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«Capitán Phillips»: Tom Hanks a toda máquina

23/10/2013

Capitán Phillips_Poster

¿Alguien sabe en qué agujero ignoto había estado metido Tom Hanks durante, digamos, los últimos ocho años? Porque el tipo que interpretó al profesor Robert Langdon en las insípidas “El código Da Vinci” (2006) y “Ángeles y demonios” (2009) no podía ser Tom Hanks. De hecho, tengo para mí que debía ser un desaborido y triste suplantador (y a aquel terrible estilismo capilar me remito) que desde que se hizo pasar por la versión animada del actor en aquella fallida “Polar Express” (2004) se ha empeñado en tirar por tierra toda la reputación que el bueno de Hanks había acumulado durante los años precedentes. Porque, aunque cueste recordarlo, hubo un tiempo en el que este tipo fue la mayor estrella de Hollywood y uno de los mejores actores del mundo, y se lo reconocían tanto la taquilla, como los premios, como la crítica. Y se lo ganó a pulso, venciendo la resistencia de todos los que pensábamos que el rey de la comedia USA ochentera no podía ser nunca un intérprete “serio” de esos que ganan Oscars. “Filadelfia” (1993) fue el primer zas en toda la boca, y después “Forrest Gump” (1994) le convirtió en icono generacional, máximo exponente del cine estadounidense de los 90, junto con los gangsters trajeados de Tarantino, el chaquetón de cuero negro de Neo, las cuchillas de Eduardo Manostijeras, el bozal de Hannibal Lecter o el cuelgue permanente de El Nota. Desde entonces, Hanks encadenó trabajos impecables en grandes películas que además funcionaban de maravilla en taquilla  –“Salvar al soldado Ryan” (1998), “La milla verde” (1999), “Náufrago” (2000), “Camino a la perdición” (2002) o “Atrápame si puedes” (2002)-. Papeles de lo más variopinto que Hanks resolvía con la naturalidad y empatía de un intérprete que, sin poseer un físico magnético o imponente, parecía haber nacido para actuar. El James Stewart de nuestro tiempo. Incluso puso voz al emblemático vaquero Woody de “Toy Story”. Y entonces llegó el impostor, y con él los trabajos alimenticios, las interpretaciones rutinarias y un criterio un tanto dudoso a la hora de elegir proyectos. De ser James Stewart pasó a convertirse en un émulo del último Harrison Ford.

Pero “Capitán Phillips” trae buenas noticias: el auténtico Tom Hanks está de vuelta, justo cuando ya no le esperábamos. No hay rastro del suplantador. Admito que la película de Paul Greengrass me inspiraba una profunda pereza, y el hecho de volver a ver a Hanks como protagonista, lejos de servir de acicate, casi me provocaba más desaliento. Craso error. La crónica del secuestro de un barco mercante estadounidense en aguas somalíes podía haber sido el tópico telefilme plagado de lugares comunes, pero en cambio es una de las sorpresas más agradables de este segundo semestre de 2013, principalmente porque se encomienda a un Hanks espléndido, que firma una de las mejores construcciones de personaje de los últimos tiempos. El actor, entregado y comprometidísimo, imparte una clase magistral de cómo dominar la pantalla y hechizar la mirada del espectador a través de un extenso catálogo de gestos, matices, expresiones corporales y modulaciones vocales (aunque esté de más decirlo, es obligatoria la versión original). Hanks se mete en la piel de un tipo ordinario, padre de familia, extremadamente profesional en lo suyo, que termina convirtiéndose en héroe por accidente muy a su pesar, y lo hace desde el minuto 1 (salvando como puede el muy simplista y trillado diálogo con Catherine Keener que se ve obligado a mantener en la prescindible primera escena del filme) hasta los últimos cinco, en los que sencillamente está sobrecogedor y logra poner los pelos de punta. Otros han ganado Oscars por muchísimo menos de lo que Hanks transmite en esa escena.

Capitán Phillips_Tom Hanks

Una actuación superlativa puede ser por sí misma una buena razón para ver una película, pero “Capitán Phillips” no lo fía todo a la genialidad de Hanks, porque también está dirigida con mano de hierro por Paul Greengrass, ese cronista de sucesos históricos contados desde un punto de vista humano y que cuenta como mayores logros la angustiosa “United 93” (2006) y dos notables películas de la saga de Bourne. No es Greengrass un director que me entusiasme en exceso, más que nada por su tendencia al montaje hiper-frenético que muchas veces no me deja asimilar lo que pasa en la pantalla, pero cuando se permite relajarse un poco admito que es un narrador enérgico y un maestro de la puesta en escena -véase la asombrosa secuencia en la estación de Waterloo de “El ultimátum de Bourne” (2007)-. Y esas virtudes las vuelca de manera ejemplar en este absorbente thriller de acción. De hecho, es Greengrass quien con su labor realza el simple y eficaz libreto de Billy Ray hasta extremos de altísima tensión. Su dominio del tempo es perfecto y está sabiamente dosificado para crear un suspense creciente y por momentos irrespirable. Hay muchas pruebas en el filme de la habilidad de Greengrass para filmar y administrar el ritmo de forma brillante, pero me quedo con la larga secuencia del asalto del esquife al Maersk Alabama, un prodigio narrativo en su combinación de tomas panorámicas, planos cortos y planos medios.

Capitán Phillips_Maersk Alabama

El director evita además el maniqueísmo que podría devenir de una historia como ésta contada desde el bando americano y se niega a tomar partido. De hecho, a Greengrass no le interesa perder mucho tiempo en contextualizar el suceso, pero deja bien expuestas (para quien las quiera ver) las causas que empujan a un puñado de pescadores miserables al bandidaje marítimo, y la lectura política que se extrae no es precisamente condescendiente con Occidente. A la verosimilitud de la propuesta contribuye el acertadísimo casting de los secuestradores somalíes, entre quienes destaca el debutante Barkhad Abdi, el escalofriante antagonista de Hanks y poseedor de la frase más contundente y esclarecedora del filme: “Maybe in America”. Sin el extraordinario verismo de su trabajo (aunque desconozco hasta qué punto “actúan” estos chicos) “Capitán Phillips” no sería lo mismo.

Capitán Phillips_Secuestradores somalíes

La cinta sería sobresaliente si el punto de vista de Richard Phillips y los secuestradores se hubiese mantenido durante todo el metraje, pero en el tercio final Greengrass es víctima del síndrome de Kathryn Bigelow, consistente en regodearse en la parafernalia militar más varonil y en la ostentación de buques de guerra, helicópteros, equipos SWAT y demás atrezzo armamentístico. “Capitán Phillips” habría ganado mucho si la escala íntima y el claustrofóbico plano cerrado hubiese prevalecido durante todo ese tramo final, sin necesidad de escapadas al exterior cuya función principal parece ser loar y exaltar la extrema eficacia de la marina estadounidense. Con todo, la película de Greengrass supone una experiencia intensa y grata que confirma a su director como una referencia del cine de acción con cerebro y una alternativa al modelo plano cargado de esteroides de Michael Bay y demás acólitos, pero sobre todo supone una reconciliación con el enorme Tom Hanks. Esperemos que haya vuelto para quedarse.

2 comentarios leave one →
  1. Tamara de Lempicka permalink
    09/12/2013 2:00

    Hola Jorge,

    Tienes razón: Capitán Phillips = Tom Hanks, soberbia interpretación. En todo momento contenido, sobrio, sin un gesto o mueca de más, derrochando recursos interpretativos. Y los últimos 5′, más allá de que todo el desarrollo que hace del personaje sea magnífico, equivalen en intensidad dramática y sentimiento al ‘I dreamed a dream’ que se marcó Anne Hathaway en ‘Los Miserables’ por el se llevó el Oscar el año pasado, así que Hanks también se lo merecería en igual medida. Ya veremos con quién se tiene que medir en la terna a Mejor Actor, porque su nominación parece asegurada.

    Sobre esa intensidad y la convicción con la que se enfrenta al personaje, leída una entrevista a Greengrass, decía que evitó que Hanks y los actores etíopes se conocieran hasta empezar el rodaje para que su primera confrontación en escena tuviera los resultados dramáticos deseados y se creara la compleja relación que se ve en pantalla.

    Barkhad Abdi, el otro gran protagonista, confesaba que al principio se sintió intimidado por conocer a Hanks (lógico!) y de lo admirado que se quedó cuando éste era capaz de pasar de estar de bromas en el set para al instante siguiente estar metido completamente en el personaje, ser de hecho el capitán Phillips. Y eso particularmente fue un reto para él, tratar de estar a su altura en esa encarnación tan veraz de su personaje. De hecho, coincidimos en que su actuación complementa perfectamente, e incluso rivaliza, con la del protagonista, y tampoco debemos desmerecer a sus compañeros, que también están a gran nivel.

    Por lo demás, estoy de acuerdo en el exacerbado rollo patriotero y el apabullante despliegue de poderío armamentístico que se traen últimamente no sólo ésta, sino muchas de las grandes producciones hollywoodienses: parece una clara campaña de RP del Departamento de Defensa americano y los lobbies de la industria militar para justificar ante el americano medio que el billón (con b) de dólares que se va a la partida militar cada año está bien empleada y que es por tanto imprescindible (Dicen lo de «I’m an american citizen», y les mandan a los SEALS como quien baja a comprar el pan). Pero para el resto del mundo, ¡qué cansinos! :)

    Como conclusión final, no puedo decir que la película me haya entusiasmado, aunque sí me ha gustado, es una buena pelicula, pero definitivamente lo que sí me ha impresionado es Hanks.

    Muchos saludos a todos!

    • Jorge Luis García permalink*
      09/12/2013 13:17

      Hola Tamara, pues sí, tienes toda la razón en equiparar esos cinco minutos finales con los del «I dreamed a dream» de Anne Hathaway en «Los miserables», aunque Hanks tiene más mérito porque antes de llegar a ese momento ya ha dado todo un recital interpretativo y ha soportado todo el peso de la película sobre sus hombros. La nominación al Oscar, efectivamente, debería ser innegociable, pero no parece que tenga muchas opciones de volver a ganar, a tenor de lo visto en los primeros premios de las asociaciones de la crítica estadounidense, que se están decantando por Bruce Dern («Nebraska») y Chiwetel Ejiofor («Doce años de esclavitud»). Supongo que de haberse estrenado justo ahora en EE.UU las posibilidades de Hanks serían mucho mayores, pero ya sabemos cómo funciona ese tinglado… Un saludo, amiga, y muchas gracias por seguir dejándonos por aquí tus acertadas reflexiones.

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