«The magic whip»: mucho más (o menos) que el regreso de Blur
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Es posible que todavía hoy en día haya gente que cuando escucha el nombre de Blur se le venga a la cabeza aquel grupo pop con canciones insultantemente inmediatas y en apariencia alegres, pero críticas y mordaces en el fondo, que en los años 90, en dura y absurda pugna con Oasis, luchaba por ser el icono de ese movimiento llamado ‘brit-pop’. Aquel ‘brit-pop’ duró el mismo tiempo que Blur tardó en virar a otras sonoridades, primero más americanas, luego coqueteando con la electrónica. ¿Se acabó el ‘brit-pop’ con Blur o Blur acabó con el ‘brit-pop’? El caso es que después de aquello el grupo desapareció debido a los enfrentamientos entre Damon Albarn (cantante y líder) y Grahan Coxon (guitarrista y segundo de a bordo), y sin duda por las inquietudes musicales del primero, que no dudó en dar rienda suelta a partir de entonces en proyectos como Gorillaz, The Good, the Bad and the Queen o el año pasado con su primer disco en solitario. Todo ello, tanto el pasado más lejano como el más reciente, está plasmado, como no podía ser de otra forma, en «The magic whip».
Rebobinamos un poco más, y ya por última vez. Aunque hasta la fecha el último disco de Blur oficialmente era «Think tank» (2003), en realidad es «13» (1999) la última colección de canciones de la banda británica al completo, ya que para el citado «Think tank» Grahan Coxon ya había abandonado la formación. Tras la separación y posteriores proyectos, en 2009 la banda se reunió para una serie de conciertos. Así, entre actuaciones esporádicas y continuos rumores, en 2012 presentaron dos nuevas canciones. Y más conciertos. Estando en Hong-Kong para actuar en un festival, a última hora quedó aplazado el show, aprovechando la banda esos días en el país asiático para dar forma a nuevas canciones. Ese material quedó algo aparcado hasta que Coxon se decidió a completarlo, pasándoselo luego a Albarn para que le pusiera letra y le diera los últimos retoques. Y eso es «The magic whip». Y ese es el germen de este regreso (si es que realmente alguna vez el grupo llegó a disolverse oficialmente). O no regreso, porque en realidad todo lo que vino después de 2003 fue necesario, fue alimento, para que los Blur actuales suenen de la forma que suenan. Pero, después de todo, al final, ¿qué tal?, ¿las canciones molan?, ¿es un buen disco? Pues sí, es un buen disco. También es cierto que no posee himnos claros, temas como todos los que se nos vienen a la cabeza al recordar a la banda, pero sí reúne un puñado de buenas canciones, muy buenas en algunos casos, sobre todo aquellas que aportan nuevos adjetivos a su carrera, nuevos aires que hacen que este regreso (o como se quiera llamar) sea una buena noticia. Se abre el disco de forma tramposa con «LONESOME STREET»; y digo tramposa porque el corte es el más descaradamente brit del álbum, algo que no vuelve a repetirse a lo largo de las 10 canciones restantes. La guitarra más que reconocible de Coxon y una melodía alegre y juguetona hacen recordar los tiempos de «Country house», «Girls and boys» o «Parklife». Sensación engañosa que rápidamente se evapora con «NEW WORLD TOWERS», canción que baja el tempo de golpe y que deja entrever en su cadencia y ciertos detalles el poso de aquella estancia de la imposible Hong-Kong. Plena de detalles y con un gran punteo, es quizás el tema que más recuerda al disco en solitario de Damon Albarn («Everyday robots»). La tercera canción de «The magic whip» es «GO OUT», el primer sencillo y primer tema que se conoció de él. Con unos coros carne de concierto, la canción queda deliberadamente sucia con una guitarra que nos retrotrae a los Blur post-‘brit-pop’, aquellos en los que en sus discos «Blur» y «13» buscaron romper fronteras, distorsionar su sonido y buscar en otras raíces. Con «ICE CREAM MAN» volvemos a rebajar los decibelios en un tema que podría ser la versión 2.0 de aquel «Coffee and TV», con celebrados paisajes electrónicos y de nuevo un punteo similar, aunque menos evidente, al de «New World Towers», todo apoyado en una guitarra acústica que da el tono orgánico y humano a un tema que juega con ello. A continuación, «THOUGHT I WAS A SPACEMAN» confirma el nuevo traje de Blur. Y es que son definitivamente estos temas más relajados, más intimistas pero a la vez ricos en detalles, los que más se celebran. En particular esta canción es la más arriesgada y novedosa del disco, una composición que a mi me recuerda mucho a David Bowie, tanto por la temática, que remitiría a aquel legendario «Space Oddity», como al actual Bowie en el apartado musical y estilístico, muy cerca de «Where are we now?». Pero, como ya hemos apuntado, realmente el disco no presenta una ruptura total con los anteriores trabajos. De esto se encarga también «I BROADCAST», nuevo tema guitarrero que hará las delicias de sus seguidores anclados en su, llamémoslo, época dorada, pero que poco aporta a estas alturas, además de no llegar a las cotas de «Song 2», «Bettlebum» o «Sunday sunday», ni de lejos. Afortunadamente se trata únicamente de una ráfaga (quizás hasta necesaria), para enseguida regresar con «MY TERRACOTA HEART» a los tempos más calmados en sin duda la canción más bella de «The magical ship», un tema a golpe de programaciones y punteos, y que deja escapar quizás la mejor interpretación de Damon Albarn, con falsetes incluidos. Sin margen de continuidad llega la que para mí es la mejor canción del lote, «THERE ARE TOO MANY OF US», a caballo entre un ritmo militar y una melancólica melodía, todo abrazado por arreglos orquestales para pulir una pequeña joya, épica a la vez que cercana, que desprende soledad, incomprensión, miedo y desesperación. Tras esta cima que ya no se va a superar, es más, que derivará en un ligero cuesta abajo, «GHOST SHIP» representa la canción más pop del álbum. Más pop, a secas, desprendiéndonos del ya trillado brit. Un tema bonito y correcto que da una nueva capa estilística al grupo. «PYONGYANG», a pesar de, personalmente, no encontrarla entre las más inspiradas, sí que sirve para confirmar que es este el palo que mejor le sienta a los Blur actuales; un tema relajado, pleno de atmósfera, una suerte de Radiohead limados. Ya en la recta final, «ONG ONG» se intuye como canción para cerrar, retomando el positivismo y tono alegre de «Lonesome Street», siendo el corte que menos empasta con el resto de canciones al resultar demasiado simplona, aunque en esa sencillez está su encanto, conformando junto al tema de apertura el díptico más cercano a los tiempos del «Parklife». Sin embargo, para el final Albarn y los suyos tenían reservado algo bastante más a tono, y es que «MIRRORBALL», con ese toque a western épico, decadente, resulta mucho más apropiado, un grito de lamento, de lucha con uno mismo y con el mundo, que contextualiza a la perfección con la línea principal del álbum. Que nos encontramos ante una nueva etapa de Blur o simplemente ante un nuevo punto y final seguramente no lo sepan ni ellos mismos. Quizás después de la tanda de conciertos que tienen previstos para los próximos meses, parada en el FIB incluida, vuelvan a desaparecer de nuevo como grupo para reencontrarse dentro de unos años y dentro de nuevas aventuras en solitario, lo que sin duda dará más riqueza a una formación que ya ha confirmado que son mucho más que aquellos jóvenes que revitalizaron la música británica hace más de 20 años.
Muy buen análisis, acabo de escuchar el álbum completo y concuerdo plenamente. «My terracota heart» fue la que más me gustó (aunque quizá no sea la mejor en este trabajo). Se nota un trabajo bastante más fluido y positivo, aunque se extraña un nuevo himno para estadios.
gracias por tu aportación Alejandro. y a disfrutar con los no-himnos, que también molan
Qué imperdonable que yo, que he crecido con Blur, desde que los descubriera en 1995 con sólo 8 años y que no escuchaba nada más que ellos, no me hubiera enterado de que sacaron nuevo disco hace poco. Pero es comprensible. Think tank fue la mayor decepción musical que me he llevado. Lo escuché sólo unas tres o cuatro veces, no me esforcé mucho por darle una oportunidad, pero para mi ese disco es como algo roto, no sólo porque no estuviera Graham Coxon, que también influyó, si no porque me dejó impasible y ni lo cuento como disco de Blur. Pero a este último le daré una oportunidad, aunque me da que un poquito me va a decepcionar, o quizá decepcionar no porque no espero que me impacte como otros de sus discos. Intentaré filtrar al menos las canciones que me puedan gustar más después de varias escuchas y a ver qué tal xD
no te dejes engañar por la primera canción o seguramente sí que te decepcionará. no por calidad, sino por estilo.
un saludo Laura
Por cierto, que no escuchaba más que ellos me refiero a cuando era pequeña, me pasé hasta los 13-14 años escuchando sólo blurblurblurblur y no había nada más para mi hasta que al final ya tenía hasta aburridas sus canciones y amplié fronteras. A día de hoy reconozco que hay grupos mejores, pero ellos siempre tendrán un huecazo especial en mi.
Bueno Laura, y que te ha parecido? Yo también tuve mi faceta de BlurBlurBlur y los he extrañado bastante, me quedan a deber un poco, pero se los perdono, este disco es bueno, y es más bueno tener algo nuevo y decente de ellos.
Al final me decidí a escucharlo hará cosa de una semana, era algo que tenía aparcado, estaba como «esperando el momento» jajajaj. Y bueno, lo he escuchado unas 4 veces yyy… no me ha decepcionado como Think Tank, ni de lejos, pero me ha dejado un poco impasible. La de Lonesome Street se me quedó pegada a la cabeza y ahora me paso el día tarareándola jajajaj pero la verdad es que es algo simplona en comparación con otras canciones del disco. En general no está mal, pero no me termina de llegar. Tengo que darle más escuchas porque tiene potencial para mi. No el mismo que discos anteriores, pero en global, no es tan malo como pensaba que iba a ser.