«Penny Dreadful»: la estaca en el corazón
(ALERTA SPOILER: Si has visto la tercera temporada de “Penny Dreadful” hasta la emisión de su último capítulo, puedes leer este post. En caso contrario, prepárate para ver un final que, a buen seguro, no te dejará indiferente (nosotros apostamos directamente por la palabra «decepción»).
Tres años han sidos, finalmente, los que hemos podido disfrutar de Eva Green en uno de los papeles que marcarán su trayectoria artística. Y, aunque su nivel interpretativo en esta serie ha sido sorprendente (lo que tiene aún más merito, pues ya venía de cotas notables); por desgracia, no vamos a poder decir lo mismo del conjunto de la serie, que se ve muy resentido por esta última temporada. Mientras que en su primer año se situaba en la cabeza del panorama televisivo con una propuesta, ambición y puesta en escena arrebatadora que apostaba fuerte por ser la mejor muestra de terror clásico; para continuar evolucionando a todos sus personajes y ampliando el universo de la saga en su segunda temporada…el cierre se estanca en la mayor parte de las tramas, ahogándose en un mar revuelto de nuevos personajes, a los que no es capaz de aportar entidad suficiente para justificar su presencia, introduciendo más figuras clásicas que, por sí mismas deberían captar poderosamente la atención del espectador, si no se hubiese decidido erróneamente mantenerlos en la sombra durante gran parte de la temporada, ocultos y con poco que aportar al desenlace final.
«Penny Dreadful» siempre ha adolecido de uno de los más típicos males de las series contemporáneas: intentar mantener alrededor de la trama a más personajes de los que realmente son necesarios y (peor aún) de los que son capaces de justificar de forma coherente. La tercera temporada ha supuesto una auténtica travesía por el desierto (no sólo en sentido figurado) para algunos de ellos, perdidos en tramas menores que, supuestamente, explicarían su pasado y que terminaron por encorsetar su desarrollo natural, privándoles de un desenlace coherente. Es inexplicable que contando con nuevos personajes clásicos como el doctor Jekyll, insinuando levemente al principio de temporada una futura conexión egipcia al sugerir una futura aparición de Imhotep (la momia), tirando directamente del clásico de Bram Stoker para introducir a nuevos personajes como el doctor Seward (convertido ahora en la doctora Seward), Renfield (actual secretario de la doctora Seward y, si todo hubiese seguido su cauce, futuro interno del psiquiátrico dirigido por la doctora) y hasta el mismísimo Drácula, así como creando nuevos personajes como Catriona (imposible mezcla de Abraham Van Helsing y «Buffy cazavampiros«), se quisiera al mismo tiempo intentar tejer un desenlace para todas las tramas existentes. Quizás por ello al final son conscientes del asombroso desafío que este objetivo suponía y John Logan (show runner de la serie) se limita a dar una conclusión al personaje principal, abandonando en el limbo al resto del reparto. Decisión que, salvando las innumerables distancias, bien podría recordarnos a lo sucedido años atrás con «Perdidos«.
Fue al final de la segunda temporada de «Penny Dreadful» cuando oí por primera vez a John Logan decir que la historia concluiría en la tercera temporada. En aquél momento supuse que Logan y la productora se encontrarían en plena negociación para ampliar el universo y me tomé esa frase tan contundente como una estrategia para hacer que esas supuestas negociaciones se inclinaran a su favor. Pero no, «Penny Dreadful» echaba el telón este año con la muerte de Vanessa Ives y (aún más sorprendente e inapelable) un «The End» en su último plano.
Resultaba improbable (aunque no imposible) que en los escasos 9 episodios de la tercera temporada se pudiera dar una conclusión a todas las tramas que quedaban en el aire desde el año pasado; pensamiento que se iba confirmando según iban pasando los episodios de este 2016, sin que evolucionaran en gran manera todos los retos pendientes y, para colmo, añadiendo nuevos hilos narrativos.
A mitad de temporada uno ya empezaba a pensar más en la posibilidad de que Showtime quisiera cancelar la serie y las intenciones de Logan fuesen dejar un final abierto a cada personaje, con la esperanza de que la serie continuase en otra cadena. Incluso al finalizar el último episodio que cerraba la saga, yo seguía en mis trece: en unos meses tendremos anuncio de la continuación de la serie en Netflix o Amazon TV, explicando que la muerte de Vanessa era una estrategia para alejarla de Drácula, que la cuarta temporada añadiría una nueva trama egipcia, que disfrutaríamos de la transformación de Jekyll/Hyde, que temblaríamos con un poderoso Drácula, que Ethan lucharía por hacer realidad aquel idealizado futuro que contemplamos al final de la segunda temporada y, sobre todo, que Eva Green sería capaz de devolvernos a una Vanessa Ives en todo su esplendor para maravillarnos nuevamente con una asombrosa interpretación.
Sólo así, teniendo un plan de continuidad, se explicaría que en los primeros episodios de esta temporada tuviésemos tal cantidad de nuevos (y muchos de ellos, prometedores) personajes. Empezando por esas enormes expectativas que el doctor Jekyll (Shazad Latif) nos crea desde el primer plano que comparte con el doctor Frankenstein, formando ambos el sanctasantórum del terror clásico por excelencia.
Sin embargo, la mayor de las expectativas ha llegado sin duda de la presencia del conde Drácula; oculto durante gran parte de la temporada bajo su álter ego Alexander Sweet, doctorado en zoología del londinense museo de historia natural; contando además con la colaboración de Renfield (convertido aquí casi en un simple minion de Drácula). Se nos hacía la boca agua sólo de pensar en el duelo a muerte que disputaría con Chandler por el amor de Vanessa. Tras pasar toda la temporada vagando por el desierto para lograr cerrar su pasado (tanto con su padre, como con Kaetenay, el indio que lo transformó en hombre-lobo), por fin el «Lobo de Dios» estaría frente a frente con el señor de las tinieblas, ambos luchando por el alma de Vanessa…¡y Chandler se enfrenta a él con dos pistolas porque la fase lunar ya no es la propicia para poder transformarse!. (Desde aquí recomendamos encarecidamente a cualquier licántropo que se haga con un calendario lunar lo antes posible).
Otro de los nuevos personajes añadidos esta temporada es el de Catriona Hartdegen (Perdita Weeks), quien juega un limitadísimo papel, (prácticamente reducida a ser una «Buffy cazavampiros» de la época). Si no estuviéramos ante una serie de vampiros, brujas y hombres lobo (con todas las licencias que ello implica de cara al espectador), claramente Catriona sería un personaje históricamente fuera de la época a la que corresponde. Con amplios y especializados conocimientos en rituales funerarios, peleando con cuatro o cinco hombres al mismo tiempo, vistiendo una indumentaria poco compatible con aquella sociedad; llegando por momentos a disputarle el puesto de aventura a la mismísima Lara Croft. Sin embargo, el mayor problema de Catriona es lo tarde que se incorpora a la trama, lo que obliga a que todo en ella sea acelerado; una excusa para poder ser incluida en el enfrentamiento final. Creyendo sin plantear ninguna duda todo lo que Vanessa le cuenta sobre las monstruosas criaturas nocturnas. Conociendo todo lo relativo sobre la figura de Drácula desde el primer momento.
Si ya puede resultar chocante ver ejercer a una psicóloga en pleno siglo XIX, lo es aún más comprobar que nadie se ha tomado ninguna molestia para que el personaje de Catriona pudiera superar en algún momento su gruesa capa de irrealidad. Y es una lástima, porque con la suficiente profundidad e interés en desarrollar su personaje, Catriona podría ser un prometedor personaje con el que continuar la serie formando un equipo estupendo con Malcolm.
Inexplicablemente, también la evolución del Dr. Frankenstein (Harry Treadaway) ha sido demasiado apresurada. El que quizás ha sido el personaje con moral más cuestionable de la serie (de noche ayudando a matar criaturas del averno que amenazaban la integridad de Vanessa, de día resucitando muertos); en la tercera temporada retomaba nuevamente la antigua misión de recuperar a Lily; esta vez, contando con la colaboración del Dr Jekyll y, en última instancia, del propio Dorian Gray. Sin embargo, todo su deseo por tener a Lilly (Billie Piper) a su lado, (sentimiento arrastrado durante todas las temporadas), desaparece en el mismo instante en el que Lilly le desvela su trágico pasado.
Lilly resumía perfectamente durante su cautiverio lo que significa vivir: conseguir hilvanar las tragedias con las alegrías, el dolor con el amor; intentando encontrar una forma de vivir en la caótica combinación de estos elementos. En su caso, como ella misma confiesa, su dolor es lo que define quién es. Si le quitan ese dolor por la muerte de su hija (murió congelada en su cama cuando su madre sufre un ataque mientras intentaba ganarse la vida en las calles). Si Frankenstein borra ese recuerdo, lo poco que aún queda de la persona que es, se desvanecerá con el recuerdo de su hija. Brona, que ha sufrido como ningún otro personaje la dominación del hombre sobre la mujer de la época, (hecho al que se enfrentó en cuerpo y alma este año), conseguía convencer en última instancia al doctor para que cejara en su obsesión por adueñarse de su voluntad y poseerla.
Obviamente, el que un personaje como Frankenstein muestre compasión y rectifique sus muy erróneas decisiones siempre es bienvenido; pero este cambio se produce de forma irreal en un personaje que siempre ha destacado por su dudosa ética y por dejarse llevar por sus deseos.
Dorian Gray, sin embargo, estuvo siempre alejado de la trama principal. Limitándose a entrar y salir de la vida de alguno de los personajes; pero sin aportar nada destacable. Para siempre quedará una de las mejores contribuciones que tuvo: la macabra y sangrienta escena de baile con Lilly en uno de los salones de su mansión de la segunda temporada. En ese momento, parecía que ambos desencadenarían un armageddon en la siguiente temporada. Pero sus ambiciosos planes acaban reducidos a alojar y «reeducar» en su mansión a un puñado de prostitutas a modo de inexperto ejercito; plan que nunca acaba de convencer a Dorian.
Sólo al principio, cuando liberan de las calles a la joven Justine (primer eslabón de lo que estaba llamado a ser un movimiento feminista revolucionario), Gray muestra interés, que irá decayendo a marchas forzadas hasta que, entregando a Lilly en las manos de Frankenstein, tenga vía libre para expulsar a todas las meretrices y asesinar a la protegida de Lilly (Justine, sin duda, prefiere morir a manos de Dorian, antes de sufrir un minuto más los abusos de la calle).
Más doloroso es aún ver este año como John Clare (la criatura de Frankenstein) permanece también alejado en todo momento. Al principio, en su exilio polar y después con una trama mucho más íntima y personal como es el intentar recuperar a su mujer y a su hijo. El personaje (que siempre había representado la excelencia de la serie, aunando la sensibilidad e inteligencia suficiente para aportar una constante reflexión sobre la vida, la muerte y el amor que le convertían por méritos propios en la figura más compleja de la saga), acaba resignado a no tener más contacto con su mayor confidente (Vanessa Ives) hasta que ya sea demasiado tarde; destino que podemos decir que también compartirá con su antigua familia.
Y, si la evolución de los personajes anteriormente citados era dolorosa, entramos ya en los dos que más decepción e incongruencia acaban aportando a esta despedida abrupta.
La conexión entre Vanessa e Ethan empezó a ser clara ya en la segunda temporada, alcanzando su punto más álgido en «El pequeño escorpión», brillante y destacado episodio del pasado año. Aquella visión de un matrimonio feliz con su descendencia correteando alrededor de ellos se clavó en nuestras retinas como uno de los finales a alcanzar por esta serie. A pesar de la separación entre los dos personajes que se iniciaba al concluir la segunda temporada, todos teníamos claro que Vanessa y Ethan acabarían juntos de alguna u otra forma.
Tras toda una temporada separados por una muy cuestionable trama en los Estados Unidos, Ethan atraviesa el océano y consigue llegar a tiempo junto a su amada Vanessa para, en los muy escasos cinco minutos de pantalla que comparten, intentar defenderla de las múltiples amenazas que la rodean…¡pegándola un tiro!.
Por mucho que ella quisiera sacrificarse para que la luz regrese a un mundo plagado de sombras, la relación de ambos personajes se merecía mucho, mucho más que los (bellos) planos finales que comparten. Por no hablar de lo poco sostenible que es vendernos el sacrifico de Vanessa como una victoria; cuando ha estado tres temporadas completas luchando encarnizadamente por su vida y contra el mal. Incluso aceptando que Vanessa reniega de la inmortalidad que le ofrece Drácula (lo que implicaba la consiguiente pérdida de toda humanidad), la expiación de sus demonios internos y su soledad, ofreciendo su arrepentimiento y dejando atrás a aquellos compañeros de lucha que acabaron siendo su familia, resulta tremendamente decepcionante el final para ambos personajes.
En cierta forma, viendo el combate contra Drácula del último episodio, uno se queda con la misma cara que Thor: un semidiós compartiendo el título de vengador con un arquero y una tía con dos pistolas; sólo que aquí enfrentamos al señor de la noche con un par de hombres-lobo incapaces de convertirse, una rata de laboratorio, un par de aventureros y una psicóloga con una pistola…mientras el pobre Drácula «sólo» cuenta con una legión de vampiros. Y aún así, lo peor de todo es que ni tan siquiera puede morir ningún personaje relevante porque el sacrificio que hará Vanessa debe tener asegurado el protagonismo final. Por no morir, no muere ni Drácula, por lo que ni tan siquiera Malcolm consigue vengar la muerte de su hija Mina.
En definitiva, detalles como incluir a un personaje como Jekyll y no transformarle en Hyde, hacer referencias a Egipto e Imhotep y dejarnos con las ganas de ver como la momia seguiría los pasos de Sir Lyle de regreso a Inglaterra, asombrados al ver como finalmente Ethan jamás sabrá lo que Frankenstein llegó a hacerle a Brona, incluso que nadie sepa que Víctor es capaz de resucitar cadáveres y permitir la entrada de personajes nuevos sólo para que hagan bulto en el desenlace, acaba formando una profunda decepción en el espectador.
Ha estado muy lejos de ser un buen final de temporada; pero sin duda lo más doloroso es que es aún peor el final de la saga que Logan y su equipo han organizado; a simple vista, pidiendo a gritos una temporada más para desarrollar todo lo que (rápido y mal) se ha expuesto este año. En vez de eso, nos dejan un buen número de detalles por hilar y tramas por finalizar, un grupo de luchadores y aventureros sin futuro, una significativa lista de monstruos que aún no han mostrado su potencial y la certeza de que, aún sin Vanessa Ives, había muchas posibilidades de que «Penny Dreadful» siguiera contando escalofriantes historias.
Es muy fácil ser monstruos.
Intentemos ser humanos.
Yo creo que, en el fondo, la no renovación les pilló un poco por sorpresa. De ahí la precipitación en algunas trama que se cierran bruscamente, la poca presencia de Frankenstein y Dorian y las insinuaciones de futuros caminos. Aún así, la serie logra ponerse en pie en un revés que le pilla a contrapie.
Creo recordar que el primer episodio de la última temporada se filtró, el mismo día que se estrenaba, por todo lo alto, Juego de Tronos. Sé que es de mal comparar, pero el inicio de Penny Dreadful le da 3000 vueltas. Ritmo, presentación, situación, introducción, diálogos…
El capítulo de Vanessa encerrada, aquel que es una pequeña y extraordinaria obra teatral en televisión, (no recuerdo los nombres de los episodios), Billie Piper mereciéndose una (buena) oportunidad en el cine, junto otros grandes momentos más me han parecido, para mí, mejor temporada que la anterior, que me costó demasiado terminar.
Las incoherencias de Ethan, mira, las puedo pasar por alto, y hasta justificar por la teoría de la cancelación. Pero el sacrificio de Vanessa lo entiendo. Qué manera de sufrir, de sentirse atrapada, perseguida, vigilada y amenazada. No hay cabeza que aguante esto.
Y eso que a Eva Green, sin motivo alguno, le tenía una rabia inexplicable, pero la interpretación, el uso de la voz, las miradas, me han obligado a cambiar de opinión.
Perdón por la no brevedad.
Tendrías que llevar el Cadillac a varias ciudades, a tirarnos spoilers, sinopisis y títulos de crédito a la cabeza con una cerveza en la mano.
Es tan corta una reseña y tan larga una (sana) discusión sobre una serie…
Saludos!!
Tristemente estoy de acuerdo en todo. Después del magnífico cuarto capítulo en el que Vanessa llega al fondo de su locura la serie se ha ido precipitando capítulo a capítulo. Su muerte es una incoherencia total con la línea de guión. La serie pedía una cuarta temporada con Vanessa aceptando a fondo su malignidad. Y una lucha final por elegir entre el amor y la muerte. Logan ha sido un poco cobarde diría yo.
En primer lugar, GuillemGuasch y José Juan, muchas gracias por vuestros comentarios.
Queda claro por vuestras palabras que, a lo largo de estos tres años, Penny Dreadful nos ha ofrecido a los tres muchos momentos memorables y, en cierta forma, cada uno de nosotros ha sabido asimilar este broche final de la serie de distinta forma.
Como Rodrigo comentaba en su crítica de la última temporada de Juego de Tronos, el final de temporada ha rozado lo sublime…pero también ha tenido episodios en los que el nivel era mucho más bajo de lo esperado. Por lo que estoy plenamente de acuerdo contigo, Guillem, en que (ante el arranque de ambas series) comparativamente yo también me decanto por el de Penny.
Y, efectivamente, es seguro que muchos de los problemas de esta tercera entrega vinieron por la cancelación o «finalización controlada» (según se lean unas fuentes u otras); pero no debería ser excusa para haber abandonado de esa manera a algunos personajes clave. Es muy probable que Logan tuviese claro desde el inicio de la serie el destino final de Vanessa; pero, a tenor de lo visto este año, lo que sí es cuestionable es que Logan tuviese clara la evolución de los demás personajes, mientras recorría el camino de Ives para llegar a «su» desenlace. El triste resultado final (opinión personal, por supuesto) es que tanto la temporada actual, como la serie en su conjunto, han ido de más a menos…bajando gradualmente el listón cuando, precisamente, más elementos sobre la mesa tenía para asombrarnos a todos nuevamente.
Alejándonos de la realidad, el cuerpo me pedía una cuarta temporada para tratar con mimo a los personajes que considero han sido un poco maltratados este año y poder preparar el terreno para una cuarta temporada con todas las grandes figuras clásicas de terror luchando por permanecer en la memoria del espectador. Probablemente, la base de toda esta opinión personal radique en las ganas que tenía de seguir disfrutando de una Eva Green en estado de gracia, disfrutando dentro de la piel de Ives y haciéndonos disfrutar a todos nosotros.
Afortunadamente, la polaridad de opiniones que empieza a observarse en los fans, genera muy estimulantes conversaciones en las que contrastar las ideas de cada uno…y eso es siempre bienvenido.
Tomamos nota, Guillem, de esa propuesta para poner al Cadillac «on tour» y, por supuesto, de esas cañas con las que continuar la charla.
Como siempre, sois más que bienvenidos.
Un saludo.
Para mí lo más triste es que era una serie para la Historia, con un nivel de calidad altísimo. La tenía en un pedestal y ahora no sé si seguir recomendándola o no. Hay muchas series con arranques prometedores y que están irremediablemente abocadas al fracaso por la fragilidad de los planteamientos, pero Penny Dreadful lo tenía todo muy bien encaminado. Quizá el terapeuta de Logan nos podría dar alguna pista. Si tenía miedo al final feliz, una alternativa hubiera sido que Vanessa arrasara a la Humanidad junto con las fuerzas del mal, un tipo de final serie B perfectamente válido. Otro posible final más coherente seria que Miss Ives se volviera completamente loca y volviera a su habitación acolchada. Cualquier otra cosa que lo que fue.
Totalmente de acuerdo con la crítica. Es el final de serie más triste y decepcionante que vi en mi vida! La temporada en general, no me gustó, por todo lo que aquí tan criteriosamente exponen. Y además, porque nunca me creí ni por un minuto a los nuevos personajes. La cazavampiros que apareció de la nada, como si hubiera que cubrir la renuncia precipitada de nuestro querido Doctor pelirrubio, me pareció infumable. A Jekyll, no me lo creí tampoco, aunque nunca le dieron pie a su desarrollo. Drácula parecía más un profesor de jardín de infantes que un vampiro. Y como detalle, la historia de Dorian Gray nunca tuvo mucho que hacer ahí. Hubiera estado bueno, ya que la terminaban, que alguna prostituta llegara hasta el retrato y lo apuñalada, pero no, ni eso! Y me parece que es como dicen más arriba Que la cancelación definitiva los agarró por sorpresa a mitad de temporada y terminaron todo a los ponchazos, como pudieron y muy incoherentemente. Triste, triste final para esta hermosa serie! El mejor sabor: las estupendas actuaciones de Vanessa y John Clare.