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«Hitchcock», la turbulenta gestación de «Psicosis»

01/02/2013

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Allá por 1990 TVE emitió un ciclo sobre Alfred Hitchcock que abarcaba la mayor parte de su filmografía americana y que para muchos pre-adolescentes de mi generación significó el descubrimiento del cine del genial director británico. Corrían otros tiempos para la televisión pública, en los que era habitual y natural encadenar ciclos dedicados a Jack Lemmon, Fritz Lang, Bette Davis, Paul Morrissey o el terror de la Universal;  ahora el cine clásico en TVE está reducido a una película a la semana, “Clásicos de La 1”, eso sí, publicitado a bombo y platillo en los bloques de autopromoción. En fin, que en aquella época los grandes cineastas del pasado estaban al alcance de cualquiera, y si lo que querías eran películas recientes te bajabas al videoclub.  Yo me subí al carro de Hitchcock en la segunda película que emitieron en aquel ciclo, “Náufragos”, y semana tras semana esperaba con avidez mi dosis de misterio y suspense. En mi caso creo que fue la primera vez en mi vida en que fui realmente consciente de que el cine no era solo una cuestión de historias y actores, de que detrás de eso había un director que movía los hilos y que, dependiendo de dónde decidiera poner la cámara y de cómo la moviese, podía transmitir cosas muy diferentes. Con Hitchcock aprendí a dar valor al significado de un travelling, la intención de un plano secuencia o el propósito de un plano detalle. Fueron cayendo “Extraños en un tren”, “La soga”“La sombra de una duda”, “La ventana indiscreta”, “De entre los muertos” o “Con la muerte en los talones”, pero si hubo una que me causó un desasosiego especial esa fue “Psicosis”, porque pocas experiencias se pueden comparar a visionar esta obra maestra por primera vez, sobre todo si se hace completamente virgen y a la edad adecuada.

Ahora “Psicosis” ya está plenamente integrada en el imaginario popular y sus “sorpresas” son de dominio público, y aunque no fuera así posiblemente no impresionaría al joven cinéfilo de hoy en día que ha crecido con películas de “twist” imprevisible como “El sexto sentido”, “Los otros”, “El club de la lucha” o “Sospechosos habituales”, pero quiero creer que su atmósfera sórdida y su tensión opresiva se mantienen tan frescas como el primer día. En su momento, en 1960, “Psicosis” fue toda una revolución por muchos motivos, pero el principal fue que por primera vez el monstruo de una película de terror no era un vampiro, un hombre lobo, una bestia gigante o un extraterrestre, sino alguien terriblemente humano. Por primera vez en una sala de cine el mal era algo demasiado tangible y real; y la muerte, la locura y el sexo estaban escabrosamente relacionados. Hitchcock, además, se atrevió con el insólito hecho de finiquitar a su protagonista a los 40 minutos de haber empezado la película, y lo hizo en la celebérrima escena del asesinato en la ducha, un prodigio de planificación fílmica comprimido en 45 angustiosos segundos y 68 planos que caen como cuchilladas envueltas en el papel de lija en staccato de Bernard Herrmann.  “Psicosis” fue también un éxito personal del orondo director, quien tuvo que financiarla él mismo ante las reticencias de la Paramount, que hubiera preferido una cinta al estilo de “Con la muerte en los talones” -la cinta que “Hitch” había entregado un año antes a la MGM-, y la desconfianza de la prensa y parte de su entorno más cercano, que recelaban de una historia tan truculenta –inspirada en las andanzas reales del psicópata Ed Gein ,“el carnicero de Plainfield”-. De los avatares, dificultades y escollos que se encontró el cineasta para levantar “Psicosis” es de lo que trata “Hitchcock”, el segundo largometraje de Sacha Gervasi, una de las grandes olvidadas (merecidamente) en el reparto de nominaciones a los Oscar de este año.

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Y lo que queda claro tras visionar la cinta es que el tal Gervasi (tan alabado por su documental “Anvil. El sueño de una banda de rock”) no es Hitchcock, ni su película sería digna de la filmografía del director londinense. Tampoco es que el tipo aspire a ello, porque “Hitchcock” es poco más que un amable telefilme de lujo con reparto de campanillas que quiere abarcar mucho pero que aprieta muy poco. Gervasi confía en el interés intrínseco del material que tiene entre manos, pero  es incapaz de profundizar en él o de alumbrar sus rincones  más oscuros. En las antípodas de la creatividad fílmica del director de “Los Pajaros”,  firma un trabajo rutinario, cuyas mejores virtudes son la fina capa de ironía que lo reviste y su ajustado metraje (poco más de hora y media), que permite esquivar cualquier atisbo de aburrimiento. Como retrato del legendario director, genialoide, egomaníaco, excéntrico y carismático, no pasa del tópico y el lugar común. Se apunta a su obsesión por sus actrices (preferiblemente las rubias), su morbosa naturaleza “voyeur” o su comportamiento despótico detrás de las cámaras, pero sin intención de rascar más allá de la superficie. Y no es que ayude demasiado la caracterización de sir Anthony Hopkins embutido en látex, al filo de la parodia chanante (increíble la nominación a mejor maquillaje). Nunca vemos a Hitchcock y sí a una versión grotesca del actor,  y así es imposible tomárselo verdaderamente en serio, por mucho que Hopkins se esfuerce en la imitación de la dicción o la expresión corporal.

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Como análisis del turbulento proceso creativo de una película mítica la obra de Gervasi tampoco es especialmente revelador. El estudioso de “Hitch” reconocerá anécdotas  sobre el rodaje, los tiras y aflojas con la censura (quizás la parte más divertida de la cinta) o las maniobras de marketing ideadas para crear expectación entre el público, pero en ningún momento vemos qué tenía de especial esta película e incluso a veces da la sensación de que Hitchcock la hizo de cualquier manera mientras tenía la cabeza puesta en otros asuntos. Hasta una escena capital como la de la ducha, en la que se invirtió una semana de minucioso trabajo con distintas angulaciones y posiciones de cámara y en la que también usaron un doble del cuerpo de Janet Leigh, aquí se muestra como si hubiera sido fruto de un arrebato súbito e impulsivo del propio director. Eso sí, Scarlett Johansson está convincente y radiante en la piel de Leigh y James D’Arcy sorprende con una reproducción perfecta de las formas de Anthony Perkins que habría merecido más minutos, mientras que el siempre solvente Michael Stuhlbarg interpreta con rigor al agente Lew Wasserman, otra figura clave de Hollywood cuya vida algún día habrá que llevar a la gran pantalla.

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“Hitchcock” se encuentra más cómoda cuando se centra en la relación chispeante y sarcástica entre el cineasta londinense y su esposa, Alma Reville, que también era su principal apoyo creativo y vital en la sombra, y tiene su punto álgido en una escena en la que ella estalla cubriéndole de reproches. El mérito aquí es de Helen Mirren, sensacional como “víctima” de las paranoias y manías narcisistas de su marido que trata de encontrar su propio espacio involucrándose más de la cuenta con un guionista de pacotilla. La labor de Mirren es tan perfecta y sutil que deja aún más en evidencia la pantomima caricaturesca de Hopkins.  Sin embargo, la cinta pierde el rumbo cuando se desvía  hacia divagaciones oníricas en las que “Hitch” aparece conversando con el mismísimo Ed Gein. La idea no es mala porque podría conectar de alguna forma con el universo del director de “Rebeca”, pero en un contexto tan académico se siente absolutamente fuera de lugar.

“Hitchcock” queda muy lejos de ser el retrato definitivo que merecería el genio londinense, cuya inabarcable  y compleja personalidad siempre estará mejor plasmada en el conjunto de su vasta filmografía que en cualquier biopic de Hollywood, pero al menos proporciona un pasatiempo cordial tanto para el conocedor de la vida y milagros de “Hitch” como para el espectador casual que sienta un mínimo interés por la figura del maestro del suspense.

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4 comentarios leave one →
  1. memetfe permalink
    02/02/2013 14:36

    Aún no la he visto, pero creo que voy a coincidir bastante con tu opinión. Tiene pinta de ser bastante acartonada, realmente parece un » telefilme de lujo con reparto de campanillas». Y lo del maquillaje de Anthony Hopkins es de escándalo, no se parece nada.

  2. carbombis permalink
    02/02/2013 15:31

    Muy buena critica, coincido 100% en lo que dices.

  3. Jorge Luis García permalink*
    03/02/2013 22:12

    Memetfe y Carbombis, muchas gracias por vuestros comentarios. Me comentan que más recomendable que esta «Hitchcock» es «The girl», producción conjunta de BBC y HBO que se centra en la relación entre Hitch y Tippi Hedren en el rodaje de «Los pájaros». Toby Jones y Sienna Miller en los papeles principales. Habrá que echarle un vistazo. Un saludo.

  4. 05/02/2013 23:16

    Me ha entrado mucha curiosidad por lo que has comentado. Tal parece que no andas perdido eso si porque en muchos sitios se dice lo mismo, que la película es algo superficial. Lo que si, no hay consenso en torno a Scarlett Johansson. Algunos la rescatan, otros la fusilan. Pero bueno, nada mejor que verificarlo por uno mismo. Hoy mismo la veo.

    Saludos!

    http://politocine.blogspot.com

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