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«Crematorio», el islote de la ficción española

07/06/2012

Como en muchas otras cosas, España se ha quedado atrás en lo a que a la actual «edad de oro» de la ficción televisiva se refiere. Ni las televisiones patrias supieron ver el volcán a punto de estallar que se estaba fraguando en las cadenas estadounidenses ni luego supieron utilizar convenientemente en sus parrillas las brillantes series que el fenómeno fue generando, contribuyendo a fomentar el actual estado de las cosas, caracterizado por el absoluto dominio de internet como medio preferido para ver estas producciones. Todos podemos recordar la deficiente gestión que hizo TVE de un fenómeno planetario como fue «Perdidos» (situación que no mejoró demasiado con su desembarco en Cuatro) o los desaguisados cometidos también por la cadena pública con una pionera como «A dos metros bajo tierra». Por no recordar  los pases clandestinos a altas horas de la madrugada de series tan relevantes como «Los Soprano» o «The Office» en laSexta. Es cierto que se han dado ciertas excepciones, como el buen funcionamiento de «Downtown Abbey», «House» o «Los pilares de la tierra», pero éstas son lágrimas que se pierden en la lluvia, que diría el otro.

Tampoco esta corriente ha llegado a las producciones españolas. Es verdad que se han mejorado notablemente apartados técnicos como la fotografía, el maquillaje o la dirección artística, dándoles el ya sobado «aspecto cinematográfico». No se puede negar la gran factura de series como «Gran Reserva», pero lo que no se ha trasladado aún a España son las ansias innovadoras y de ambición artística que se vienen dando al otro lado del océano. Las cadenas nacionales (incluso la pública…¡qué envidia de la BBC!) aún siguen dando toda la importancia a la audiencia a corto plazo (dejando de lado «inputs» tan interesantes a largo plazo como el prestigio), lo que crea unos condicionantes ineludibles para la ficción patria (argumentos poco audaces y con poca profundidad, la imposición de ciertos actores inadecuados pero apetecibles por su proyección comercial, maratonianos episodios con la intención de prolongar la permanencia del espectador en una determinada cadena lo máximo posible). De este modo, Canal+ ha sido la única empresa televisiva española que, gracias a su idiosincracia y a su arrojo, ha lanzado a cuentagotas producciones verdaderamente interesantes. Entre ellas destaca sobremanera «Crematorio», el único representante español válido para competir a nivel internacional en esta «edad de oro», un islote de calidad demasiado apartado del resto de la producción nacional.

«Crematorio», basada muy libremente en la novela homónima de Rafael Chirbes, retrata un demasiado reconocible panorama español: los intentos de un omnipotente constructor de crear una urbanización de lujo en el único espacio virgen en un pueblo ficticio del Levante, Misent, por medio de todos los medios ilegales imaginables. Pero no se esperen un estudio concienzudo sobre la corrupción en territorio nacional, sino que la serie se sirve de un tema tan candente para desarrollarse como realmente quiere ser: un vibrante thriller con toques «gangsterianos» y shakesperianos. Algo no demasiado alejado de lo que sería «El padrino» si se hubiera ideado y rodado en España en pleno siglo XXI. Por lo tanto, ya sabemos que la originalidad no es el punto fuerte de «Crematorio» sino, más bien, su talón de Aquiles: sus situaciones las hemos visto ya mil veces tanto en ficciones estadounidenses como, dentro de la producción patria, en el cine negro español de, por ejemplo, Enrique Urbizu (recuerden «La caja 507»).

De hecho, en vez de mostrar nuevas formas de corrupción o de tratarla de forma metafórica, el muestrario de situaciones referentes a este asunto parece un «mix» de noticias del Telediario. ¿O acaso no les suenan un concejal de Urbanismo aficionado al arte? ¿Y las conexiones con la mafia rusa? ¿Y la presidencia de clubes de fútbol como tapadera o método para lavar dinero? o, para acabar, ¿las sucias manos que rigen los negocios de prostitución? Son tan reconocibles que, por momentos, el espectador las ve más como una reproducción de lo acontecido en la realidad que como un componente más de la serie. No hubiera estado mal que se hubieran estrujado las meninges algo más en este aspecto los creadores de «Crematorio».

De este modo, la serie centra su atractivo en el magnífico desarrollo de los personajes. La familia Bertomeu, con el ambicioso constructor Rubén a la cabeza, es el gran eje de la trama. Una familia de tan buena apariencia de cara al exterior como podrida por dentro, en la que se suceden las relaciones conflictivas entre padres e hijos de distintas generaciones y que se ve definida por el cisma que dividió en su día a los hermanos Rubén y Matías. A su alrededor orbitan todo tipo de personajes; la mayoría, ayudantes, empleados y socios de los negocios de Rubén, que se verán forzados hasta sus propios límites ante el cariz que irán tomando los acontecimientos.

Y aquí está la clave del éxito (artístico) de «Crematorio»: no importa tanto lo que se cuenta como el modo de contarlo y, especialmente, el extremo cuidado y rigor empleados en hacerlo. A una fotografía espectacular, a la misma gran altura del resto de apartados técnicos, se le suma el acierto de los productores en encomendar la labor de dirección a Jorge Sánchez-Cabezudo, uno de los más interesantes nuevos valores del cine español, como ya demostró en «La noche de los girasoles». Sánchez-Cabezudo, que ya tiene otras experiencias televisivas como «Hispania» o «Gran Hotel», da una gran fluidez a los acontecimientos de la serie, aportando detalles tan sutiles, comprensibles y valiosos como esas manos que se entrelazan por la espalda en una galería que darán inicio a una de las subtramas más arriesgadas e interesantes de la serie. Asimismo, el director hace valer la presumible libertad con la que ha contado para insertar, por ejemplo, precisos y preciosos montajes paralelos en algunos de los «momentos cumbre» del argumento. Un detalle, el de contar con un director competente y liberado de cadenas del que han adolecido demasiadas veces las producciones españolas.

Este mismo cuidado se traslada al reparto. Pepe Sancho sencillamente ha nacido para interpretar a Rubén Bertomeu. Es de esos personajes imposibles de imaginar con la cara de otro actor. Y el veterano intérprete no desaprovecha tamaño «papel bombón». Su Rubén Bertomeu, ávido de poder y de controlar todo lo que tiene a su alrededor pasando por encima incluso de su familia, tiene múltiples matices, dependiendo de con quien interactúe. Hace gala de una seguridad en si mismo total cuando se encuentra en su mundo de negocios sucios, tanto con políticos «afines» y otros socios de conveniencia como con sus colaboradores y secuaces. Sin embargo, esta seguridad queda rebajada a condescendencia y, en ocasiones, a impotencia cuando trata con los miembros «rebeldes» de una familia en la que no quiere ver puesto en duda su papel dominante. Caso aparte es la relación con su nueva pareja, con la que se muestra dubitativo y apesadumbrado ante la imposibilidad de darle el tiempo que quisiera. Este papel también tuvo la fortuna de ser encomendado a Juana Acosta, una actriz demasiado desaprovechada. Acosta es perfecta para interpretar a una bellísima joven cuyo comportamiento se debate constantemente entre la de una mujer florero frágil e incapaz de asumir su nueva situación y entre la de una mujer ambiciosa, plenamente consciente del potencial de su cuerpo y su destreza sexual para subir escalones de dos en dos.

La familia Bertomeu es, sin duda, una de los puntos fuertes de la producción. En tan sólo cuatro personajes se logra describir gran parte de la diversidad humana. Silvia Bertomeu es algo así como si el personaje de Michael Corleone en «El Padrino» se hubiera extendido a lo largo de la trilogía sin tener que reemplazar a su padre en el cargo de Don. Silvia reniega de la insaciable ambición de su padre Rubén y parece feliz encargándose de una galería de arte y estando casada con un profesor universitario, un idilio con la cultura que puede denotar un tratamiento positivo. Craso error. «Crematorio» huye siempre que puede de maniqueísmos. De esta manera, veremos que la hija con vocación de filántropa tiene grietas considerables en su matrimonio y su «artística» profesión está condenada a depender de la buena marcha de los negocios turbios de su padre. Su verdadera cara la veremos cuando el «imperio» comience a resquebrajarse y con ello su acomodada posición. Alicia Borrachero, otra intérprete injustamente infrautilizada y encasillada, sabe dar vida con eficacia a un personaje que comienza como una mujer segura de sí misma, independiente y resuelta pero al que poco a poco se le van viendo las debilidades. Relación conflictiva la que mantiene Silvia con su hija Miriam (Aura Garrido), una joven hedonista y contestataria que vuelve a casa tras correrse una juerga de varios meses en forma de Erasmus en Londres, lo que en principio da lugar a pensar que no tiene mucho que ver con su abuelo Rubén. Sin embargo, en lo que parece ser una certera metáfora de la juventud actual, no tiene ningún recato en servirse del estatus familiar para vivir del cuento. Las posteriores dificultades que atravesará la harán madurar de golpe. Su padre Juan (Chisco Amado) es, probablemente, el rol más positivo de la serie. Un profesor universitario centrado en su trabajo y que parece escapar a todos los acontecimientos que se van a ir generando, con un pasotismo muy cercano al sentido común. Pero tampoco él será capaz de escapar a la nube de corrupción que siempre envuelve a la familia. Un personaje más secundario, pero no por ello poco importante, es el de la madre de Rubén, Teresa (Montserrat Carulla), una presencia incómoda para el constructor porque no duda en censurar sus proyectos y se inclina por continuar la tradición familiar  y por la opción que representaba su hijo Matías, un muerto muy vivo, sin embargo, en la trama.

Más funcionales son los personajes de los colaboradores en los negocios de Rubén,  utilizados fundamentalmente para que el argumento avance, pero cumpliendo perfectamente su labor y formando, además, un variado muestrario de lo peor de una sociedad como la española. El rol más interesante de este apartado es el de Ramón Collado (Pep Tosar), antigua mano derecha de Rubén que, harto de su vida tanto laboral como familiar, decide escapar con una prostituta rusa. La jugada no le saldrá bien y, postrado en una cama y ya de vuelta de todo, será el que desencadene los sucesivos problemas de su antiguo jefe. Zarrategui, interpretado por un más que ajustado Pau Durá, es el abogado de la familia. Tan profesional (tiene sus correspondientes «topos» en la Policía y en la política) como dedicado (¿tiene vida más allá de su trabajo?), también se muestra absolutamente amoral y misterioso, consiguiendo que su rol vaya más allá de lo meramente accesorio. Manuel Llorens, encarnado por un Manuel Morón que tiene tantos admiradores como detractores, es el paradigmático concejal de Urbanismo colocado «ex profeso» para estar al servicio de Rubén. Su modesta y tímida apariencia esconde un monstruo impasible dispuesto a todo para conseguir una posición respetable. Por último, nos quedan los dos personajes más unidireccionales: Traian y Sarcos. Traian es el típico y tópico mafioso ruso, que pese a estar circunstancialmente aliado con Rubén, será el único que compita con él en ambición y poder. Por su parte, Sarcos, al que da vida ese secundario tan al alza que es Vicente Romero, es el «perro de presa» de Rubén, el ejecutor, el encargado de ensuciarse las manos. Prácticamente incapaz de pensar por sí mismo, seguirá ciegamente las órdenes de su jefe.

«Crematorio» atrapa desde el principio, tiene una fase intermedia algo más desigual y vuelve a acabar con dos episodios frenéticos, que cierran casi todos los cabos sueltos aunque abren otros que el espectador deberá abrir con su imaginación. El final es discutible, tan poderoso metaforicamente como no demasiado creíble, pero es un detalle nimio que no empaña en absoluto la serie que debe marcar el camino futuro en España. El islote hacia el que la península ibérica de la ficción debería tratar de unirse, pero ya.

10 comentarios leave one →
  1. Nunilo permalink
    07/06/2012 14:53

    Canal Plus se ha ido poniendo las pilas con las series, esta y ¿Qué fue de Jorge Sanz? son muy recomendables, espero que sigan por este camino, como dices al final del artículo.

  2. Tamara de Lempicka permalink
    09/06/2012 0:34

    Había dos series que tenía pendientes en mi mente desde hace tiempo: una era ésta, la otra «Black Mirror» de la Channel 4 británica.

    Pero no sé por qué a «Crematorio» la había dejado por pereza ‘para después’, para más tarde, a pesar de las excelentes críticas, quizás porque estamos acostumbrados a tragarnos tantos truños de pésima calidad en ésta nuestra piel de toro que la duda inicial siempre queda (aunque ya no sea necesario autocastigarnos y además sea fácilmente evitable dada la amplísima oferta de TV de calidad del exterior que tenemos a nuestro alcance).

    Y la he empezado a ver porque me la has vuelto a traer a la mente, y ¡qué agradable sorpresa! Voy por el tercer capítulo, y es cierto que engancha, pero lo que más llama la atención es que no tiene las hechuras de una serie española; sería injusto decir que toda la ficción televisiva hecha en España hasta hoy en día ha sido mediocre o directamente mala, porque ha habido grandes series de TV que todos recordamos y que debemos reconocer. Pero sale una cada millón de años…

    «Crematorio» es más ficción cinematográfica que una serie televisiva al uso, en los estándares de 45′ que utilizan los americanos, con mucho esmero en su dirección y en toda su producción y sobre todo, con un cuidadísimo guión con muchas líneas de diálogo antológicas. Para mí, y en mi humide opinión, lo que llevo visto es bastante superior a la película que se llevó el último Goya, «No habrá paz para los malvados» pero como todo, es cuestión de gustos y percepciones.

    Un reparto muy acertado y armónico, con personajes muy bien perfilados, aunque en ocasiones se abuse un tanto de los clichés y de los topicazos (p.ej; los rusos no saben lo que es una sonrisa :-). Por lo demás, es un buen retrato de nuestra corrupta sociedad actual, con el fondo de ladrillazo, del pelotazo y la megalomanía, la crisis de valores que sufrimos, y las mafias (de todo tipo) de fondo reinando en el panorama económico y político con casi absoluta impunidad.

    «Crematorio» es un rayo de esperanza en el panorama de los grises y azules oscuros de ficción española, tanto cinematográfica como televisiva. Por supuesto tiene puntos de mejora y claramente copia modos de hacer de allende, pero afortunadamente copia de los mejores (HBO, AMC, etc..) y los adapta con bastante acierto a nuestra idiosincrasia.

    No sé cómo acaba, sigo en ello, pero ‘Crematorio’ es una ‘rara avis’ entre -con todos los respetos para sus fans- tantas ‘Aídas’, ‘Hispanias’, ‘Protegidos’, ‘Aguilas Rojas’, ‘Grandes Hoteles’ y ‘Barcos’ varios, y merece ser vista como la bocanada de aire fresco que es. Eso sí, es para un público con un paladar entrenado ;-)

    Un abrazo, Alberto.

    PD: Me sigue faltando «Black Mirror», me pongo cuando acabe ésta y la temporada de «Mad Men» que está ya finiquitando :-(

    • Alberto Loriente permalink*
      12/06/2012 15:02

      Me encanta, Tamara, que te hayas puesto a ver «Crematorio» tras leer mi post. No hay mejor halago posible. En general, estoy muy de acuerdo con tu comentario: lo mejor es el tratamiento de la serie, el cuidado con el que se ha hecho. Es un gran primer paso. El siguiente sería contar con tramas algo más imaginativas. Pero todo se andará (¡esperemos!). Un saludo!

  3. Danig permalink
    14/06/2012 16:05

    Ojalá en España se hicieran más series como esta. Crematorio viene a demostrar que es posible hacer buena ficción aqui, en lugar de la porquería que suelen ofrecer las cadenas nacionales.

  4. Anónimo permalink
    06/04/2013 12:20

    Me gustaria saber si Crematorio,se puede ver en internet,porque la hacen tarde y domingo y hay veces que no la puedo ver,y la veria por internet.Gracias.

    • Alberto Loriente permalink*
      08/04/2013 12:13

      Hola, no puedo confirmarme ese dato (de hecho, mis abogados me están tirando de las orejas ahora mismo), aunque te diría que estará circulando por la red seguro. Aunque, lógicamente, no te puedo decir dónde. Ánimo y no te la pierdas, merece la pena verla (sea con el método que sea), es una serie corta, no te llleva mucho tiempo y es sorprendentemente sólida. Además, homenajeas al mismo tiempo al recientemente fallecido Pepe Sancho.
      Un saludo y ya me comentará cuando logres verla al completo.

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