, ni de alcanzar los míticos 140 kilómetros por hora, arrancamos esta visita al presente…al nuestro y al que podía haber sido.

¡Bienvenidos todos al Back to the Future Day!

Display

Al finalizar la trilogía de «Regreso al Futuro» su periplo por las salas de cine, allá por el año 1990, ninguno de los integrantes de El Cadillac Negro teníamos aún carnet de conducir y ni mucho menos estábamos al volante de este blog (¡ni tan siquiera existía la posibilidad de tener uno!). Por ese motivo, cualquier excusa es buena para rememorar aquellas historias que llenaron de magia, diversión e ilusión nuestra vida años atrás y, sin duda, esta trilogía de Robert Zemeckis consiguió sobradamente estos tres puntos que tan, tan difíciles de alcanzar son hoy en día. Para darnos cuenta del calado que tuvo esta saga en la cultura popular, a muchos seguro que nos basta con oír en una conversación el tema de los viajes al futuro o al pasado, para que nuestro primer pensamiento sea un asombroso DeLorean plateado con dos incansables aventureros en su interior: el estudiante Marty McFly y el científico Emmet Brown. Recuerdo que inmediatamente nos dibujará una sonrisa en el rostro.

En el cine existe una curiosa relación entre la ficción cinematográfica y la realidad: cuando la primera se ha aventurado a predecir cómo será nuestra vida en un futuro más o menos cercano, inmediatamente hemos pisado el acelerador para intentar que esa visión se hiciera realidad…para bien o para mal. Así, aunque afortunadamente uno pueda pensar que aquel 29 de agosto de 1997 fue un caluroso día de verano más (y no el ya citado día del juicio final); si lo pensamos fríamente, el avance de las máquinas hasta nuestros días ha sido enorme, rozando ya el límite que cruzó Skynet en aquella fecha. Inteligencia artificial, drones, robots antropomórficos de uso militar, son algunos de los muchos ejemplos posibles; aunque, para mí, el más claro de todos es tener ya a una comunidad científica (liderada por gente como Stephen Hawking o Bill Gates) avisando de que el actual desarrollo (y, sobre todo, dirección) de la inteligencia artificial podría poner en peligro nuestra existencia en un futuro nada lejano.

En esa carrera por hacer realidad nuestros sueños (y pesadillas) cinematográficos, llegamos al día de hoy, 21 de octubre de 2015, momento en el que aterrizaba ese flamante Delorean 2.0 volador, alimentado con residuos orgánicos. Y aquí empezamos a ver que, o en las próximas horas adelantamos 50 años nuestra evolución, o alguien se va a sentir muy decepcionado; porque no sólo ponemos el foco de la evolución en los detalles menos complicados y menos exigentes (además de ser también los más intrascendentes y efectistas), sino que optamos por tomar el camino del medio cuando nos topamos con una dificultad que nuestro desarrollo tecnológico no nos permite superar en ese momento. Es cierto que la ciencia tiene sus limitaciones (las presupuestarias son hoy en día una de las principales), lo que impide exigir que los coches vuelen o que todos tengan cero emisiones contaminantes y además sirvan para reciclar…pero, optar por ocultar las emisiones reales de un vehículo tampoco es el camino para superar nuestras frustraciones, queridos fabricantes. Por este lado, la decepción de McFly va a ser un hecho; aunque para compensar, nosotros sí tenemos coches autónomos que no precisan de conductores.

McFly 2015

Y, hablando de coches, en la plaza del ayuntamiento de Hill Valley tuvimos ocasión de ver multitud de coches voladores, la mayoría con un diseño futurista y aerodinámico, aunque también existía la posibilidad de ‘aero-convertir’ tu vieja antigualla gracias a Goldie Wilson III, a cambio de unos módicos 39.999,95$ dolares. También podíamos ver que las estaciones de servicio estaban totalmente robotizadas. En nuestra (cruda) realidad, lo de volar en coche lo tenemos aún en tareas pendientes y la única presencia humana requerida en las gasolineras es la del propio usuario, que será el responsable de aportar a su vehículo los líquidos elementos necesarios para su correcto funcionamiento.
Ciertamente, en este punto muchos nos habríamos conformado con que en 2015 existiera la posibilidad de adquirir un DeLorean DMC-12, con sus inconfundibles alas de gaviota y su carrocería de metal desnudo. Sin embargo, aquel maravilloso vehículo que comenzó a fabricarse en Irlanda en 1981 (siempre con el mercado estadounidense en mente), sufrió una bancarrota cuando una falsa acusación de tráfico de drogas llevó a su dueño, John DeLorean a la cárcel, sumiendo a la fábrica en una irreversible quiebra. El día de Nochebuena de 1982 se ensambló el último DeLorean. Nuestro sueño de ser orgullosos dueños de uno de ellos se desvanecía esa Navidad. Y eso que tan sólo tres años después, «Regreso al Futuro» convertiría al DeLorean en uno de los objetos de culto más famosos en todo el mundo (la última subasta realizada de uno de los DMC usados en la trilogía alcanzó el medio millón de dólares). Pero, ¿por qué eligieron al DeLorean como el coche ideal en el que instalar un condensador de ‘fluzo‘ con el que viajar en el tiempo? (nuestros lectores de América latina aún se tienen que estar echando unas buenas risas por el error de traducción que tuvimos en el doblaje español). Pues, más allá de la excusa del entrañable ‘Doc’ Brown (‘si vas a instalar una máquina del tiempo en un coche…hazlo con estilo’) la verdad es que los responsables de producción pensaron que el DeLorean era el modelo que mejor se adaptaba al gag (consistente en confundir el coche con un ovni) que tenían pensado rodar con aquella familia dueña del granero en el que se estrella McFly durante su primer viaje al pasado.

Pero, desviemos el foco un poco de la realidad y centrémonos en esa visión satírica e irreal que nos ofrecía Zemeckis de lo que (ahora ya) es nuestro presente, concretamente en los pronósticos de la saga que fueron acertados.
Nada más aterrizar el DeLorean, comprobamos la evolución en la inmediatez de la información que nosotros mismos estamos experimentando en la última década y cuyo avance es aún mayor a cada día que pasa. En «Regreso al futuro 2» veíamos atónitos la exactitud del servicio meteorológico, capaz de predecir el tiempo con un margen de error de pocos segundos. Aunque en nuestros días los espacios dedicados al tiempo sigue llevando la molesta coletilla de «pronóstico», en otros campos observamos la constante actualización en los medios de comunicación para ofrecer la noticia escasos minutos después de que se haya producido o incluso mientras se está produciendo, sin importar en qué lugar del mundo ocurra. Vemos a algunas grandes compañías de logística, empezando a experimentar con la preparación y distribución de productos antes incluso de que lo hayamos decidido comprar. O el verdadero reto con el que algunos gobiernos ya empiezan a trabajar: predecir acontecimientos concretos en base a patrones generales de comportamiento. Y, aunque esto pueda sonar a una teoría de la conspiración propia de «Person of interest» (obra maestra que, por cierto, ha sabido como nadie adelantarse a su tiempo y mostrar el auténtico futuro que se nos echa encima cual tsunami), pensad en ello cuando vuestro servicio de correo favorito os mande una oferta personalizada de vuelos baratos a ese destino al que simplemente estabais pensando viajar. El «Big data«, exacto y preciso, el nuevo rey Midas de la tecnología que nos convertirá a todos en un mejor producto (más allá del que ya somos actualmente).

Jaws 19 McFly

También reíamos cuando contemplábamos esa marquesina del cine situado en la plaza del ayuntamiento, anunciando «Tiburón 19«, por lo ridículo que suponía tener la decimoctava secuela de la obra maestra de Spielberg («Max Spielberg» en dicha marquesina), mientras nuestras adolescentes pupilas se dilataban de gusto al ver a un holográfico escualo atacando virtualmente a un aterrorizado McFly.
Y, sin embargo, en la actualidad estamos a punto de recibir en las salas a la vigésimo cuarta aventura del agente James Bond, «Star Trek» lleva ya once entregas y sagas como «X-Men«, «Star Wars» y «Fast & Furious» ya van por siete entregas, todas ellas con luz verde para aumentar ese número en los próximos años. Además, puede que no tengamos 19 películas de «Tiburón«…pero tenemos tres entregas de «Sharknado» (algo es algo). Y, en cuanto al 3D, si obviamos el detalle de no estar basado en hologramas como sí lo parecía estar ese «Tiburón 19», la técnica estereoscópica la tenemos encima desde hace muchas décadas, aunque es evidente que gozó de una nueva juventud con el estreno de «Ávatar» en 2009 (James Cameron, otro visionario a tener en cuenta) hasta el punto de haberse metido en nuestras casas como extra en los mejores modelos de televisión de los últimos años. Y, en cuanto al séptimo arte se refiere, si bien «Regreso al futuro 2» no fue pionera en el hecho de que un mismo actor representara varios papeles, (que se lo digan al gran Peter Sellers y sus tres personajes de «¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú» o al enorme sir Alec Guinness y sus ¡ocho! personajes en «Ocho sentencias de muerte«), sin embargo sí fue la primera película en la que todos ellos interactuaban entre si. Destacando también el hecho de ser la única película que finaliza con un trailer de su continuación.

Otro elemento de ocio al que nos hemos acercado muy significativamente a la versión mostrada en la película, es el relacionado con los videojuegos. Todos recordamos la escena en la que un Elijah ‘Frodo’ Wood de apenas ocho años reprochaba que la máquina recreativa, (donde McFly acaba de darlo todo matando forajidos), se tuviera que jugar con las manos. Y, en este apartado también hemos tenido un avance notable (sin saber en qué estado se encontraban los periféricos de I/O en las consolas de ese 2015 cinematográfico, claro). Por ejemplo, con el sistema «Kinect» como solución de Microsoft que permite la jugabilidad mediante gestos, además de querer introducirlo poco a poco en nuestra forma de trabajar con su propio sistema operativo Windows. Pero también tenemos soluciones en el mercado que van un paso más allá y se asemejan mucho a aquella forma de interactuar que tenía Tom Cruise con el aplicativo que veíamos en «Minority Report«. En cuanto a dispositivos, aunque en «Regreso al futuro 2» también aparezcan tabletas electrónicas; aquí el verdadero visionario fue Stanley Kubrick, que ya en «2001: Una odisea del espacio» mostraba a un cosmonauta haciendo uso de ella para ponerse al día con las noticias ocurridas en la Tierra. Y, aunque el diseño en cada una de ellas pudiera ser distinto, el concepto básico es muy próximo al real: dispositivos inalámbricos, capaces de mostrar noticias, firmar peticiones en defensa de un reloj añejo o disfrutar de ocio de última generación.

Y lo mismo ocurre con esa videoconferencia que realizó McFly con Douglas Needles (amantes de «Red Hot Chili Peppers«, ya sabéis de quién hablo), que además había sido monitorizada por su superior, Fujitsu, (con desastrosas consecuencias para el bueno de Marty); siendo ésta una tecnología que, prácticamente, ya dominamos no sólo a nivel empresarial con salas de telepresencia avanzada, (capaces de emular que todos los interlocutores se encuentran en la misma sala), sino que cualquiera de nosotros tiene al alcance de su mano poder realizar videoconferencias a través de su ordenador, smartphone y, últimamente, incluso directamente desde el televisor. Y, hablando de televisores, muchos nos quedamos alucinados con ese televisor de tropecientas pulgadas que reinaba en el salón del Marty futuro, con multicanales de televisión, comandos por voz y formato panorámico (en 1989 el formato reinante seguía siendo el 4:3); prestaciones, diseño y formato que hoy en día ya reina en muchas casas.

Pepsi Perfect McFly

En la cocina de los McFly es donde también se concentra una parte muy interesante y visionaria de la tecnología que se muestra en la trilogía (y del numeroso ‘product placement‘ con el que contó toda la trilogía). Así, tenemos dispositivos de realidad virtual similares al actual y prometedor «Oculus Rift«, que portan los dos hijos de McFly. Dispositivos que permiten a los usuarios estar permanentemente evadidos de la realidad que les rodea. También disponemos de comida deshidratada que en cuestión de segundos un horno se encarga de rehidratar y calentar. Además de tener todo el mobiliario (a veces no tan bien implementado como se esperaría) un sistema de reconocimiento de voz.
En general, la casa dispone de elementos biométricos de seguridad y acceso, así como de un interprete de comandos de voz que permite interactuar a sus ocupantes con el sistema domótico que rige los principales elementos de la casa. Si esto lo cambiamos por un ‘Ok, Google’ o un ‘Oye, Siri’, McFly no debería en este aspecto echar mucho de menos aquel futuro. También la tecnología de pago la tenemos en un punto próximo al mostrado en la saga, donde Biff pagaba un taxi usando su huella dactilar y nosotros ya podemos hacerlo sin necesidad de efectivo, ni tarjetas de crédito, mediante el uso de comunicación NFC y aplicaciones móviles. Eso sí, choca comprobar que, a pesar de toda la tecnología reinante en la película, el fax seguía siendo un elemento de comunicación bastante utilizado en el 2015 cinematográfico; cuando en «nuestra» realidad podemos afirmar que está prácticamente descatalogado en favor del correo electrónico.

Con la excusa del chapuzón que se tiene que dar Marty en el lago artificial que preside la plaza del ayuntamiento, llegamos a un elemento común en casi toda la tecnología del film, que también nosotros hemos trasladado a la realidad que nos rodea: la gratificación instantánea. Aquella cazadora ajustable y autosecante (por cierto, gracias por evitarnos las corbatas dobles y los bolsillo por fuera del pantalón), precursora de los ‘wearables‘ que hoy en día arrastramos en nuestros bolsillos, pies y muñecas para satisfacer nuestra eterna necesidad por ser gratificados, de recibir una virtual palmadita en la espalda ante cualquier mínimo esfuerzo físico que realizamos, de resolver (o mejor incluso, que nos resuelvan) cualquier duda en una fracción de segundo, que ya ni siquiera tengamos que sentarnos delante de una pantalla para buscar un dato, que sea el propio dato el que se acerque a nosotros mediante una sencilla frase dirigida a nuestros dispositivos inteligentes y que sean esos dispositivos los que colaboren entre ellos para facilitarnos la vida mediante reglas IFTTT (IF This Then That) sin que nuestra presencia sea requerida. Sensores que empiezan a conquistar nuestra casa a través de los sistemas de iluminación, de los electrodomésticos, etc. El mencionadísimo ‘Internet de las cosas’ que avanza inexorable a la conquista de nuestra cotidianidad, mediante la profunda transformación de accesorios hasta hace bien poco considerados corrientes.

Back to the future Nike¡Y cuántos habremos soñado con ir a clase con aquellas futuristas Nike que recibía un desconcertado McFly (robocordones, McFly) nada más aterrizar en el 2015!…¡y cuántas amargas lágrimas habremos soltado viendo que la evolución real de nuestro calzado se detuvo en seco con las Crocs!. Desde su mismo estreno, muchas han sido las peticiones que han llegado a Nike para que lanzara un diseño lo más parecido a ese. Y, aunque ha habido ciertos lanzamientos de unidades limitadas del modelo Nike Air Mag que emulaban esas deportivas, los cordones autoajustables y el simulador de voz se quedaron en ese futuro alternativo al nuestro. Últimamente, se ha patentado un ajuste automático de los cordones, pero basado en la presión que realiza el usuario sobre la suela al calzarse las zapatillas y sin el suficiente nivel de frikismo que tenían aquellas. En cualquier caso, nuestros pies también han sido invadidos por la tecnología relacionada con la monitorización de nuestros biorritmos, para que sus usuarios puedan tener información del ejercicio físico que realizan…y este es un campo que apenas acaba de despegar. El papel de todos estos sensores en la tele-medicina promete ser absolutamente revolucionario en los próximos años. Y, en un apartado cercano a la medicina, tenemos a los quirófanos. Catedrales del quiero y no puedo. A mediados de los 80, la proliferación de esos ‘pequeños retoques estéticos‘ originó una satírica (y sana) crítica por parte de los guionistas de «Regreso al futuro 2», a través de aquella neumática Lorraine del 1985 alternativo. Sátira que hoy se queda realmente corta si la comparamos con la invasión de cuerpos plasticosos, inexpresivas caras cerámicas y agresivas operaciones capaces de dar la vuelta a todo tu cuerpo como si de un calcetín se tratase; eliminando de nuestro cuerpo el más leve atisbo del paso de los años, reduciéndonos a una inexpresiva pose forzada.

Cambiando de tema, si (por algún extraño motivo que no te vamos a preguntar) necesitaras plutonio, la manera más «fácil» de obtenerlo sigue siendo tirar de contactos con alguna facción terrorista de oriente medio…aunque, probablemente, ya no sean libios. Afortunadamente, por otro lado podemos alegrarnos de haber pasado de un Goldie Wilson III optando a la reelección como alcalde de Hill Valley, a un Barack Obama sentado en el despacho oval de La Casa Blanca.

Pero toda esta locura tecnológica, que comentaba anteriormente, conlleva también una atracción (casi) igual de intensa y en sentido opuesto (ya sabéis, el eterno equilibrio de fuerzas): la nostalgia.
En el restaurante retro de los 80 también somos testigos de la versión virtual de tres personajes: Ronald Reagan, el Ayatolá Jomeini y Michael Jackson. A los dos primeros resulta obvio, por la edad que tendrían hoy en día, que sólo podríamos interactuar con ellos de forma virtual; pero no pasa lo mismo con quien fuera el rey del Pop, que hoy tendría 57 años. (Por cierto, los tres fallecieron el mismo mes: junio). También en ese restaurante, Marty intentará disfrutar de esa Pepsi Perfect de la que, por cierto, la compañía lanza hoy mismo un lote de 6.500 unidades a un precio de 20$ cada una. Y, cómo no, nuestra eterna atracción por lo viejo (perdón, quería decir ‘vintage’) también queda reflejada en aquella tienda de antigüedades donde apreciamos videocámaras, televisores de tubo, un Macintosh…y esos almanaques deportivos por los que más de uno mató y murió (por ‘sobredosis de plomo’, técnicamente hablando) a lo largo de la trilogía. En su precipitada salida de aquel restaurante, nos detendremos en el que quizás ha sido el segundo objeto más deseado durante estos 30 años: el aeropatín. Ese patinete de levitación (aparentemente) magnética por el que cualquier adolescente habría entregado todas sus colecciones de objetos más preciados. De hecho, recientemente se ha presentado un (aparatoso) patinete que utiliza una levitación electro-magnética ayudado por una superficie de cobre y que el mísmisimo Tony Hawk ha podido comprobar sus enormes diferencias con la versión cinematográfica (diferencias que Lexus está empeñado en reducir con el uso de superconductores). Siendo éste es un ejemplo bastante claro de esa desesperación que comentaba antes por alcanzar esos sueños con fecha de caducidad. Sinceramente, lo más parecido que tenemos (tecnológica y comercialmente hablando) son las evoluciones del Segway y, de momento, tampoco han triunfado.

backtothefuture2

Y, así abordamos la verdadera pesadilla que plantea «Regreso al futuro», la duda existencial proveniente del mismísimo lado oscuro: como espectadores, asumimos que Emmet Brown conoce perfectamente la línea temporal correcta que debe ser recuperada. Negamos que el ‘mundo real’ que conocimos en la primera entrega no sea en si mismo una versión alterada de la realidad. Porque de ser así, en nuestros días alternativos, Biff Tannen habría mantenido a salvo su almanaque deportivo, convirtiéndole en un poderoso empresario multimillonario y, quién sabe si incluso con ambiciones políticas, que nuestro presente se asemejaría más a ‘Hell Valley’ que a Hill Valley. Y eso no es posible…¿verdad?.

¿Y tú, querido lector, con qué asombrarías hoy a Marty McFly al abrir las puertas del DeLorean?.
Esperamos tus comentarios.
¿O acaso eres un…..?

Chicken McFly

2 comentarios leave one →
  1. El azotador de imbeciles permalink
    21/10/2015 13:26

    Millones de idiotas haciendo fila para votar a su propia estulticia

  2. José Manuel Loscertales permalink*
    21/10/2015 22:15

    En El Cadillac Negro siempre encontramos una buena excusa para hablar de cine. SIEMPRE.

    Un ejemplo: https://www.youtube.com/watch?v=UaybF1wu9v4

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