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The Darkness, con sabor a clásico

08/10/2012

El 14 de diciembre de 2003, tres jóvenes amigos y compañeros de trabajo visitan la tristemente desaparecida sala Aqualung para disfrutar del primer concierto en Madrid de The Darkness. Están inusualmente emocionados, teniendo en cuenta que unos meses antes ni siquiera conocían a la banda, pero el discazo “Permission To Land” ha lanzado de forma fulgurante a estos cuatro muchachos de Lowestoft al estrellato y se respira en el ambiente que aquélla será una gran noche. Y así es. Poder ver a una enérgica formación que recupera orgullosa la esencia más lúdica del rock ‘n’ roll, con un futuro a todas luces brillante por delante, en su primera gira, es una experiencia que difícilmente olvidarán. Ni las secuelas en forma de zumbido en los oídos que tardan un par de días en desaparecer, cortesía de la tremenda descarga de vatios de aquel recital. Luego todos sabéis lo que sucedió, y en apenas tres años la banda entra en un proceso de autodestrucción para acabar desapareciendo casi con tanta celeridad como había irrumpido en nuestras vidas.

El 7 de octubre de 2012, casi nueve años después, tres (aún) jóvenes amigos y compañeros de blog visitan la sala La Riviera para asistir a la resurrección de The Darkness. Están inusualmente emocionados, teniendo en cuenta que hace un par de años creían que el grupo estaba muerto y enterrado, y unos meses antes aún se mostraban un tanto escépticos ante el retorno de la banda. Pero con el discazo “Hot Cakes” estos cuatro tipos de Lowestoft han recuperado la energía, brillantez y, lo que es más importante, credibilidad de sus mejores tiempos. De nuevo parece que se avecina una gran noche. Y así es. Antes toca tomarse unas cervezas en un bar de la zona viendo el clásico del fútbol español, así que el plan es inmejorable, y además el resultado ayuda a que ninguno de los tres amigos (uno del Madrid, otro del Barça y otro del Atleti) tenga que encarar el fin de fiesta de bajón. Existe la posibilidad de que la coincidencia con un nuevo partido del siglo lastre un tanto la afluencia de público a un concierto que ya ha tenido que retrasar su hora de inicio por este motivo, y de hecho las inmediaciones de La Riviera están bastante despejadas. Una vez dentro de la sala, ésta luce sin embargo una tranquilizadora buena entrada, con cerca de dos tercios de su aforo completo.

No hay que esperar mucho, y enseguida las luces de la sala se apagan mientras suena el “The Boys Are Back In Town” de Thin Lizzy (una jugada que no por obvia deja de ser muy efectiva), seguido del “Arrival” de ABBA (eso es dejar bien claras, y sin ningún tipo de vergüenza, tus influencias) que culmina con la irrupción de los cuatro músicos en el escenario. El tema de apertura de su último álbum, “Every Inch Of You”, es el encargado de abrir también la fiesta, y aunque resulte un tanto previsible funciona, como declaración de intenciones y porque, demonios, no todos los días cerca de dos mil personas pueden gritar «Suck my cock!» a pleno pulmón y en perfecta comunión. Pero la nave realmente despega, y de qué manera, con los guitarrazos que marcan el inicio de un “Black Shuck” que pone la sala patas arriba. Rock primario que incita a dejarse la garganta y a levantar los pies del suelo. La cosa no decae ni un ápice con “Growing On Me”, de nuevo de su primer álbum, matadora y con la extraña capacidad de sonar tan poderosa como entrañable.

Con la divertida “She Just A Girl, Eddie”, que suena aún más enérgica en directo, y “One Way Ticket”, el único tema rescatado (y de los pocos rescatables, en mi opinión) de su segundo álbum, tenemos ya claras unas cuantas cosas. El batería Eddie Graham, sin duda la parte más endeble de la formación en aquel concierto de la Aqualung, ha ganado muchísima pegada y, sin alardes de ningún tipo, pues The Darkness no los necesita, sostiene ahora a la perfección a la banda mientras al colega Frankie Poullain le basta con pasearse por el escenario, con sus poses y aspecto salido directamente de otra época, para ir derrochando buen rollo y simpatía. Dan Hawkins, por su parte, ya no es ese tipo semiescondido al fondo del escenario y no sólo se mueve y anima como el que más, sino que incluso se atreve esta vez a repartirse los solos con su hermano que, hay cosas que por suerte no han cambiado, sigue siendo el puto amo y señor del escenario. Justin Hawkins es, definitivamente, el frontman que el rock ‘n’ roll necesita en este momento, aunque haya gente que aún no lo sepa. Clavando, salvo en contadísimas ocasiones, esos tonos imposibles que ya nos asombran en estudio, contorsionándose, corriendo y saltando sin guardarse ni un gramo de energía, y derrochando también clase a la guitarra. David Lee Roth, Freddie Mercury y Angus Young, tres en uno, con aspecto de mosquetero grunge. Ya sin la parte de arriba de su mono blanco y luciendo tatuajes, la banda ataca “Nothin’s Gonna Stop Us”, que ya sabéis que no me entusiasma demasiado pero reconozco que sirve para mantener el nervio de la velada, aunque acabará palideciendo cuando a continuación nos endosen sin contemplación “Get Your Hands Off My Woman”, el himno macarra por excelencia. Gastar uno de tus mayores hits en el primer tramo del concierto no deja de ser una jugada muy valiente, pero les funciona de maravilla. Justin hace el pino y anima a los fans a dar palmas al ritmo de sus piernas, y como ya viene siendo habitual, aprovecha ese ‘motherfucker’ del final para juguetear con el público y, ya de paso, aprender a decir «I love you» en español.

Cambiando radicalmente de tercio, toca relajarse lo justo con “Love Is Not The Answer”, probablemente su tema más maduro hasta la fecha, y con el magistral “Love Is Only A Feeling”, que a este bloguero le toca muy dentro del alma. Primer cambio de vestuario de Justin para seguir con un “Friday Night” igualmente emotivo. En “Concrete” incluso superan una doble prueba, aguantando el portentoso falsete del cantante de forma asombrosa y teniendo que detener el tema a la mitad por un fallo en la guitarra de Dan. «No puedo hacer esto sin mi hermano», y pronto comprendemos por qué, pues una vez reanudado el ‘encuentro’ los Hawkins nos obsequian con una de las más recias demostraciones guitarreras de la noche. “Everybody Have A Good Time”, más corta que en su versión de estudio, certifica su condición de canción hecha para el directo, con toda la sala coreando su pegadizo estribillo, y el número más heavy de la velada llega con la versión del “Street Spirit (Fade Out)” de Radiohead, que ya interpretaban en directo hace nueve años y que por fin se decidieron a grabar para su último álbum.

Justin se atreve a vacilar a la entregada audiencia recordándole, sin vergüenza, que la noche antes han estado teloneando a Lady Gaga en Barcelona y preguntando a los presentes si creen que la capital catalana «mola» más que Madrid. También toca sincerarse, y el showman confiesa que enfrentarse a una audiencia como la madrileña, que entiende y vive como pocas el rock ‘n’ roll, y a la cual se puede mirar a los ojos, es mucho más gratificante que «un millón de euros». Volviendo a tirar de catálogo, dos de los temas más flojos de su debut, “Givin’ Up”, que sin embargo consigue levantar un gran entusiasmo entre los presentes, y “Stuck In A Rut” preceden a otro de los ‘highlights’ de la noche, ese hitazo llamado “I Believe In A Thing Called Love” que hace que por un momento los cimientos de La Riviera se tambaleen. La banda se marcha sin despedirse pero todos sabemos que aún nos queda la traca final. Se toman su tiempo mientras Justin consigue embutirse esta vez en unas mallas de color azul y regresan para interpretar un “With A Woman” que, con el tiempo, se ha confirmado como mi favorito del excepcional “Hot Cakes”. Y con “Love On The Rocks With No Ice”, que se ha convertido en su particular “For Those About To Rock”, el evento llega a su fin, pero el tema se alarga casi un cuarto de hora, con Justin emulando a Angus subiéndose a hombros de uno de sus técnicos y zambulléndose entre el público, que le adora con entusiasmo pero con respeto, mientras éste dispara un interminable solo heredado también del pequeño escocés. De regreso al escenario, se alarga el juego con la audiencia y, tras otra rotunda descarga de decibelios, llega el momento de decir adiós, o hasta luego, pues prometen que estarán de vuelta en 2013.

Dieciocho temas, nueve de “Permission To Land” (todos salvo uno), sólo uno de “One Way Ticket To Hell… And Back” y ocho de su reciente “Hot Cakes” han dado forma a un magnífico repertorio en el que la intensidad y la garra no han decaído en ningún momento. El grupo ha exhibido sin tapujos todos los clichés del rock más excesivo que reinó en todo el planeta en los 70 y los 80, y en La Riviera no hay una sola alma que no se alegre de ello. Nueve años después de su alumbramiento al mundo, pero en realidad con una carrera de apenas cinco años, si descontamos su desafortunado parón, y The Darkness han sido recibidos como una banda clásica, casi con trazos de leyenda, que ha regresado para seguir dando mucha, muchísima guerra en el futuro. Los tres amigos abandonan el recinto satisfechos y, como de costumbre, se toman su tiempo comentando la jugada y hablando de sus cosas a la puerta de la sala. A unos pocos metros, los seguidores más fieles esperan la salida del grupo, y justo cuando ellos ya están despidiéndose, observan cierto revuelo y el súbito estallido de una decena de flashes. Vuelven sobre sus pasos y ven que los cuatro miembros de la banda, relajados aunque visiblemente cansados, atienden con paciencia a los allí presentes, firmando cualquier cosa que llega a sus manos y fotografiándose con todo aquel que se lo pida. Son estrellas del rock, sí, y en su momento probablemente se creyeron dioses, pero sus años de excesos, el consecuente batacazo y la larga travesía por el desierto han acabado devolviéndoles a la Tierra, y ahora sólo son, en el fondo, cuatro tipos que se divierten (y divierten) haciendo rock ‘n’ roll, y que se muestran agradecidos con sus fans. Los tres amigos consiguen llegar hasta Justin y, tras un sincero «It’s great to see you back» que éste recibe con una tímida sonrisa, logran inmortalizar el momento. Cuando finalmente se alejan de allí, aún aguantan unos cuantos seguidores y la banda parece no tener prisa por marcharse. Y así, con un imprevisto e inmejorable fin de fiesta, enfilan, cansados pero contentos, el camino hacia el metro.

6 comentarios leave one →
  1. Alberto Loriente permalink*
    08/10/2012 19:27

    Uhmm, que favorecido he salido en la foto! Que gran crónica de una bonita tarde, Rodrax. Solo decir que The Darkness van paliando poco a poco lo que era su gran déficit, el directo, y ayer quedó demostrado que han ganado solidez. Aún les queda para trasladar la magia de lo que hacen en el estudio a un escenario pero van por buen camino. Solo me decepcionó lo mal que les quedaron algunos temas que son buenísimos en disco, caso de ‘Friday Night’. Y reverenciar de nuevo a ese gran showman que es Justin Hawkins. Y lo tremendamente amables y humildes que se mostraron en el postconcierto.

  2. Jorge Luis García permalink*
    08/10/2012 19:50

    Fidedigna crónica de una memorable noche de lúdico y energético rock’n’roll, Rodrax. Como bien dices, el Justiniano es la reencarnación de Lee Roth, Mercury y Angus Young en un solo cuerpo y espíritu, aunque los fans de Gaga no se den cuenta.
    Y digáis lo que digáis, el más atractivo de la foto es un servidor ;-)
    Long live rock’n’roll!

  3. Valentin permalink
    08/10/2012 21:04

    Yo, que soy un prehistórico, me regocijo leyendo una buena crónica musical de ahora. Porque esta entrega es fundamentalmente eso, pero también el corto recorrido sentimental de tres amigos y su amor por la música en vivo. Que no cese. A mí me gusta mucho el rock and roll con aquella pureza de sus orígenes, te hablo de Bill Haley, casi nada, pero leyéndote casi me animo a pegar el oído también a estos muchachos de ahora. Milagros del buen hacer periodístico.

  4. albertobastos permalink
    16/10/2012 14:10

    Una curiosidad, ¿vosotros cómo os lo hacéis para no pasarse todo el día escuchando «She’s just a girl, Eddie»? Soy incapaz de ir con el ratón hasta el botón de Repeat para desactivarlo…

    Gracias por la crónica y enhorabuena por poder vivirlo, yo tuve la suerte de verlos hace ya varias semanas en Mallorca cuando hicieron de teloneros de los ¿Guns’N’Roses? Sobra decir que fueron claramente lo mejor de la noche… ;)

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