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«A Roma con amor», Woody Allen se toma unas vacaciones

26/09/2012

Empieza a extenderse la creencia de que Woody Allen debería aminorar su machacón ritmo de una película anual, darle más tiempo a las musas para que hagan su función y poner más atención a aspectos que antes dominaba a la perfección y que ahora parecen fastidiarle, como el mimo en la escritura de los personajes, el equilibrio estructural o la simple puesta en escena. A veces el cine del último Allen parece desganado, poco autoexigente y muy entregado a la inspiración de un instante puntual o un destello de genio aislado. Es muy difícil que Allen haga una mala película, e incluso aquellas que más palos reciben, como en su momento “Vicky Cristina Barcelona”, también tienen sus propios defensores. Suele haber unanimidad en definir al Woody Allen “menor”, pero casi nunca la hay a la hora de señalar a un Woody Allen directamente “malo”. Y mira por dónde, justo un año después de entregar su película más celebrada y premiada en mucho tiempo, “Midnight in Paris”, el viejo judío hipocondríaco nos presenta no solo el prototipo perfecto de cinta “menor” dentro de su vastísima filmografía, sino una de sus candidatas más claras a peor película con su firma. Y aún así, “A Roma con amor” bien podría ser más disfrutable que el 80% de las películas que actualmente pueblan nuestra cartelera. Así está el patio.

Desde hace muchos años siempre asisto a la cita con Allen en compañía de la misma persona (un ritual especial que espero que pueda repetirse todavía unos cuantos lustros más) y en esta ocasión ambos estábamos de acuerdo en que no ha dado con la tecla adecuada. Las últimas películas de Woody Allen podían ser mejores o peores pero al menos siempre tenían una idea clara de lo que quería contar. Sin embargo, “A Roma con amor” es errática y errante, sorprendentemente poco cohesionada y muy deslavazada. El problema no es el peaje en forma de carrusel de tópicas postales turísticas  que el director de “Manhattan”  acepta pagar cada vez que rueda lejos de Nueva York, ni siquiera la invisibilidad del hilo conductor que presuntamente une las cuatro historias o relatos breves que maneja (se supone que una vaga reflexión sobre los efectos de la fama), sino su falta de consistencia, lo liviano de su sustancia, que apenas sobrepasa lo anecdótico, y lo mal que mezclan juntas.

Un estudiante de arquitectura seducido por los encantos de una joven promesa de Hollywood, un sencillo ciudadano que de repente se convierte en una celebridad en todo el país, un empresario de pompas fúnebres que es capaz de cantar como los ángeles en la ducha pero que se desenvuelve bastante peor fuera de ella y una pareja de recién casados que se pierden el uno al otro en las calles de Roma forman la insípida galería de personajes del particular tributo de Allen a la Ciudad Eterna y a las comedias italianas de los 60 (que personalmente no me interesan en absoluto).  Algunos detalles y diálogos aquí y allá nos recuerdan que esta es la película de un cineasta especial (el surrealista gag visual de la ducha es genial, o la ocurrencia de convertir al personaje de Alec Baldwin en una especie de ángel de la guardia o una protectora versión madura del de Jesse Eisenberg) y la participación del propio Allen haciendo como siempre de Allen en el mejor segmento del filme es motivo de júbilo después de haber estado ausente de las pantallas desde “Scoop”, pero en general predomina una sensación de banalidad y falta de inspiración alarmante. El mejor ejemplo es la historia protagonizada por Roberto Benigni, una idea que daba para un interesante corto de cinco minutos, no más, pero que Allen estira y estira sin aportar nada. El cineasta salta de un sainete a otro sin demasiado orden, ni concierto, ni rumbo aparente, evidenciando a cada nuevo paso que el material que tiene entre manos no da para mucho.

Allen casi siempre logra sacar buenas interpretaciones de sus estrellas (hasta dieciséis actores y actrices han estado nominados al Oscar en sus películas), pero en este caso el elenco de protagonistas parece haberse contagiado de la falta de entusiasmo con la que están diseñados sus personajes, porque apenas destaca nadie por encima de la media. Penélope Cruz le pone ganas y voluntad a su tópico rol de chica de vida alegre enrollada, pero el vestido rojo en el que va embutida es la única herramienta que parece haberle dado el director para defender su papel, tan intrascendente como casi todo lo demás.

No me agrada darle caña a alguien que nos ha alegrado la vida en tantas ocasiones, y probablemente sería más condescendiente con “A Roma con amor” si no supiese que su responsable es Woody Allen, pero ya han pasado más años de los deseables desde su última obra maestra indiscutible, «Match point» (que ya diseccionamos en este post), y no me gustaría tener que darle la razón a los que piensan que el director de “Annie Hall” está acabado. Como dice mi compañero de blog Alberto, Allen ya nos ha dado lo mejor de su carrera y lo de ahora hay que considerarlo como “bonus tracks” que si están bien fenomenal, y si no, no pasa nada, pero yo aún no pierdo la esperanza de encontrarme otro “Train in vain” escondido al final del “London Calling” de The Clash.

9 comentarios leave one →
  1. Arzu permalink
    26/09/2012 13:24

    La palabra «indiscutible» de la parte final de tu post me impide decir que, tras cuarenta y siete años haciendo películas, y la mayor parte de ellos a filme por año, para mi «Midnight in Paris» fue una obra maestra, así que no lo diré, no lo discutiré y sólo lo pensaré para mis adentros. Yo quiero creer que no está acabado, aún pensando también que todo aquello que ha rodado durante los últimos dieciséis o diecisiete años (desde «Constructing Harry» posiblemente) puede tratarse de una sucesión de hermosos «bonus tracks». Y que duren. Eso sí, coincido en que «Vicky Cristina Barcelona» tal vez sea la peor de todas y, aunque todavía no he visto «A Roma con amor», si en el reparto de ambas coincide Penélope Cruz, no me extrañaría que la última estuviera en el mismo nivel de fiasco. No obstante, hay que tener paciencia, pues creo que aún nos deparará Woody alguna que otra sorpresa, o eso espero, de aquí a que se muera. Y ójala ésto suceda dentro de muchos años.

    • Jorge Luis García permalink*
      27/09/2012 13:39

      Hola Arzu, muchas gracias por intervenir. A lo de «Midnight in Paris» ya te he contestado en el post de «Match point», y en cuanto a Penélope Cruz, a mí no es que me vuelva loco ni mucho menos como actriz, pero su intervención en «Vicky Cristina Barcelona» me pareció lo mejor de aquella cinta, y si «A Roma con amor» no es muy allá te aseguro que no es por culpa de ella. En lo que sí que coincido es en esperar que a a Woody le quede al menos todavía una gran bala de plata en la recámara. Tal vez con su próximo regreso a Nueva York vuelva a dar en la diana. Un saludo.

  2. Arzu permalink
    24/10/2012 16:27

    Ayer, por fin, fui a verla al cine y… ¡oye!, pues tampoco está tan mal. Tanto tú, en tu post, como Albertos, me la habíais puesto tan mal que iba predestinado a que me disgustara y, siendo consciente de que no es una obra maestra ni tan siquiera una de sus mejores películas, me lo pasé muy bien. Ciertamente, las historias no están bien coexionadas y la estructura es más bien una sucesión de gags, pero es que algunos de ellos me parecieron brillantes; por ejemplo, ese momento en el que Allen hace una parodia de sí mismo cuando, a las puertas de la funeraria, intenta convencer a su consuegro de hacer negocio con su portentosa voz y, de repente, hace una pausa y le dice algo así como: «no sé por qué te estoy gritando si estoy a medio metro de ti». O ese otro en el que el recién casado le dice a la prostituta que sus tíos les han programado una visita al Vaticano y ésta le dice que ese es un lugar que conoce muy bien. En fin, un saludo y un deseo de futuro: que la peor película de cine no sea peor que esta.

    • Jorge Luis García permalink*
      26/10/2012 16:16

      Hola Arzu, me alegro de que te lo pasaras bien con «A Roma con amor». No niego que en todas sus películas Allen tiene ocurrencias, chistes o gags que funcionan, pero bajo mi punto de vista eso no es suficiente si casi todo lo demás es inconsistente. Ya decía en la crítica que pese a todas sus flaquezas «A Roma con amor» no desentona en la cartelera actual, pero está lejos del mejor Allen. Un saludo.

  3. Jota permalink
    27/10/2012 20:28

    A veces tengo la sensación de que se le exige a Woody Allen hacer siempre «una obra maestra» (o en su defecto Matchpoint II, III, IV…), negándole la libertad, simplemente, de hacer lo que le venga en gana. Por otro lado, después. efectivamente, de haber hecho «obras maestras», ¿para qué repetir? Olvidamos que los intereses cambian, las técnicas, las visiones también, y en esta etapa vital ha decidido volver a sus añoranzas de un estilo clásico, de comedias de enredo, que siempre estuvieron ahí, pero que ahora parecen más patentes. Siguiendo con el símil musical del final de la crítica de Jorge Luis García, podríamos decir también que después de haber grabado Abbey Road, ¿se puede hacer algo mejor?

    • Jorge Luis García permalink*
      30/10/2012 21:36

      Hola Jota, muchas gracias por tu aportación. De Woody Allen yo no espero una obra maestra tras otra; de hecho, ya comenté en otro post que a mí sí me divirtieron mucho las películas que hizo para Dreamworks («Granujas de medio pelo», «El escorpión de Jade» y «Hollywood ending»), casi siempre calificadas como menores pero muy hábiles en el manejo de los resortes de la «screwball comedy», pero concretamente «A Roma con amor» pasa por los pelos el control de calidad mínimo que se le debe exigir a Allen. No pasa nada, pero desde «Match point» no ha vuelto a hacer una película realmente redonda y tal vez una forma de conseguirlo sería tomarse más tiempo para pulir sus guiones. Un saludo.

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