“Django desencadenado”, un clásico instantáneo
¿Recuerdan cuándo y dónde vieron por primera vez “Pulp Fiction”? ¿Les parece extraña la pregunta? Para mí, en una conversación sobre cine, la cuestión se me antoja tan pertinente como cuando alguien de repente saca el tema de dónde estabas o qué hacías ese día en el que sucedió aquello tan importante. Pues eso, mientras se lo piensan, yo responderé que la vi en algún momento de 1994, con 14 o 15 años, en el difunto Cine Novedades de Madrid, del que recuerdo que por algún extraño motivo al menos una de sus salas estaba cuesta arriba (¡¿?!). En verdad, ya con “Reservoir Dogs” ese loco cineasta nacido en Knoxville, Tennessee, había dado la campanada en todo el mundo, y llevábamos un par de años sin dejar de escuchar incesantemente el “Hooked on a Feeling” de Blue Swede (el mítico ‘hooka hooka hooka shaka’) debido precisamente al éxito de esa peli, pero lo cierto es que el gran público, sobre todo en España, conoció a Quentin Tarantino con “Pulp Fiction”. Después de eso ya se hizo pertinente ver su ópera prima, en mi caso en una cinta VHS y con una calidad que dejaba bastante que desear, pero recuerdo incluso que un buen colega se la llegó a comprar en Laserdisc (¡¡¡¿?!!!).
En el primer año de carrera, coincidiendo además con el estreno de “Jackie Brown”, un grupo de compañeros (con algunos de los cuáles aún mantengo la amistad, después de tantos años) decidimos hacer un trabajo sobre las dos primeras películas de Tarantino. El profesor, que además escribía críticas de cine para algunas revistas y diarios, nos dio el visto bueno aunque antes nos dejó bien claro que a él, como director, le parecía una soberana mierda. El trabajo nos quedó cojonudo, por cierto, pero todo esto venía para revisitar esa época en la que Tarantino era lo más ‘cool’ (aunque entonces decíamos ‘guay’), lo más moderno, lo más rompedor, lo más transgresor, en definitiva, lo más de lo más. Odiado y amado a partes iguales, despreciado y venerado en idénticas dosis, pero en ambos casos a lo grande. Y como suele pasar, salieron imitadores de debajo de las piedras. La gran mayoría no valían un pimiento, otros en cambio algo tenían y de hecho unos cuantos aún seguirán por ahí, pero la revolución ya se había producido y, reconozcámoslo, ya nada volvió a ser lo mismo. Tras una eterna espera de seis años, el cineasta regresó por todo lo alto con la doble, mortal y sublime “Kill Bill”, que aunque ya nos pilló un poco más mayores, a muchos nos noqueó igualmente. “Death Proof”, a pesar de que ahora parece que el propio director la repudia y se avergüenza de ella, no dejaba de ser un divertimento bastante simpático y estimable que nos permitió además aguantar la espera hasta la llegada de otra maravilla, “Malditos bastardos”. Su séptima u octava película (dejando de lado “Four Rooms” y dependiendo de si se considera “Kill Bill” una única obra o dos… yo soy de los primeros), “Django desencadenado”, se estrenó el pasado 18 de enero en España, pero lo hizo a finales de 2012 en Estados Unidos. 2012. 20 años después de “Reservoir Dogs”. Han pasado dos décadas desde su ópera prima y Quentin Tarantino, lógicamente, ha dejado de ser una novedad, un descubrimiento, una promesa, y se ha consolidado, con todos sus méritos, como un clásico. Bueno, en su caso, como un puto y jodido clásico. Y lo mejor de todo es que lo ha hecho sin dejar de ser lo más ‘cool’, lo más moderno, lo más rompedor, lo más transgresor, en definitiva, lo más de lo más.
Ir a ver una nueva película de Tarantino, para los fieles, es una fiesta. Ese es siempre un día grande, como el de una final de Champions, o incluso de Eurocopa o Mundial, como describió a la perfección mi ‘primo’ Pablo, con el que tuve el honor de asistir a la proyección. El tito Quentin, hablo para los que amamos su cine, difícilmente decepciona. Y además, ocurre un fenómeno curioso, y es que si juntas a una decena de sus fans en una habitación, es probable que muy pocos coincidan a la hora de defender cuál es su película favorita. Es probable que la balanza se incline hacia “Pulp Fiction”, pero habrá quien se decante por “Reservoir Dogs”, no faltarán los que digan que “Jackie Brown” es su mejor film, otros optarán, juntas o por separado, por “Kill Bill”, “Death Proof” probablemente sea ignorada y “Malditos bastardos” también tendrá sus adeptos. ¡Cuántos directores matarían por tener una filmografía que genera tan felices debates entre sus seguidores! ¿Dónde situamos, entonces, a la nueva y radiante “Django desencadenado”? Pues, en mi opinión, como una nueva genialidad, su enésima obra maestra, un clásico instantáneo, otro peliculón más con méritos más que suficientes para que algunos la elijan inmediatamente como su cinta favorita de Tarantino, mientras que otros igual no llegan a tanto pero difícilmente podrán dejar de amarla.
“Django desencadenado” tiene, en todo caso, algunas escenas memorables que entran a formar parte desde ya del particular y cada vez más extenso ‘Greatest Hits’ del director. Y si en “Malditos bastardos” el más tarde oscarizado Christoph Waltz se adueñaba de la pantalla desde la secuencia inicial, erigiéndose de lejos en lo mejor de la función, en esta ocasión vuelve a suceder exactamente lo mismo. El alemán, con sólo dos filmes, se ha convertido en el nuevo actor fetiche de Tarantino, a la altura (casi) del mismísimo Samuel L. Jackson, y ciertamente por encima incluso de lo que en su día fueron Harvey Keitel o Tim Roth (lo de los dos Michael, Madsen y Parks, es otro rollo). Waltz puede agradecerle a Tarantino que éste le haya regalado dos de los mejores personajes de su filmografía, y el director a su vez al intérprete que los haya hecho inmortales. Hans Landa y el doctor King Schultz, dos nombres para la historia. En parte gracias a Waltz, la primera hora de “Django desencadenado” es sublime, perfecta. Posiblemente, para quien esto escribe, los mejores 60 minutos filmados por Tarantino, o no, qué más da, si hasta Don Johnson está inmenso. El mítico Sonny Crockett protagoniza, codo con codo con el joven Jonah Hill, una escena que al parecer fue rodada y añadida a última hora y aún así tiene todas las papeletas para convertirse en la mejor del año. En la más divertida seguro.
¿Acaso el film, más allá de esa primera hora inicial, se viene abajo? Para mí, en absoluto, pero al menos entre las cuatro personas que asistimos juntos al cine sí se abrió el debate. Es muy raro que yo no consulte previamente cuál es la duración de una película, pero esta vez se me olvidó por completo, quizás porque inconscientemente, tío, iba a ver una peli de Tarantino y todo lo demás me daba igual. El caso es que cuando después vi que había durado 165 minutos, es decir, dos horazas y tres cuartos, siendo así la más larga de toda su producción, me quedé sorprendidísimo. A mí se me pasó en un suspiro, aunque alguno de mis acompañantes sí acusó un tanto su tramo final. Pero volviendo a esa barrera de la primera hora de metraje, llegado a ese punto la película claramente abre un nuevo capítulo, pese a no estar estructurada esta vez de esa forma, como casi todo el resto del cine de Tarantino. De hecho creo que es su primer film con una estructura narrativa convencional, lineal, sin apenas saltos en el tiempo. El villano interpretado por Leonardo DiCaprio, Calvin Candie, hace entonces su aparición. La ‘musa’ de Scorsese (que, cuenta la leyenda, era el gran deseado por el director para encarnar al Landa de “Malditos bastardos”) y Tarantino se llevaron, parece ser, a matar durante todo el rodaje, pero poco importa cuando la estrella se luce como nunca y nos acaba entregando uno de los mejores roles de su carrera, y probablemente el más inquietante, oscuro y perverso.. No mucho después irrumpirá también en escena el Stephen interpretado por Samuel L. Jackson, uno de los personajes más polémicos salidos de la imaginación del cineasta, que más incomodidad provocará en ciertos sectores (¿verdad, amigo Spike Lee?) y más ríos de tinta hará correr, seguro. Como no podía ser de otra forma, Jackson está soberbio y además su rol impulsa al film, sin querer desvelar nada, a otro nivel.
Curiosamente, cuando todos ya han hecho acto de presencia, incluidos esos carismáticos secundarios encarnados por nuestro admirado Walton Goggins (en un rol del que se cayeron primero Kevin Costner y luego Kurt Russell) o James Remar (el papá de “Dexter”), y todas las cartas están ya sobre la mesa, es cuando más se nota que Waltz eclipsa al que en teoría debería ser la estrella del show: el Django de un esforzado Jamie Foxx. Al ganador de un Oscar por “Ray” tampoco podemos reprocharle nada, le echa un buen par de pelotas para defender su personaje (también a la hora de promocionar la película, les recomiendo que no se pierdan esta impagable entrevista) y hay que reconocer que, cuando llega la hora de la verdad, no duda en dar un paso al frente y asumir el mando de forma convincente. Su problema es, básicamente, que debe permanecer durante buena parte del film al lado de ese huracán llamado Christoph Waltz. En cualquier caso, yo no dudo en darle la razón al propio actor y me felicito porque, en realidad poco importan los motivos, le hayamos visto a él y no al inicialmente previsto Will Smith en la piel del negro pistolero.
Y sí, “Django desencadenado” es un ‘spaghetti western’, pero igual que había mucho, muchísimo de este género en todas sus obras anteriores, sobre todo en “Kill Bill” y “Malditos bastardos”, también encontramos numerosísimos elementos de toda su filmografía previa salpicando cada fotograma de esta última cinta. Qué demonios, sí me dejáis decidir a mí qué género adjudicarle, yo casi preferiría decir que es, simple y llanamente, una película de Tarantino. Y punto. Él ya es un género en sí mismo. Empezando por esa anacrónica banda sonora marca de la casa en la que vuelve a caber casi todo, aunque esta vez el cineasta vampirice sin vergüenza, más que nunca, a dos estrellas del ‘spaguetti western’ como Ennio Morricone y Luis Bacalov… nada que no lleve años haciendo, echen un vistazo a sus últimos ‘soundtracks’ y lo comprueban. La vampirización, que es la razón de ser del cine de Tarantino, continúa a todos los niveles y ya alcanza incluso a su propia filmografía. “Django desencadenado” es por momentos más irreverente y tiene diálogos más frescos que “Reservoir Dogs” o “Pulp Fiction”, es más ‘negroide’ que “Jackie Brown” (y no sólo por el reiteradísimo uso de la palabra ‘nigger’), más salvaje que “Kill Bill” (sus orgías de sangre rozan el ‘gore’… o van más allá) y más angustiosa que “Malditos bastardos” (esa cena, postre incluido, en ‘Candyland’ rivaliza en tensión con el arranque de su anterior film, o con la ya legendaria escena en la cantina). Estaríamos, por tanto, ante algo así como un ‘Tarantino Reloaded’. Tarantino en estado de gracia. Tarantino con viento de cara. Tarantino en su salsa. Tarantino corregido y aumentado. Tarantino desencadenadísimo. Puto Tarantino. Has vuelto a hacerlo.
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Qué pena, Rodrax, no haber asistido a esa proyección y no haber podido contribuir a ese (supongo) interesante debate posterior. A mi incluyeme entre los que les agota un tanto tanta duración (sobre todo, en esa media hora hora final ya tan alejada del momento cumbre de la función). Me gusta mucho esa primera parte (ese Dr.Schultz entra ya a la galería de mejores personajes de Tarantino) y, sobre todo, esa inesperada escena humorística que a mi me ha recordado tanto a los Monty Phyton. Jamie Foxx me parece muy adecuado (mucho más que un actor muy inferior a él como Will Smith) pero tiene mucho menos personaje que Waltz, es más un símbolo y apenas tiene recorrido dramático y creo que, en ese sentido, Foxx está muy bien, aunque claro, no puede admitir la comparación con el austriacos. y De Caprio, muy bien y muy suelto. En definitiva, connsidero a ‘Django desencadenado’ como una nueva gran película de Tarantino, aunque a mi me parece inferior a las que considero sus obras maestras (por este orden ‘Pulp Fiction’, ‘Reservoir Dogs’ y ‘Malditos bastardos’) y de ‘Jackie Brown’ y la pongo en un nivel parecido a ‘Kill Bill’. No es mi Tarantino favorito, pero sigue siendo único!
Tarantino es un buen contador de historias y crea personajes inolvidables. Nosotros, españoles, europeos,… vemos la peli y podemos calificarla de spagetti western, una película dura y descarnada. Los americanos ven en ella su historia, no reciente pero tampoco tan lejana, y algunos no soportan que les recuerden su pasado.
Waltz se me parere un monton a cheyene en Once upon a time inthe west, no??? http://gustin-bick.blogspot.com.es/2009/09/jason-robards.html, ¿ultra casuality?
curioso que en la escena de la cantina ya se trate el tema de la esclavitud (con la comparicón king kong vs. esclavos)
alaaa muy buena critica
Joder, Rodrax, tú sí q lo has vuelto a hacer: has escrito mis pensamientos. Para empezar, en lo de q, para los «fanes», ir a ver «la nueva de Tarantino» es una fiesta. Varias veces, durante la peli, pensé en q me sentía como si Tarantino hubiese rodado para sus amiguetes y yo fuese uno de ellos. De hecho, los auténticos fanes le solemos llamar Quentin.
Poco tengo q añadir a tu post, peeeeroooo… Primero, DiCaprio sigue sin convencerme. Dentro de mi fe absoluta a Quentin y su extraordinario don para dirigir actores, pensé q obraría un milagro con él, pero no me dijo gran cosa, aunque creo q escogió muy bien al actor para encarnar a un villano q no es malo por pura maldad (como Lansa, q era un bicho de nacimiento), sino por ser tonto del culo.
Jaime Foxx está genial. No le puedo poner «peros». Pero (jeje) tienes toda la razón: el tener q lidiar con Waltz le perjudica enormemente, porque Waltz… es el puto amo. No sé de dónde se lo sacó Tarantino, pero aquí han tenido que dejar solo a Foxx en la parte final de la peli y titular la película «DJANGO desencadenado» para q sepamos q el protagonista es él.
Y Samuel L. Jackson… El tío ha venido a hacer una película con su amigo Quentin y a pasárselo bomba. Ése sí q es fan…
Por otro lado, tengo q decir que a mi la peli sí q se me hizo larga en ocasiones. Tarantino se ha marcado un Kill Bill de casi tres horas y esta vez nadie se atrevió a decirle q la partiese en dos. Supongo q hubiese sido un canteo… Pero, desde q aparece DiCaprio, hay un pequeño bajón. Y la escena de la cena en la plantación no logra la tensión de la de la cantina de Malditos Bastardos ni de lejos. Pero bueno, se la cambio por la matanza a ritmo de hip hip.
La verdad es q los Bastardos me gustaron más, tengo q admitirlo. Y, por cierto, Brad Pitt hubiese sido un excelente Calvin Candie. Y aún así, bien por Quentin y por su Django. Ya empiezo a esperar su próxima película, q no será Kill Bill 3, ya lo veréis…
Ahora, querido Rodrax, tengo q hacer una corrección: Hooked on a feeling, aunque así nos gustaría, no se hizo famosa por Reservoir Dogs, sino porque salió en un anuncio de El Corte Inglés. Es la triste realidad.
Y otra corrección (pequeñita, un poco puntillosa, lo confieso): aunque Waltz tiene doble nacionalidad, es austríaco. No es q me las dé de haber visto King Kong del 33; es sólo que, tras ver Django, estuve curioseando por IMDB y me fijé en q era nacido en Viena.
Y eso es to, eso es to, eso es todo, amigos! Un beso a los tres ocupantes del Cadillac.
PD: cuando ha aparecido Tarantino no os daba la impresión de que era Joaquín Reyes caracterizado para La Hora Chanante? A mi sí.
En líneas generales lo que dice Lamu vale también para mí. Añadiría que Django es una gran película pero una decepción dentro de la filmografía de Tarantino. Supone un involución en su estilo, una vuelta atrás que nos lleva a los años de Kill Bill porque, no nos engañemos, esto no es un western (John Ford que estás en los cielos…) ni siquiera es un spaguetti western, esto es Kill Bill en el puto estado de Mississipi. Desde Jackie Brown, siguiendo con Kill Bill 1 y 2 hasta llegar a su mejor obra, Malditos bastardos, Tarantino había sufrido la lógica evolución de todo director (de todo ser humano) Tarantino se había librado de movimientos de cámara innecesarios, planos demasiado cortos, abuso de un montaje acelerado y, sobre todo, de las gilipolleces que integran la mayor parte de los diálogos de Pulp Fiction y Reservoir Dogs. Sus diálogos son parecidos por estilo pero maduran en contenido a lo largo de los años.
Django es además larga, se recrea innecesariamente en secuencias que se alargan demasiado y tiene el problema de un invitado sorpresa: Waltz, que se convierte en el protagonista de la cinta perjudicando gravemente el final de la cinta.
Me gustó Django, me gustó mucho de hecho pero no comparto la ilusión fanática de Rodrigo y creo que es un paso atrás de Tarantino. Aunque seguramente a él le toca los cojones. Al fin y al cabo, Taantino hace las películas que quiere.
La próxima película de Quentin nos dirá si la fórmula alcanzó techo o si por el contrario puede seguir puliéndolase para dar obras mejores y más perfectas.
Por lo demás, un saludo a Ettore Messina.
Yeisi es amor.
Partiendo del hecho de que a Tarantino se le adora o casi todo lo contrario, pero nunca deja indiferente, coincido en gran parte con Jaycee en su visión de ‘Django’ y tampoco comparto ‘la ilusión fanática de Rodrigo’ (me ha encantado la frase), nunca he sido superfan de Quentin.
También a mí esta película me ha resultado una decepción, máxime cuando la anterior fue ‘Malditos bastardos’, en mi opinión su mejor película. ‘Django’ tiene momentos muy brillantes, visualmente espectaculares y muy ‘tarantinianos’, pero en otros es tan pesada y larga que estuve a punto de abandonar, con lo que no puedo decir que me gustara.
Sobre el plantel estelar, disiento sobre que Jamie Foxx esté perfecto, no consiguió transmitirme nada, ni compasión, ni rabia, ni empatía…nada. Sin embargo, creo que el trío de ‘secundarios’ -porque se supone que el otro es el protagonista- sí está magnífico: DiCaprio, desfasadísimo y divertidamente sobreactuado en el papel de sádico esclavista, un poco como Brad Pitt en el papel del ‘bastardo’ Aldo Raine; Waltz, en un personaje con similitudes a su ya famoso Coronel Landa, pero con un poderío escénico y un talento que casi se come al resto; y Jackson espléndido, quizás en el papel más contradictorio y provocador de todos.
Pero bueno, en fin, que más da. A pesar de todo, reconocido o criticado, Tarantino seguirá haciendo las películas que le dé la gana, suscitando debates apasionados y generando amores y odios. Ese es Tarantino.
Saludos a todos!