Goya 2012: un ajustado reparto para una entrenida gala
No hubo grandes sorpresas. Enrique Urbizu y José Coronado (su apellido nunca fue más adecuado para un día como hoy) se alzaron como los grandes triunfadores de la gala gracias a su «No habrá paz para los malvados» en un año en el que se echó de menos el duelo entre grandes obras pero en el que seis buenas producciones se llevaron más de un premio en un palmarés que, como no, puede ser discutido aunque su composición refleje una justa distribución de reconocimientos para una terna muy equilibrada en cuanto a calidad.
A excepción de la poco galardonada refrescante reinvención de Almodóvar en la irregular pero a ratos magnífica «La piel que habito» (que propició un muy merecido premio a la madurez de Elena Anaya, además de al secundario Jan Cornet y la siempre interesante música del «internacional» Alberto Iglesias), el resto de producciones que se presentaban como favoritas pueden estar contentas. Finalmente, el gato al agua se lo llevó el virtuosismo formal de «No habrá paz para los malvados», cinta empañada, para mi gusto, por un desarrollo algo tópico y vacío; salpicando de honores a un cineasta de tan largo como meritorio recorrido como Urbizu y al progresivo e imparable crecimiento como actor de Coronado e incorporando tres premios más, como el muy relevante al Guión Original. Sin embargo, los académicos también supieron reconocer con sus correspondientes «cabezones» los cuidados aspectos técnicos de esa inusitada incursión nacional en el western crepuscular que es «Blackthorn (Sin destino»), los aires de esperazandora renovación de la muy estimable «Eva» (con premios para su muy prometedor director Kike Maíllo, para el gran actor que es Lluis Homar y para sus sorprendentes efectos especiales); el gran trabajo actoral de «La voz dormida» (con un galardón cantado para María León y otro más sorprendente para Ana Wagener) y el adulto cine de animación de «Arrugas», que sumó al previsible galardón de su categoría el muy prestigioso del Guión Adaptado, birlandoselo en su cara al «de cuerpo presente» Almodóvar. Los galardones internacionales para la mágica «The Artist» y la muy sobrevalorada «Un cuento chino» redondearon una entrega que deparó pocas variantes para las «porras» de los aficionados.
Y pese a la previsibilidad de los premios y la ausencia en la terna de películas de gran alcance, la gala funcionó. La humorista y presentadora Eva Hache debutó con buen pie en un espectáculo televisivo que resultó entretenido y fluído (siempre teniendo en cuenta el bagaje que hay que pagar en una entrega de premios), mejorando la alicaída edición del año pasado, aunque sin llegar al muy alto listón que dejó en 2010 Andreu Buenafuente en su estreno en este encargo/marrón. Adornada con la glamourosa presencia de estrellas internacionales como Salma Hayek, Melanie Griffith, Antonio Banderas o Almodóvar, la gala no introdujo grandes novedades (los números musicales y los montajes en los que el conductor del espectáculo se introduce en los filmes nominados ya están muy vistos) pero no decayó demasiado en ningún momento y logró grandes momentos como la desternillante intervención de Santiago Segura (en especial, su análisis sobre los métodos para votar de los académicos) y ese hábil sketch en el que Karra Elejalde (que estableció el pasado año un récord casi inalcanzable de longitud en su discurso de agradecimiento) daba recomendaciones a los premiados para recortar lo más posible su presencia en el escenario. No faltó tampoco la emotividad, encarnada en la reaparición de la felizmente recuperada Silvia Abascal ni la ya habitual reivindicación política de la mano del galardón a Mejor Documental para «Escuchando al juez Garzón» y la consiguiente alocución de su directora, Isabel Coixet, aunque sí se echó de menos la presencia (impedida por una muy inoportuna gripe) de Josefina Molina, un merecido y acertado Goya de Honor, que premiaba no sólo a Molina, también a todas aquellas pioneras que tan difícil lo tuvieron para lograr que se haya dejado de esbozar un arqueo de cejas al ver un nombre femenino en casillero de los créditos correspondiente a «Dirigida por…». Una luchadora de este calado habría merecido estar presente en el Palacio de Congresos madrileño para disfrutar de una gala que, sin pasar a la historia, dejó en buen lugar al cine español. ¡Hasta el año que viene, cabezones!
No deja de sorprenderme, año tras año, la gala de los goyas; en unas ocasiones gratamente y en otras, como en ésta, no tanto. Como en muchas otras entregas de premios en las que votan los mismos que han de ser premiados, da siempre la sensación de que se ven obligados a quedar bien con el amiguete de turno, sólo así puedo aceptar el hecho de que un guión tan magistral como el de «Midnight in Paris» no se llevara el gato al agua; o, tal vez, en España sepamos poco de cine.
Por lo demás, y a excepción de que consideres «gran actor» a Homar, tus reflexiones sobre la cita me parecen muy acertadas, pudiendo añadir que fue de más a menos, siendo la escaleta de la ceremonia como un globo al que, a pesar de ser hinchado por unos potentes pulmones, hubieran olvidado hacer un nudo para que no se le escapara el aire.
Por último, puesto que no puedo ayudarme de mi facebook, ya que aún no tengo, para decir que este blog me gusta, aprovecho este comentario para dejarlo claro: este cadillac me gusta, y mucho. Os deseo un viaje de largo recorrido y que vuestro globo esté bien anudado.
¡Hola, Arzu! Un placer verte por aquí y muchas gracias por tus alabanzas y buenos deseos. Como bien dices y como Santiago Segura ironizó en su monólogo de la gala, en este tipo de entregas de premios influye la simpatía que se siente por los distintos nominados y directamente el «amiguismo» en un círculo no demasiado grande como es la Academia española. Pero a no ser que se encomiende la tarea a un jurado externo a los avatares de la profesión (que habría que ver si garantizara la máxima objetividad), veo comprensible hasta cierto punto esa actitud. Por lo tanto, pese a que cuenta con muchos admiradores entre los votantes, Woody Allen carece del mínimo de amistades imprescindible para recibir un Goya, aunque sea por el guión de esa maravilla que es «Midnight in Paris». Lo mismo ha pasado con actores extranjeros nominados en ediciones anteriores y que podrían haber ganado perfectamente, caso de Nicole Kidman por «Los otros» o Ryan Reynolds por «Buried». Y, sí, ahí diferimos, Lluis Homar me parece un actor más que competente y que ha sacado adelante papeles muy complicados como el robot asistente de «Eva». ¡Un saludo!