«La suerte en tus manos»: las cartas boca arriba
El cineasta argentino Daniel Burman siempre se ha movido con destreza y equilibrio en esa frágil cuerda en la que se unen el cine de autor y el comercial, enmarcando sus obsesiones habituales (las contradicciones de la vida moderna, la inestabilidad de los seres humanos, el judaísmo) dentro de un marco fácilmente digerible por aquellos que solo buscan una hora y media de entretenimiento. «La suerte en tus manos», su última película, no falla a este paradigma, es más, se convierte en una perfecta muestra de él.
Sí, también la película supone el debut del cantautor uruguayo Jorge Drexler como actor. Bien, zanjemos rápidamente esta veta promocional. Drexler (puede que asesorado en la materia por su pareja Leonor Watling) está magnífico en un papel protagónico nada fácil, su presencia se ajusta como un guante a su personaje y ha conseguido, en tan solo un filme, construir una atractiva pista de despegue para una posible carrera cinematográfica y puede que convertirse, como fue en su día Daniel Hendler, en el «alter ego» perfecto de Burman en la pantalla.
«La suerte en tus manos» intenta funcionar a, al menos, tres niveles a la vez, teniendo como eje a Uriel (Drexler), un mentiroso patológico (y, por ende, un excelente jugador de póker), verborréico y divorciado que se encuentra en un momento vital de insatisfacción pese a que cuenta con el amor incondicional de sus dos hijos, tiene éxito entre las mujeres y es dueño de una financiera a la que le va bien.
Por un lado, el último filme de Burman pretende ser un drama romántico, vertiente en la que Valeria Bertucelli es la protagonista absoluta. Bertucelli interpreta a Gloria, una ex novia de juventud de Uriel, con el que se encuentra casualmente. Gloria representa a ese tipo tan habitual de treintañera avanzada desesperada por encontrar al hombre de su vida y formar una familia, acuciada por los avances en ese sentido de amigas y conocidas. Burman concibe un romance demasiado tópico y evita profundizar en él pese a las grandes posibilidades que ofrece (la relación de Gloria con los hijos de Uriel, las reacciones de ella al carácter embustero de su amado, etc), aunque consigue hallar oro en alguna escena suelta, como las dos que retrotraen a la infancia a nuestros protagonistas en un juego de bolas y caminando sobre las aguas metidos en unas burbujas de plástico (ver imagen que encabeza este texto).
La película se presenta también como una fábula sobre la suerte. Uriel tiene toda la del mundo, en forma de increíbles casualidades, pero sigue siendo un hombre desgraciado. Porque la suerte no solo hay que tenerla, hay que saber aprovecharla. Uriel siempre ha vivido en una red de mentiras que él mismo ha creado con el fin de dar una mejor impresión y de evitarse molestias innecesarias. Pero este enorme castillo de naipes se irá balanceando hasta caerse gracias a los sabios consejos de sus allegados -entre ellos los de un poco ortodoxo rabino que no podía faltar en un filme de Burman- hasta que descubra la llave que le abrirá las puertas de la felicidad: la verdad. Un tema sugerente que, sin embargo, no está suficientemente bien imbricado en el desarrollo del filme, apareciendo más a borbotones que de forma continua.
Pero «La suerte en tus manos» tiene un comodín en sus manos: la comedia. Sí, aquí Burman vuelve a encontrarse con lo mejor de su cine y demuestra su enorme gracia a la hora de hacer dialogar a sus personajes. Uriel, además de mentiroso, amante y desgraciado, es, ante todo, un hablador agotador, una de esas personas que tiene una lengua, que cuando está nervioso, es capaz de retar a un avión ultrasónico. Y es la cualidad que mejor sabe explotar el cineasta argentino. Tronchantes son todas y cada una de las escenas en las que Uriel acude en busca de consejo a su doctor, un hombre que tiene ganado el cielo por escuchar con aplomo las divertidísimas disquisiciones de su paciente y actuar como su psicólogo. Y no menos gozosas son las situaciones de enredo que provocan los embustes de Uriel. Y nunca una vasectomia tuvo mayor protagonismo en un filme y nunca supuso un «mcguffin» tan útil y divertido como aquí.
Es tan satisfactorio el regusto que deja la faceta más cómica del filme que pasa por encima de un relato que resulta bastante menos trascendental de lo que pretende y que no sabe enlazar con la fluidez necesaria sus distintos registros. También logra sobrevolar un final -¡cómo recuerda al de esa joyita llamada «Pequeña Miss Sunshine»!- demasiado complaciente. Y es que lograr que esbocemos una buena carcajada en estos tiempos hay que valorarlo.
Excelente análisis. Coincidimos en la apreciación de la actuación de Drexler. En la Argentina, en general, salió perdiendo con Daniel Hendler. Casi fui la única que opinó así! (Me siento reivindicada)
Hola y bienvenida, espectador compulsivo. No creo que sea cuestión de comparar la labor de ambos. Hendler lo hizo muy bien en las películas en las que intervino y Drexler también está excelente en ésta, cada cual muy adecuado para sus respectivos filmes. Pero está claro que Drexler ha tapado muchas bocas que estaban esperándolo para criticarle y…¡zas! han tenido que permanecer callados. Me alegro de que te haya hecho sentir reivindicada, es una sensación que me ha ocurrido muchas veces con otros autores y, sin duda, es una sensación agradable. Por lo tanto, gracias por ese elogio y espero que sigamos dialogando por aquí mechas veces más. Y recuerdos para la Argentina, un país al que tengo que ir sí o sí en el futuro, quiero pasear las mismas calles en las que tanto disfrutó mi abuelo mientras vivió por allí (en Buenos Aires). Jo, casi se me va a saltar la lagrimilla…). Un saludo!
Hace tiempo que no veo una comedia agradable o por lo menos que no me haga dormirme en el sillón. Esta por lo que comentas, podría ser al que me hiciera resistir hasta el final. Por cierto a mi pequeña miss…me pareció bastante floja mas allá de algún golpe aislado….Saludos
Hola, Plared, ésta es una tragicomedia (¡ojo, no es solo comedia!) que, pese a su gran irregularidad, sí que creo que es bastante adecuada para pasar un buen rato, si no eres demasiado exigente. Siempre que te guste un humor a lo Woody Allen (salvando las insalvables distancias). Espero que te haya servido de ayuda y que te guste. Un saludo!