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«1992»: el año más corrupto

10/02/2016

1992

La archimencionada ‘edad de oro’ de la ficción televisiva no sólo ha tenido como consecuencia una inédita abundancia de calidad en caladeros tan habituales como EE.UU o Reino Unido, sino que posiblemente su mejor virtud ha sido la de extender sus redes y provocar una ‘globalización’ positiva en territorios mucho más inhóspitos hasta ahora para el seriófilo: Francia, Alemania, Escandinavia o Argentina ya nos ofrecen periódicamente producciones de gran interés. Incluso España ha tenido algún que otro ejemplo aislado. Pero el país que parece estar aprovechando mejor este fenómeno en los últimos tiempos es Italia. Sabiendo explotar su enorme riqueza de posibles argumentos atractivos que ofrece su complejísima realidad pasada y presente, desde tierras transalpinas ya nos han llegado cosas tan sólidas como ‘Gomorra’ o ‘Roma Criminal’. Pero la absoluta confirmación llegó hace unos meses con ‘1992’, una obra que ha despertado comparaciones en medios internacionales con tótems tan sagrados como ‘The Wire’. Aunque ya lo estén pensando, no estamos ante una serie sobre la Mafia -pese a que su presencia en la sombra se deja notar tanto como en el día a día italiano- , sino a un tema tan apasionante como la Cosa Nostra o la N’draghetta y prácticamente tan convulsa: la política del país de la bota, siendo enfocada desde un gran angular que nos permite contemplar todo su vasto panorama sin dejar que los árboles nos impidan ver el bosque.

‘1992’ basa su poderío en dos grandes aciertos de base. El primero, escoger una unidad temporal (el año del título al completo) a la que se ciñe la trama, y  que este periodo sea lo suficientemente atractivo. Nada mejor que elegir uno de esos momentos que ven chocar a dos grandes placas tectónicas (la del pasado y la del futuro) para convertirse en el epicentro de un terremoto. Mientras en España agotábamos la euforia modernizadora con dos grandes fastos internacionales que dejarían una resaca de la que aún se sienten sus efectos, en Italia se asistía a un radical giro de los acontecimientos -aunque siempre siguiendo la sobada pero certera máxima lampedusiana de que todo tiene que cambiar para que nada cambie- . El viejo sistema mantenido por la alternancia del dominio entre democristianos y socialistas se resquebrajaba a marchas forzadas por el escándalo Tangentopolis, que dejaba ver a las claras las montañas de corrupción sobre las que se asentaba el ‘status quo’ nacional, en un periodo en que los jueces -tanto por su heroísmo a la hora de castigar al poder establecido como por las desgraciadas consecuencias en forma de amenazas y asesinatos- eran los protagonistas. Aprovechando el desconcierto reinante, nuevas fuerzas surgían, nuevas fuerzas que iban a configurar la Italia del futuro.

1992

El segundo acierto es tener unos buenos pilares en los que poder asentar una historia tan ambiciosa. Esos pilares son unos personajes principales, cada uno representante de un estamento decisivo del momento y que van a ver a sus destinos ir cruzándose, que permiten sintetizar una historia tan vasta: un avispado publicista (y ‘bon vivant’ y depredador sexual) que nos abre las puertas al más poderoso entramado mediático italiano; un interesado colaborador de uno de los magistrados más infatigables contra la corrupción; la voluble hija de un reputado empresario; un ‘don nadie’ sin esperanzas que se ve de repente inmerso en la alta política por los azares del destino y una aspirante sin escrúpulos al estrellato televisivo por la vía más directa. Lo mejor es que cada uno de estos roles tiene la enjundia suficiente, el carisma necesario, para que pasemos por alto su evidente función de sostenes del guión y logren emocionarnos con sus muy diversas vivencias y sus diferentes personalidades.

La producción, ideada y protagonizada por uno de los actuales ‘capos’ del ‘star system’ italiano, Stefano Accorsi; podría parecer una versión transalpina de uno de los buques insignias de la ficción televisiva española, ‘Crematorio’ (que aquí comentamos en su momento). Ambas pretenden levantar acta del estado de la cuestión en cuanto a la corrupción. Sin embargo, pronto se advierten importantes diferencias. El mundo absolutamente ficticio -aunque retratando fielmente la realidad- de la serie protagonizada por Pepe Sancho le aportaba una ambigüedad metafórica que choca frontalmente con el estilo directo, que llega más rápido a un espectador impaciente, que le aporta a ‘1992’ el rodear a sus personajes imaginarios de un contexto real, viéndoles interactuar con películas, música (¡esos Pixies!), noticias como el asesinato del juez Falcone o los Juegos Olímpicos de Cobi que nos retrotraen a nuestras vivencias de hace 24 años. Sin embargo, el factor que más aleja a ambas producciones es el tono. Muy al contrario de la férrea sobriedad de ‘Crematorio’, ‘1992’ también aborda con seriedad temas extremadamente graves, pero, siendo fiel al carácter italiano, se introducen muchos momentos más desenfadados y espontáneos, amén de una lubricidad sexual apenas existente en su hermana ibérica.

1992 Steffano Accorsi

Una dirección y un montaje de los más eficaces cimentan una excelente labor en el guión. La serie mantiene durante sus 10 capítulos una regularidad pasmosa, apenas hay relleno ni tiempo para relajarse, al tiempo que se logra un poco habitual equilibrio del interés entre las distintas tramas. No cabe duda de que la estrella de la función es Leonardo Notte (un Accorsi en su salsa), un canalla tan deplorable como adorable de oscuro pasado, que usa su indudable inteligencia -no en vano, es el único en predecir y potenciar el rumbo del futuro político italiano- para procurarse una existencia dedicada al placer del que sólo es capaz de distraerle el descubrimiento del amor que siente hacia su hija. Sin embargo, también nos emocionan las andanzas judiciales contra los más poderosos de Luca Pastore, muy personalmente implicado al haber sido contaminado por la sangre adulterada utilizada por una gran empresa con ramificaciones políticas; las acrobacias morales de Michele Mainaghi (espléndida Tea Falco) en su súbito cambio de vida, la desmedida ambición de una Veronica Castello que, en su sueño de ser la gran ‘showgirl’ al más puro estilo italiano, devora a tantos hombres como es devorada por la vida; y la entrada en el mundo de la política de Pietro Bosco, un tosco veterano de guerra que guiará al espectador a través de los tejemanejes parlamentarios, las corruptelas varias y el inexorable cambio de panorama mediante su incipiente militancia en una populista y creciente Liga Norte que ejemplificará muchas de las características del nuevo país que se está gestando.

Siendo su gran virtud, esa regularidad tan uniforme de la que hablábamos acaba siendo casi el ancla que no permite a ‘1992’ alcanzar aún cotas mayores. Dentro de su homogeneidad, no hay apenas secuencias de arrebato, de auténtico genio -si acaso, esas turbadoras vacaciones en Cerdeña de Notte- , de esos detalles que hacen que una muy buena serie se convierta en magistral. No le llega, por supuesto, para alcanzar el nivel de la mentada ‘The Wire’.  Sí, sin embargo, para convertirse en una de las mejores ficciones europeas de los últimos tiempos y en altamente recomendable.

1992 Tea Falco

El éxito cosechado por Sky Italia en su emisión y sus numerosas ventas al extranjero han provocado la feliz noticia de que sepamos que el interrogante final de ‘1992’ va a ser respondido con creces. La cadena ya ha confirmado la próxima llegada de ‘1993’ y ‘1994’, de nuevo en forma de temporadas que cubren un año completo. Muy al contrario de muchas producciones que se extienden mucho más allá de la conclusión que se antojaba más adecuada, ‘1992’ deja con ganas de más, de que se siga desentrañando un contexto histórico tan apasionante (con el señor Berlusconi presto para inundarlo todo), de seguir a unos personajes con aún mucho que decir, de conocer a otros nuevos que añadan nuevos matices y abarquen otros sectores. Por ahora no temo el (existente) riesgo de que esto se convierta en un ‘Cuéntame’; aquí no hay complacencia y ganas de agradar a toda la familia, aqui hay nervio y rigurosidad. Aquí hay una gran posibilidad de que una serie italiana acabe haciendo historia en la televisión. Avanti!

1992 logo

3 comentarios leave one →
  1. 23/09/2016 9:52

    Nuestro análisis, Pumares Jr saluda ……… y enhorabuena por la web http://www.losmanolosdecuatro.com/2016/02/la-espana-actual-y-la-italia-de-los.html

    • Alberto Loriente permalink*
      23/09/2016 22:55

      Muchas gracias, Pumares (ay, qué grandes recuerdos da ese nick)

      Muy interesante vuestro artículo…la verdad es que estremece que cada vez estemos más y más cerca de la peor Italia.

      Un saludo

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