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¡Nos vemos en los parques!

27/11/2017

Buenas noches, bienvenidos, hijos padres del rock ‘n roll, os saludan los aliados de las noches (en vela). Por estos lares algunos ya hemos cometido la temeridad de la procreación y hemos sufrido sus consecuencias. Quedan lejanos aquellos tiempos en los que fantaseábamos con llenar la cabecita de nuestro retoño con lo más selecto de nuestra discografía, imaginando tardes de otoño compartiendo sofá y clásicos del rock ‘n roll, atendiendo con sabiduría a las preguntas de unos incrédulos oídos ávidos de música y sedientos de un aprendizaje al cual su instruido progenitor acudiría dispuesto y leído. Incluso en sus más tempranos meses, cuando el pequeño apenas podía intuir lo que le depararía el mundo más allá de los barrotes de la cuna, seguimos insistiendo en nuestro empeño por cuidar esos recién nacidos y aún limpios tímpanos, seleccionando con esmero las tonadas que le acompañaran en las interminables (y benditas) horas de sueño diurno.

Y todo se estropeó cuando llegaron los Cantajuegos, rematando la faena los Disney de turno y peligrando ya nuestra paciencia en el momento en que los ritmos más «de moda» entraron en sus cabezas, previo paso por unas Violetas y Lunas (muy) prematuramente adolescentes. Porque muchos hemos pasado por eso y porque entre nosotros, abnegados padres, tenemos que ayudarnos, porque tal vez quede un resquicio de esperanza y porque quizás podamos echar un cable a recientes o futuros sufridores, vamos a intentar intuir un poco de luz en el complicado, ingrato y frustrante mundo de las canciones infantiles.

No vamos a caer en la típica cantinela de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Sí, es cierto que, años a, hubo un maravilloso rincón de imaginación y originalidad que fue «La Bola de Cristal», un espacio siempre reivindicable y añorado en el que artistas de la talla de Alaska, Santiago Auserón, Kiko Veneno o Loquillo dejaron su impronta de forma más o menos frecuente, como aquella legendaria apertura al son de «Abracadabra» o «No se ría», quizás la más recordada de todas las composiciones que pasaron por aquel inigualable programa. Pero no olvidemos tampoco cosas como Parchís, Torrebruno o Enrique y Ana, donde la intención de dar a los pequeños algo atractivo era directamente proporcional a la estatura de los oyentes. No, no creo que en este tema cualquier tiempo pasado fuera mejor, más bien todo lo contrario. En este momento se está viviendo un auge del ocio infantil gratamente importante y cada vez es más sencillo poder trazar con los vástagos actividades culturales para toda la familia al margen de los parques (la jungla) o los centros comerciales (el infierno). Los niños se han convertido en un filón para el mundo del espectáculo, y el mundo del espectáculo lo está aprovechando y, qué demonios, nosotros lo debemos celebrar. Quizás como paradigma o punta del iceberg de esta eclosión se encuentre el ciclo de conciertos Rock en Familia, una más que interesante iniciativa para llevar los clásicos del pop, el rock e incluso el heavy a los rapaces. Necesitados de expulsar su infinita energía de algún modo, qué mejor forma que hacerlo a través de AC/DC, Guns ‘n Roses, Queen o Michael Jackson, entre otros muchos. Además, cada vez son más numerosos los conciertos matinales de artistas consagrados, en un loable intento por extender su música e intentar llegar a toda la familia, y la familia lo celebra, ya sea para que disfruten los más pequeños o bien para que los mayores puedan al fin acudir a ese concierto sin necesidad de prescindir de (o empaquetar a) los niños.

Pero sin la necesidad de salir de casa con todo el equipo (ya sabemos lo que eso muchas veces conlleva), ese auge de nuevas intenciones en la música infantil se puede disfrutar también desde casa (¡bendito Spotify!). La primera recomendación, y esta va a ser fervorosa y seguro que infalible, son las ya legendarias nanas de Rockabye Baby!, un proyecto que comenzó recreando estos típicos arrullos con las más reconocidas melodías de bandas míticas como los Rolling Stones, Nirvana o U2. El éxito fue tal que los discos de Rockabye Baby! se han multiplicado exponencialmente y ya tienen versiones de casi cualquier artista e incluso les han salido numerosos imitadores o, siendo más benévolos, nombres que han utilizado esa misma fórmula para sacarse unos dineros. Por ahora la tarea es sencilla, el bebé no se queja de tu selección musical, la cual seguramente le ayude a relajarse o conciliar el sueño, e incluso posiblemente seas tú también quien se relaje e inevitablemente también se duerma bajo unas melodías en principio tan poco propicias para ello como las de «Break on through», «Should I stay or should I go» o «Livin’ on a prayer». Las complicaciones empezarán a llegar un poco más adelante, cuando los oídos de nuestro querido churumbel intenten ser invadidos por Elsas, Sirenitas y demás. Ahí es cuando ya no servirán unas simples canciones de cuna, ahí es cuando necesitamos ayuda.

Afortunadamente, hay un mínimo espacio para la esperanza. No te vamos a engañar, el remedio no es sencillo ni tiene una eficacia incontestable, pero se puede intentar. Una de las más recomendables propuestas para intentar que esos principiantes oídos se vayan empapando de algo parecido a sonidos rockeros sin perder los candorosos ganchos que lógicamente deben tener para captar su atención es Chumi Chuma, un proyecto nacido de Vetusta Morla. Un ejemplo de sus canciones se puede disfrutar en el vídeo aquí arriba insertado, temas con bases de pop y rock clásico interpretados profesionalmente con instrumentos de verdad (esto podría parecer una perogrullada, pero tú y yo sabemos que no lo es) para adornar unas letras sobre cosas como bailar, lavarse los dientes, bañarse o ir al colegio. Sin duda es una buena y divertida apuesta.

Otra propuesta algo más «sofisticada» y «adulta» (los entrecomillados son importantes) es Billy Boom Band, un grupo formado por dos excomponentes del grupo La Sonrisa de Julia en el que se insiste en buscar esa parcela común entre la música infantil y la adulta (esta vez sin comillas) con temas que es posible que a veces se pasen de edad pero que en otras ocasiones sí encuentran la medida justa, especialmente en una canción que se presenta como alternativa para los cumpleaños digna y necesaria para sustituir a la sempiterna de Parchís.

Hay más casos de bandas que tienen la línea que separa lo indie de lo infantil casi difuminada, lo que no sé si habla muy bien de estos grupos o muy mal del indie. Otro de esos ejemplos es Petit Pop, una formación que reúne a exmiembros de distintas formaciones de la escena independiente asturiana como Nosoträsh, Pauline en la Playa, Undershakers, Penélope Trip o Edwin Moses. Se trata de música más delicada, que no sé muy bien si realmente conseguirá enganchar a unas mentes en plena ebullición, si bien pretende un acercamiento con unas letras desenfadas y a ras de suelo. Realmente, si a estas canciones les cambias únicamente la letra quedarían composiciones totalmente maduras… bueno, vamos a dejarlo en que quedarían las típicas canciones de los grupos en los que militaban sus componentes anteriormente.

Siguiendo (y terminando) con la ristra de nombres procedentes más o menos de la escena independiente, una propuesta que me parece más interesante es la de Candela y Los Supremos. En esta ocasión el nombre que le da empaque y reclamo al proyecto es el del aclamado y reclamado Raül Refree, que hace las labores de productor en algún tema. El grupo lo forman un matrimonio y, aquí el punto importante, la cantante es su hija Candela, de siete años, con gafas de pasta Ray-Ban y desparpajo pero sin asemejarse a los menores que (lamentablemente) inundan cada vez más los televisores a través de concursos de talentos, aunque también es cierto que el tono de su voz puede causar algo de fatiga. Las letras son infantiles, por su puesto, pero también son cómicas y divertidas. Además, musicalmente se nota que se ha hecho un esfuerzo por componer canciones, en su significado más completo. Y ojo, que si se hace el empeño de obviar la voz infantil y las pueriles letras y te llegas a centrar en la composición, no es difícil disfrutar incluso sin la excusa de «es que es lo que le gusta al niño/a».

Seguimos. Manuel Higueras es un profesor de inglés que comenzó a componer canciones como método para enseñar inglés y fue poco a poco alcanzando un éxito que le hizo crear Peter & Jack, un par de mascotas que le acompañan en los vídeos con los que ilustra estas canciones. Y estas canciones para aprender inglés a través de la música no tienen mucho que envidiar a algunas de las nuevas propuestas que nos venden desde las islas británicas. Palabras mayores. Te invito a disfrutar del ejemplo añadido en este artículo y de las numerosas entregas en forma de píldoras (ya que son temas muy breves; otro punto a favor) que puedes encontrar por YouTube, vas a alucinar de la calidad instrumental y compositiva, sin perder su esencia infantil y didáctica. Una delicia.

Otro muy interesante proyecto, este más reciente, es Yo soy ratón. Nos olvidamos ya de influencias brit e indies para acercarnos a un estilo más neutro. Con reminiscencias a la canción de autor, esta referencia plantea un muy trabajado concepto educativo, con letras que gustarán a los pequeños pero tratándoles como adultos, siendo a veces también obligadas para los padres, y es que si 20 años después ya les interesarán unas determinadas temáticas, en este momento su mundo es el colegio, los primeros amigos, los juegos y poco más (y nada menos). «Se ha encontrado mi cabeza con el pico de la mesa. Tú dices que no pasa nada pero yo siento que pasa. Comprensión es lo que me hace falta». Ahí queda. Esto es muy serio.

El nombre más conocido de todos los que vamos a incluir será seguramente el de Los Lunnis. No les podemos privar de esta propuesta a los peques por muy «comercial» que sea, ya llegarán esos prejuicios con la edad. Realmente su masiva popularidad se debe exclusivamente a la difusión que le da ser un programa emitido en la televisión pública, pero esto no le quita calidad ni mérito. En su más reciente versión, en cada clip se cuenta la historia de un nombre histórico, real o de leyenda, otorgando a las canciones variados ritmos e influencias bajo la voz de la cantante cubana Lucrecia. Me resulta más estimulante esta versión, «Lunnis de leyenda» les llaman, que la anterior, que eran canciones menos didácticas y musicalmente con menos chicha. En todo caso, un ejemplo de que incluso a nivel mayoritario las cosas se pueden hacer de forma curiosa.

Adentrándonos en otras sonoridades encontramos a Zascanduri. Los ritmos e instrumentaciones celtas son la base de unos temas que hablan de la naturaleza, las leyendas, las hadas, … Más que un grupo, Zascanduri es una compañía teatral que lleva sus musicales infantiles por todo el país. Y ojo con los musicales infantiles que aquí también hay tema, ya que con el «todo vale» o «a los niños les gusta cualquier cosa» muchas veces nos encontramos con espectáculos bochornosos. Este no es el caso, aquí hay intenciones y actitudes, además de ser una sugerencia diferente.

Y no podíamos terminar esta entrada con otra cosa que no fuera rock ‘n roll, amigos. Rock clásico con ramalazos de swing para canciones propias y versiones de temas añejos es lo que proponen Dubbi Kids, una divertida banda que se podría asemejar a Chumi Chuma en sonoridades, profesionalidad y pretensión, es decir, buena y divertida música dirigida a los más pequeños pero sin tratarles como ceporros, y disfrutable además por los mayores, que así a su vez dejan de hacer el ceporro y les ofrecen algo diferente.

Puede que nos haya quedado un puñado de recomendaciones más o menos apañadas para los peques de más o menos 0 a 10 años (11 o 12 quizás, más allá no me atrevo a asegurar nada ni a meterme en ese inóspito terreno), en un intento de lucha contra «las fuerzas del mal». La empresa es harto complicada y el enemigo poderoso, pero nosotros contamos con el espíritu salvaje del rock… y con spotify, y de él nos valemos para ofreceros una lista de temazos con el único interés de aunar esfuerzos, y es que nuestro impulso les hará seres eléctricos. Ayúdanos a conectar, solo por ti el rock existirá. A los hijos padres del rock ‘n roll… ¡mucha suerte!

A Paula

 

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