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«Buscando a Dory»: encontrando la felicidad

01/07/2016

Buscando a Dory_cabecera

En mi caso, puedo decir que «Buscando a Nemo» fue la película que lo empezó todo en mi relación con Pixar. «Toy Story» y «Bichos» ya habían pasado por la cartelera cinco años atrás; pero no fue hasta que se estrenaron las aventuras de esos pequeños peces payaso, cuando cambiaría definitivamente mi actitud ante los títulos que llegarían desde el estudio comandado por John Lasseter, convirtiéndose durante muchos años en la vara con la que medir el resto de películas animadas; en el referente del género. Y no porque «Buscando a Nemo» consiguiese convertirse en la mejor película de animación (tampoco lo buscaba); sino porque abrió la senda a través de la cual las películas de animación de la compañía contarían historias profundas, difíciles, protagonizadas por personajes complejos, realizadas con el coraje e inteligencia necesaria para tratar temas tabú para toda su competencia y, por encima de todo, permitiendo que los adultos acudieran a ver una película de dibujos sabiendo que sería una experiencia enriquecedora para ambos espectadores, niños y mayores. Su historia estaba repleta de detalles que permitían divertir a los más pequeños y emocionar a los más veteranos; consiguiendo ser un título apreciado por todos ellos en similares proporciones. De alguna forma, «Buscando a Nemo» representa para Pixar el primer día de su madurez en el cine de animación, el título que inicia una asombrosa e interminable (r)evolución emocional en una compañía volcada en grandes y pequeños a partes iguales. Con «Buscando a Nemo» comenzaría también una de las más asombrosas rachas de Pixar, compuesta por «Los Increíbles«, «Ratatouille«, «Wall-E» y «Up«; aunque tiempo después también daría muestras de tener ciertos problemas con las precuelas y secuelas de algunos de sus éxitos (la saga «Toy Story» sería la excelente excepción, que confirmaría la regla).

10 años después de asombrar a propios y extraños con esas aventuras bajo el mar, Pixar anunciaba una (a priori) innecesaria secuela bajo el título «Buscando a Dory«. En ese momento, y tras cierta decepción con «Cars 2» y «Monstruos University«, se disparaban todas mis alarmas por el extraño intento de extender una historia ya conclusa (nunca sentí la necesidad de que la historia de Nemo necesitara una continuación, muy al contrario de lo que me sucede con «Los Increíbles», de la que llevo pidiendo una secuela desde el mismo momento que salí de la sala de cine). Con una de las principales reglas del cine dándome vueltas en la cabeza (‘si no vas a mejorar lo existente, no hagas una secuela‘), me preguntaba qué necesidad tenía Pixar de volver a uno de sus grandes referentes. Una secuela es algo, en teoría, sencillo. Basta con expandir el universo creado previamente y, al mismo tiempo, evolucionar a los personajes originales de una forma natural. Sin embargo, las escasas secuelas que recordamos con cariño demuestran que, en la práctica,  extender el legado de tu predecesor de forma efectiva es una tarea reservada a pocos elegidos. En el caso concreto de Pixar, estaríamos hablando principalmente de «Toy Story 2» y «Toy Story 3«…a la que ahora se suma con pleno derecho «Buscando a Dory», que logra enriquecer, profundizar, completar y (por momentos) superar a la historia que la originó.
Ahora sí podemos esperar con un sentimiento de confianza aún más férreo la oleada de secuelas que Pixar tiene preparada para nosotros en los próximos tres años, con la cuarta entrega de «Toy Story», la tercera de «Cars» y la segunda de «Los Increíbles».

Dory_Hank

Tras realizar dos magníficas películas originales («El viaje de Arlo» y «Del revés»), Pixar regresa para continuar una historia que estrenó en el 2003 y, una vez más, se mantiene fiel a sus costumbres convirtiendo a un personaje secundario en el protagonista de su secuela. Así, Dory cuenta ahora con la misma oportunidad de brillar que tuvieron en su momento Buzz Lightyear (Toy Story), Mike (Monstruos s.a.) o Mater (Cars). A diferencia de los dos títulos anteriores, «Buscando a Dory» opta por no continuar la técnica fotorrealista de «El viaje de Arlo» (eso lo deja para el maravilloso cortometraje «Piper» que precede a la exhibición de Dory), continuando el estilo de producción de «Buscando a Nemo» y tampoco contaremos con momentos emotivos tan intensos como los que alcanzaba «Del revés«, manteniendo una tendencia estable a lo largo de casi todo el film.

Dory_primerPlano

Teniendo en cuenta el panorama de secuelas y precuelas realizadas a todo trapo por Hollywood durante la última década, destacan aún más los trece años que Pixar se ha tomado para dar luz verde a la película que más dinero les ha reportado (a mucha distancia de su inmediato perseguidor, «Toy Story 3»); cuando seguramente otros muchos estudios ya estarían estrenando una aventura con los tataranietos de Nemo. Por el contrario, Pixar no sólo ha dedicado ese tiempo para elaborar la mejor historia posible; sino que ha sabido utilizar a su favor la larga espera, para revivir la añoranza de todos los que iniciamos aquella aventura subacuática en el 2003. Nuevamente, el estudio de Lasseter demuestra su habilidad para manejar ritmo y sentimientos; consiguiendo que la historia de un olvidadizo pez se convierta en uno de los más inolvidables títulos de Pixar.

Si en «Buscando a Nemo» conocíamos a un padre buscando desesperadamente a un hijo; en «Buscando a Dory» será una hija la que vaya en busca de sus padres.
La primera vez que la conocimos, Dory era básicamente un personaje cómico secundario; pero (a diferencia de Mater) aquellos momentos divertidos que aportaba en el 2003, ahora evolucionan para que niños y mayores conozcan los orígenes y consecuencias de esas pérdidas de memoria a corto plazo que tiene Dory. Con la sensibilidad y madurez a las que ya nos tiene acostumbrados Pixar, nos sumergiremos en el lado más trágico de su enfermedad. Una vez más, conoceremos la lágrima que se esconde tras la sonrisa.

Dory_memoria

Un año después de regresar de Australia, Nemo y Marlin, comparten su vida con Dory. Ella tiene habitualmente pequeños destellos de su pasado, pequeños flashbacks de sus padres, del lugar donde vivía, recuerdos de su infancia. Dory no recibe más que amor y cariño de todos los que la rodean; pero, al mismo tiempo, somos testigos de la dependencia y cuidados que Dory requiere; vagando en mitad de la noche llevada por sus recuerdos o evitando entre todos que Dory se quede a solas al cuidado de la guardería, a pesar de su entusiasmo por hacerlo. Paso a paso, Pixar nos lleva de la mano para conocer cómo es la vida con alguien que sufre algún tipo de desorden mental.
Será uno de esos momentos de lucidez sobre su pasado el que le aporte a Dory suficiente información para emprender la búsqueda de su familia, de sus orígenes. Mediante lo que podríamos llamar un proceso de ingeniería inversa, Dory irá recibiendo ayuda y más información de cuantos peces se crucen con ella a lo largo de su travesía.

Dory_running

Nuevamente, nos encontramos ante un viaje iniciático, aunque en este caso no tendremos que viajar hasta Australia; sino que nuestra meta será un acuario de California, concretamente al Instituto de Vida Marina de Morro Bay; donde toda clase de animales acuáticos son rescatados, curados y cuidados para su posterior liberación.
Si en «Buscando a Nemo» el principal mensaje era la pérdida de seres queridos y el sobreproteccionismo con el que cuidamos de nuestros hijos (privándoles en ocasiones de experimentar completamente la aventura que supone vivir); en «Buscando a Dory» Pixar nos zambulle en una aventura que nos enseñará a no dejar que nuestras limitaciones marquen nuestra vida. A aceptar, superar y encontrar la felicidad en la perfecta imperfección que somos cada uno de nosotros.

Dory_Destiny

Es una delicia para los sentidos contemplar una vez más la destreza con la que Pixar maneja, desde el corazón, la historia de unos personajes, los momentos de alegría y diversión que estos viven y el tratamiento de desordenes y enfermedades que sufren.
Donde hace 13 años todo eran risas por las divertidas situaciones que provocaban los despistes de Dory; ahora recibimos frecuentes disculpas por las consecuencias de sus olvidos, la ansiedad y culpabilidad que Dory siente cuando comprueba que (aunque no es capaz de recordarlos) sus actos tienen desagradables efectos en todos los seres a los que ama. «Buscando a Dory» deja notables huecos, entre la comedia y el apasionante viaje a California, para tratar con inusitada madurez el constante mensaje de fondo que inunda toda la película: no dejes que tus enfermedades definan la persona que eres, ni permitas que te impidan alcanzar aquello que quieras llegar a ser. Acéptalas como una parte de ti y aprende a vivir con ellas, sin renunciar a superarlas.
Mediante Ralph, el solitario pulpo que ha perdido un tentáculo, la ballena beluga Bailey que ha perdido su confianza en su sistema de ecolocalización, al tiburón ballena Destiny con miopía severa o esa gavia llamada Becky, con ciertos síntomas de autismo; Pixar refleja una sociedad imperfecta que es capaz de vivir en armonía los unos con los otros.
Pero «Buscando a Dory» va mucho más allá, describiendo la vida de los conviven con estos personajes que sufren ciertos desórdenes; mostrando la motivación constante y el ánimo de superación que inculcan en ellos, formando una valiosa parte de sus actos de superación y componiendo una relación de la que ambas partes tienen mucho que aprender los unos de los otros. Especialmente significativa es la escena en la que el pequeño Nemo se pregunta qué haría Dory en la misma situación; o la actitud de los padres de Dory que, aún separados de su hija desde hace años, nunca dejaron de creer en su pequeña. Confiaron siempre en la recuperación de su hija y nunca se cansaron de dejarla pistas que la permitieran encontrar el camino de regreso a su hogar.

Dory_osos_marinos

Título a título, Pixar ha ido abandonando también la idea de un mundo polarizado, centrando cada vez más su atención (y, por consiguiente, la nuestra) en las infinitas tonalidades de grises que dominan nuestra existencia; renunciando a hacer uso de personajes antagonistas. Si en «Del revés» los conflictos venían generados por la mala coordinación que tenían algunos de los sentimientos de Riley, sin que identificásemos a ninguno de ellos con el rol de villano de la función; en «El viaje de Arlo» los problemas llegaban al combinar las inseguridades del joven dinosaurio, con las inflexibles fuerzas de la naturaleza. En «Buscando a Dory» habría sido sencillo dibujar a un humano que concentrara todas las deleznables e irrespetuosas conductas que, aún hoy en día, contemplamos con aquellos a los que, erróneamente, algunos consideran débiles o distintos. Sin embargo, todas las personas que aparecen en el film muestran el lado más positivo y esperanzador de nuestra sociedad; aunque de fondo también se puede dar una segunda lectura y llegar a la conclusión de que algunos de los males que afectan a Destiny y a Bailey pudieran estar motivados por su vida en cautividad.

Al final, Dory consiguió poco a poco ir soltando la pesada carga que suponía su desorden mental y sus inseguridades. Decidida a recuperar su identidad, su familia, su hogar; sin importar lo duros que fueran los esfuerzos necesarios…encontrando a sus padres, recuperando su pasado y retornando a su hogar.

Afortunadamente, Dory también nos encontró a nosotros.

Sigue nadando

Young_Dory

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