‘Turistas’: Dos (muy brutos) en la carretera
Fans de las comedias negras e inusuales, ¡aquí tenéis vuestro estreno de la temporada! Si unas partículas de ‘Bonnie and Clyde’ y ‘Deliverance’ colisionaran con otras de la desenfadada ‘Zombies Party’, el Big Bang resultante sería algo muy parecido a ‘Turistas’, la tercera película del, para mi desconocido pero considerado de culto, director británico Ben Wheatley, todo un soplo de aire fresco para el género.
Las primeros momentos del filme engañan. Los personajes, dos desheredados con presumibles traumas infantiles que inician su primer viaje como pareja y la castradora madre de la chica parecen sacados de cualquier película de Mike Leigh. Pero pronto comprobamos que, lejos de estar ante un profundo drama social, hemos topado con una corrosiva comedia (inmejorable gag inicial el del perro, absolutamente desaconsejado para amorosos poseedores de canes), que nos hará estallar en carcajadas ante las peculiaridades de dos ‘freaks’ de tomo y lomo y su no menos extraño ‘planning’ turístico por Inglaterra (el Museo del Tranvía y el del Lápiz no figuran entre los 10 destinos más ‘hipsters’ de la temporada precisamente).
Pero aquí no acaban las sorpresas, porque la ‘road movie’ que protagonizan estos ‘tortolitos’ con su coche con cutre-caravana se presenta llena de curvas. Tras una muy cómica primera parada en un cámping (con un agradecido homenaje-parodia a ‘Apocalypse Now incluido), un brusco asesinato, no exento de tintes ‘gore’ que Wheatley podría pero no le da la real gana evitar, cambia radicalmente el tono del filme. El humor no deja de estar presente, pero comienza a venir teñido de matices mucho más oscuros. Si Tarantino se quedó a gusto reinventando la Historia en las vengativas ‘Malditos Bastardos’ y ‘Django desencadenado’, ‘Turistas’ exhibe un similar ánimo justiciero ante los (artificialmente) místicos, los banales, los altivos, en definitiva, ante los elementos característicos de una sociedad capaz de desplazar sin miramientos a la cuneta de la vida a los más débiles, a los que, como nuestra pareja protagonista, se ven obligados a tomar carreteras secundarias.
Hasta este momento, mediada la película, la sensación es magnífica. Wheatley sabe sacar partido de incómodas situaciones cotidianas elevadas al absurdo pero sin que dejen de funcionar como un certero espejo de nuestro modo de relacionarnos, equilibrando adecuadamente la sana evasión humorística con la dura y original radiografía social, apoyándose en dos actores (y autores del guión) tan adecuados como inspirados, sobre todo esa Alice Lowe, a la que parece que no vamos a dejar de ver en los próximos años. Sin embargo, llega un momento en el que la inspiración desciende considerablemente, acumulándose escenas reiterativas y prescindibles en un nuevo volantazo que nos adentra en una intriga criminal muy ‘sui generis’ y en un análisis de las siempre presentes dificultades de una relación amorosa no tan idílica como parecía entre la pareja.
Una lástima, puesto que ‘Turistas’ recobra en su último tramo la garra cómica del comienzo con la aparición de otro personaje indescriptible y todo ello lo remata con un epílogo tan antiépico como sorprendente y coherente con el espíritu del filme. Una lástima digo, ya que podríamos estar ante todo un clásico ‘underground’ y la cosa se queda únicamente en una agradable sorpresa, especialmente indicada para esos días ‘antisociales’ que todos tenemos más pronto o más tarde…y mucho más en estos tiempos que nos ha tocado vivir.