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‘Tempest’, la tormenta imperfecta de Bob Dylan

18/10/2012

Cuesta horrores enfrentarse a una crítica cuando el disco en cuestión ha sido vanagloriado por las principales cabeceras musicales a a escala mundial. El último trabajo de Bob Dylan, ‘Tempest’, ha cosechado una larga ristra de puntuaciones de cinco estrellas y ha sido calificado, casi por unanimidad, como uno de sus mejores discos. Me alegra enormemente que una figura clave de la cultura de los últimos 50 años sea tan respetada, sobre todo cuando eso se traduce también en primeros puestos  en las listas de ventas de los diferentes países, aunque uno, caprichoso él, no esté de acuerdo del todo con las superlativas loas que se han vertido sobre ‘Tempest’.

Como ya escribimos hace pocos meses, los últimos discos de Dylan habían logrado nivelar, como en todas sus obras de esplendor, su arrollador caudal lírico con un apartado musical a su altura. Sin embargo, en ‘Tempest’ se observa una clara victoria de lo escrito sobre lo tocado. Dylan sigue examinando con varita de prestidigitador todas las pasiones humanas (amor, traición, angustia, alegría, etc.) en unas letras tan lúcidas en su fondo como fastuosas en su forma. Musicalmente ha vuelto a realizar un notable trabajo, ha vuelto a contar con gran parte de la tremenda banda que le acompañó en ‘Together through Life’, aunque esta vez Dave Hidalgo (el líder de esa gran banda llamada Los Lobos) no ha imprimido con su acordeón los aromas fronterizos/latinos que refrescaron la anterior entrega dylaniana, convirtiéndose  el mucho más sobrio ‘Tempest’ en una continuación de la exploración de la música americana de los primeros 60 años del siglo XX que el bardo de Minnesota lleva haciendo en el nuevo siglo. Pero metámonos de lleno en el centro de la tormenta…

La escucha comienza con augurios positivos. ‘Duquesne Whistle’, el primer single del disco, recupera los aires swing ya presentes en, por ejemplo, ‘Love and Theft’ para abrir el disco de manera juguetona con una canción trotona de lo más agradable. La sensación se confirma con ‘Soon After Midnight’,  uno de esos medios tiempos que se ha convertido en espcialidad dylanita en su última época. Una sencilla letra de amor y un Dylan esforzándose al máximo al micrófono por ser cálido completan una preciosidad que se convierte por derecho en uno de los temas más destacados del disco.

‘Narrow Way’ da inicio a la parte intermedia del álbum siendo vertebrada a partir de un riff absolutamente tradicional de blues, en un tono muy parecido a la posterior ‘Early Roman Kings’. Dos canciones tan solo correctas que remiten a algunas de las incluidas en ‘Modern Times’. Sin embargo, si en este último esos temas funcionaban bien, tanto por la novedad como por el hecho de estar acompañados de un resto de ‘track list’ demoledor, ahora comienza a resultar un tanto cansino que un superdotado como Dylan, que además comanda una banda excelsa,  se conforme con ofrecernos canciones tan simples.’Pay in Blood’ es la ‘estrella’ de esta zona intermedia de ‘Tempest’, siendo el tema que suena más moderno: un medio tiempo vibrante con una excelente y ácida letra que estalla en un fenomenal estribillo. ‘Scarlet Town’ es otro muy buen tema: otro medio tiempo, esta vez acústico, que se alarga aupado por un original riff que cobra especial vida gracias al banjo de Donnie Herron y que repasa todas las debilidades humanas en una letra de antología, Más modesta es ‘Long and Wasted Years’, de nuevo un medio tiempo que echa de menos un riff más inspirado.

Y llegamos a las canciones que más polémica han generado. Los tres últimos temas del disco, bien extensos ellos, han sido exaltados al máximo por muchos críticos mientras que otros muchos, casi todos defensores del resto del álbum, las ven como su única lacra. ‘Tin Angel’ se presenta como lo mejor de este lote. La espléndida narración de un triple asesinato pasional cuenta con un largo desarrollo instrumental, que se va repitiendo y repitiendo hasta lograr a crear un sugerente mantra, sobre todo por ese precioso riff de bajo que lo vertebra. Sin embargo, lo que son las cosas, unos elementos muy similares conforman ‘Tempest’, la canción que da título al disco y la que más dio que hablar en el periodo previo a su publicación por basarse en el hundimiento del Titanic. Dave Hidalgo toma por fin algo de protagonismo y su acordeón da refrescantes aires de canción irlandesa a un tema de nada menos que 14 minutos, que si bien es más que correcto, acusa en demasía, y esto no es nada habitual en un Dylan autor de extensas maravillas como ‘Desolation Row’, ‘Sad Eyed Lady of the Lowlands’ o ‘Highlands’, su minutaje. El broche final lo pone otro de los temas más comentados de la obra, el homenaje a su viejo ‘colega’ John Lennon en ‘Roll on John’, con referencias en la letra a canciones como ‘A Day in the Life’ o ‘Come Together’, que sin ser un mal tema, es de lo menos inspirado que nos ha regalado el de Duluth en los últimos 20 años. Lennon seguramente hubiera merecido un mayor esfuerzo.

No vamos a cometer la temeridad ahora de condenar a todo un Dylan por no haber hecho una obra maestra. Pero tampoco le vamos a regalar esta condición con todo disco que saque. ‘Tempest’ no resiste la comparación con la trilogía formada por ‘Time out of Mind’, ‘Love and Theft’  y ‘Modern Times’, no aporta apenas nuevos clásicos al cancionero dylanita pero puede asimilarse sin problemas al notable ‘Together through Life’. Y eso ya es mucho.

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