‘The Happiness Waltz’, la vuelta al redil de Josh Rouse
Erase una vez un joven cantautor estadounidense, concretamente establecido en Tenessee, llamado Josh Rouse que fue poco a poco sumando adeptos entre finales de los años noventa y principios del siglo con su pop sencillo y sensible, crecimiento que se fue plasmando poco a poco en discos como ‘Dressed up like Nebraska’ o ‘Under Cold Blue Stars’. Aquí en España los melómanos comunes le conocimos en 2003, coincidiendo con la salida de ‘1972’, un disco que pintaba irresistible con esa portada tan retro y que no engañaba: el resultado era un excelente muestrario de pop con aires a los setenta y con oportunos dejes negroides que cristalizaron en sus primeros clásicos indiscutibles: las irresistibles ‘Love Vibration’ y ‘Comeback (Light Therapy)’. Sin embargo, pocos podíamos prever lo que se nos avecinaba dos años después con ‘Nashville’, todo un clásico para la posteridad, una exhibición de talento en un disco tan bonito como conciso y perfecto para relajarnos en noches de insomnio (y hablo por propia experiencia). Temas como ‘It’s the Nightime’, ‘Streelights’, ‘Caroliña’ o ‘Sad Eyes’ confirmaban a Rouse como uno de los grandes autores de pop del momento, quizá solo comparable al inefable Ron Sexmith. Todo parecía preparado para que nuestro protagonista se coronara definitivamente con su siguiente trabajo.
Sin embargo, Rouse conoció la felicidad en el cuerpo (y alma) de una española, que le trajo a vivir a nuestro país, concretamente a Altea (Alicante), y nuestro hombre se relajó. ‘Subtítulo’ era un buen disco, incluyendo su mayor ‘hit’ hasta el momento, esa ‘Quiet Town’ omnipresente en anuncios publicitarios o en películas como ‘Primos’, pero ni mucho menos al nivel que sus fans esperábamos. Conforme se asentaba en terreno ibérico, Rouse dejó de lado la ambición de convertirse en una estrella y la tensión en su música para instalarse en un tono buenrollista, con cada vez más influencia de la bossanova y otras músicas tropicales. De esta manera, y exceptuando otro gran disco como ‘Country Mouse City House’ (2007), el estadounidense se inmiscuyó en proyectos cada vez más modestos, como el que protagonizó con su pareja Paz Suay. Un servidor, que seguía teníéndole un considerable aprecio, llegó a adquirir ‘El Turista’, un disco curioso, absolutamente relajado, que llegaba a recordar al Jonathan Ritchman más desatado, ése que sacaba temas ‘chapurreados’ en su gracioso castellano. Es fácil deducir que uno ya había dejado prácticamente de lado a ese cantautor que una vez le había maravillado, cuando, de repente, se topó en pleno 2013 con unas cuantas críticas muy elogiosas de fiables autores sobre el nuevo álbum de Rouse, ‘The Happiness Waltz’. Es fácil deducir que uno, amante de los retornos gloriosos inesperados, se lanzó raudo a por el disco para comprobar si las alabanzas eran merecidas y si habíamos recuperado para la causa a nuestro pequeño gran hombre.
La inicial ‘Julie (Come out of the rain)’ parece confirmar todos los buenos augurios. Una canción bastante desnuda, que va al grano con una melodía preciosa, un perfecto estribillo y la cálida voz de Rouse por encima de una precisa pero bella instrumentación. Un clásico inmediato dentro de su carrera, que recuerda a la puntería de los temas de aquel fantástico ‘Rainy Day Music’ de The Jayhawks, si exceptuamos el toque country que siempre llevan consigo los de Minneapolis. Idéntico excelente sabor de boca deja ‘This Movie’s Way too long’, que podría ser recordada como el arquetipo perfecto del cancionero de Rouse: luminosidad, riff sencillo pero atractivo, de nuevo un gran estribillo y nos colocamos ya muy cerca del territorio que marcó en ‘Nashville’. Su habilidad para usar escasos pero perfectamente colocados arreglos -sin duda, la prueba de fuego de todo buen cantautor pop- se manifiesta en ‘A Lot like Magic’, una joyita aupada por una deliciosa sección de viento que, si viviéramos en un mundo perfecto, tendría todas las papeletas para ser un omnipresente ‘hit’ veraniego. Muy lejos de ese objetivo queda ‘The Ocean’, que muestra otra faceta de Rouse, la de las canciones lentas y acústicas que van subiendo de forma imperceptible hasta convertirse en imprescindibles para nuestros oídos.
El buen nivel, aunque bajando del pedestal de la excelencia de las antes mencionadas, se mantiene en canciones en las que predomina el carácter relajado y buenrollista de buena parte de su última producción: ‘Simple Pleasure’ es de esos temas repleto de buenas vibraciones, que no parecen gran cosa pero que te hacen balancear inconscientemente los pies; ‘Our Love’ homenajea a esa estirpe de cantautores setenteros (a mi me recuerda al Billy Joel primerizo) que, pese a contar terribles dramas en sus letras, te mecían alegremente con sus melodias: y ‘Start up a Family’ nos recuerda el amor de Rouse por la bossanova, un toque agradecido en un disco cuando no satura, como acontecía en ‘El Turista’.
El resto de canciones, lo que llamaríamos el fondo de armario, son, sin embargo, poco más que correctas- Agradables pero perfectamente olvidables, zambulliédote en un oasis de tranquilidad rayano en la modorra, adoleciendo un tanto de garra, circunstancia que, en un disco corto como el que estamos analizando, juega en contra de su valoración final y arruina el estatus de ‘gran obra’ al que parecía destinado, retrotraéndonos a los momentos menos memorables de la discografía del estadounidense.
»The Happiness Waltz’ no será recordado como una de las obras mayores de Josh Rouse, le falta cierta entidad para ello. Pero en el futuro puede que nos acordemos de él como una pieza fundacional de, ojalá, un futurible resurgir de tan talentoso cantautor. Por ahora, supone su vuelta al camino recto del que nunca se debería haber desviado. Esperemos que le funcione la brújula, nos jugamos muchos ratos de felicidad en ello.
Tu post, Alberto, me ha recordado lo bueno que era aquel «Nashville» y lo mucho que me enganché a uno de sus temas, «Winter in the Hamptons». Me parece curioso que ese disco sea de 2005, porque me da la sensación de que ha pasado muchísimo más tiempo, tanto que ya tenía muy olvidado a este buen artesano pop. A mí me dejó de interesar cuando empezó a adentrarse en sonidos mediterráneos y caribeños en discos tan relajados que parecían hechos únicamente para sí mismo. Por lo que nos cuentas, no termino de decidirme a probar con este «The happiness waltz». «Julie (come out of the rain)» es bonita, pero ese penúltimo párrafo en el que hablas de modorra, corrección olvidable y falta de garra me echa para atrás.
Hola, Jorge,me temo que tu visión de la carrera de Rouse es muy parecida a la de muchos que se engancharon a él mediada la pasada década. Quizá yo le haya seguido un poco más de cerca por mi especial predilección por él y le he acompañado en parte de su aventura ‘mediterránea’. Sin duda, te recomendaría que le echaras, al menos, una escucha. Hablo de corrección en algo menos de la mitad del disco, el resto es muy disfrutable para aquellos que, como es tu caso, disfrutaron con ‘Nashville’.
Un saludo, crack!
Yo creo que es un muy buen disco. No al nivel de 1972 ni Nashville pero cerca. Ilusiona que vuelva por sus fueros, le perdonamos todo, incluso lo de la paella. Un saludo!
Hola, Nokochan. Por lo que veo, coincidimos prácticamente al 100% en nuestras opiniones. Puntualizar que a mi me habría hecho mucha gracia un disco tan desinhibido y jovial como ‘El Turista’ como un excéntrico y divertido entretenimiento entre dos grandes discos, pero la verdad es que salió cuando ya llevaba un buen tiempo sin dejarnos un gran trabajo y eso es lo que más me decepcionó.
Un saludo!