‘El amigo de mi hermana’: triángulo de amor bizarro
Muchos de los que nacimos al cine en los años 90 tenemos marcadas a fuego aquel tipo de películas que retrataban a personajes jóvenes que lejos de ser protagonistas de comedias absurdas u otro tipo de desfachateces eran tan reales como la vida misma, a los que les ocurrían vivencias que o bien te habían pasado o bien habías oído que habían ocurrido en un ámbito cercano. En definitiva, filmes con los que te identificabas al instante y hacías tuyo. Hablamos de añoradas producciones como ‘Persiguiendo a Amy’, de cuando Kevin Smith era respetable, o ‘Beatiful Girls’, del malogrado Ted Demme. Pues bien, estamos de enhorabuena. Injustamente arrinconada en una cartelera postveraniega plagada de mediocridad se encuentra ‘El amigo de mi hermana’, una comedia dramática que nos vale de sobra para calmar nuestros anhelos, ni que sea por unos pocos meses.
La última película de Lynn Shelton, una cineasta aclamada en el mundillo ‘indie’ estadounidense pero una absoluta desconocida en España, comienza con la desafortunada intervención de Jack en la fiesta que conmemora el primer aniversario de la muerte de su hermano. Este es el detonante para que su mejor amiga y antigua novia de su hermano, Iris, acabe de confirmar el pésimo estado anímico de Jack y le inste a pasar unos días en una cabaña que su familia posee en una preciosa isla cercana. Jack acepta la propuesta y se marcha hacia allí dispuesto a pasar unos días aislado que le vendrán bien para reflexionar y buscar una salida a su actual encerrona vital. Sin embargo, una sorpresa le espera cuando llega a la cabaña. Dentro de ella se encuentra una atractiva chica que resulta ser Hannah, la hermana de Iris, también necesitada de relax tras romper con su novia después de siete años de relación. Después de una noche de confesiones, tequila y sexo accidental, el triángulo (y el lío) se completa con la llegada al día siguiente de Iris para comprobar cómo le marchan las cosas a Jack.
Sí, el pretexto para juntar a los tres personajes no está excesivamente trabajado. Pero poco nos importa cuando la pantalla ya empieza a echar chispas cuando están a solas Jack y Hanna, c0n una magnífica escena cómica como la que se produce cuando Jack descubre a través de la ventana que hay una chica en la cabaña o con una excelente conversación alcohólica que acaba en uno de los polvos más tristemente realistas nunca rodados. La irrupción de Iris amplifica las virtudes del filme. Desde luego, Shelton sabe como sacar provecho del hecho de juntar a tres personas en un momento de encrucijada vital. Se suceden los equívocos, las medias verdades, los sentimientos ocultos del trío protagonista propiciando algo parecido a una comedia de enredo que hubiese sido rodada a cámara lenta. Situaciones realistas contadas a través de excelentes diálogos -con comentarios de rabiosa actualidad como el perfil que Jack hace de los sucesivos novios de Iris, ‘chicos que conoce en los conciertos de Band of Horses y Fleet Foxes’- rodados de una manera austera y seca pero logrando evitar el efecto teatral gracias a sus oportunas salidas a exteriores y el buen gusto de esquivar esa cansina tendencia actual de inundar de canciones actuales los dramas protagonizados por jóvenes, constituyen los puntos fuertes de un visionado tan sorpresivo como agradable.
Mención aparte merece el reparto, que saca provecho del bombón que se le ofrece: toda una película pensada únicamente en desarrollar tres personajes, lo que hace que cada uno adquiera numerosos matices, y con una puesta en escena únicamente basada en incidir en ellos, sin más elementos accesorios. La elección de ‘casting’ más sorprendente es la de Mark Duplass como protagonista masculino. Director corrosivo, junto a su hermano Jay, de cintas como ‘Cyrus’, Duplass afianza su incipiente y en saludable crecimiento carrera como actor con un Jack lleno de dudas, en el que confluyen los buenos sentimientos, la madurez y la fina ironía con un absoluto decaimiento anímico. Se agradece que no se haya optado por un perfil de ‘guaperas’, su condición de treintañero normal y corriente aporta mucha más credibilidad. Duplass sale en consecuencia bien parado, pero las que realmente se hacen con la función son las dos protagonistas femeninas. Buena parte de la culpa de que eligiera ‘El amigo de mi hermana’ como primera opción para entretenerme durante hora y media fue Rosemarie Dewitt, una de las grandes actrices del momento y una de las que merecería mucha más atención de la que está recibiendo. Deslumbrante en la magnífica ‘La boda de Rachel’, aquí borda un papel de lo más complicado, teniendo que ocultar con la madurez que le presupone su estatus de hermana mayor una época de terrible inestabilidad emocional. Por último está el mayor reclamo del filme, Emily Blunt, una de las numerosas actrices jóvenes aspirantes al superestrellato y una de las que más firmes pasos está dando últimamente para lograrlo. En ‘El amigo de mi hermana’ agradece sobremanera el alejarse del frenetismo de las superproducciones y consigue la que probablemente sea la mejor actuación de su carrera, permitiendo comprobar que hay una (buena) actriz detrás de su cara bonita.
Un tramo final excesivamente dramático lastra un tanto al filme, rompiendo levemente la lograda unidad de tono conseguida hasta ese momento, pero incluso ahí Shelton logra tener al espectador en vilo con un ‘mcguffin’ que proporciona un notable suspense. Igual que el que tenemos desde ahora sus nuevos seguidores por comprobar qué frutos nos deparará su muy prometedora carrera.