No hay tregua en “Sons of Anarchy”
(ALERTA SPOILER: Prohibido leer sin haber visto hasta el primer capítulo de la quinta temporada de la serie)
No se han apagado aún los ecos de esa “House of the Rising Sun” (rebautizada para la ocasión como “House of the Rising Son”) que acompañaba hace nueves meses al magistral cierre de la cuarta temporada de “Sons of Anarchy” y ya tenemos felizmente de vuelta a nuestra banda de moteros favorita. Ha sido “Sovereign” (“Soberano”), un episodio con una duración inusual de 59 minutos, el encargado de reabrir las hostilidades y de dejarnos bien claro, si es que aún teníamos alguna duda, que ese cabronazo llamado Kurt Sutter no piensa darnos ni un solo minuto de tregua. Los 14 capítulos que emitió la cadena FX desde septiembre a diciembre de 2011 fueron tan frenéticos e implacables que reconozco que, según avanzaban las semanas, empecé a temer que esa cuarta temporada de “SoA” fuese, por necesidad, la última. Cada episodio, cada minuto, cada segundo nos acercaba más y más de forma irremediable al precipicio, hasta el punto de que la caída parecía ya segura, y se me antojaba completamente imposible atisbar como podrían continuar una vez llegados a ese punto. El creciente éxito de la serie y la noticia de su renovación no sólo por una quinta, sino también por una sexta temporada, y los indicios de que ésta probablemente llegue a esa octava séptima que Sutter siempre se ha marcado como límite, evidenciaban en cambio que el peculiar ‘showrunner’ debía guardarse aún algún as en la manga… como así fue.
Es cierto que la jugada no dejó a todo el mundo contento, y yo reconozco que tuvo puntos un tanto cuestionables. A falta de la ‘seasons finale’, la única duda que parecía haber era qué acabaría haciendo saltar a SAMCRO por los aires, si las insostenibles guerras internas o esa imparable (según creíamos entonces) operación del FBI. Al final, ni una cosa ni la otra. Un polémico ‘deux ex machina’ en forma de narcotraficantes trabajando para la CIA salvó, al menos momentáneamente, al club y, de paso, aplazó el desenlace que todos sabemos que le espera a ese malnacido llamado Clay Morrow (Ron Perlman). Pero el crudísimo enfrentamiento que Jax (Charlie Hunnam) mantuvo en el hospital con su padrastro y el posterior ascenso de nuestro héroe al trono del MC lo compensaron sobradamente. Así quedaron las cosas, con el heredero sentado por fin en la cabecera de la mesa, con el bueno de Chibs (Tommy Flanagan) a su derecha como nuevo Sargento en Armas, en detrimento del degradado Tig (Kim Coates), y con la silla de la izquierda vacía tras la espantada de Opie (Ryan Hurst).
Y es que muchos fueron los ejes sobre los que giró esa apasionante cuarta temporada, pero yo destacaría dos. Primero, la imposibilidad de los personajes de escapar del pasado. Las cartas que una bienintencionada Maureen Ashby (Paula Malcolmson) metió en el equipaje de Jax al término de la tercera temporada resucitaron unos fantasmas muy mal enterrados, y así vimos cómo lo acontecido años o incluso décadas atrás acabó teniendo sus funestas consecuencias en el presente. Del mismo modo, sucesos que hemos ido presenciando desde el arranque de la serie, algunos de los cuales parecían incluso un tanto olvidados, volvieron para perseguir sin piedad a los habitantes de Charming y lo seguirán haciendo de forma implacable en el futuro. Muchas fueron las líneas rojas y los puntos de no retorno que se sobrepasaron hace un año, lo que nos llevaría a la segunda cuestión: la imposibilidad de los personajes de escapar a su destino. Así, Jax acabó asumiendo la presidencia del club cuando más decidida tenía su salida del mismo, y más había luchado por ella, y Tara (Maggie Siff), convirtiéndose en la última persona que proyectaba ser, una ‘pequeña Gemma’, un proyecto de ‘maldita zorra’, la ‘Old Lady’ suprema, la nueva Reina de SAMCRO.
En esas estábamos hace nueve meses y en ese mismo punto seguimos en “Sovereign”, que nos devuelve a Charming apenas tres semanas después del final de “To Be, Act 2”. Jax, que además ha empezado a plasmar sus reflexiones en un cuaderno, como ya hiciera el malogrado John Teller, para legárselas a sus hijos, luce orgulloso y autoritario el parche de presidente, y su imponente estampa contrasta con la patética figura de Clay, cuyas lesiones son aún claramente visibles pero hay dos que, sabemos, le desgarran el alma: el abandono, sin posibilidad de reconciliación, de Gemma (Katey Sagal) y ese hueco irremplazable que ha dejado un parche arrancado sobre el pecho derecho de su chaleco de cuero. Se le ve muy debilitado, sí, pero no está muerto, y sólo es cuestión de tiempo que comience a preparar su contraataque. Con Opie cada vez más alejado del club, es un recién liberado Bobby ‘Elvis’ (Mark Boone Junior) el encargado de asumir la vicepresidencia, Happy (David Labrava), ya plenamente integrado y haciendo honor a su nombre, parece haber abrazado de buen grado el reciente cambio de liderazgo y Juice (Theo Rossi) da la sensación de no estar recuperado del todo y sigue siendo una bomba de relojería. Mientras, Unser (Dayton Callie) se ha convertido en algo así como la ‘putilla’ de Gemma, quien por su parte ha comenzado a darle al ‘alpiste’ y aparece ante nosotros, por primera vez, como un animal herido y vulnerable y, por lo tanto, extremadamente peligroso. Sus duelos con Tara prometen ser de órdago. Además, nuevos miembros han pasado a engrosar las filas de SAMCRO, entre ellos el entrañable Phil (Christopher Reed) y dos o tres ‘nómadas’ a los que aún no he terminado de poner nombre ni cara. Carne de cañón, candidatos a caer en combate en algunos de los muchísimos frentes que los Sons of Anarchy tienen abiertos. (Edito: la pista de una pierna ortopédica en la última escena del capítulo, que al principio se me pasó por alto, nos hace pensar que el papel de estos ‘nómadas’, o al menos de uno de ellos, termine siendo bastante relevante. Veremos.)
El cartel/la CIA sigue teniendo bien cogidas por las pelotas al club, aunque sólo Jax es consciente de la situación y camina sobre el alambre para controlar la situación, pero la mayor de las preocupaciones pasa ahora por la guerra declarada por los Niners, como secuela de los irresponsables actos cometidos por Tig en defensa (o al menos así lo creía él, hasta que se da de bruces con la realidad) de su querido jefe, y que además hace aparecer en el horizonte una amenaza mucho mayor. Danny Trejo, Benito Martínez y Rockmond Dunbar retoman así unos papeles que intuimos seguirán siendo regulares en esta temporada, en la que además destacan dos fichajes que, por lo visto en “Sovereign”, pueden dar un rendimiento excelente: Jimmy Smits (“La ley de Los Angeles”, “Policías de Nueva York”, “Dexter”), en la (tatuada) piel del proxeneta Nero Padilla, y Harold Perrineau (el Michael de “Perdidos”), que encarna al mafioso Damon Pope.
Por “SoA” hemos visto desfilar grandísimos hijosdeperra como el nazi Ethan Zobelle (Adam Arkin), su perro de presa AJ Weston (Henry Rollins), el temible terrorista Jimmy O (Titus Welliver) o incluso la despiadada agente de la ley June Stahl (Ally Walker), por no mencionar al propio Clay, pero menos de una hora le ha bastado a Damon Pope para superarles a todos en cuestión de perversidad y vileza. Y esta fiesta macabra no ha hecho más que empezar, por lo que no sabemos hasta dónde serán capaces de llegar, pero de momento el atroz acto de venganza cometido por el hombre más poderoso de Oackland contra Tig le convierte en candidato, con muchísimas papeletas, al preciado galardón al mayor y más peligroso villano que haya pasado por la serie. Sutter tiene más o menos la costumbre de cerrar los primeros capítulos de cada temporada con impactantes y violentos golpes de efecto, pero una vez más ha vuelto a demostrarnos que su retorcida mente parece no tener límites.
El propio productor y guionista adelantó hace meses en una entrevista que, en contraste con esa adrenalítica cuarta temporada, en la quinta pisaría un poco el freno y se dedicaría a cocinar la tensión a fuego lento, todo en función de una calculada planificación de cara al futuro de la serie. No sé muy bien si en realidad soñé haber leído esas declaraciones, o si sólo quiso tomarnos el pelo, o si quizás en los doce próximos capítulos veamos como efectivamente ha decidido ir destensando la cuerda, pero por lo visto en este primer episodio “SoA” continúa avanzando encabritada por la carretera, inmisericorde, a un ritmo endiablado. Veremos hasta donde decide llevarnos esta vez Sutter, que juega con la baza segura de que somos muchos, como ya escribí hace medio año, los que estamos dispuestos a acompañar a estos Hijos de la Anarquía, si es menester, hasta el mismísimo infierno.
Leo el artículo días después de su publicación, consciente de los Spoilers, y me sorprende la falta de comentarios. Sinceramente, me desanimó un poco el final de la cuarta temporada, tras tanta tensión y adrenalina y tantas cuerdas que anudar. Pero no quita que SoA la he estado esperando tanto como este final de mes ( Good Wife, Dexter, Homeland…). Reconozco cierta antipatía al principio por Jax pero episodio tras episodio me convence como el que más ( por dios, quien le da un papel en el cine?) dejando como estelares sus miradas con Clay, de las que parece imposible guionizar. Estamos ante una enorme serie, que seguro envejecerá dignamente. Tara y Gemma, después de lo que han pasado y hacernos creer que las desgracias las unirían promete más de un rasguño. No me fío tampoco de Clay. Jimmy Smits parece un buen fichaje aunque no termina de encajarme, no como Michael «Lost», que parece saber muy bien qué hace en la serie y cuyo personaje promete diversión.
En fin, buena reseña, como ya es habitual.
Saludos
Buenas noches Rodrax,
A mí ritmo, que nunca fue muy rápido, continúo siguiendo la pista al club mientras el tiempo va pasando.
La última vez que comenté un post tuyo de SoA estaba todavía por la segunda y ahora he comenzado hace poco la quinta.
Efectivamente, cuánto camino me quedaba entonces, y supongo que con más de temporada y media pendiente todavía me quedará.
Reconozco que en alguna ocasión he temido que se estuviera desinflando, que acabara cayendo en cierta rutina, con el archienemigo de cada temporada y con alguna reiteración en las tramas.
Pero al final el señor Kurt Sutter se las arregla para mantenerme enganchado, creo que es un jodido crack en el desarrollo de estas tramas de acción a tope.
Ahora estoy impactado tras un golpe recibido en la quinta que no comentaré para no hacer spoiler donde no corresponde.
En lo personal, me pareció que desaprovechó la ocasión en la tercera de hacer una temporada mucho más irlandesa ya que decidió trasladarla allí en gran parte. Creo que se fue una oportunidad interesante. Sin embargo, el final de esa tercera me pareció brutal.
Luego pensé que en la cuarta desaprovechaba el no hacer una temporada carcelaria, pensé que le iba como anillo al dedo a la serie, pero parece que Sutter prefiere quedarse en Charming.
Me parecía que volver al rollo FBI, chantajes y demás podía ser reiterativo de lo visto con la agente Stahl.
Sin embargo, y pese a las dudas que me generó el cierre del tema con mi querido Machete trabajando para la CIA, al menos acabó por sacar a la luz todo el viejo asunto de las cartas del pasado, poniendo todo sobre la mesa, y acabando con esa historia, al menos de momento, que en mi opinión no aguantaba ya más tiempo.
Sea como fuere, voy por la quinta y sigo con la chupa y con la moto, a ratos deseando salir para siempre de ese club del infierno, y a veces muy contento de seguir sentándome en esa puta mesa.
Rodrax, enhorabuena atemporal por el post. Me ha gustado mucho.
Seguiré comentando a mi ritmo.
Un abrazo
El Olonés