De “El inocente” a “Dallas Buyers Club”: el Milagro McConaughey
No hace demasiados meses, durante una de nuestras quedadas habituales, Jorge, Alberto y un servidor comentábamos las ganas que teníamos de ver “El lobo de Wall Street”. El Tito Scorsese ya es de por sí un reclamo de garantías para los tres, pero además la esperanza de encontrarnos con un film en la onda de “Uno de los nuestros” o “Casino”, y un primer tráiler en el que Leonardo DiCaprio parecía estar ‘on fire’, habían elevado mucho nuestras expectativas. Yo, por mi parte, no dejaba de repetir «Y Matthew McConaughey», con tanta insistencia que mis compañeros confesaron que les extrañaba mi fascinación por él. Incluso llegaron a bromear preguntándome si el próximo actor del que me volvería fan sería Chris O’Donnell. Sí, tienen chispa los cabrones. Pero entiéndanles, aún no había llegado “True Detective”, ni el huracán provocado por “Dallas Buyers Club” que culminaría con ese merecidísimo Oscar. Y yo les llevaba ventaja, pues para entonces ya había visto “Killer Joe” y “Mud”, dos películas en las que McConaughey arrasaba con todo y habían sido suficientes para ponerme a sus pies. Hoy Jorge y Alberto, como el resto del planeta, ya no dudan de que el texano es un actor descomunal. Pero quién nos lo iba a decir hace cinco años. O para algunos hace sólo un par de meses, pues aunque el despegue del intérprete comenzó en 2011, después de un muy conveniente parón de dos años sin actuar, la sombra de una carrera muy mediocre, marcada mayormente por insustanciales comedias románticas, era tan alargada que le ha costado lo suyo quitarse el sambenito de ‘Chico Florero’ oficial de Hollywood. Aún hoy aquéllos que no se han acercado a su obra reciente no terminan de entender qué demonios está pasando. Mi propio hermano, al día siguiente de la entrega de los Oscar, me preguntaba «¿Matthew McConaughey, en serio?». Pues sí. Y es que el McConaughey de 2014 no es el McConaughey de 2009, aquél que paseaba palmito por enésima vez en “Los fantasmas de mis ex novias”, otra de esas estúpidas comedietas hechas con el piloto automático. Entre medias, han sucedido una serie de cosas que lo justifican todo (menciono, por cierto, las fechas de sus estrenos en España, si es que ha sido el caso): “El inocente” (2011), “Bernie” (2011), “Killer Joe” (2011), “Magic Mike” (2012), “El chico del periódico” (2013), “Mud” (2013), “El lobo de Wall Street” (2014), la serie “True Detective” (2014) y, por último, la oscarizada “Dallas Buyers Club” (2014). La cumbre, hasta ahora, de su carrera.
En su post ‘“La gran estafa americana” vs. “El lobo de Wall Street”: Scorsese y su falsificación’, mi compañero Jorge se preguntaba «qué extraña epifanía experimentó o qué ha cambiado en su dieta» el intérprete para alcanzar su actual estado de gracia. Todos nos lo preguntamos pero, en realidad, es mucho más sencillo de lo que creemos. McConaughey, simplemente, decidió tomarse un descanso en 2009 para disfrutar de su cada vez más numerosa familia, lo que le llevó a reflexionar sobre su trayectoria, y a tomar la decisión de aceptar a partir de entonces únicamente aquellos trabajos que le llenasen o le supusiesen un nuevo reto. Él mismo lo explica en unas palabras que recoge este mes la revista ‘Fotogramas’: «Me pasé un año entero parado (…) rechazando todos los papeles que me ofrecían. Un día los estudios dejaron de enviarme los guiones de siempre. Lo pillaron. Pararon de proponerme lo que sabían que iba a rechazar. Y de repente, en un giro salvaje, empezaron a ofrecerme otro tipo de cosas». Resulta también curioso como el propio McConaughey, nacido en la pequeña ciudad texana de Uvalde en 1969, parece haber encontrado su camino ‘regresando’ a sus raíces. Tanto en “Bernie”, como en “Killer Joe”, “Magic Mike”, “True Detective” y “Dallas Buyers Club” el actor ‘hace’ de texano, lo que le ha permitido lucirse con ese tan característico acento, mascullando las palabras, que se ha convertido en marca de la casa. Así que sí, el Milagro McConaughey tiene explicación. Seguid leyendo y nos metemos en faena. ·
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LOS AÑOS OSCUROS (1993-2009)
Conviene hacer, antes, un poquito de historia. Su debut en la gran pantalla se produjo en 1993, de la mano del también texano Richard Linklater, en “Movida del 76” (“Dazed And Confused”), rodada por cierto en Austin, muy cerquita de su hogar. Lo primero que pronunció, de hecho, fue ese «Allright, allright, allright» que el actor ha hecho famoso ahora repitiéndolo casi como un mantra. Tras encadenar varios papeles secundarios en cintas como “¡Qué muerto de novio!” (Bob Babalan, 1993), “Ángeles” (William Dear, 1994) o “Sólo ellas… Los chicos a un lado” (Herbert Ross, 1995), y protagonizar esa cosa titulada “La Matanza de Texas: La nueva generación” (Kim Henkel, 1994), en 1996 logró saltar por fin a la fama gracias a su participación en la magnífica “Lone Star” de John Sayles y, sobre todo, “Tiempo de matar” de Joel Schumacher. Sus próximos proyectos deberían haberle encumbrado, poniéndose al servicio de nada menos que Steven Spielberg, Robert Zemeckis y de nuevo Richard Linklater. Pero ni “Amistad”, uno de los mayores fiascos del Rey Midas de Hollywood, la incomprendida “Contact”, en donde él estaba bastante discreto, estrenadas ambas en 1997, ni un año más tarde “The Newton Boys”, ambientada por cierto en su ciudad natal y que pasó totalmente inadvertida, dieron los frutos deseados. Pero lo peor estaba por venir: “EDtv”, del habitualmente infalible Ron Howard, fue uno de los mayores batacazos de 1999. Al menos en su rodaje se forjó su amistad con Woody Harrelson. Y a partir de ahí, y ya sin que nadie le tomase demasiado en serio como intérprete, una de guerra, “U-571” (Jonathan Mostow, 2000), una de terror, “Escalofrío” (Bill Paxton, 2001), una de dragones, “El imperio del fuego” (Rob Bowman, 2002), una de aventuras, “Sahara” (Breck Eisner, 2005), un par de dramas deportivos, “Apostando al límite” (D. J. Caruso, 2005) y “Equipo Marshall” (McG, 2006), una de las comedias con peores críticas de la década, “Surfer, Dude” (S.R. Bindler, 2008)… Todas, salvo la primera, sonoros fracasos comerciales. Cualquiera pensaría con este currículum que McConaughey era puro veneno para las taquillas, de no ser porque en todo ese tiempo también se especializó, sí amigos, en la comedia romántica, y ahí sí que se dedicó al menos a llenar el bolsillo de los productores (y el suyo propio). Al loro vaya repóker: “Planes de boda” (Adam Shankman, 2001), “Cómo perder a un chico en 10 días” (Donald Petrie, 2003), “Novia por contrato” (Tom Dey, 2006), “Como locos… a por el oro” (Andy Tennant, 2008) y “Los fantasmas de mis ex novias” (Mark S. Waters, 2009). En realidad, de aquellos años sólo se salvarían “Vidas contadas” (“Thirteen Conversations About One Thing”) (Jill Sprecher, 2002), que pese a su discretísima taquilla sí contó con el beneplácito generalizado de la crítica, y su breve papel en “Tropic Thunder” (Ben Stiller, 2008), una de las comedias del año. Un balance ciertamente muy pobre. Una filmografía que, como poco, da pereza. En esto que llegamos a 2009 y, por suerte para todos nosotros y sobre todo para él mismo, decidió tomarse un respiro.
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El INOCENTE (THE LINCOLN LAWYER), DE BRAD FURMAN – 2011
El regreso de McConaughey se produciría dos años más tarde de la mano del director Brad Furman con “El inocente”, un muy correcto thriller judicial en el que volvería a meterse en la piel de un abogado 15 años después del papel que le situó en el mapa en “Tiempo de matar”. Acompañado de Marisa Tomei, William H. Macy, Ryan Phillippe y John Leguizamo, el texano ofrece una interpretación con mucha garra, seguridad y empaque, dotando de carisma a un personaje con un punto cabrón y canalla, pero en el fondo honesto y, sobre todo, audaz y valiente. Aun siendo un tanto predecible y pese a caer en algunos lugares comunes del género, “El inocente” nos lleva a bordo de ese Lincoln en el que se desplaza el protagonista en un viaje tremendamente entretenido, que es de lo que se trata. La cinta cosechó buenas críticas y tuvo una taquilla más que decente, por lo que en ese sentido también supuso un punto de inflexión en la carrera del intérprete.
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BERNIE, DE RICHARD LINKLATER − 2011
El siguiente paso de McConaughey fue regresar a Texas y ponerse, por tercera vez, a las órdenes de su descubridor, Richard Linklater, un cineasta tan inquieto como irregular. En esta ocasión, el director firmó una película, aún inédita en nuestro país, a todos los efectos menor dentro de su filmografía, rodada antes de regresar por todo lo alto a la deliciosa historia de Jesse y Celine en “Antes del anochecer” (2013). La cinta, prácticamente monopolizada por su protagonista, Jack Black, no resulta ni lo suficientemente divertida para ser considerada una gran comedia, ni llega a tocar la fibra para que podamos tomárnosla en serio como drama, pero tiene su punto al estar basada en un caso real y contar con los testimonios, a modo de documental, de los verdaderos habitantes de la pequeña localidad de Carthage. Un punto aún más loco le hubiese venido de maravilla. En cualquier caso, McConaughey muestra un registro hasta ese momento inédito en su carrera, y sale airoso sacando adelante un personaje que puede tener mucho de caricatura y paródico, pero que acaba siendo el único cuerdo y medianamente normal de la función, y por tanto un tanto antipático. “Bernie” contó con un presupuesto ínfimo y, tras su limitadísimo paso por las salas estadounidenses, al menos logró recuperar costes.
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KILLER JOE, DE WILLIAM FRIEDKIN − 2011
Toda la locura que un servidor echó de menos en “Bernie” la tiene “Killer Joe”, el sorprendente (y nos quedamos cortos) regreso a la dirección del veterano William Friedkin. Con 76 años y cuatro décadas después de haber firmado sus mayores éxitos, “The French Connection” (1971) y “El exorcista” (1973), el director nos sacude con una comedia negrísima, excesivísima, violentísima y por momentos divertidísima. No apta, eso sí, para todos los públicos. De hecho, fue su calificación NC-17 (por su «contenido gráfico perturbador, incluyendo violencia y sexualidad, y una escena de brutalidad»), y la feroz negativa de Friedkin a editar la cinta para poder ser así estrenada en más pantallas, la que cercenó prácticamente su carrera comercial en EE.UU, quedándose en apenas 3 millones de recaudación frente a un presupuesto de 10. Quizás por eso en España sólo ha podido ser vista en el Festival de Sitges de 2011. La crítica, exceptuando algunas reacciones airadas, al menos sí pareció acogerla de buen grado. “Killer Joe”, que tiene mucho de teatral al estar basada en la obra homónima de Tracy Letts, sigue las desventuras de una familia (Emile Hirsch, Thomas Haden Church, Gina Gershon, y una perturbadora Juno Temple) que representa lo más bajo, a todos los niveles, de la sociedad texana, y que para su desgracia decidirá contar con los servicios del policía y asesino a sueldo Joe Cooper (McConaughey). El actor está inmenso dando vida a un grandísimo y taradísimo hijo de la gran puta. Yo me lo pasé en grande viendo está deliciosa gamberrada, y Matthew comenzó a ganarme para su causa.
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MAGIC MIKE, DE STEVEN SODERBERGH − 2012
Aquéllas, o aquéllos, que añoren ahora los firmes pectorales del actor, que tanto explotó en su etapa anterior, aún pueden deleitarse sin tener que bucear en la pasada década viendo “Magic Mike”. Si antes definía a Linklater como inquieto e irregular, al menos en estos dos aspectos Steven Soderbergh le da dos mil vueltas. Aunque sea su mayor éxito desde los tiempos de la ‘Trilogía Ocean’s’, pues costó solamente 7 millones y se embolsó casi 170, el film no ocupará los primeros puestos en la fecunda filmografía del director. Como drama resulta muy previsible y convencional, y como comedia sólo tiene su tono desenfadado. En definitiva, por momentos no deja de ser un desfile de carne, mucho más masculino que femenino (aunque también podamos deleitarnos con esa Diosa llamada Olivia Munn), en el que McConaughey pasa sin problemas por encima de unos compañeros de reparto (Channing Tatum, Alex Pettyfer, Joe Manganiello) que tienen buena planta y poco más. El actor se luce en esta ocasión dando vida al carismático, magnético y también un poco cabroncete Dallas, un stripper semi-retirado y dueño del local en el que actúan los ‘boys’ protagonistas. “Magic Mike” está basada, al menos parcialmente, en la juventud de Tatum, que al parecer ya estaría escribiendo su secuela.
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EL CHICO DEL PERIÓDICO (THE PAPERBOY), DE LEE DANIELS − 2013
El único gran borrón, al menos desde mi humilde punto de vista, en este Cuatrienio Mágico de McConaughey, es “El chico del periódico”, y tampoco se puede decir que sea por su culpa ni que salga mal parado de la experiencia. Tres años después de pegar la campanada con “Precious”, Lee Daniels regresa con una cinta argumentalmente demencial, escabrosa, sucia y narrativa y estilísticamente muy pesada. Basado en una novela de Pete Dexter, que firma la adaptación al alimón con el propio Daniels, pudo ser durante algunos años el film que hubiese supuesto el debut en EE.UU de Pedro Almodóvar, que incluso llegó a trabajar en algunas fases del guión. Y, en muchos aspectos, se hubiese ajustado como un guante, pues la trama encaja perfectamente con el manchego en su versión más disparatada, aunque sin ninguna duda éste le hubiese dado un tono mucho menos mugriento. Como decía, ni McConaughey ni sus voluntariosos compañeros de reparto, una esforzada Nicole Kidman en las antípodas de su imagen tradicional, un John Cusack que clava un personaje repugnante, incluso el ex chico Disney Zac Efron, que está más que correcto, pueden hacer nada por mucho que lo intentan para evitar el naufragio de la película. McConaughey lidia impecablemente y con mucha contención con un rol que, durante buena parte del metraje, parece el único moderadamente normal y cuerdo de la pandilla… hasta que a mitad del film descubrimos sus inconfesables secretos. Sonoro fracaso de crítica y público, aunque precisamente al ser tan excesiva tendrá sus defensores.
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MUD, DE JEFF NICHOLS − 2013
Poco más puedo aportar al post (‘”Mud”: el fin de la infancia’) que ya le dediqué el pasado verano a una de mis cintas favoritas de 2013. Así que permitidme que me parafrasee a mí mismo: la tercera película del extraordinario director Jeff Nichols es una deliciosa mezcla de «drama social con el cine de aventuras, el thriller e incluso toques de western en su recta final. Y, vertebrándolo todo, uno de los más bellos relatos de iniciación filmados en mucho, muchísimo tiempo». “Mud” es también el film que me hizo alinearme ya definitivamente en el equipo de McConaughey, que nos desarma con su papel de antihéroe «turbio, inquietante, vulnerable, sensible y conmovedor». Dándole la réplica, dos adolescentes que nos golpean en plena mandíbula con un trabajo fascinante: Tye Sheridan, verdadero alma de la historia, y Jacob Lofland, visto ahora en “Justified”. Y también una arriesgada y sorprendente Reese Witherspoon. Yo, por pedir que no quede, sólo puedo confiar en que el texano vuelva a cruzar algún día su camino con un Nichols al que le pronostico, al menos artísticamente, un futuro brillante.
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EL LOBO DE WALL STREET (THE WOLF OF WALL STREET), DE MARTIN SCORSESE − 2014
Y absolutamente nada más puedo aportar a ‘“La gran estafa americana” vs. “El lobo de Wall Street”: Scorsese y su falsificación’, en donde Jorge ya diseccionó la última obra de Martin Scorsese, la que probablemente sea mi película favorita en lo que llevamos de 2014. Así que me centraré en lo que toca y recalcaré que a McConaughey le bastan unos poquísimos minutos de metraje, en una cinta que se planta en las tres horas, para adueñarse totalmente del film, avasallar al mejor Leonardo DiCaprio de su carrera (y yo soy de los que le admira, así que eso es decir mucho) y dejar su huella imborrable con una de las escenas más recordadas de “El lobo de Wall Street”. Mucho se ha incidido en la rivalidad entre el pobre Leo y el sobradísimo Matthew a cuenta de los Oscar, y se han hecho innumerables (y graciosísimas) coñas al respecto, así que aunque el triunfo del texano corriese a cuenta de “Dallas Buyers Club”, siempre recordaremos este significativo duelo que ambos mantuvieron en pantalla.
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TRUE DETECTIVE, DE NIC PIZZOLATO Y CARY FUKUNAGA − 2014
Hasta dos posts, dos, el último (‘”True Detective: lejos de toda carretera’) hace sólo un par de días, le hemos dedicado al que ha sido sin duda el gran fenómeno televisivo de 2014, al menos hasta la fecha, y sin visos de que nada pueda superarlo. Ya sabéis mi fascinación absoluta por esta enésima joya de la HBO, que aún con algunos detractores ha sido alabadísima por la gran mayoría de la comunidad seriéfila (ya es la segunda serie mejor valorada en IMDB, por detrás de “Breaking Bad”), conmocionada especialmente por el arrollador trabajo de un McConaughey que logró así que creciese el ‘hype’ en torno a su persona, coronándose sin discusión como el actor del momento y aprovechando aún más el impulso de cara a los Oscar. No le podía haber salido más redonda la jugada. Pero es que su exhibición en “True Detective”, en donde todo lo demás es extraordinario, es de escándalo. Nos ha regalado con su complejísimo Rust Cohle un personaje para la posteridad. Sus rallantes monólogos y sus impagables conversaciones con Marty Hart (un también magnífico Woody Harrelson) son ya Historia de la televisión. Tras hacerse con la estatuilla dorada, ahora le toca desfilar (y arrasar) por todas las entregas de premios televisivos habidos y por haber. Y se lo merece, por mucho que en algunas de esas contiendas vaya a tener en frente a nuestro también idolatrado Bryan Cranston.
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DALLAS BUYERS CLUB, DE JEAN-MARC VALLÉE − 2014
Y llegamos ya al cénit (hasta el momento) de su carrera. Que una transformación física drástica y radical ayuda, y mucho, a la hora de petarlo en la noche de los Oscar es algo que ya tenemos asumido desde el inicio de los tiempos. Que gustan especialmente los cambios de peso, ya sea por exceso o por defecto, también. Pero la cosa nunca puede quedarse ahí, y en este caso lo de McConaughey en “Dallas Buyers Club” va muchísimo más allá. El texano, de nuevo dando vida a un ‘paisano’, se pierde literalmente en la piel de Ron Woodroof, ese enfermo de SIDA al que en 1986 le pronosticaron únicamente 30 días de vida y logró sobrevivir hasta 1992, convirtiéndose en un experto en la enfermedad, viajando por todo el mundo en busca de fármacos, ilegales en EE.UU, con los que experimentar en sí mismo, y luego distribuyéndolos por un módico precio entre otros enfermos como él. La historia de Woodroof, un mecánico amante del rodeo algo paleto, juerguista, mujeriego y homófobo antes de conocer su condición, podría haber sido fácilmente carne de cañón para el melodrama barato con aroma de telefilm, pero el canadiense Jean-Marc Vallée logra sortear los peligros entregando una cinta veraz y emocionante que, es cierto, se apoya en gran medida en el portentoso trabajo de sus (merecidamente) oscarizados intérpretes. Pues aquí no sólo deslumbra McConaughey, sino también un Jared Leto, dando vida al transexual Rayon, cuya metamorfosis es incluso más extrema que la de su compañero. Y por metamorfosis, insisto, no hablo solamente del físico. Los dos actores expresan como muy pocos podrían haber hecho el dolor, la desesperanza y la vergüenza, pero también el arrojo, la valentía y la dignidad que desprenden sus personajes de forma jodidamente conmovedora. El éxito del bueno de Matthew es aún más colosal, y más loable, por su empeño durante años en sacar adelante una película que nadie quería hacer, después de que su guión fuese rechazado durante dos décadas por más de 80 productoras. A muchos les desconcertó su discurso al recibir el Oscar hace un par de semanas pero, dejando el tema religioso con el que no todos tienen por qué comulgar a un lado, nadie puede no estar de acuerdo con que el triunfo y la gloria son más que merecidos cuando uno ha luchado, denodadamente y con ahínco, por cumplir sus sueños. Y en ese sentido, la gesta de McConaughey no puede ser más admirable.
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EL FUTURO
Mientras va haciendo hueco en sus estanterías para los premios recibidos y todos aquéllos que vendrán, y saborea su actual estatus de actor mejor considerado del momento, Matthew McConaughey no se queda de brazos cruzados y fija ya sus próximos objetivos. Veo muy difícil, por no decir imposible, que ahora se duerma en los laureles o que el Oscar acabe jugando en su contra, pues al fin y al cabo esa es una maldición que afecta más a las actrices, que ya de por sí lo tienen mucho más complicado en la inmisericorde jungla de Hollywood. Menos aún que vuelva a las andadas. Ahora mismo, todos los directores del planeta, muchos de los cuales no hubiesen querido ni oír su nombre hace unos años o se hubieran descojonado con la mera propuesta de ficharle para algún futuro proyecto, se tienen que estar dando de hostias para hacerse con sus servicios. Él, de momento, sigue a piñón fijo y ya se ha subido a bordo de “Sea of Trees”, lo próximo de Gus Van Sant, el director ‘indie’ más ‘mainstream’, y un tipo capaz de lo mejor y de lo peor. Aunque su próximo film en ver la luz, y reconozco que puede ser mi película más esperada del año, llegará en noviembre: “Interstellar” de Christopher Nolan, el director de ‘blockbusters’ más ‘cool’, y un ser en el que yo deposito toda mi confianza. McConaughey fue de los últimos en sumarse a un proyecto que cuenta con un reparto extraordinario y, sin embargo, parece que acabará ocupando un rol destacadísimo: su voz es la que acompaña el primer teaser de la cinta, y él es el único personaje que aparece. Y en esos dos escasos minutos le oímos pronunciar una frase que, seguro, el actor no dudará en hacer suya: «Nuestros más grandes logros no pueden estar detrás nuestro». Tendréis que iros acostumbrando, porque el futuro le pertenece.
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Gran articulo y exhaustivo repaso de la carrera de Maconaughey, y que puede servir para tapar la boca a todos esos aguafiestas que se empeñaron en desmerecer el Oscar del tejano.
Pues a mí, al margen de su resultado en taquilla, Amistad no me pareció mala (otras de Midas con mejor suerte comercial son notablemente peores). Me gustó su papel en la de los dragones. Y creo que Edtv tuvo la mala suerte de aterrizar justo después de El show de Truman. Las comedias posteriores sí que eran terribles.
Pero a mí lo de Nolan me escama.
Como se me descuide, de aquí a nada le ponen el traje de Acuaman