Mad Cool, el festival que necesitaba Madrid
De un tiempo a esta parte, el aficionado madrileño a los festivales de música se había convertido en un nómada experto en cuadrar vacaciones, estudiar carteles y precios y contratar medios de transporte y alojamientos en su éxodo anual veraniego para visitar alguno de los numerosos eventos de este tipo que se congregan en Levante y Cataluña, siendo ansiosamente esperados por éstos para cubrir previsiones de concurrencia y cuadrar cuentas.
No es que la capital española hubiera sido nunca una meca de los festivales, pero la situación ante la que se encontraba durante los últimos años era verdaderamente descorazonadora. El DCode que se celebra en septiembre es un producto muy bien pensado, una excelente despedida de temporada especialmente para los más jóvenes, pero nunca ha jugado -ni ha tenido la intención- en las grandes ligas. Desaparecidos otros plausibles alivios como ese Día de la Música que parece en vías de ser recuperado y rebajado el nivel de eventos como los Veranos de la Villa, lo que quedaba era un erial que obligaba a hacer las maletas. Lejos quedaban los tiempos, en los primeros pasos de la historia de estos tipos de eventos en España, en que el Festimad mostoleño suponía un perfecto complemento más rockero/metalero al paraíso ‘indie’ de Benicassim. Desde su dolorosa extinción, sólo el breve Summercase tuvo algún atisbo de continuidad. La situación empeoró aún más cuando ese Rock in Río que parecía ser el maná soñado llegó absolutamente desnatado –aquí escribimos de ello en su día– a tierras madrileñas, con momentos atractivos pero sin un rumbo claro y, sobre todo, mostrándose a años luz de sus legendarias ediciones cariocas e incluso de sus otras sucursales europeas. Y para más inri, la supuesta ciudad ‘rival’, Barcelona, se ha convertido en una de las ciudades festivaleras de referencia en todo el mundo con su apabullante Primavera Sound y con propuestas ‘secundarias’ tan atractivas como Cruilla, Vida Festival, Sónar o Rock Fest.
Por todo ello, el anuncio de un festival de gran ambición nos sonó a gloria. Una vez conocido todo el plantel que nos espera en La Caja Mágica entre los próximos 16 y 18 de junio no podemos sino reafirmarnos: Mad Cool es el festival que venía necesitando Madrid desde hace mucho tiempo. Un evento de amplio espectro, una gran variedad y una potencialidad enorme de cara a que el recinto del barrio de Villaverde esté hasta los topes. Situándose muy cercano en concepto a uno de los grandes certámenes del país, el exitoso BBK Live, muy raro debe ser el aficionado de unos gustos mínimamente eclécticos que no encuentre motivos para acudir a la cita.
El equilibrio es el arma fundamental que Mad Cool ha utilizado a la hora de confeccionar el cartel. Así, los aficionados más veteranos tendrán de sobra sus expectativas cumplidas con dos de los cabezas de cartel, mientras que aquellos que nacimos a la música en los años 90 podremos encontrarnos cara a cara con algunos de los grandes iconos de aquella época, en tanto que hay un buen número de bandas que vivieron su mejor momento en la década pasada y, por supuesto, la más rabiosa actualidad tiene una muy importante presencia. Asimismo, la creciente tendencia a la división entre festivales netamente nacionales y otros con mayoría absoluta de bandas foráneas queda pulverizada por un Mad Cool que no tendrá problemas en poder juntar a cada una de estas dos facciones: los ‘haters’ de los grupos españoles tendrán suficientes alternativas para ignorarlos mientras que sus defensores podrán configurarse a lo largo de los tres días su propio Sonorama sin tener que coger carretera y manta.
El fichaje de dos cabezas de cartel como The Who y Neil Young no cabe calificarlos más que como rotundos aciertos. No sólo dan credibilidad y prestigio al recién nacido evento, sino que atraen sin miramientos al seguidor del ‘classic rock’ que pudiera mirar desde cierta lejanía el resto del plantel, además de que la notoria influencia de estos artistas en diferentes formaciones a lo largo de las décadas hacen que no sean ajenos ni causen el más mínimo rechazo entre los más jóvenes. Los británicos aterrizarán en Madrid -y también en el vitoriano Azkena- en su presumible gira de despedida, por lo que el concierto adquiere además tintes de acontecimiento histórico. Las dos anteriores -y muy exitosas- presencias del grupo en el ahora BarclayCard Center capitalino, mostrando un muy razonable estado de forma, hacen que nada pueda fallar. ¿Y qué vamos a decir de Mr.Young, uno de los grandes iconos de nuestro Cadillac? Pues que su regreso a terreno ibérico no es sólo bienvenido, sino que esperado con absoluta ansia por esos fans que tanto gozaron en 2008 con su presencia en Rock in Río. El exBuffalo Springfield llega acompañado por la cada vez más prestigiosa banda de los hijos de Willie Nelson, unos Promise of the Real con los que el canadiense ya lanzó su notable ‘The Monsanto Years» (analizado aquí por mi compañero Jorge) el pasado año y con los que, según las crónicas desde el otro lado del océano, parece haberse revitalizado aun más sobre el escenario, como si eso fuera necesario. Frente a estos dos colosos, la opción de The Prodigy liderando el día 17 quizás quede como la ‘oveja negra’ de esta primeriza edición. Ni el icónico grupo inglés esta en su mejor momento -aunque sigue defendiendo su legado mucho más dignamente que otros compañeros de generación- ni supone un gran atractivo tras haber pisado la casi totalidad de los festivales españoles en los últimos quince años. Sin embargo, ¿quién no mueve el esqueleto con unas birras de más al final de la noche con «Firestarter» o «Smack my Bitch Up»? Pues eso, la opción fiestera de la terna.
Como decíamos, The Prodigy no es la única opción para los amantes dela música de los noventa. Garbage fueron, sin duda, uno de los grandes iconos de la parte final de esa década. El conjunto de productores liderado por Butch Vig nunca volvieron a igualar sus dos discazos iniciales, «Garbage» y «Version 2.0», pero, a la espera de su flamante «Strange Little Birds» que saldrá a la venta apenas unos días antes de su aparición madrileña, podemos asegurar que siempre merece la pena presenciar sobre el escenario a Shirley Manson cantando los grandes éxitos del grupo. Jane’s Addiction no son estrictamente noventeros -su estallido y su gran obra maestra «Nothing’s Shocking» pertenecen a las postrimerías de los ochenta- pero su enorme influencia se dejó notar notablemente en la década siguiente. El poder asistir a un show del grupo en España repasando por entero su magistral «Ritual de lo Habitual» debería ser considerado, en circunstancias normales, un hecho histórico y el gran aliciente del festival. Sin embargo, Perry Farrell y sus compañeros se han encargado en los últimos años -con discos muy inferiores a su nivel y shows tan poco mágicos como el que dieron por estos lares en el Rock in Rio- de ir hiriendo de muerte a una leyenda que no hace tanto era absolutamente perfecta e intocable. De todos modos, un repertorio de absoluto lujo tocado por unos músicos de primera categoría mucho tendría que desbarrar para que no sea, cuanto menos, un acontecimiento interesante. Veremos. Mucho más fiables, aunque veinte veces menos excitantes, son los galeses Stereophonics, unos supervivientes natos que, a base de tesón, pasaron de ser unos agradables secundarios en los años más fértiles del brit pop a una de las realidades más vendedoras de los últimos quince años en el Reino Unido, aunque en el resto de Europa casi ni nos enteráramos. Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Para un festival es vital tener unos cabezas de cartel que atraigan al grueso de la concurrencia, pero donde de verdad se juega su prestigio es en la zona media de su elenco: la cantidad de nombres que hacen que el evento no se convierta en ‘Neil Young más un puñado de teloneros’ o ‘The Who con relleno por delante’, es decir que le dé una entidad propia como producto con valor añadido. No cabe duda de que Mad Cool ha logrado en este aspecto un buen número de atractivos en forma de artistas consolidados, interesantes, pero que no llegan a proporciones masivas. Dentro de este nutrido grupo destacan con luz propia Band of Horses, aún una de las mejores bandas estadounidenses del momento por mucho que en los últimos tiempos hayan bajado -con discos como «Mirage Rock»– respecto a sus espectaculares inicios. De acuerdo, posiblemente nunca llegarán al nivel de unos My Morning Jacket o unos Wilco, pero cuentan con un repertorio espectacular y su directo sigue siendo de lo más potente. A no perdérselos. Tremendamente oportuna es la visita de los escoceses Biffy Clyro, una banda ya absolutamente gigante en tierras británicas, donde habrían tenido una posición absolutamente puntera en el cartel. Justo unos días antes de editar su esperadísimo «Ellipsis», podremos comprobar si esta sólida banda que comenzó en terrenos hardcore para acabar en terrenos pop-rock épico está preparada de una vez por todas para ser una de las grandes a nivel mundial. Otros a punto de dar el salto definitivo son los oscuros Editors, mientras que quieren volver a reclamar su trono The Kills y su combinación de modernidad con clasicismo 50’s, la electrónica de Hercules & The Love Affair o el indie de Django Django, tres nombres que han visto declinar un tanto su estrella tras ser grandes protagonistas de pasadas temporadas. Perlitas siempre agradecidas son formaciones como los noruegos Kings of Convenience y su atípico folk pop ideal para relajar los tímpanos tras tanto decibelio, el intimismo cada vez más electrónico de ese John Grant que nos enamoró hace no tanto con esa obra maestra que es «Queen of Denmark», la frenética mezcla hardcore-electrónica ideal para hacer botar festivales de Enter Shikari, la experimentación de Caribou, el ochenterismo militante de Wild Beasts, la psicodelia de Woods o la búsqueda de la consagración europea de los respetados clasicistas estadounidenses Ben Miller Band.
Uno de los grandes aciertos del nuevo festival madrileño es haber sabido hacer el hueco necesario en pie de igualdad a la música española, aquella que aún mantiene la escena de pabellones y salas de gran aforo en tiempos tan lejanos a los grandes festivales como el frío invierno. Más allá de presencias bastante testimoniales en eventos como FIB, Primavera Sound o BBK Live, Mad Cool -aún olvidando, he aquí un pequeño tirón de orejas, a la vertiente clásica de por ejemplo Loquillo, Burning o Bunbury que hubiera sido agradecida- presenta una lujosa terna de lo más granado de la escena ‘indie’ actual patria que bien podría convalidar una estancia en el Sonorama o en el Contempopranea. Exceptuando a Love of Lesbian, aquí están todos los grandes nombres que se patearán los distintos certámenes nacionales este verano. Desde los ya gigantescos Vetusta Morla, liberados de los rigores de tener que presentar disco y en uno de sus únicos cinco conciertos del verano antes de ponerse manos a la obra con su nuevo trabajo, hasta la aristocracia granadina representada tanto en su vertiente más actual con Lori Meyers como en la más clásica con el mega-demandado regreso de los 091. También serán masivos los shows de los catalanes Manel, que acaban de lanzar su sorprendente nuevo disco; de esa alianza rockista perfectamente engrasada que es Corizonas, de ese balear con sangre yanqui llamado L.A., el de la cada vez mayor apertura de miras de Xoel López y los de las batidoras de sonidos en que se han convertido los ascendentes Fuel Fandango y El Guincho. En terrenos más intimistas y algo menos populares, aunque igualmente interesantes, se presentan cantautores con las miras puestas en la escenas folk y alternativas estadounidenses (bueno, también británicas) como Bigott, Ángel Stanich, Alondra Bentley y Carmen Boza.
¿Pero que sería de cualquier festival que se precie si no se da una cuota de descubrimientos, de esos grupos que no habíamos oído nunca y que al lunes siguientes les estamos recomendando con fervor a cualquier ser humano con el que nos encontremos? Los asistentes más veteranos y curados de espanto del Mad Cool, básicamente a aquellos que sólo van a ver a Young y a los Who sin seguir la actualidad musical, tendrán la oportunidad de descubrir que los más jóvenes se pirran por el indie zapatillero de Two Door Cinema Club, el desbarre bailable de Die Antwoord y el pop electrónico de Bastille, Capital Cities y Flume, todos ellos bien arriba en el cartel. Grandes y pequeños podrán examinar de nuevo a la gran esperanza blanca llamada The Strypes, cada vez más cerca de sus ‘padrinos’ Arctic Monkeys y cada vez más lejos del revival garajero de sus inicios, comprobar la enorme influencia que ha tenido la virtuosa actualización del rock más primitivo de The Black Keys en nombres tan interesantes como Gary Clark Jr o The London Souls, pinchar o no el ‘hype’ de unos The Struts con una apariencia mucho más rockera que su música y recrearse con uno de los ‘grandes’ del nuevo soul, Michael Kiwanuka. No estaría mal echar un vistazo al enérgico rock indie de Temples y Augustines, ni los más aficionados a Joni Mitchell perderse a Jessica Pratt, mientras compiten por el cetro de revelaciones electrónicas Is Tropical y Monarchy y por el del pop buenrollista formaciones como Milky Chance y Walk Off the Earth.
Atractivos hay pues de sobra para motivar a acudir a gran parte de la afición musical madrileña (y de alrededores) al evento más importante celebrado en la capital en mucho tiempo. La organización tendrá que estar a la altura en cuestión de servicios, comodidad y sonido (ese gran olvidado en ocasiones en este tipo de acontecimientos), puesto que Mad Cool afronta una prueba de fuego no sólo para consolidarse y poder repetir año tras año, sino para ser la base que ponga de una vez por todas a Madrid en el centro del negocio festivalero y no en los suburbios en los que durante tanto tiempo ha dormitado.
(NOTA: Podéis haceros una primera idea de lo que nos espera en en el Mad Cool Festival escuchando los grandes himnos que sonarán en La Caja Mágica gracias a la playlist adjunta y, como siempre, en nuestra Radio Cadillac y en nuestro perfil de Spotify).
A ver qué tal resulta este batiburrillo de grupos. Personalmente, voy a ver a The Who, The Prodigy y Die Antwoord, aunque también a conocer nueva música, que a lo mejor con un poco de suerte descubro algo nuevo.
Sea bueno o malo para Madrid, acabará desapareciendo, como todos los festivales de la capital. No se volvió a hablar del Rock in Rio por ejemplo, por el que se creó esa ciudad muerta en Arganda, ni del EnVivo de Rivas Vaciamaddrid, que se canceló repentinamente en 2013 y nadie supo más de él.
Hola, Palo343,
Me parece fenomenal que uno de tus objetivos es descubrir nueva música en el Mad Cool; el objetivo de cualquier buen festival debería ser que, además de ver a sus grupos favoritos, el asistente pueda hacerse una idea de la escena actual y, sí, incorporar nuevos grupos favoritos. Yo, de hecho, ya tengo apuntados en mi agenda grupos como The London Souls, que no conocía y he descubierto haciendo este post.
Respecto a su continuidad, yo espero que esta primera edición sea un éxito y pueda consolidarse, creo que Madrid así lo necesita, pero es cierto que, viendo experiencias anteriores en la región, no hay que echar las campanas al vuelo.
Muchas gracias por comentar y que lo disfrutes!
Un saludo
Igualmente! Allí nos cruzaremos ;)