…y “Juego de tronos” rozó la perfección (y la mediocridad)
(ALERTA SPOILER: Si a estas alturas no sabes cómo funciona esto, mal lo llevas. Prohibido leer si no has visto hasta “The Winds of Winter”, décimo y último capítulo de la sexta temporada de “Juego de tronos”)
¿No sé nos ha ido un poquito de las manos el fervor exacerbado hacia “Juego de tronos”? A ver, no me entendáis mal, pues esto además puede sonar muy raro cuando todos estamos aún maravillados por el apabullante final de traca que la serie nos ha endiñado en los últimos compases de su sexta temporada. No hablo tanto de la serie en sí misma como de todo lo que la rodea. Ni digo que no tengamos motivos para extasiarnos y pregonarlo cuando la ficción raya a su mejor nivel, como ha sucedido este año, ni a indignarnos y desahogarnos cuando nos muestra su peor cara, como también hemos visto, en bastantes ocasiones, a lo largo de estos diez últimos episodios. Me refiero al excesivo, por momentos insoportable ruido mediático que genera. En los últimos meses, no ha habido un solo día que no nos hayamos topado con diez, quince ¿noticias? en torno a la serie, a cual más estúpida y absurda. Titulares tipo «Carice van Houten pasa un fin de semana en familia en Aspen… ¡en la nieve! Se disparan los rumores» o «Una pareja de Villafranca de los Osos discute y él le suelta… ¡un spoiler de “Juego de tronos”! ¡¡¡Increíble!!!». No, en serio, nos hemos pasado. Como también hemos sacado de quicio, precisamente, lo de los dichosos spoilers, tanto por un extremo como por el otro. Se te ocurre escribir «Pues a mí me ha gustado mucho el último capítulo de “Juego de tronos”» y habrá quien se te lance enrabietado a la yugular al grito de «¡¡Spoiler!! ¡¡¡Avisa antes!!!». Vamos a ver, un poquito de tranquilidad. Luego, en el lado contrario, están los que te cascan en redes un lunes a primera hora de la tarde, pocas horas después de su estreno en USA y antes de su emisión oficial en España, cosas como «¿Qué muerte te ha resultado más satisfactoria, la de Joffrey o la de Ramsay?», acompañado de sendas fotos del rostro morado del joven rey Lannister, perdón, Baratheon, y de uno de los perritos del bastardo Bolton a un centímetro del rostro de su querido amo… Hay cosas que no se hacen, coño. Eso no. Pero al grano. La explicación de todo esto es muy sencilla: “Juego de tronos” es mucho más que una serie, es un fenómeno social y mediático sin precedentes. Pero algunos, en realidad, sólo buscamos disfrutar de un buen capítulo cada semana y comentarlo, por qué no, con pasión pero sin fanatismos, y eso de habernos tirado dos meses y medio esquivando filtraciones, patochadas y rencillas no diría que ha enturbiado la experiencia, pero sí ha resultado un tanto cansado y estresante.
Que no parezca que estoy renegando en ningún momento de la serie. En este blog, en el que no hacemos reseñas semanales, hemos hablado de “Juego de tronos” casi más que de ninguna otra cosa. Éste es el décimo post que le dedicamos, y el noveno que escribe un servidor. Así que sí, por aquí somos fieles seguidores de la joya de la corona de HBO, aguardamos expectantes la llegada de cada nueva temporada, la disfrutamos a lo grande durante su emisión, a pesar de los pesares, y es inevitable que nos aflijamos cada vez que (¡y qué rápido pasa el tiempo!) vuelve a cerrar el telón para no reabrirlo hasta casi diez meses más tarde. Y si es precisamente tras una finale cuando nuestras emociones suelen estar más a flor de piel, no resulta nada descabellado afirmar que, tras la dupla “Battle of the Bastards”/“The Winds of Winter”, todos o casi todos nos hemos quedado con la sensación de que esta sexta temporada es lo más excelso que han hecho David Benioff y D. B. Weiss desde su estreno allá por 2011. Y tampoco ha sido así. Conviene tener memoria, más allá de estas dos últimas semanas, y no pasar por alto que, como decía más arriba, “Juego de tronos” puede habernos regalado sus momentos más sobresalientes, pero también muchos, demasiados, minutos insustanciales, cuando no directamente sonrojantes.
En realidad, tres capitulazos (pues incluyo también “The Door”) de diez no debería ser un balance general para tirar cohetes, sobre todo porque entre los siete restantes nos encontraríamos también con algunos de los episodios más flojos en la historia de “Juego de tronos”, pero es que… maldita sea, es que esos tres capitulazos podrían entrar perfectamente en el Top 5 de la serie, y eso son palabras mayores. Y el hecho de que la perfección se haya rozado en esas dos últimas horas que ya son historia de la televisión, y comprender que toda la temporada, de forma aún más evidente y para bien o para mal, se fue construyendo de cara a prepararnos tan orgiástico espectáculo, nos ha dejado con un sabor de boca insuperable. Además, las expectativas de cara al desenlace de la serie, que ya está casi confirmado será en dos tandas de siete episodios cada una, tampoco pueden ser mejores. Yo confieso que, terminado el octavo capítulo, no tenía nada claro que esta temporada pudiese ser mejor que la quinta, y ésta a su vez ya me parecía de largo menos buena que las anteriores. Ahora en cambio creo que ser pacientes ha merecido, más que nunca, la pena, y la recompensa ha sido grandiosa. Y con eso me quedo. Tiempo tendremos, y mejor hacerlo dentro de un par de años, para elaborar rankings.
Esta sexta temporada llegaba precedida de un mayor hype que en anteriores ocasiones, y eso que estamos hablando de “Juego de tronos”, por dos motivos principales: el incierto destino de Jon Nieve y el hecho de que, salvo alguna trama que había quedado por ahí colgando, la serie había adelantado por fin a los libros, y por primera vez lectores y no lectores estábamos ya casi (nunca lo estaremos realmente) en igualdad de condiciones. Yo, muchos ya lo sabréis, pertenezco al segundo grupo. Así que lo que voy a decir probablemente me convierta en el blanco de las iras de muchos fanáticos de la saga literaria de George R. R. Martin, quizás merecidamente, pero ahí voy: si algo ha jugado en contra de “Juego de tronos”, la serie, especialmente este año, ha sido el exceso de tramas, personajes y situaciones, no todas ellas interesantes ni bien llevadas, y eso creo que puede ser una consecuencia directa de las novelas. Viéndolo ‘desde fuera’, pero habiendo leído o escuchado algunas cosas por ahí, da la sensación de que el bueno de Martin se ha metido en un carajal tan monumental que le está costando salir, ya sea porque no sabe muy bien cómo hacerlo o porque le está venciendo la pereza. Eso explicaría su lentitud, cada vez mayor y para desespero de sus seguidores, con los últimos volúmenes de la saga. Por mucho que el desenlace de la temporada (¿coincidirá más o menos con el de “Vientos de invierno?”) haya sido más que satisfactorio y el punto en el que nos han dejado sea apasionante, para llegar hasta aquí hemos dado muchas, muchísimas vueltas, y algunas intrigas se han estirado tanto que nuestra paciencia ha rozado el límite más veces de lo prudentemente conveniente. Lo dicho, si me merezco un capón por mi osadía, pues me lo dais, pero eso sí, siempre con educación y respeto.
Ya sea por ‘culpa’ de Martin o de Benioff y Weiss, en realidad me da lo mismo, lo que es innegable es que los personajes que más minutos de la basura han tenido en estas dos últimas temporadas, porque ya llueve sobre mojado, han sido Daenerys Targaryen, Tyrion Lannister y Arya Stark. Y resulta aún más grave cuando, por méritos propios, estuvieron en su día entre los más carismáticos y queridos por los espectadores. Vayamos por partes. Qué frustrante fue el arranque de temporada de la Madre de Dragones. Después de cinco años (televisivos) en los que se dedicó a conquistar ciudades y más ciudades, y supuestamente a ganar efectivos y apoyos en su empeño por lanzarse algún día al asalto del Trono de Hierro, ¿con qué nos encontramos? Pues con que estaba de vuelta donde al principio, con los Dothraki, y con que en realidad no parecía haber conquistado nada, pues su poder estaba más que en entredicho en todas y cada una de ‘sus’ ciudades. Cierto es que nuestra heroína, pues así la seguimos considerando, consiguió darle la vuelta a la tortilla y salir fortalecida, aunque para ello tuviese que recurrir a un truco que ya vimos en la finale de la primera temporada. Aunque por nosotros, que repita el truco las veces que quiera. Al final las piezas fueron encajando, nuevas alianzas, algunas inesperadas, se sumaron a su causa y, lo mejor de todo, los dragones por fin se lucieron en todo su esplendor. ¡Dracarys, copón! Hace ya unas cuantas semanas comenté que, si esta temporada no terminaba con Daenerys si no ya llegando, al menos embarcando rumbo a Poniente, me sentiría gravemente estafado. Por suerte mis plegarias fueron escuchadas. Ya era hora. No sé si siento más alivio y satisfacción porque tras seis largos años de espera finalmente la Khaleesi se unirá al juego de tronos, al de verdad, o por salir de una puta vez de la maldita Meereen.
Una Meereen por la que también ha vagado en pena el pobre Tyrion. El mismo (¿el mismo?) Tyrion que fue grande en Desembarco del Rey, hasta el punto de convertirse en la estrella más rutilante de la serie. Una estrella que ya se fue apagando el año pasado según se iba alejando de la que había sido su zona de confort, aunque la promesa de un encuentro con Daenerys lo justificaba porque pensábamos que juntos iban a depararnos, sí o sí, algunos de los momentos supremos de la serie. Pero no fue así, entre otras cosas porque muy pronto sus caminos volvieron a separarse. Ver en esta temporada al personaje que siempre tuvo las mejores tramas y frases, y al intérprete más deslumbrante de todo el reparto, matando el tiempo jugando al quinito o contando chistes sin gracia con Missandei y Gusano Gris, ha sido doloroso, muuuuuuy doloroso. Una vergüenza absoluta. De nuevo las cosas parecen haberse reconducido al final, ha compartido un par de buenas escenas con la Rompedora de Cadenas y presagiamos, y esta vez creemos no equivocarnos, que volverá a brillar más que nadie en la misión que le ha sido encomendada.
El trío calavera se completa en este 2016, como decía, con Arya Stark. Creo haber pillado que durante su estancia en Braavos y la Casa de Blanco y Negro la chica ha aprendido un montón, se ha endurecido y ahora tiene los talentos y recursos necesarios para hacer eso que todos esperamos que haga, pero sus aventuras, que de nuevo se han extendido durante dos largas temporadas, también han sido poco menos que una tortura. Aunque reconozco que hay muchas cosas que se me han escapado o no he entendido, empezando por ese Jaqen que al parecer no era Jaqen. Puede que no nos lo hayan contado bien, pero también es cierto que al final me importaba una mierda. Este año hemos visto a Arya ciega recibiendo palos durante dos capítulos, recibiendo más palos ya recuperada su visión durante otros dos, otros dos viendo una obra de teatro (aunque el personal lo haya flipado con estas representaciones)… Y su desenlace, con acuchillamiento fatal y recuperación milagrosa incluidos, ha sido la apoteosis del absurdo. Por eso su escena en “The Winds of Winter” ha sido una absoluta gozada. ¿Algunos protestan porque parece haberse teletransportado, que por cierto es una de las quejas más generalizadas este año con muchos personajes? Yo no me voy a fijar en esas chuminadas, viniendo de donde venimos, cuando por fin tenemos a Arya de vuelta. A la Arya que todos queremos y que ya no debería volver a abandonarnos.
Estos tres ejemplos son los más sangrantes porque, repito, eran tres nombres destinados a grandes cosas que se han tirado muchos capítulos haciendo el mongol. Pero otros tampoco han estado a la altura esta temporada. Sam y Gilly siempre nos caerán bien porque son muy bonicos, pero reconozcámoslo, a todos nos ha interesado bien poquito su periplo, aunque admito que puede haber sido necesario porque no es difícil imaginar que el futuro maestre de la Guardia de la Noche jugará un papel fundamental en la lucha decisiva contra los Caminantes Blancos, y todo pasará por esa fastuosa biblioteca a la que acaba de llegar. Tampoco situaría el asedio de Aguasdulces como lo más interesante del año, pero supongo que tenía que estar aquí al ser de las pocas tramas ya escritas por Martin que habían quedado pendientes. Un cara a cara muy chulo entre el Pez Negro y Jaime Lannister (que ya parece haber visto frenada definitivamente su progresión como personaje), el reencuentro más o menos emotivo entre precisamente Jaime y Brienne, y poco más. ¿Y las Islas del Hierro? Desde el punto de vista de los no lectores, aparece un tipo que no habíamos visto y del que no habíamos oído hablar en la vida, se carga a un rey al que apenas recordábamos, y se convierte de la noche a la mañana en un jugador importante en el juego de tronos. ¿En serio? Eso sí, al menos la asamblea de sucesión, con los Hijos del Hierro cambiando vehementemente de bando cada diez segundos, fue una de las escenas más divertidamente absurdas de la temporada. Aunque no creo que fuera esa su intención. Al menos, y aunque sea por una carambola, el resultado de todo este embrollo fue darle a Daenerys los barcos necesarios para emprender rumbo a Poniente. Y de paso, nos colaron un inesperado y también muy divertido rollo bollo entre Dany y Yara. Así que nos vale. ¿Y Dorne? Tengo entendido que allí se cuecen algunas de las tramas favoritas de muchos lectores, pero lo que es en la serie, es un auténtico bluff. Una breve aparición en el primer capítulo y otra en el último para también sumarse, de la mano de Olenna Tyrell y Varys mediante, a la causa de Daenerys. Pues vale. Una Olenna a la que también hemos echado bastante de menos, pero que tuvo tiempo de regalarnos un cara a cara con Cersei antológico. Ay, Cersei, luego vamos contigo, querida.
También ha reaparecido el Perro. Que ya se venía comentando. Y es que este año, no sé si para deleite o cabreo de la raza lectora, Benioff y Weiss se han encargado de ir confirmando muchos rumores y teorías de los fans que Martin llevaba años esquivando, cuando no directamente desmintiendo. ¿Significa esto que el orondo escritor tomará necesariamente el mismo camino en sus próximos libros? Ahora la gracia, al parecer, está en eso. Sea como sea, el Perro mola. Lo que también mola y no mola a su vez es que su capítulo de reaparición, “The Broken Man”, contase con la intervención estelar de Ian McShane. El puto mejor actor del mundo, con la puta mejor voz y el puto mejor personaje de la historia de la televisión, el Al Swearengen de “Deadwood”, en su currículum. Mola porque diez minutos de McShane son mucho, muchísimo, y no mola por eso, porque se quedaron en diez minutos sin posibilidad de continuidad. Otra de las estrellas invitadas de la temporada, Max von Sydow, gozó de más tiempo para lucirse, con apariciones en tres episodios, y vaya si se lució. También pasó antes de lo que hubiésemos deseado a mejor vida, pero ha dejado huella en el show. El tercer gran fichaje, en el extremo opuesto, sería el de la debutante Bella Ramsey dando vida a la pequeña Lyanna Mormont. La niña más cabrona y con más pelotas de todo Poniente ha sido uno de los hallazgos más felices del año.
Pero ahora vamos con lo bueno, bueno de verdad. Y empezamos con Bran, que regresó tras diez capítulos desaparecido, precisamente de la mano del Cuervo de Tres Ojos encarnado por Von Sydow. Aunque confieso que aquí también he andado algo perdido y que no habré entendido ni la mitad. Sin ir más lejos, tuve que documentarme por mi cuenta, con los riesgos que eso conlleva, para saber qué demonios eran esos seres que parecían haber salido de la nada. Que ya los vimos al final de la cuarta temporada, pero entonces los hicieron distintos, así que como para aclararse. Y no son cualquier cosa. Los Hijos del Bosque vienen a ser muy importantes, que incluso fueron ellos los que crearon a los Caminantes Blancos (¡otro spoiler de los libros!), aunque ahora van de buen rollo y quieren enmendar su error, así que volveremos a verles. Bran es otro que tendrá una importancia capital en el futuro, pero además en esta ocasión nos ha servido para introducirnos flash backs (y flash forwards, como veríamos más adelante) capitales para entender elementos clave de la historia. El más sonado, la confirmación de la teoría ‘R+L=J’, la más popular desde hace casi dos décadas entre los seguidores de “Canción de Hielo y Fuego”, y la más trascendente para el desenlace de la saga. Y antes nos habían traído de vuelta al tito Benjen. ¿Eso no es ensañarse con el pobre Martin? Pero lo que jamás olvidaremos será ese “The Door” que, justo en el ecuador de la temporada, nos rompió el corazón en mil pedazos. La revelación del origen del nombre de Hodor (la bondad más pura, desinteresada y verdadera encerrada en el corpachón de un gigante), que vino acompañada de su último y más heroico acto, hizo correr ríos y ríos de lágrimas. Y también de tinta y saliva porque, durante al menos una semana, no se escribió ni se habló de otra cosa más que del marrón que tenían que comerse los responsables de traducir eso. Menos mal que a algunos no nos afectan lo más mínimo esas cuestiones. Volviendo a lo importante, “The Door” nos hizo recuperar muy mucho la fe en una temporada que hasta entonces (y después volvió a las andadas) marchaba un tanto a medio gas. La HBO tuvo el buen ojo de encargarle la dirección del episodio a Jack Bender, el tipo que más y mejor ha sabido tratar los flash backs y los juegos temporales en televisión, como ya demostró en 38 episodios de “Perdidos”, entre ellos “La constante”. Con ese «Hold the door!» que ya siempre retumbará en nuestros corazones, volvió a bordarlo.
Saltamos a Desembarco del Rey, y aquí tengo el corazón un poco dividido. No voy a negar que la resolución de ese complejísimo follón en el que se encontraba enredada Cersei esté entre lo más memorable que hayamos visto jamás en “Juego de tronos”. Pero a mí siempre me ha sacado de quicio la trama del Gorrión Supremo y sus acólitos, más que nada porque nunca me la he creído. Que un tío aparezca (nuevamente) de la nada mediada la quinta temporada, sin que hasta ese momento hubiésemos visto una sola señal previa suya ni de su autoridad, que poco después arreste por sus huevos toreros a la Reina Madre (¡una Lannister!), la Reina actual y el heredero de una de las casas más poderosas de Poniente, y que no tenga a los diez minutos a tres ejércitos en la puerta de su casa capaces de aniquilarle en cinco, lo siento pero no me lo trago. Esto con Joffrey no hubiera pasado. El único consuelo es que la cosa tenía que resolverse de alguna forma y presagiábamos que no nos decepcionarían… y superaron todas las expectativas. Creo que todos coincidimos en su momento en que Margaery estaba tramando algo, y esperábamos que fuera ella la que salvase el día, pero nos quedaremos con la duda porque Cersei tenía otros planes. Una Cersei que ya venía humillada de la temporada pasada, y aquí se ha visto más acorralada y ninguneada que nunca. Y eso es lo peor que puedes hacerle a alguien como ella, así que su venganza ha sido atroz. El último golpe a la poquísima humanidad que podía quedarle, la pérdida de su último hijo, la ha convertido definitivamente en un monstruo y la ha sentado de rebote en el Trono de Hierro, bajo la mirada aterrada de su pueblo. Una combinación explosiva. Porque Cersei es, digámoslo ya, la mejor villana que ha tenido y podría tener la serie, así que es de justicia que sea ella la que deba enfrentarse a cara de perro con Daenerys.
No, ni Joffrey en su momento ni Ramsay Bolton, por mucho que nos hiciesen sufrir y deseásemos su muerte con cada resquicio de nuestra alma, le llegan como villanos a Cersei a la suela del zapato. Precisamente porque Cersei es la villana que queremos ver caer algún día, pero mejor que sea en el último episodio porque mola demasiado y queremos seguir disfrutando de sus tejemanejes y golpes maestros hasta el final. Con Joffrey y Ramsay, en cambio, sólo nos enseñaron locura y maldad infinita. No nos mostraron un solo segundo de ellos en los que no pareciesen empeñados en ser los más crueles, los más sádicos del Reino. Ambos actores estuvieron espléndidos, ahí ningún reproche, pero quizás también porque Ramsay llegó después, para mí la HBO se pasó de frenada con su personaje. Y con lo de echar a los perros a su madrastra y a su hermano recién nacido, por mucho que fuese una amenaza para su posición, creo que la cadena cruzó un límite que no debería haber sobrepasado. Podría haberlo hecho de otra forma, pues ya nos había quedado bien claro que era un hijo de puta abominable. Quizás ahora que uno es padre ya es incapaz de soportar según qué cosas. Pero el objetivo era situarle como el mayor y peor antagonista posible de la trama más importante del curso, y así lo hicieron. Una trama que se tomó su tiempo, hasta el capítulo dos, para supuestamente sorprendernos con el giro de guión menos sorprendente de la historia televisiva. ¡Jon Snow es resucitado por Melisandre! ¡¡Jamás me lo habría imaginado, ni una sola vez, en estos diez meses de espera!! Bueno, como ya contábamos con ello, lo importante no era ni el qué, ni el cómo, ni el cuándo, sino el para qué. Y ver a Jon libre de la carga de la Guardia de la Noche, legitimado para asumir ya desafíos mayores, el primero de ellos la reconquista de Invernalia, fue también una liberación para el espectador.
Tampoco es que la trama norteña fuese una fiesta continua, pues tuvo también sus momentos de bajón. Pero sus personajes sí han sido los grandes beneficiados de la temporada, con la excepción de esa Melisandre hundida en la miseria y vagando como alma en pena por la pantalla. Jon ya es, si quedaba alguna duda, el gran héroe junto a Daenerys de la historia. Suya es la “Canción de Hielo y Fuego”. Sansa ha salido reforzadísima, ya no queda ni rastro de la pánfila que recibía hasta del apuntador, y sí vemos en cambio a una contendiente ya de primer nivel por el juego de tronos. Y no puede tener mejor profesor, y a la larga rival, que el cabronazo de Meñique. A Davos le hemos cogido aún más cariño, y no le cuestionamos la facilidad y convicción con la que se ha cambiado de chaqueta. Y a Tormund es imposible no adorarle, cada minuto suyo en la pantalla es puro oro, y además su insospechado encoñamiento con Brienne nos dejó algunos de los momentos más hilarantes en lo que llevamos de 2016. Algunos preparativos fueron un poco tediosos, pero todo apuntaba a ese “Battle of the Bastards” que prometía ser grandioso, entre otras cosas porque era un capítulo 9 de temporada. Y así fue. Ya sabemos además que en tan señalado número las opciones de tener que despedirnos de un Stark suben como la espuma en las casas de apuestas. Esta vez la china le cayó a Rickon, ese pobre muchacho (ya todo un hombretón) que apenas abrió la boca en 14 episodios desde 2011. Un último consejo para el chaval: Rickon, criatura, ya sabemos que lamentablemente no tendrás otra oportunidad, pero si así fuese… ¡corre en zig zag, imbécil! En realidad, casi lloramos más la muerte de Wun Wun, y respiramos aliviados porque Davos y Tormund, que también tenían muchas papeletas, salvaran el culo.
Si la HBO atinó poniendo “The Door” en las manos de Bender, la elección para “Battle of the Bastards” y “The Winds of Winter” tampoco pudo ser más acertada: Miguel Sapochnik, que ya se doctoró con honores el año pasado en el también soberbio “Hardhome”, aquí casi ha acabado con todos los adjetivos elogiosos que pudiéramos dedicarle. Durante una semana la discusión giró en cuál era el mejor capítulo de la historia de la televisión, si “Battle of the Bastards” u “Ozymandias”, de “Breaking Bad”, ambos con un 10 en la cada vez más referencial IMDB. La controversia es absurda, sobre todo comparando cosas tan distintas, pero centrándonos en lo que toca, con el 6×09 la HBO logró una perfección visual, técnica y argumental (en lo emotivo) nunca antes vista. ¿La mejor batalla jamás filmada? Al menos en la pequeña pantalla, seguro, Pero su gran valor, para mí, es que consiguió todos los halagos unánimes del mundo siendo, además, el episodio más predecible de “Juego de tronos” (todo lo contrario que “Ozymandias”). No hay nada que no veamos venir, nada que no anticipemos, sucede exactamente lo que tiene que pasar cuando tiene que pasar… pero es la prodigiosa forma que tiene de contarlo la que hace que esto no juegue en su contra. Incluso diría que más bien todo lo opuesto, pues en verdad sucede (si exceptuamos las muertes citadas) aquello que queremos que suceda. Quizás por primera vez en eso fueron generosos con un espectador que termina el visionado inevitablemente con la misma sonrisa que luce Sansa en su rostro.
…y en esto que llega “The Winds of Winter” y se planta con otro 10 en IMDB. Y ya la cosa está clara. ¿La temporada ha sido irregular? Ya casi cuesta acordarse, pero si lo hacemos hasta eso tiene sentido: las cabezas, el tiempo y el dinero estaban puestos casi en exclusiva en una traca final que, al menos durante dos semanas, convirtieron a “Juego de tronos” en la mejor serie posible. Puede que en 2016 haya otros shows que acabarán exhibiendo un nivel medio más alto, pero ningún capítulo superará, y quizás tampoco lo haga ningún estreno en cines, esos 127 minutos finales filmados por Sapochnik y escritos por Benioff y Weiss. De nuevo, en la finale las piezas encajaron con cierta lógica, y no nos dejaron con la boca abierta tanto por sus imprevistos golpes de guión (aunque alguno sí hubo) como por lo maravillosamente bien que nos lo narraron. Un cuervo blanco anuncia en Invernalia la llegada del invierno, tras seis años escuchando ese machacón «Winter is coming», y no podemos evitar gritar «¡Por fin!» Porque, tal y como han dejado esta vez las fichas desplegadas por el tablero, ni siquiera es descabellado hacer una apuesta que en otro momento hubiese resultado más arriesgada: lo mejor, quizás, aún esté por llegar.
Estupenda reseña!! Concuerdo totalmente!! Yo he leido todos los libros y adhiero a lo que decis sobre Martin. Pienso que llego a un tope de tension brutal en Tormenta de Espadas, el tercer y cuarto libro de la saga, que coincide con la 3`y 4ta temporada de la serie. Despues de eso, cuando todos esperamos ansiosos que la historia empiece a tomar su camino de venganza o al menos de justicia para los Stark, Martin se dilata, agregando mas y mas personajes y la trama se hace interminable y para peor, inconclusa. Logicamente los tiempos en television son tiranos. Los productores tienen un negocio millonario entre manos que cuidar y necesitan tomar un camino corto y definido. Avistaron los protagonistas, sus tramas mas importantes y se saltearon todo lo demas. En algunos casos lo hicieron bien y en otros, muy mal. Pero como bien decis, esos 3 capitulos memorables de esta temporada, nos hacen olvidar de cualquier incoherencia y desear, que yaaaa, empiece la 7ma. Salud a la reina de las series!
Me parece un excelente comentario de esta temporada, hay cosas en las que estoy en desacuerdo pero eso no es lo que te quería decir.
Si te das cuenta cuando has escrito lo de la teoría que queríamos que fuera cierta has cometido un pequeño error al escribirlo, es: R+L=J y no R+J=L
Muchas gracias, Indi y Lidia, por vuestros comentarios y por la corrección. ¡Ya está arreglado!
excelente resumen de la temporada
La verdad he disfrutado cada oracón, cada párrafo y como ha de esperarse, he disfrutado de cada chiste en tan inmenso, pero contundente y ciertamente muy completo análisis de tan maravillosa obra televisiva.
Gracias y se esperan más como este…
Acabo de ver el último capítulo por 2º vez y la verdad que es para quitarse el sombrero y admirar la calidad intrínseca de una de las mejores series que se hayan hecho en TV, dudo que exista otra que la iguale en lo que respecta a presupuesto, dirección, actuación, casting, decorados, ambientación, rodaje mundial en paralelo, etc. Como grandes detalles de este último capítulo, caben destacar los siguientes: la banda sonora de los primeros 10 minutos, el ambiente envolvente, los decorados, el arco narrativo de todo los personajes que por fin se va cerrando en base a la extensa construcción capítulo por capítulo y el desarrollo de los mismos, el guión, la dirección, en otras palabras…impresionante. La verdad es que «Winds of winter» representa sin duda el mejor capítulo de GOT en todos los aspectos, estoy de acuerdo en la reseña de Rodrigo al afirmar que es cierto que todas las temporadas de GOT (al igual que en todas las series) existen luces y sombras en lo que respecta al conjunto global, sin embargo es cierto que «The Door», «Battle of the Bastards» y por supuesto «Winds of winter», son los 3 mejores capítulos de GOT en la historia de esta gran serie y se sitúan entre el top 10 (sin olvidarnos de la boda roja p.e.). Sin embargo mi mayor decepción en torno a esta temporada va con la historia de Bravoos y Arya Stark, creo que no se explotó lo suficiente y a pesar de que finalmente nos alegramos de que por fin Arya tenga ya el papel relevante vengativo que se merecen a marchas forzadas todos los enemigos de los Stark, considero que esa iniciación en las artes asesina, ha sido dilatada en exceso y además mal construida cuando se podía haber aprovechado mucho mejor (un maestro enseñando a un aprendiz p.e.). Sin embargo no ha sido así e incluso se ha cometido un error en mi opinión, según las propias normas de aquellos que son devotos del Dios de los mil rostros, te has de convertir en nadie para poder utilizar dicho poder y enmascare con el rostro de otros, sin embargo Arya si bien es cierto que acaba ganando a su némesis en singular combate sin luz, no deja de ser nadie, sigue siendo Arya Stark de Invernalia y además tiene el poder de utilizar los rostros, esto no tiene mucho sentido a menos que nos expliquen en la siguiente temporada que Jaqen H´ghar le dio como premio la capacidad de usar sólo un único rostro distinto al de ella. Del mismo modo, supone una laguna argumental importa el hecho de que Jaqen H´ghar se dejara capturar por los Lannisters en la segunda temporada y que al final fuera simplemente un mero mercenario, cuando parecía al menos y según nos explica el mismo en un capítulo que los hijos del Dios de mil rostros, fundaron la casa blanca y negra y la ciudad de Bravoos ya que eran esclavos y querían así combatir a los ricos opresores. Sin embargo al final no son más que unos mercenarios y asesinos tan «honorables» como el Perro o la Montaña, siendo además este dato el que hace que Arya deje de pertenecer a esta secta de asesinos y quiera seguir teniendo su identidad. En fin quizás existan muchas otras lagunas argumentarles en esta serie en general (que ocurre con el bastardo de Robert Baratheon) y más concretamente en esta temporada en particular (como los miembros de la hermandad sin estandarte y su inclusión tras más de 2 temporadas sin volver a salir) y otras que se irán despejando (el poder de Bran ahora que se ha convertido en el cuervo de 3 ojos y su relevancia real en el conflicto entre la humanidad y los caminantes blancos), pero sin duda hay que admitir que ha sido una gran temporada siendo para mi junto con la primera, la tercera y la cuarta las mejores de toda la serie en rasgos generales. El tiempo dirá evidentemente cuál es la mejor de todas y cuáles con los mejores capítulos hechos hasta la fecha en toda la serie, tras las más que ansiadas séptima y octava temporadas.
Para finalizar, simplemente quiero recalcar que ahora que por fin llegamos al tan ansiado final de esta gran serie, tengo cierto miedo en una cuestión estaremos ante una previsibilidad instaurada en estas dos próximas venideras temporadas en la que la séptima girará en torno a la toma definitiva del trono de Hierro por parte de Daenerys y la muerte de Cersei con el que asumo que será el reinado más corto de la serie y finalmente en la octava temporada viviremos una batalla estelar en el muro entre los caminantes blancos y todos los miembros de los 7 reinos y las ciudades libres en las que presumiblemente ganará la humanidad y comerán perdices y vivirán felices¿? espero que no la verdad, ya que en parte seria muy decepcionante tener dicho final tan previsible en una serie en donde la esencia de la misma han sido los constantes giros de guión y las muertes prematuras de personajes a los que considerabámos «protagonistas». En fin, veremos que pasa o si no, mucho me temo que haciendo un paralelismo con Breaking Bad como ha hecho Rodrigo (otra de las mejores series de la historia) al igual que la muerte de Walter y la vida destrizada de Jessy al iniciarse en el mundo de cocinar meta era un final previsible, me pregunto si evidentemente pasará lo mismo en GOT, ahora que parase que el círculo se va cerrando y se esta haciendo justicia con todos los personajes. Por ello que opináis mis queridos «seriéfilos» de GOT creéis también que la serie irá por estos derroteros tan previsibles¿?
Un saludo a todos y perdón por el largo post pero es lo que tiene GOT (sin pasiones fanáticas jajaja).
De esta sexta temporada, se libran solo 2 capítulos, lo demás es relleno puro y duro y eso al final acaba aburriendo. El capitulo de la batalla de Invernalia el mejor sin duda. Esta temporada ha sido mas «light». en términos generales.