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Ang Lee: La modestia de un maestro

06/02/2013

lee_ang

Mi compañero Jorge hacía, en su crítica de ‘La vida de Pi’, una afortunada comparación entre su director, el taiwanés Ang Lee, y Michael Curtiz, afirmando que, al igual que el director de ‘Casablanca’, Lee se adapta como un guante a la historia que le toque rodar, es decir, entraría en esa lista de venerables ‘artesanos’ del Hollywood clásico. Es cierto, Lee carece del carácter ególatra de muchos de sus compañeros y es de aquellos que pone su enfásis en todos los elementos que puedan favorecer a la historia y no en colocar cada cierto tiempo su ‘marca de autor’ en el filme. No nos engañemos, es muy agradable que cada película que aparece de Quentin Tarantino, David Lynch o Woody Allen siga engrosando su muy particular universo autoral, pero por cada Kitano o Nolan hay miles de cineastas que buscan a toda costa promocionar su personalidad que no le llegan ni a la suela de los zapatos al señor Lee. No podemos negar que la ya muy considerable filmografía de Lee es una de las más variadas, en cuanto a tonos y ambientaciones, del actual panorama. Sin embargo, a poco que rasquemos en sus películas, podemos ver una serie de rasgos comunes que le alejan de  la simple condición de ‘artesano’  y que, pese a que su modesto deseo parece ser el de desaparecer tras sus películas, nos permiten esclarecer un bosquejo de características identificables del que es uno de los grandes maestros del cine de los últimos 20 años. ¡Comenzamos!

El conflicto entre lo viejo y lo nuevo

Si hay un tema tronca que se puede aplicar a la filmografía de Lee es éste, ese punto indefinido en el que chocan bruscamente las antiguas costumbres y valores y los nuevos usos vitales. Un dilema nada fácil de resolver que el taiwanés no para de analizar película tras película, estableciendo el diálogo y el entendimiento intergeneracional como única solución posible. En ocasiones, Lee muestra una clara simpatía por los valores tradicionales de honor, integridad y buen hacer en títulos como ‘Comer, beber, amar’, con ese venerable anciano cocinero que tanto ama la cocina, y ‘Tigre y dragón’, en el que el antiguo orden se ve roto por la ambición y la falta de ética que propugnan los nuevos tiempos. Sin embargo, Lee no es ningún retrógrado: ‘El banquete de boda’, ‘Sentido y sensibilidad’, ‘Brokeback Mountain’ y ‘Taking Woodstock’ demuestran que el taiwanés, pese a comprender las reticencias de los veteranos, aboga por la necesidad de que prosperen las nuevas ideas que amplían las libertades individuales. Pero el filme paradigmático para analizar este tema en el cine de Lee es una de esas maravillas a las que el tiempo ha terminado por ocultar demasiado, ‘La tormenta de hielo’: el retrato del desconcierto que provoca en una familia estadounidense convencional la oleada de libertad sexual de los años 70. Lee elude la moralina mediante una encomiable sutileza a la hora de retratar la disfunción familiar que provoca las ansias de experimentación de unos padres que intentan desesperadamente no perder el carro de los nuevos tiempos. La majestuosa gradación que lleva al filme a ir mutando de una comedia de enredo a una tragedia en toda regla, y ese hipnótico y apoteósico final, es uno de los grandes hitos de la trayectoria de nuestro protagonista. Y seguramente el menos reconocido.

La tormenta de hielo

Defendiendo a los excluídos

Hablar de los excluídos sociales en el cine de Ang Lee no tiene sentido si no aludimos a la homosexualidad. Más aún cuando para los más comunes de los mortales el cineasta taiwanés sigue siendo «aquel chino que hizo la peli esa de vaqueros gays»- Paradójicamente, en la que seguramente sea su película más conocida, ‘Brokeback Mountain’, la homosexualidad es más bien una excusa sobre la que montar la historia, siendo su gran película sobre el asunto ‘El banquete de boda’, una lúcida, fresca y magistral crónica sobre los problemas que atraviesa una pareja de homosexuales para sobrellevar su relación en los Estados Unidos de los años 90. También aparecen tendencias homosexuales en Elliot, el joven protagonista de ‘Taking Woodstock’, aunque a Lee lo que parece verdaderamente interesarle es la profunda revelación que experimenta ese entrañable chaval apartado del mundo en lo más profundo del campo estadounidense la llegada a sus tierras del mítico festival y, especialmente, de la multudinaria ‘troupé’ que lo acompaña. Nuestro siguiente invitado no es homosexual, de hecho lo tiene mucho peor, ¡es un monstruo verde! Seguramente este aspecto diferencial y excluyente fue el que llevó a Lee a adentrarse en su proyecto más desconcertante: ‘Hulk’. El taiwanés quiso estar a la vanguardia de la explosión del cine de superhéroes acontecida a principios del nuevo siglo y fue uno de los pioneros en querer introducir una profundidad y una gravedad prácticamente inexistentes hasta ese momento en las adaptaciones de cómics de la Marvel. Pese a algunos momentos inspirados y el gran reparto, Lee no fue capaz de equilibrar el toque intismista que quería proporcionar con la necesidad de espectáculo demandada por productores y público, pegándose seguramente el mayor batacazo de su carrera. Sin embargo, estoy seguro de que Christopher Nolan aprendió mucho de esta experiencia a la hora de perfeccionar esta fórmula y llevarla a las más altas cotas en su trilogía de Batman.

Hulk Ang Lee

El amor, cuanto más apasionado, mejor

Ang Lee no entiende de amores sosegados, para el taiwanés  existe un solo amor verdadero por el que hay que luchar a través de las más infranqueables dificultades. El amor vivido hasta los extremos ya protagonizaba dos de las grandes obras primerizas de Lee, ‘El banquete de boda’ y ‘Sentido y sensibilidad’, pero donde se desarrolló hasta niveles sobresalientes fue en, seguramente, las dos mayores obras maestras del taiwanés, ‘Brokeback Mountain’ y ‘Tigre y dragón’. En la primera, seguramente una de las más hondas y bellas historias de amor jamás contada, recorrió con magistral sutileza la importancia de las elecciones que se hacen en la vida y la imposibilidad de arrinconar lo que nos dicta el corazón pasen los años que pasen en la muy prolongada historia de dos hombres que se amaron en un lugar y tiempo muy apartados. Pocas veces una chaqueta en el armario nos dará semejante vuelco en el corazón, pocas veces encontraremos un personaje como Ennis del Mar y un actor que lo encarne como Heath Ledger, pocas veces podremos ver una película tan redonda. ‘Tigre y dragón’ no se queda atrás. Tras una hora inicial en el que los adictos a Lee nos preguntábamos porqué se había pasado tan flagrantamente al cine de artes marciales, llegábamos a conocer lo que late realmente en el interior del filme: dos  historias de amor, una arrebatada como solo la pueden tener los más jóvenes; la otra, si cabe más emocionante, una latente pero no consumada, más adaptada al ritmo adulto. Pero no todo han sido alegrías: si alguna cinta despertó expectativas en este sentido fue ‘Deseo, peligro’. Todo parecía en orden: una bellísima historia de amor prohibido y ardiente, una recreación perfecta de la convulsa China de los años 40  y un León de Oro en Venecia que presagiaba una obra maestra. Sin embargo, y pese a que la cinta es notable, algo sonaba a prefabricado, a frío, en un filme que. desgraciadamente, activaba más nuestro cerebro que nuestro corazón. Y eso en Lee no es buena señal.

Brokeback_Mountain

El pasado como fuente de inspiración

No parecía en sus inicios Ang Lee un cineasta proclive a la reconstrucción histórica, más bien parecía querer enfrentarse a los desafíos del presente. Sin embargo, tras ‘Sentido y sensibilidad’ y su merecido éxito, parece ser que recapacito y vio las múltiples posibilidades que le podía brindar el introducir el elemento histórico a su producción y escarbar en la influencia que los usos sociales (y su progresiva ruptura) de un determinado tiempo sobre los comportamientos de las personas. De hecho, desde ese momento apenas podemos encontrar referencias al presente en su cine. Sin embargo, nuestro protagonista es poco amigo de limitarse a narrar grandes hechos (solo representan una excepción en este sentido ‘Cabalga con el diablo’, ambientada en la Guerra de Secesión estadounidense, y la descripción algo tangencial de la guerra chino-japonesa en ‘Deseo, peligro’). Sus preferencias se centran en narrar la intrahistoria, hacer un gigantesco zoom y enfocar a unos pocos personajes inmersos en épocas de cambio paulatino, muy lejos de tratados diplomáticos, hazañas militares y discusiones políticas. El protagonista de ‘Taking Woodstock’ apenas puede disfrutar del emblemático festival pero el aroma de liberación que trae consigo el evento le cambiará para siempre, las nuevas formas de pensar marchan lejos de la ciudad para irrumpir con notables consecuencias en la campiña inglesa de ‘Sentido y sensibilidad’, buena parte de la segunda mitad del siglo XX transcurre y se deja notar mientras los amantes vaqueros de ‘Brokeback Mountain’ no dejan de deshojar una envenenada margarita, los padres de ‘La tormenta de hielo’ ven como sus ansias a aferrarse al frenético presente ponen pata arriba sus valores. En definitiva, la Historia con mayúsculas solo puede explicarse desde el conjunto de las historias minúsculas.

Sentido y sensibilidad

El corazón, el mejor efecto especial

Bien puede hacer una película de superhéroe de cómic, un espectáculo visual sin precedentes en 3D, una de epatantes luchas orientales, una creíble recreación de la Inglaterra victoriana o adentrarse en la Guerra de Secesión, que todo ello no es para Ang Lee más que un marco en el que contextualizar a sus personajes, su verdadero centro de atención. Estaremos de acuerdo que el taiwanés sabe dar espectáculo, pero no es menos cierto que su mayor empeño es el de analizar a sus personajes centrales hasta el tuétano, ponerles cara a cara ante un conflicto mayúsculo y estudiar sus reacciones. Pocos realizadores como él han sabido ofrecernos unos personajes que respiren tanta verdad, con los que nos identifiquemos al instante, que tengan dos, tres y hasta cuatro dobleces, que nos emocionen tanto. Desde la relación entre dos opuestos (y complementarios) como Ennis del Mar y Jack Twist en ‘Brokeback Mountain’ a la triste soledad y la involuntaria monstruosidad del Bruce Banner transformado en ‘Hulk’, a la lucha entre deber y placer de la Wong Chia Chi de ‘Deseo, peligro’ o al amor exacerbado agazapado bajo la disciplina del Li Mu Bai de ‘Tigre y dragón’, Ang Lee nos ha dado un buen número de ejemplos de cómo se debe enfocar un rol en una película. Y es que Lee es el gran humanista del cine de nuestro tiempo.

tigre_y_dragon_2000_4

4 comentarios leave one →
  1. 07/02/2013 1:12

    Gran artículo sobre uno de los más grandes directores de nuestro tiempo. Como bien dices un auténtico camaleón pero con puntos comunes. Eso sí, para mí su dos obras maestras serían «Sentido y Sensibilidad» y «La tormenta de hielo» que pones en el lugar que se merece. Se agradecen estos análisis.

    Álvaro Tejero. El día del espectador

    • Alberto Loriente permalink*
      07/02/2013 9:49

      Gracias, Aubry. Realmente, en mi humilde opinión, da un poco igual el orden de los factores: ‘Sentido y sensibilidad’ y ‘La tormenta de hielo’ son grandes películas que encuentro muy razonable que sean tus favoritas, aunque yo no puedo evitar sentir mayor predilección por ‘Brokeback Mountain’ y ‘Tigre y dragón’, mientras que no altere el producto, esto es, que Ang Lee es un magnífico director. Un saludo!

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