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The Black Keys y «Turn Blue»: días del futuro pasado

12/05/2014

The-Black-Keys-Turn-Blue-cover

Si es cierto aquello de que en el rock’n’roll está ya todo inventado, a The Black Keys hay que reconocerles al menos el mérito de saber rescatar todas las lecciones impartidas por los grandes clásicos del pasado desde un prisma actual y contemporáneo, de forma que lo retro no solo parezca rabiosamente moderno, sino que sea endemoniadamente cool. Y eso sin olvidar nunca que el rock, después de todo, debe ser sencillo y directo, pura diversión. Puede que el pelotazo universal de una única canción, la irresistible “Lonely Boy”, les haya abierto de par en par la puerta de los grandes estadios y de las audiencias millonarias por puro accidente, una de esas extrañas anomalías que a veces se dan en el mainstream sin que exista una explicación más o menos lógica, pero reducir al dúo formado por Dan Auerbach y Patrick Carney al rol de fenómeno de temporada o, peor aún, despreciarlos por haber logrado la gloria comercial masiva, sería un error garrafal, porque antes del pelotazo de “El Camino” (2011) The Black Keys ya eran dueños de una carrera ascendente y en constante evolución, una de las más interesantes dentro del rock del siglo XXI.

Y eso que nada, pero absolutamente nada, hacía presagiar cuando debutaron en 2002 con “The Big Come Up”, al rebufo de la avalancha garagera capitaneada por The White Stripes, que algún día podrían llenar, pongamos, el Palacio de los Deportes de Madrid. En sus inicios el dúo de Akron (Ohio) exhibía musculatura blues-rock primitiva, tosca y cavernaria, moldeada a base de guitarras enérgicas y baterías crepitantes, sin atisbos de tonterías superfluas, pero fue en su encuentro en “Attack & Release” (2008) con Brian Burton, también conocido como Danger Mouse, cuando empezaron a ampliar su espectro musical, evolución que culminaba en el inmenso “Brothers” (2010), o cómo insuflar sabroso soul sesentero a su rock minimalista y estridente por la vía del refinamiento y la sofisticación. Ese disco, su primer gran éxito en EE.UU, ya sonaba como debería de sonar el rock en el siglo XXI, pero el dúo no quiso repetir la receta al milímetro para su siguiente entrega, sino que elevó el tempo, se arrimó más al pop, al glam y al rock’n’roll más directo, atiborrándolo de ganchos melódicos y estribillos pegajosos, para entregar un clásico instantáneo que, además, certificaba su ingreso en las grandes ligas por todo lo alto, con millones de copias vendidas y grammys a tutiplén.

The Black Keys_Fever

Perdido ya el factor sorpresa, The Black Keys se han enfrentado al siempre difícil paso que sucede al éxito multitudinario sin aparentes miedos o traumas. “El Camino” se publicó a finales de 2011 y el año siguiente lo dedicaron a girar por todo el mundo y disfrutar de las mieles del triunfo, por lo que solo han dejado pasar una temporada en blanco antes de volver a meterse en faena, un tiempo razonable para descansar y pensar en el siguiente movimiento. Y el flamante “Turn Blue” demuestra que a Auerbach y Carney, fieles a sí mismos, no estaban interesados en calcar la fórmula de su disco superventas, sino que han buscado dar un paso más allá. El nuevo disco mantiene las señas de identidad de la banda, pero busca nuevas maneras de ensanchar su discurso musical y exprimir las posibilidades del estudio de grabación, dando como resultado una obra diferente, menos inmediata pero no menos valiosa. Aquí hay menos riffs grasientos y más mimo en la textura y en las atmósferas, cortesía de una producción exquisita, meticulosa, casi pictórica de Danger Mouse. Como fan de U2, me repatea que los irlandeses no hayan sabido entenderse con él o sencillamente no le hayan dejado trabajar a gusto. Y es que hay un océano de distancia entre lo que Burton aportó (o le dejaron aportar) a “Ordinary Love” o “Invisible” y lo que aquí exhibe.

En manos de Danger Mouse el sonido de la banda es sexy y sofisticado, de una forma similar aunque distinta al de los Arctic Monkeys de “AM”. Sobresalen las extraordinarias líneas de bajo, sinuosas, intrincadas pero tremendamente melódicas; los toms de la batería de Carney, con mucho peso y profundidad; el arsenal de teclados espaciales y ensoñadores que aporta el propio Burton; y las guitarras acústicas y eléctricas, cargadas de fuzz y efectos, de un Auerbach que bate el record de solos en un disco de la banda. Pero que “Turn Blue” sea musicalmente caudaloso no significa que The Black Keys se hayan perdido en experimentos vacuos o vanguardismos pretenciosos, porque lo que sigue primando es la sencillez del concepto de canción de 3 o 4 minutos. Tan solo se va hasta casi los 7 minutos la inicial “Weight of love”, que es el mejor ejemplo de magnificencia sonora del disco, o cómo introducir la sensualidad soul de Sly and the Family Stone en la nave espacial de Pink Floyd en un viaje galáctico que culmina con un epic guitar solo que habrían firmado orgullosos Gilmour o a Clapton.

 

El aroma de psicodelia ácida está también muy presente en “Bullet in the brain”, en cuyos meandros cósmicos se percibe la huella de Broken Bells, el otro proyecto estrella de Danger Mouse, o de MGMT, pero sin caer en los excesos indigestos de estos últimos; o en la hermosa “In Our Prime” y ese puente tan beatle, tan lennoniano; pero también hay en el disco otros momentos en los que la banda no necesita tantos elementos para sonar subyugantes, como en el fantástico tema homónimo y su reptante línea de bajo (¿no debería estar haciendo Prince algo así?) o en la desnudez pop de “Waiting on Words” y el falsete absolutamente femenino de un Auerbach que se permite cantar en este album mejor que nunca.

The Black Keys también siguen sonando seductoramente negroides y vacilones, como en algunos de los mejores momentos de “El Camino”. “In Time”, por ejemplo, posee una producción sencillamente fabulosa, con un groove funkoide que remite directamente a “Locked Down”, el nunca suficientemente ponderado disco que Auerbach le produjo al mítico Dr. John hace un par de temporadas. “10 Lovers” y “Year in Review” pertenecen a la misma pista de baile en la que sonaba “Sister”, tirando de bajos atómicos, arreglos elegantes y melodías tan sencillas como cautivadoras, mientras que “Fever” y su viscosa línea de órgano Farfisa (de la que muchos han despotricado como si fuese la primera vez que utilizan un fraseo tan pegadizo) se revela finalmente como lo más cercano aquí a la inmediatez arrolladora de “Lonely boy”.

 

El rock sin aditivos hay que buscarlo en “It’s up to you now”, lo más parecido al blues-rock de sus inicios, aunque el loop de batería tribal y el tratamiento tecnológico de las guitarras evidencian que el viejo garage ha sido sustituido por un laboratorio en el sótano de la casa. Y, por supuesto, también en la eufórica y memorable “Gotta get away”, que cierra el disco con un subidón definitivo, un cruce perfecto entre Creedence Clearwater Revival y Cheap Trick.
Es posible que aquellos que se subieron al carro con “El Camino” y no se molestaron en buscar sus discos anteriores queden un tanto decepcionados con el tono más pausado y menos festivo de las nuevas canciones, y la parroquia rockera más ortodoxa quizás eche de menos la pegada cruda y primaria de tiempos pretéritos, pero “Turn Blue” posee sus propias virtudes y en muchos sentidos es su disco más completo y equilibrado. No es necesariamente mejor que sus dos célebres trabajos anteriores, pero es una nueva demostración de clase y poderío de una banda inquieta que desde el respeto reverencial por el glorioso pasado de las músicas de raíz norteamericana sigue reescribiendo su brillante presente y también su futuro.

 

8 comentarios leave one →
  1. 12/05/2014 17:25

    En primer lugar, me gustaría felicitarte por el gran trabajo que realizas en esta web. Estoy totalmente de acuerdo contigo, un gran trabajo, muy completo, con un aire que puede recordar a AM, pero aún así muy distinto. Creo que posiblemente uno de los puntos fuertes de esta obra son esas atmósferas tan cuidadas, con esos efectos de guitarra que lo inundan todo. Considero que uno de los grandes errores de la cultura «hipster», del moderneo o como la quieras llamar es que tienden a concebir todo lo mainstream como malo, lo que les lleva a demonizar las melodías pegadizas o los albumes superventas, cuando estos a veces son de gran calidad. Y también como fan de U2, coincido en que es una pena esa falta de entendimiento con Danger Mouse, podría haber sido un gran aliado a la hora de conseguir nuevos sonidos manteniendo su esencia.

  2. 12/05/2014 23:21

    Antes que todo, me sumo: felicitaciones. Esta es por paliza la mejor reseña que he leído acerca del disco de The Black Keys, al punto que ya ni siquiera se que escribir en mi propio blog, porque lo has dicho todo je je …

    Y bueno, que agregar, que el disco me ha gustado, lamentablemente el éxito de «El camino» le juega en contra pero de todas maneras es un disco que está sobre la media.

    Saludos
    Esteban
    http://politomusica.blogspot.com

    • 12/05/2014 23:44

      Ah!!!!!!!!
      Y yo también soy fan de U2 y de igual forma me resulta increíble el que hayan desaprovechado a Danger Mouse. Aquello solo prueba lo confundido que vienen desde hace 10 años.

      Saludos nuevamente.

  3. Jorge Luis García permalink*
    13/05/2014 0:57

    Hola, Magnificent y Esteban; muchas gracias por vuestros elogios y por acompañarnos en El Cadillac Negro. Ciertamente, lo de U2 y Danger Mouse, o lo de U2 y su cacareado nuevo disco, daría para un post o para varios, pero creo que seguiré esperando a que algún año de estos se dignen a sacarlo para vomitar todo lo que pienso al respecto. Y ojalá tanta tontería que se están trayendo al final merezca la pena, pero ahora mismo las perspectivas no son muy alentadoras. Un saludo a los dos.

    • 23/05/2014 17:23

      Totalmente de acuerdo, Jorge Luis. Yo no me he podido aguantar y alguna vez he dicho cosas al respeto. Te invito a que vayas al blog (que ya sé que consultáis) con el que colaboráis, L’Alternativa Musical, y teclees U2 en el buscador, si no lo has hecho ya antes. Salutaciones y que siga el Cadillac con tan buenas críticas!

  4. Ari permalink
    18/05/2014 17:34

    Y además Dan Auerbach y Patrick Carney son unos cachondos, (ese plano del videoclip de ‘Fever’ con Carney pimplando a escondidas de la petaca mientras Auerbach monta el show en plan telepredicador evangelista desatado, con trances en directo y todo, es S-U-B-L-I-M-E)…

    ;-)

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