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El adictivo puzzle de «The Sinner»

17/01/2018

Casi sin tener demasiado en cuenta su calidad o cualidades, hay determinados títulos que son muy recomendables, aquellos que por su apuesta más allá que por su resolución (que también) son un valor seguro para un amplísimo porcentaje de espectadores. Sin duda alguna, «The Sinner» es uno de esos casos. Uno puede sentirse más o menos seguro al sugerir el visionado de esta serie, disfrutable a su forma tanto por el seriéfilo empedernido como por el espectador medio que igual se apunta a la serie de moda de la televisión en abierto como no se pierde lo que más suena de las plataformas de pago. No es la mejor serie que podemos encontrar, ni mucho menos, pero tiene la suficiente calidad para convencer al entendío y la necesaria accesibilidad para no espantar a quien busca en la televisión únicamente una forma de entretenimiento sin tener que hacer casi ningún esfuerzo para disfrutar de la propuesta.

Intentado huir de spoilers que puedan frustrar la recomendación, nos encontramos ante un thriller de manual, basado en la novela homónima de la escritora alemana Petra Hammesfahr, con la peculiaridad de que en los ocho capítulos que contiene la temporada lo que tendremos que descubrir es el «por qué» y no el «quién». Voy a intentar una metáfora, a ver si sale: los primeros minutos de «The Sinner» sirven para hacer una típica presentación de los protagonistas, algo así como ir colocando plácidamente las piezas de un puzzle más o menos sencillo y agradable. Pero de improviso alguien da un golpe en la mesa y todas las piezas saltan por los aires; al caer e intentar recomponer el puzzle, vemos que esas piezas tienen por detrás otro dibujo, este mucho más tenebroso, y poco a poco las tendremos que ir girando y descubriendo que el rompecabezas que debemos encajar no va a ser tan sencillo como parecía y que tendremos que empezar de nuevo a unir esas piezas pero ya desde otro punto de vista.

(A partir de ahora nos dejamos de metáforas y hablamos algo de la sinopsis de la serie, que no de su desarrollo o desenlace. Si quieres acudir a ella totalmente virgen, mejor deja de leer, pero si necesitas algún dato más para ver si te animas, adelante, no destriparemos nada importante).

La cosa va de un crimen. Un espeluznante y, sobre todo, sorprendente crimen, el que comete una normalísima mujer durante una típica tarde de playa junto a su esposo y su hijo. A ojos de todo el mundo, la ordinaria escena de playa se convierte en una carnicería sin ningún motivo aparente. Ya sin duda alguna sobre el autor del asesinato, la serie toma entonces su punto de salida en intentar descubrir por qué esa mujer ha actuado tan repentina y sorpresivamente de esa forma. Esa mujer es Cora Tanetti (Jessica Biel), actriz que, además de ejercer de productora ejecutiva, borda seguramente el mejor papel de su hasta ahora dubitativa carrera. Y quien hace posible que el caso no sea finiquitado rápidamente por no existir ninguna duda de la autoría del asesinato es Harry Ambrose (Bill Pullman), un detective que se convierte en la representación del espectador dentro de la serie al no dar todo por sentado y querer preguntarse por los motivos que han llevado a cometer tal crimen, saciando de esta forma nuestra infinita curiosidad.

Así, empezando a levantar la alfombra y/o a tirar del hilo (perdón por las metáforas que prometí que dejaría atrás) descubrimos rápidamente que la aparentemente corriente vida de esta mujer viene lastrada por un turbulento pasado, y es aquí donde poco a poco van tomando protagonismo el sexo, la religión, las drogas… todo ello como medio para escapar del drama que encierra su vida familiar, estando presa de unos padres fanáticamente creyentes, opresores y tiranos, y de una hermana crónicamente enferma que quizás es la que ha llevado a sus padres a tal extremo.

Los recovecos de la psique en un principio y los traumas más adelante serán los pilares de una indagación que centra completamente el metraje de la serie. De esta forma, «The Sinner» se plantea como un convencional tratado de investigación en el que los continuos flashbacks irán dejando pistas para poder ir recomponiendo la vida de la protagonista y así intentar comprender las motivaciones de su acción. Nos evitamos de este modo durante el visionado de la serie la impertinente sentencia de «ya se quién ha sido». Aquí no se trata de descubrir al asesino sino de conocer por qué lo ha hecho. Si bien durante su desarrollo se cuela alguna trampilla para despistar al espectador y su desenlace puede resultar quizás algo precipitado en su tramo finalísimo, con algún cabo no atado perfectamente, en su conjunto la serie es robusta y compacta, creíble y honesta, sin andarse por las ramas y sin despistarse con elementos que no aporten algo importante a la historia.

En cuanto a los personajes, la asesina confesa y el agente encargado del caso acaparan casi todo el protagonismo. En cuanto a la primera, Jessica Biel construye un buen papel que no llega a ser todo lo sobresaliente que podría haber sido. Su impresionante presencia no es óbice para que creamos su rol de persona resignada, sabedora de su crimen pero desconocedora de las causas de su repentino comportamiento. Y quizás ahí es donde no termina de ahondar, en el desarrollo del personaje, en ese paso de la culpa al reconocimiento de sus traumas según avanza la serie, quedando su interpretación estacada mientras los descubrimientos van progresando en otra dirección. El personaje de Bill Pullman tiene sin embargo una exposición opuesta al de Jessica Biel, ya que si bien en el caso de ella los flashbacks y averiguaciones irán recomponiendo su figura y dando luz a su comportamiento, en él los detalles que iremos conociendo de su vida no hacen sino alimentar un misterio que cada vez parece mayor y no termina por concretarse.

A un lado queda la historia del marido de la protagonista, un punto que podría haber tenido mucho que ofrecer pero que aquí se prefiere mantener en un segundo plano para no ensombrecer el desarrollo de la intriga, y me parece una decisión muy correcta. Del lado del agente, tanto su pareja como su amante no son más que elementos para dejar entrever su drama interior, un oscuro pasado que en esta ocasión intuimos como un componente de identificación con la acusada pero que bien podría centrar la trama en una continuación.

Retomando la idea del principio del texto, «The Sinner» es tanto una serie muy fácilmente recomendable como muy propicia para eso que han comenzado a llamar ahora de «maratonear». El gran misterio que encierran los acontecimientos, la narración directa y sin distracciones secundarias y unos capítulos de corta duración (los benditos 40 minutos) y con final en alto (lo que se entiende ahora como cliffhanger) convierten a la serie en la perfecta propuesta para despacharla en unas cuantas sentadas frente al televisor. Insisto, no es perfecta ni es el título que vaya a marcar un antes y un después en las series de intriga, pero me atrevo a pronosticar que encontrareis muy pocas voces discrepantes con ella y que un muy alto porcentaje de las personas que sigan su recomendación van a finalizar encantadas con ella y agradecidas con vosotros (o con nosotros). Por lo tanto, de nada.

4 comentarios leave one →
  1. Anónimo permalink
    19/01/2018 23:55

    Me pareció entretenida pero la resolución no está a la altura de sus episodios anteriores.

    • Sergio Almendros permalink*
      22/01/2018 14:16

      Efectivamente, quizás la resolución es algo atropellada. Un saludo

  2. Sr. Garrote Vil permalink
    22/01/2018 12:27

    Efectivamente me parecieron mucho mejores los primero seis capítulos que los dos últimos, nos falta conocer más cosas del personaje de Bill Pullman .
    Una serie entretenida pero que se desinfla mucho.

    • Sergio Almendros permalink*
      22/01/2018 14:17

      Parece que hay consenso en que el último tramo de la temporada es algo inferior, pero en mi opinión no llega a estropear el conjunto. Un saludo.

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