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Rock in Rio: de más a mucho menos

26/06/2012

Nos las prometíamos muy felices cuando a mediados de la pasada década saltaba la noticia: Madrid iba a ser sede permanente del festival Rock in Rio mediante la instalación de la llamada Ciudad del Rock en la cercana localidad de Arganda del Rey. Todos teníamos en mente las fastuosas ediciones celebradas, como bien indica el nombre del evento, en Río de Janeiro (Brasil). No es para menos, el debut del festival en 1985 es ya mítico por las actuaciones de la «creme de la creme» del hard rock de aquella época (AC/DC, Iron Maiden, Scorpions, Whitesnake, Ozzy Osbourne), todo ello coronado con el legendario concierto de Queen y la presencia de otras grandes estrellas como Rod Stewart, Yes o James Taylor. Algo menos espectaculares pero igualmente satisfactorias fueron las ediciones de 1991 y 2001. Con Guns’n’Roses como grandes protagonistas de ambas (la primera en plena época dorada del grupo; la segunda presentando tras muchos años de espera el regreso de Axl Rose y los nuevos mercenarios contratados para suplantar al resto de miembros originales), el cartel optó por ofrecer una mayor variedad y mezclar grandes nombres del rock y el heavy (Megadeth, Judas Priest, Billy Idol, Faith No More, Foo Fighters, Neil Young, Iron Maiden, Queens of the Stone Age, Red Hot Chili Peppers, R.E.M., Oasis) con estrellas del pop masivas como George Michael, Joe Cocker, Prince, New Kids on the Block o Sting. Los carteles conformaban cócteles explosivos en los que casi cualquier aficionado a la música popular podía encontrar algo de su gusto. Lisboa fue la ciudad elegida para hacer llegar el festival a Europa en forma de ediciones bianuales -que comenzaron en 2004- , ofreciendo de nuevo carteles lujosos aunque, como es normal dada su mayor frecuencia, no tan apabullantes como los celebrados en Brasil. El éxito cosechado en Portugal propició que el mandamás del evento, el todopoderoso Roberto Medina, decidiera otorgar a Madrid el honor de ser la segunda ciudad del Viejo Continente en albergar, al igual que Lisboa, ediciones cada dos años del festival.

Y por fin en 2008, en plena borrachera festivalera hispana, llegó el debut del Rock in Rio Madrid. Criticado por, a pesar de su nombre, no contener demasiado rock (está claro que los que criticaron se habían quedado con la edición de 1985 y no habían prestado atención a las demás), el cartel se mostraba acorde a lo esperado: grandes atractivos como el único concierto español de la gira de Neil Young, exclusiva parada madrileña del ansiado retorno de The Police, el regreso a la capital de Bob Dylan o la primera actuación en suelo español de Amy Winehouse; figurones nacionales e internacionales como Manolo García, El Canto del Loco, Tokio Hotel, Shakira, Jamiroquai, Alejandro Sanz, Estopa o Lenny Kravitz y la presencia de apetecibles actores secundarios en forma de bandas emergentes o de menor éxito comercial (Alanis Morisette, Jack Johnson, Carlinhos Brown, Stereophonics, Franz Ferdinand). Un plantel que tocaba todos los palos y que suponía un buen muestrario de la escena pop-rock de ese momento. Sólo tenía un claro hándicap perceptible a primera vista: cada una de las jornadas mostraba un cartel demasiado variopinto (Manolo García era el «telonero» de Neil Young; Shakira encabezaba un día plenamente dedicado al pop anglosajón con Jamiroquai, Amy Winehouse y Stereophonics, ¿qué coño hacían Estopa y Alejandro Sanz como aperitivo de The Police?). Esto provocaba que a pocas personas les gustara el cartel completo de un día y sí únicamente alguno de los artistas que actuaba. Este hecho, unido al alto precio de las entradas, hizo que muchos potenciales asistentes se quedaran en casa. La expectación fue creciendo y creciendo hasta que llegó el día de inauguración en el que el festival pasaría su examen definitivo. La primera impresión era extraña, cuando no negativa: aquello más que un evento musical parecía un centro comercial o, más bien, un parque temático. Tiendas de conocidas franquicias por todos lados, desfiles de moda, diversas atracciones, no parecía que la música fuera el primer objetivo del festival. Sin embargo, una vez asentado en las cercanías del escenario principal la opinión mejoraba y comenzaba a notarse para bien las virtudes de la gran cantidad de dinero gastada en el proyecto: enfrente del citado escenario se hallaba una gigantesca explanada en una ligera cuesta (lo que mejoraba la visibilidad) cubierta por césped artificial (una superficie cómoda que evita las habituales nubes de polvo de otros festivales), una espectacular tirolina que atravesaba de izquierda a derecha el terreno, una cantidad de baños muy superiores al de otros  eventos, una zona de aspersores muy adecuada para paliar los rigores del verano, cerveza a un precio ajustado, un muy útil servicio de autobuses… La opinión fue mejor aún después de que un servidor viviera uno de los conciertos de su vida con Neil Young, pero eso ya es harina de otro costal. En definitiva, pese a que la asistencia de público no fue tan alta como se esperaba, la siempre difícil primera vez concluyó con un saldo esperanzador.

La segunda edición, la que se celebró en 2010, logró solucionar el  ya comentado problema de la excesiva variedad en los carteles de cada una de las jornadas. Ahora, a partir del cabeza de cartel de cada día se completaba el plantel de acompañamiento, procurando que el resto de grupos también fueran del agrado de su público. Esto daba lugar a algo parecido a una especie de sucesión de festivales de un día durante dos fines de semana en un mismo recinto. El problema fue que la acumulación de grandes nombres de 2008 se vio reducida sensiblemente dos años después tanto en cantidad como en exclusividad, algo casi más importante en un evento de estas características. De este modo, los aciertos y los errores se daban en similares proporciones. Un gran tanto fue hacerse con los servicios de un nombre tan masivo y que hacía tanto tiempo que no pisaba Madrid como Bon Jovi, si bien el que éstos fueran precedidos de Macaco (que sustituyó al inicialmente previsto John Mayer) y Pereza no fue precisamente la idea más brillante posible. Otro acierto, seguramente el mayor, fue el de programar un duelo de divas,  entre Shakira, un símbolo del pop latino, y Rihanna (inédita en España hasta ese momento), un estandarte del R’n’B anglosajón,  en la misma jornada. Más discutible fue una jornada pensada para niños y adolescentes en la que reinaban Miley Cyrus y McFly y en la que la pobre Amy McDonald se preguntaba qué narices hacía allí. El apartado rockero del festival fue también discutible: Metallica y Rage Against the Machine se presentaban como buenos cabezas de cartel. Pero el hecho de que cada uno de ellos sólo estuviera acompañado de dos o tres grupos hacía que la oferta se quedara manifiestamente corta (y lo que es peor, igual de cara) en comparación con la que ofrecen festivales especializados como el Sonisphere. De este modo, un grupo tan gigantesco como Metallica no tuvo demasiados problemas en atraer a un gran número de asistentes pese a estar sólo flanqueado por unos muy adecuados Motörhead, mientras que la jornada liderada por Rage Against the Machine (cuya actuación ya no contaba con el plus de ser la primera en España tras la reunión) sí cosechó un «pinchazo» de asistencia con dos «teloneros» tan históricos como de actual capa caída como Jane’s Addiction y Cypress Hill. El evento finalizaba entre disparidad de opiniones, dudas y, sobre todo, cierto aire a decepción.

Una vez pasada el efecto novedad, llega la temida rutina y ahí parece haberse instalado la filial española de Rock in Rio. Las primeras noticias sobre el festival de 2012 crearon una expectación mucho menor a la generada por los anteriores y esa indolencia parece haberse trasladado a los organizadores. Pese a la remotísima confirmación de Maná como uno de los miembros destacados del cartel, el anuncio del resto de intervinientes se ha ido demorando sospechosamente, dando que pensar que el festival no era capaz de encontrar cabezas de cartel adecuados para relanzarlo. Debemos hacer una excepción: la cuota electrónica del evento ha sido la gran beneficiada de este año y, además de reunir a buena parte de su élite mundial (2 Many DJs, Swedish House Mafia, Calvin Harris, Deadmau5, DJ Vibe…), ha logrado protagonizar una jornada completa, la del día 6 de julio, que es la que parece haber acaparado mayor atención del festival (sí, le pese a quién le pese, juntar en estos tiempos a David Guetta y Pitbull es un éxito asegurado). El resto del plantel parece ser fruto de un prolongado encaje de bolillos, seguramente muy lejano a las primeras intenciones de la organización. No es de extrañar pues que se estén sucediendo las promociones (descuentos para desempleados, oferta especial al comprar discos o libros en El Corte Inglés…), parece que el ritmo de venta de entradas ha sido mucho más flojo de lo esperado.

El 30 de junio comenzará el festival con los mexicanos Maná como cabezas de cartel, un puesto que seguramente casi nadie podía esperar cuando fueron anunciados. La banda tiene un estatus masivo en España pero es cierto que sus mejores tiempos de ventas datan de ya hace más de diez años y, al ser sus giras tan habituales en nuestro país, no es de esperar que atraigan a grandes masas en su paso por Arganda. Para acompañarlos se ha confeccionado una especie de festival de pop-rock patrio con la presencia de La Oreja de Van Gogh, Macaco, Maldita Nerea y El Pescao y se ha metido con calzador a Lenny Kravitz en medio. Es decir, más bien parece un concierto patrocinado por Cadena 100 o Cadena Dial con invitado inesperado. Muy lejos de lo que se podía esperar de todo un Rock in Rio.

Mucho se demoró el anuncio del cartel de la jornada del 5 julio. Los meses pasaban y los que esperábamos un bombazo de última hora nos quedamos un tanto decepcionados cuando conocimos el gran nombre a confirmar: Rihanna. De acuerdo, la caribeña es seguramente la mayor estrella joven de la radiofórmula actual, tanto por sus archiconocidos «singles» como por su belleza y sus ya cansinos y prefabricados «escándalos». Sin duda, supone un buen parche, pero…¿qué interés puede tener ver a Rihanna poco más de medio año después que presentara su último trabajo en una gira española y cuando ya fue uno de los grandes reclamos del festival en la edición de 2010? Se supone que un evento de este tamaño y de estas posibilidades económicas debería ofrecer conciertos largamente esperados en España, artistas míticos que apenas se hayan dejado ver por nuestros escenarios, no limitarse a servir recalentado un plato que ya probamos hace unos meses. Pero como todo lo que va mal puede ir aún peor, resulta que a menos de una semana de su concierto la barbadeña se cae del cartel por el reciente fallecimiento de su abuela. El sustituto de urgencia ha sido el maestro británico de la electrónica Carl Cox, con lo que se puede hablar de un segundo día dedicado a esta música en el festival, toda vez que Swedish House Mafia y Calvin Harris (reciente colaborador de Rihanna) eran los elegidos para telonear a la belleza negra. Todas estas circunstancias hacen quedar aún más desubicada en la jornada a Amaia Montero (seguramente su pique con sus ex de La Oreja de Van Gogh no ha hecho posible que estuviera en su lugar natural, la jornada del 30 de junio). En fin, una serie de catastróficas desdichas.

Similar problema encontramos en la jornada de clausura, la del 7 de julio, la llamada a satisfacer a los rockeros. Red Hot Chili Peppers pueden ser, pese a su ya eterno declive artístico, un gran cabeza de cartel, pero ¡¡tocaron el pasado otoño en España!! Viendo que aquella gira no convenció del todo a sus asistentes y que la carrera comercial de su último disco, «I’m with You», ha sido bastante discreta no parece haber muchos motivos para acudir a la Ciudad del Rock a verles tocar de nuevo «Give it Away». Una pena, puesto que el resto de grupos del día sí que merecen la pena. Incubus, esa banda que siempre se ha movido en la frontera entre lo masivo y lo «underground», presentan nuevo disco y son uno de esos grupos que cada vez es más difícil de ver en España, siendo además uno de los mayores discípulos confesos de los Red Hot. Otro atractivo nombre es el de Deadmau5, toda una estrella en EE.UU que en Europa es un preciado objeto de culto ante su poca actividad por el Viejo Continente, mientras que la mezcla de punk y rollo gipsy balcánico de Gogol Bordello se me antoja ideal para que el público caldee motores en el inicio de la jornada. Pero de poco sirve tener buenos gregarios si no se tiene un líder para ganar el Tour.

Habrá que esperar los resultados de esta edición, nunca conviene ir de adivino. Pero sí se puede certificar que lo que un día no tan lejano fue un gran rayo de esperanza se ha ido difuminando hasta provocar una palpable indiferencia entre gran parte de la afición melómana de este país. Si se cumplen las previsiones más pesimistas, mucho me temo que podemos estar ante la última edición de un festival que parecía omnipotente. Estaremos atentos…

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6 comentarios leave one →
  1. 26/06/2012 20:33

    estoy completamente de acuerdo con la critica

  2. hartmanfiction permalink
    27/06/2012 15:45

    la verdad es que el cartel es bastante pobre,red hot esta de capa caida,rihanna sera de las mas escuchadas pero para un festival que petrende ser importante pues no es muy acertada, la jornada de electro tiene buena pinta. No se porque no hay una jornada indie, que esta pegando fuerte, a mi desde luego no me ven por ahí.

    • Alberto Loriente permalink*
      27/06/2012 15:51

      Hola, hartmanfiction. Tienes mucha razón en tu comentario sobre la pobreza del cartel. En cuanto a la jornada indie, creo que la razón es que esa cuota de público ya está suficientemente bien representada en festivales como el FIB, Primavera Sound, Día de la Música, Sonorama y un montón más. Pero si que es verdad que alguna que otra banda aislada de esa escena podría darle bastante colorido al festival.
      Un saludo!

  3. Alberto Loriente permalink*
    02/07/2012 18:15

    ¡Lo que faltaba! Ahora Rihanna anuncia que no podrá tocar el día 5 debido al reciente fallecimiento de su abuela. La organización buscará un sustituto para esa jornada. Buff, ¡vaya papelón tienen por delante!

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