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«The Fall»: la fría Belfast, demonios internos y cuestiones de género

14/11/2016

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(AVISO SPOILERS: En el Cadillac apostamos por ser un poquito más cuidadosos de lo que han sido los usuarios de las diferentes redes sociales, así que para no ir a traición como un Paul Spector cualquiera, os recomiendo fervientemente haber visto ya «Their Solitary Way», el episodio que pone cierre a este drama policial, antes de seguir leyendo.)

Durante sus tres años de recorrido, «The Fall» ha ofrecido a su relativamente fiel audiencia tres temporadas de corte bastante diferenciado, sin perder su característica oscuridad y esa frialdad que tan bien reflejada se ha visto en las calles de Belfast que recorrió el asesino al acecho de sus víctimas. En la primera tanda de episodios, emitida en 2013, esa caza anunciada en el título de la serie en español casi se convierte en algo literal. La caza de un verdugo aún sin rostro ni identidad para el equipo de investigación. Un rostro que el espectador conocía desde el minuto uno. El rostro de un hombre del que aún no sabíamos demasiado más allá de su contexto familiar y de su doble vida.

A finales de 2014, BBC2 emitió una segunda temporada de seis episodios que no sólo marcó un antes y un después por su final y la irremediable captura del culpable, sino que supuso una bajada a los infiernos de los dos personajes principales, los responsables de este baile atroz: el ya mencionado Spector (interpretado por Jamie Dornan) y la detective Stella Gibson (o esa diosa a la que todos conocemos como Gillian Anderson). Un cara a cara entre la representación del odio y la de la justicia, una violación de intimidad.

Es, quizá, en esa obsesión de Stella por situar al criminal donde le corresponde, donde nace ese deseo de ciertos sectores del público por ver algo mucho más físico entre ambos protagonistas, más allá de los retos y lo cerebral. Y habría sido tremendo, sin lugar a dudas. Habría supuesto un error de proporción descomunal romper todo lo que representaba un personaje tan bien construido como éste por un polvo en la pantalla. Enfermizo hasta para funcionar como placer culpable. Y es que si algo ha hecho de esta serie (de impacto discreto, desde luego) uno de los dramas británicos más a tener en cuenta de los últimos años, es su tratamiento de temas tan básicos que deberían ser comunes en todos los espacios educativos. Un reflejo de lo que supone ser mujer en una posición de poder y estar siempre en el punto de mira, ser juzgada por cuestiones sexuales y privadas.

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«The Fall» hace uso del erotismo del crimen como una crítica acertada a la visión de nuestros días. Se ha gestado en sus diálogos, en las palabras de uno de los personajes femeninos más potentes del panorama actual, en sus conceptos. Cuando un marido empieza a buscar las razones de un acto delictivo en su propia pareja en lo que podría ser considerado un verdadero festival de culpabilización de la víctima, el guión se convierte en una lección para todo aquel que quiera y sepa escuchar con atención, que viva con unos principios erróneos interiorizados. Podrá haber tenido sus puntos flacos y sus pinchazos, podrá haber resultado lenta a diversos espectadores, podrá haber sido utilizada casi, casi para el lucimiento de su actriz principal, pero, en materia de principios tratados, se ha convertido en un producto absolutamente necesario.

Nos centramos ahora en el presente, en la tercera temporada cuya emisión llegó a su fin hace un par de semanas. Si la segunda se paseó con elegancia por la psique de Stella, las entregas que se han ofrecido este año ponen el foco en lo que podríamos llamar la construcción del psicópata, se adentran en los traumas infantiles y juveniles de un alma que ha llegado a corromperse de la peor de las maneras. Porque Paul (sin caer en perspectivas maternalistas que ni proceden ni son la mejor opción en un caso de barbarie y violencia sexual como este) también sufrió en sus primeros años de vida el abandono y la muerte y fue víctima de abusos de la misma índole en los años que pasó en un centro de menores. Puede que funcione como la representación de lo que más odiamos, pero dicha representación vuelve a ser, por enésima vez, el vástago de una sociedad que sólo sabe crear seres dañados.

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De arranque parsimonioso, como todos los viajes a través de ese túnel que conecta ambos lados del plano existencial, veremos a Paul (Peter, en otra vida) debatirse entre la vida y la muerte entre voces que tiran de ese hilo que aún lo conecta con la cama de hospital en la que se desangra. La de su hija, que pide el amor paterno que ya nunca tendrá, la de su madre, que anuncia un descenso a los infiernos, y la de Stella, que quiere que viva a cualquier precio para poder pagar por sus pecados. Es precisamente ella quien desde un primer momento será consciente del espectáculo teatral que está organizando el detenido con su amnesia fingida, su capacidad de despertar compasión a quien le rodea y sobre todo de manipular hasta la deshonra. Porque parece querer redimirse, inteligente y sádico, en todo momento. «He sido salvado», sostiene ante los testimonios de su propia obra. Y ese juego, con sus suspiros lentos y con la desesperación de quien exige explicaciones, acaba por convertirse en el corazón de esta temporada. Porque Paul, incluso desde esa habitación en la que permanece vigilado, sigue haciendo mierda todo lo que toca.

Podríamos considerar (por muchos rumores que haya esparcido la cadena) que «Their Solitary Way» es el telón de cierre que pone fin a toda esta historia y sus implicaciones son terribles. Un episodio final más lóbrego que el propio negro, frenético, violento en su definición más básica y terrenal. La agresión a Stella por parte de Paul en la sala de interrogatorios es sencillamente brutal, un ensañamiento que a poco que el espectador sepa leer entre líneas quedará con el estómago revuelto. Al fin y al cabo, en este tira y afloja que se nos ha mostrado en los tres últimos años, la detective siempre ha sido, para él, la representación de lo que más odia. Y esto los convierte en iguales en la caza. Ambos son lo que el otro más desprecia en la vida, llamémosle psicópata misógino o llamémosla mujer de éxito y segura.

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Llega, más tarde, la caída, que no es menos agitada ni agresiva que todo lo que la precede. Spector tenía que acabar muerto para concluir con toda esta bilis vital, lo de llevarse por delante a otras víctimas (varones, esta vez) no es más que otra muestra de ese veneno esparcido del que se ha hablado previamente, de ese llevarse por delante a todo lo que respira y puede morir. Tal vez en esta ocasión la asfixia autoerótica funcione como conclusión de todo, pero nos quedamos con el desangelo de una Stella que se ha quedado, más que sin respuestas, sin una resolución satisfactoria ni un verdugo entre rejas.

Creo que, dada la naturaleza de estos últimos seis episodios, un análisis exhaustivo podría haber quedado increíblemente pretencioso, por no hablar de la inutilidad del mismo. El final de este producto, concretamente, puede ser una ocasión perfecta para su reivindicación por los motivos adecuados y para las conclusiones relativamente objetivas. He tenido una relación muy íntima con esta serie, esa intimidad que se gesta cuando uno pasa a formar parte de esa oscuridad durante los sesenta minutos que ha durado cada episodio, parte de ese odio hacia lo que todo esto representa y parte de sus lecciones. Me cautivó desde primera hora con sus virtudes y sus defectos, y a día de hoy considero que estamos ante un thriller altamente recomendable con un fondo increíblemente necesario, perfectamente asequible en sus diecisiete episodios de extensión. Se echará de menos, a sus dos complejos protagonistas, a la cerrada localidad de Belfast, al frío, a las ruedas de prensa, a los macabros diarios de un asesino y a las uñas color carmín que fueron el símbolo de una fobia.

Puedes ver el mundo de esa manera si es lo que quieres, sabes que para mí no tiene sentido. Los hombres como Spector son muy humanos, perfectamente comprensibles. No es un monstruo, es sólo un hombre.

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2 comentarios leave one →
  1. fran permalink
    16/11/2016 0:38

    eXpediente Anderson! super Gillian,papelón de esta actriz,fuera de lo sobrenatural,jamie no lo hace mal tampoco,y ya creyendo que con la dos primeras temporadas estaba todo hecho, van y se sacan esta tercera que tiene momentos impactantes, y bueno unas observaciones que me gustaría hacer pero que no debo , por los incomodos spoilers, así que gracias por tan buena review y no pareis por favor!, salud y series así.
    f.

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