Cuando el cine español se dejó de historias (y empezó a contarlas)
Españolada: Término despectivo usado para referirse a una mala película española que tiene su origen en un subgénero cinematográfico iniciado en los años 30 y desarrollado durante el Franquismo, pero que frecuentemente (y especialmente durante algunas épocas) ha servido para referirse a cualquier film rodado de Francia, Portugal, África y el Mediterráneo pa dentro. Y es que durante mucho tiempo las películas españolas tuvieron colgado el sambenito de títulos menores (siendo educados) por el mero hecho de haber sido producidas en el segmento territorial arriba acotado. Es cierto que durante una época el grueso de la cinematografía patria se movió en unos parámetros ciertamente sonrojantes, precisamente los títulos que se englobaban en ese subgénero llamado españolada, pero no se puede olvidar que a lo largo de la historia España también había sido cuna de nacimiento de genios de la talla de Luis Buñuel o Luis García Berlanga. Sea como fuera, el cine español estuvo muy mal visto durante demasiado tiempo, lo que cambió en la década de los 90 (más especialmente en su segunda mitad), cuando se vivió toda una eclosión de nuevos creadores que al fin lograron conectar con el gran público y, casi por primera vez, con la juventud de un país que hasta entonces solo disfrutaba con el cine americano (¿americanadas?). Además, junto a estos nuevos directores, los más veteranos lograron algunos de sus mayores éxitos gracias a algunas de sus mejores obras. Ya no era una broma proponer ir a ver una película española.
Los nuevos realizadores a los que nos referimos lograron atraer la atención de una nueva audiencia gracias a una renovada forma de hacer cine, de entender el cine, huyendo de los patrones preestablecidos en nuestro país para abrir las miras sin ningún tipo de complejos, lo que hizo posible la identificación de los espectadores, llegando incluso a producirse, además de éxitos de taquilla, ademanes de fenómenos sociales con algunas películas de las nuestras, algo nunca visto por estos lares. Mientras, esos directores ya asentados dieron buena cuenta de su experiencia y del buen momento que vivía la cinematografía española para brindar enormes cintas que conectaban con una audiencia más madura pero también en algunos casos con ojos más jóvenes. No hemos ejemplificado todavía con ningún nombre porque de eso va el texto, de recordar las películas que hicieron que en la década de los 90 se obrase el milagro de que el cine español se quitara la etiqueta de españolada y fuera juzgado por sus propios méritos (o deméritos, según el caso). Y a ello vamos, a recordar los 30 títulos más importantes del cine español en los años 90, una clasificación sin un orden concreto pero dividida en dos bloques, uno con las películas de los más incipientes directores y otro con las de los cineastas más veteranos.
I. los jóvenes
«Tesis»
Alejandro Amenábar (1996)
Posiblemente, el paradigma de esta eclosión del cine español en los años 90 sea Alejandro Amenábar. Y es que pocas veces se ha producido un fenómeno tan sorprendente como el protagonizado por este joven cineasta, que con su ópera prima, «Tesis», atrajo en masa al público, un público que aplaudió a rabiar una cinta que también contó con el beneplácito de la crítica, llevándose incluso siete premios Goya. Todo un fenómeno que no hizo sino crecer con «Abre los ojos» y «Mar adentro», conquistando el resto del mundo después de «Los otros». «Tesis» era un thriller fresco y descarado, con los errores propios de un joven debutante, pero con numerosos detalles que dejaban intuir a un genio detrás de la cámara.
«El día de la bestia»
Álex de la Iglesia (1995)
La conexión con el público joven tuvo otra de sus puntas de lanza en «El día de la bestia». La segunda película de Álex de la Iglesia tras su debut con «Acción mutante» desbordaba imaginación, denuncia y mala leche. Pocas parejas han resultado tan entrañables como la formada por un cura y un heavy (de Carabanchel), dos inmortales personajes a los que Álex Angulo y Santiago Segura dieron vida y carisma en su periplo por salvar al mundo del mismísimo diablo. Una de las cimas del cine español reciente.
«Todo es mentira»
Álvaro Fernández Armero (1994)
Quizás sea la comedia el género en el que con mayor asiduidad se había movido siempre el cine español. Pero incluso en este escenario, Álvaro Fernández Armero supo darle el barniz de renovación con su ópera prima, «Todo es mentira», cinta de cabecera para toda una generación. Con Penélope Cruz y Coque Malla recreando las vicisitudes de una joven pareja madrileña, el guion de «Todo es mentira» dejaba entrever debajo de sus numerosos gags el sentimiento de una hornada tempranamente desencantada.
«Barrio»
Fernando León (1998)
Otro de los palos que el cine español empuñó en esta época con importante éxito fue el del cine social. Una vez superado el cine ‘quinqui’ propio de los años 80, Fernando León puso de nuevo la cámara en los barrios del extrarradio para fotografiar a los más necesitados, con un lenguaje directo y sencillo pero a la vez poético sin caer en la impostura. Tras la maravillosa y sarcástica «Familia», Fernando León nos regaló en «Barrio» la historia de tres amigos aún llenos de sueños y esperanza. Ver cómo todo esto se rompió al espectador le rompió el corazón.
«Éxtasis»
Mariano Barroso (1995)
Volviendo al thriller, con su segunda película, «Éxtasis», Mariano Barroso logró un buen golpe en la mandíbula acompañado de dos pesos pesados de la interpretación, uno ya consolidado, Federico Luppi, y otro en pleno ascenso, Javier Bardem. El deseo de poder a cualquier precio quedó plasmado en una obra compleja y madura, perfilando a un director que no llegó a despuntar tanto como apuntaba en sus primeras obras y que en la televisión («El día de mañana») está aprovechando una nueva oportunidad.
«Torrente, el brazo tonto de la ley»
Santiago Segura (1998)
Por mucho que hoy esté totalmente devaluada a nivel popular, por mucho que sea ahora imposiblemente incorrecta, no podemos dejar pasar en este recuerdo a «Torrente». La primera entrega de esta cinta se convirtió en su día en la cinta más taquillera del cine español, creando además un personaje totalmente extra-ordinario. Es verdad que la saga perpetrada por Santiago Segura fue perdiendo inspiración de forma casi inmediata, pero desde aquí somos varios los que reivindicamos esta primera entrega como un gran ejemplo del esperpento tan típico de este país.
«Los amantes del Círculo Polar»
Julio Medem (1998)
Vamos a jugar a poner después de «Torrente» una cinta que podría ser su antítesis, estrenada el mismo año, haciendo que esto sirva de ejemplo de la riqueza de forma e intenciones que se vivió en aquellos momentos en el cine español. Julio Medem logró llevar a su máxima expresión y a su máximo nivel su personalísimo estilo con «Los amantes del Círculo Polar». Es complicado que una propuesta tan poética pueda convertirse en popular, pero así fue gracias a un fascinante juego de espejos y sentimientos. Lamentablemente, como le pasó a otros compañeros de generación, poco a poco el cine de Medem fue anquilosándose y convirtiéndose casi en una caricatura de las cinco grandes películas con el que irrumpió en las pantallas («Vacas», «La ardilla roja», «Tierra», «Los amantes del Círculo Polar» y «Lucía y el sexo»).
«Hola, ¿estás sola?»
Icíar Bollaín (1995)
Otra cinta que supuso una bocanada de aire fresco fue el debut de Icíar Bollaín, «Hola, ¿estás sola?», una sencilla y sincera historia de amistad y aprendizaje. Además de una desbordante y casi debutante Candela Peña, la película estaba protagonizada por Silke, la actriz de moda de aquel año gracias a su presencia en este título, en la anteriormente mencionada «Tierra» y en «Tengo una casa», de Mónica Laguna. No tardó Icíar Bollaín en acometer historias más sociales y trascendentales, pero el descaro y desenfado de su ópera prima también logró conectar con buena parte de la juventud de la época.
«Airbag»
Juanma Bajo Ulloa (1997)
Uno de los grandes, grandísimos pelotazos del cine español en los años 90 fue sin duda «Airbag». Después de dos películas intimísimas y de cultísimo como «Alas de mariposa» y «La madre muerta», Juan Bajo Ulloa sorprendió a propios y extraños con una adrenalítica aventura que puso patas arriba el panorama cinematográfico patrio. «Airbag» consiguió inundar las salas con todo ese público que huía despavorido de ellas solo con ver un nombre español en su cartel, y lo hizo abrazando todas las cualidades de las películas que llegaban de Estados Unidos y que tanto gustaban por aquí: acción, gamberrismo, drogas, sexo y desenfreno. Y hasta aquí llegó la desconcertante carrera de Bajo Ulloa.
«Solas»
Benito Zambrano (1999)
En las antípodas de «Airbag» se encontraba «Solas», la ópera prima de Benito Zambrano que en 1999 sorprendió con un cine íntimo, minimalista y a flor de piel. Con el reconocimiento de los Goya y el Festival de Berlín, el mensaje y la denuncia de «Solas» están hoy más presentes que nunca, con el empoderamiento de la mujer frente al hombre y frente a las adversidades. Cine social que huía del panfleto y lograba tocar la fibra.
«Cosas que nunca te dije»
Isabel Coixet (1996)
El cine español nunca estuvo tan cerca del cine independiente norteamericano como en «Cosas que nunca te dije», una preciosa historia que puso a Isabel Coixet en la primera plana de la cinematografía nacional. Con actores y escenarios estadounidenses, en el fondo la cinta hacía referencia a elementos tan universales como el amor, la soledad y la esperanza, todo con una mirada detallista y profunda. Otro ejemplo de la diversidad de estilos que eran posibles en esa época.
«La buena vida»
David Trueba (1996)
Siguiendo con el cine de autor, David Trueba debutó con una hermosísima historia de aprendizaje y de diálogos. Presentando a la pareja interpretativa formada por Lucía Jiménez y Fernando Ramallo, la pantalla la devoraba el veterano Luis Cuenca en cada una de sus apariciones. El paso por la adolescencia y las infinitas dudas que ella conlleva es un tema muy recurrente en el cine, pero la delicadeza, poesía e ironía de la que hacía gala «La buena vida» no es algo tan habitual.
«Nadie conoce a nadie»
Mateo Gil (1999)
Tomando la estela del enorme éxito que Alejandro Amenábar había conseguido con «Tesis» y «Abre los ojos», el guionista de estas, Mateo Gil, se adentró en la dirección con un thriller trepidante por las calles de Sevilla en plena Semana Santa. Con un cada vez más reconocido Eduardo Noriega como protagonista, «Nadie conoce a nadie» también contaba con rostros emergentes de la época como Jordi Mollà o Natalia Verbeke. El juego que proponía la cinta tenía alguna trampa pero realmente era muy adictivo.
«Mensaka»
Salvador García Ruiz (1998)
Después del gran éxito que supuso «Historias del Kronen» (de la que hablaremos más abajo), la segunda novela de José Ángel Mañas, «Mensaka», también fue llevada a la gran pantalla de la mano de Salvador García Ruiz. Las relaciones personales de una generación frustrada volvían a ser el punto de partida, en esta ocasión con unos personajes con algún año y algún derrumbe de más. La película se crecía en los momentos más emotivos y presentaba a un buen puñado de actores jóvenes, entre los que destacaban Lola Dueñas y Tristán Ulloa.
«El milagro de P. Tinto»
Javier Fesser (1998)
Para terminar el repaso a las películas más destacadas de los directores que emergieron en los 90, no podemos olvidar «El milagro de P. Tinto», la comedia surrealista con la que Javier Fesser debutó en el largometraje. La película era una delicia con un humor muy peculiar, en el que había que entrar, pero que si te atrapaba acababas enamorado de ella y de todos sus personajes. Visualmente no hay posibilidad de reproches, era de una imaginación desbordante.
II. los veteranos
«Jamón, jamón»
Bigas Luna (1992)
Si por algo se recuerda hoy «Jamón jamón» es porque en ella coincidieron por primera vez Penélope Cruz y Javier Bardem, posiblemente la pareja de actores más importante de la cinematografía española. Pero además del portento interpretativo de Cruz y Bardem, arrebatadores en su juventud, la cinta poseía muchas más cualidades, y esa mezcla de sexo y tradición patria, a veces rancia a veces pasional, significó para Bigas Luna su mayor éxito, por público y por definición de su mensaje.
«Historias del Kronen»
Montxo Armendáriz (1995)
A pesar de que Montxo Armendáriz ya era en 1995 un fogueado director, con «Historias del Kronen» supo reflejar (y llegar) como pocos a una generación desentendida, por la sociedad y por ellos mismos, desentendida en su acepción de ignorancia pero quizás también en la de poco comprendida. La llamada «Generación X» había quedado reflejada en el exitosísimo libro de José Ángel Mañas y su paso a la gran pantalla no decepcionó, dejando para el recuerdo un buen puñado de escenas tan sobrecogedoras como avergonzantes.
«Días contados»
Imanol Uribe (1994)
Anclado como estuvo el cine español durante muchos años en la comedia y en la cotidianidad, que por primera vez se tratara el tema de ETA levantó no pocas ampollas. Además, Imanol Uribe huyó del camino fácil y escapó de moralejas, censuras y denuncias, y en «Días contados» decidió reflejar el día a día de unos etarras, lo cual por momentos daba más escalofríos si cabe. La película arrasó en los premios Goya con 8 premios de 19 nominaciones, entre ellos el de Mejor Película, en una decisión tan arriesgada como justa.
«La buena estrella»
Ricardo Franco (1997)
No era Ricardo Franco un director especialmente reconocido a pesar de su larga trayectoria hasta que llegó el año 1997 y un extraordinario brote de inspiración le hizo moldear sin duda su obra maestra. «La buena estrella» era un torrente de emociones, una película lenta pero a flor de piel, de diálogos y sobre todo de miradas y gestos. Tal fue el estado de gracia de todos los elementos presentes en el proyecto que incluso un encorsetado Antonio Resines dio la sorpresa bordando un papelón dramático que le valió el Goya al Mejor Actor.
«Todo sobre mi madre»
Pedro Almodóvar (1999)
Poco se puede decir de Pedro Almodóvar que no se haya dicho ya y que no se hubiera dicho ya en 1999. Pero si eso era insuficiente para algunos, con «Todo sobre mi madre» terminó de convencer a los escépticos que quedaran. Sin perder un ápice de su poderío visual y de su destreza con los personajes (sí, especialmente con los femeninos), «Todo sobre mi madre» significó un paso más allá para el director manchego, entrando de pleno en su madurez absoluta y en su mejor momento profesional. La película arrasó en los Goya, se llevó el Oscar y el Globo de Oro a la Mejor película extranjera, triunfó en los César, en el Festival de Cannes, en el de San Sebastián y en medio mundo.
«Martín (Hache)»
Adolfo Aristarain (1997)
Esta coproducción hispano-argentina se convirtió en la película favorita de mucha gente en los últimos años de los 90 a pesar, o quizás por, su aspecto meramente teatral y el torrente de diálogos de los que hacía alarde. Y es que «Martín (Hache)», del argentino Adolfo Aristarain, resultaba casi un compendio filosófico sobre cómo afrontar la vida, en la juventud pero también en la más avanzada madurez. Los pocos actores que aparecían en pantalla estaban de sobresaliente, pero lo de Federico Luppi y Cecilia Roth era de enamorar.
«Amantes»
Vicente Aranda (1991)
En «Amantes», Vicente Aranda no proponía a priori nada lo suficientemente interesante o novedoso, una historia de amor en los tiempos de la postguerra. El bostezo que podía acompañar a esa historia se cortaba súbitamente gracias a la pasión, al erotismo y a la desesperación que transmitía el triángulo amoroso formado por Victoria Abril, Jorge Sanz y Maribel Verdú. Todavía habrá personas fantaseando con esa escena del pañuelo y otras emocionadas con su bello y trágico final.
«El abuelo»
José Luis Garci (1998)
Siendo uno de los habituales y más importantes directores de la Transición, José Luis Garci se plantó en un momento en que el su nombre era casi sinónimo de muchas zetas. Sin embargo, Garci todavía tenía en la recámara un último cartucho, «El abuelo», adaptación de la obra homónima de Benito Pérez Galdós, que fue unánimemente aplaudida y además nos regaló quizás la última gran interpretación de Fernando Fernán Gómez. Solo por verle y escucharle ya merecía la pena.
«Los peores años de nuestra vida»
Emilio Martínez Lázaro (1994)
Volvemos a la comedia, ese género indispensable en el cine español pero que, como hemos visto, en esta época no era ni mucho menos el predominante. Pero sí que se hicieron comedias de calidad y casi un seguro de comedia de calidad ha sido siempre Emilio Martínez Lázaro. Referente de la llamada ‘comedia madrileña’, con «Los peores años de nuestra vida» logró el equilibrio perfecto, las risas justas y el encanto necesario para brindar una comedia de altura. Gabino Diego, en algún momento presente en casi todas las películas españolas, bordaba su papel junto a una irresistible Ariadna Gil.
«El perro del hortelano»
Pilar Miró (1996)
Pilar Miró sorprendió a propios y extraños al plantarse en la segunda mitad de los años 90 con una adaptación de «El perro del hortelano», de Lope de Vega, respetando el lenguaje en verso. Lo que podía ser una osadía y una antiguaya, se convirtió en una maravilla de película que convirtió la gala de los Goya de 1997 en un precioso duelo entre el clasicismo de «El perro del hortelano» y los nuevos tiempos que representaba «Tesis». La cinta de Pilar Miró mantuvo perfectamente la cara al ganar los premios de Mejor Director y Mejor Actriz para Emma Suárez.
«La lengua de las mariposas»
José Luis Cuerda (1999)
Hay, o había, una broma recurrente según la cual las películas españolas iban de desnudos o de la Guerra Civil. Lógicamente, cuando bordeando el año 2000 un veterano como José Luis Cuerda anunció «La lengua de las mariposas», un film ambientado en la época de la Guerra Civil (o justo antes) y encima con un niño de protagonista, saltaron todas las alarmas. Pero cuando una cinta es buena, casi todo lo demás es únicamente contexto. Y si además se cuenta con un inspirado Fernando Fernán Gómez, la tarea resulta casi hasta sencilla.
«Todos a la cárcel»
Luis García Berlanga (1993)
Que alguien que en la década de los 60 ya había rodado alguna de las mayores obras maestras del cine (evito lo de «español» totalmente adrede) siguiera en los 90 en el tajo, ya era digno de alabar. Pero si además seguía mostrando en «Todos a la cárcel» una destreza envidiable para azotar a las élites y hacerlo con unas composiciones corales donde el caos estaba milimétricamente calculado para no devenir en desastre, se puede decir que Luis García Berlanga era aún en los años 90 uno de los grandes.
«¡Ay, Carmela!»
Carlos Saura (1990)
Realmente «¡Ay, Carmela!» no contaba con ninguno de los componentes que caracterizaron el cine español de los 90, ya que su temática, contexto, libreto e incluso actores eran justamente los necesarios para representar una nueva españolada. Carlos Saura supo darle la calidad necesaria a la cinta, lo que hizo que se convirtiera en una de las películas que más Goya ha obtenido nunca, 13 de un total de 15 nominaciones (solo superada años después por los 14 premios de «Mar adentro«).
«El amor perjudica seriamente la salud»
Manuel Gómez Pereira (1996)
Regresando al terreno de la comedia, Manuel Gómez Pereira es otro de esos clásicos directores que conocen el género a la perfección. Desde su debut con «Salsa rosa», fue cada vez puliendo más el estilo y ganando en contención y clase hasta llegar a su cima con «El amor perjudica seriamente la salud», donde mostraba la larga historia de amor de una pareja a través de muchas idas y venidas. Aunque en su madurez, con Ana Belén y Juanjo Puigcorbé, la cinta funcionaba, era en su primer tramo, con los jóvenes Penélope Cruz y Gabino Diego, cuando alcanzaba cotas extraordinarias.
«Belle Epoque»
Fernando Trueba (1992)
Y terminamos este repaso con «Belle Epoque», dirigida por Fernando Trueba y escrita por el legendario Rafael Azcona, una de las cintas más galardonadas del cine español (Oscar incluido). Además de la genialidad de Trueba tras la cámara, la película resultaba un formidable contraste entre jóvenes intérpretes como Penélope Cruz o Maribel Verdú y la veteranía de nombres como Fernando Fernán Gómez o Agustín González. Un ejemplo finalmente de cómo, en definitiva, un guion inspirado, un director hábil y unos actores con talento son suficientes para hacer buen cine, más allá de modas y fronteras.