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«Penny Dreadful»: la liga de los monstruos extraordinarios

17/07/2015

(ALERTA SPOILER: Si no has visto la segunda temporada de “Penny Dreadful” hasta la emisión de su último capítulo, “And they were enemies”, deberías prohibirte a ti mismo seguir leyendo. Meterte en zonas sombrías sin dominar las artes oscuras, tiene sus riesgos).

Echando la vista atrás, hace muchas lunas que comentamos la brisa de aire fresco que suponía «Penny Dreadful»; pues a pesar de ser un claro homenaje (y remake) a las legendarias y terroríficas criaturas clásicas, también era el triunfo de la renovación, del renacimiento de una mitología a través de potenciar el dramatismo, la personalidad y las historias que estos personajes arrastraban durante décadas; obteniendo como recompensa la fascinación de un espectador entregado a degustar esta inesperada delicatessen, formada por unos ingredientes (mitología) muy conocidos ya  por separado; pero cuya nueva combinación resultaba altamente satisfactoria, donde el cine había acumulado fracaso tras fracaso durante décadas. «Penny Dreadful» encontró la historia, el tono y la estética adecuada para cautivar al espectador, ganándose formar parte de nuestro top 15. Pero eso fue el año pasado. Ahora, con la segunda temporada ya emitida, tocaba mantener un listón ya de por sí bastante alto, seguir desarrollando a los personajes de forma lógica y relatar una historia que volviera a cautivarnos. Es en este punto donde innumerables series no son capaces de aguantar la velocidad de crucero que ellas mismas se autoimpusieron en su primera temporada. Llegaron, sí…pero no supieron mantenerse.

Como contrapunto a estos frecuentes casos, nos encontramos con pocas series (afortunadamente, cada día más) que no sólo la segunda temporada encaja perfectamente con toda la historia desarrollada el año anterior; sino que además son perfectamente conscientes de las armas que tenían en la anterior entrega y, este año, han perfeccionado su uso de manera notable. La segunda temporada de «Penny Dreadful» no sólo la confirma como el (¿único?) intento que ha conseguido reunir de forma plenamente efectiva a todos estos seres monstruosos, exhalando por cada poro sus góticas raíces literarias; sino que supera punto por punto todos los aciertos que, por méritos propios, tenía su anterior entrega. Este año, se sacude aquellas pequeñas notas discordantes  que pudieron detectarse en el 2014, para poner toda la carne en el asador en aquellos apartados básicos para cualquier serie: guión, dirección (aún sin contar esta vez con J.A. Bayona), interpretación y dirección artística (más aún en este caso). «Penny Dreadful» consigue superarse a si misma, afilando sus colmillos y sus garras para hundirlos ferozmente en el espectador; llegando por momentos a una extraña crueldad disfrutable. Eliminando la poca luz de esperanza que dejó la primera temporada y ampliando aún más si cabe las perturbadoras zonas oscuras que ya mostraba. Para quien esto escribe, supera con creces toda expectativa que tenía…y no eran pocas. Convirtiéndose, de nuevo, en uno de los más recomendables fenómenos televisivos de este año.

El primer elogio debe ser para el show runner de la serie, John Logan, por haber sabido elegir nuevos retos que permiten, (sin aparentemente modificar nada), dar la sensación de estar ante un cambio en la saga. Así, no podemos más que catalogar como un acierto el hecho de que, en esta segunda temporada, el enemigo no se refugie en las sombras, alejado del espectador aunque su amenaza esté siempre presente. Ahora contamos con una presencia física (y humana) a la que poner cara desde el primer minuto, (Madame Kali y su trío de acólitas, comandadas por el mismísimo Satanás), de quienes sabemos también su objetivo y su plan maestro para alcanzarlo; además de no ser esta vez un personaje plano, permitiendo que veamos una evolución a lo largo de la temporada. No hay necesidad de mantener el misterio en la oscuridad porque el verdadero punto fuerte de la serie es el atractivo que el desarrollo de sus protagonistas imprimen a la trama.
Otro cambio notable es que, en su primera temporada, «Penny Dreadful» se centraba en la búsqueda y rescate de Mina (la hija de Sir Malcolm Murray, interpretado por Timothy Dalton, que había sido secuestrada por un destacado vampiro); sirviendo esta misión también como excusa para reunir y conocer al resto de personajes (el doctor Víctor Frankenstein y los monstruos que ha creado, destacando la segunda de sus creaciones, llamada John Clare; Ethan Chandler, el ex-soldado americano de oscuro pasado; el eternamente joven Dorian Gray; pero destacando por encima de todos los demás el personaje de Vanessa Ives). Ahora, el ataque de las fuerzas del mal cae directamente sobre todos ellos, siendo el objetivo principal el alma de la propia Vanessa.
No obstante, a pesar de dichos cambios, en esta segunda temporada se incrementa el detalle sobre la lucha interna que cada uno de los personajes tiene contra sus respectivos «demonios» del pasado, que era uno de sus grandes aciertos ya en la primera entrega. En este punto, al igual que la primera temporada, ha destacado el conflicto de Vanessa por encima del resto…pero todos los personajes han evolucionado muy significativamente (destacando Dorian Gray, que el año pasado terminó siendo un personaje casi insignificante, con apariciones de vez en cuando, inconexas y sin verdadero calado en la trama principal), dotándolos de un mayor peso en la trama, que deriva en un enriquecimiento del conjunto de la historia, que le ha sentado muy bien a la serie y permite esperar a la tercera entrega con expectativas aún más altas.

Como ya es marca de la casa, la trama se va cociendo a fuego lento (esto no es «True Blood«), permitiendo que vaya creciendo en paralelo con nuestro conocimiento cada día más profundo sobre sus atormentados pasados y las relaciones que entre sus protagonistas se irán estableciendo…conexiones que este año han tenido una importancia capital. Logan vuelve a utilizar sabiamente (de forma aún más efectiva este año) el mismo recurso que exprimió en la entrega anterior: utilizar la fascinación que nos provoca la naturaleza de estas monstruosas criaturas para atraparnos en los primeros minutos; pero, una vez que tiene toda nuestra atención, nos convence para dirigir nuestro interés hacia el catálogo de cicatrices internas que tiene cada personaje; pues ellas demostrarán que, no importa lo horribles que sean las criaturas del mal, ni sus amenazas…los más terroríficos monstruos residen en el interior de nuestra propia naturaleza humana. Convirtiéndose así no sólo en la mejor muestra televisiva de terror gótico; sino también en una de las más interesantes experiencias de auto-crítica sobre nuestra evolución como sociedad.

Como comentaba anteriormente, a la némesis de Vanessa esta temporada la ponemos cara desde la primera escena, en la que recuperamos a Vanessa mientras disfruta de un paseo por un parque nevado; momento que aprovecha Madame Kali (la vidente que fugazmente apareció en la primera temporada en aquella espeluznante secuencia de espiritismo del episodio «Seance») para lanzar un conjuro sobre Vanessa.

Inmediatamente después, se empezará a desarrollar una de las principales cuestiones que teníamos pendiente de resolver al finalizar la primera temporada: cómo se desarrollaría el papel de Ethan Chandler y el secreto (imposible de mantener durante más tiempo) que albergaba en su interior. Aunque a tenor de la secuencia del paseo por el parque de Vanessa podamos presuponer que los hechos de este año se inician meses después de lo acontecido en el 2014, el hecho de ver a Chandler despertando en la Taberna del Marinero, donde solventó (con dramáticas consecuencias) la persecución que venía sufriendo por parte de los cazarrecompensas que envió su padre para devolverle a Estados Unidos, nos deja claro que la nueva trama comienza con el amanecer del día siguiente a donde lo dejamos.

A Sir Malcolm Murray le encontramos visitando las tumbas de sus dos hijos (Mina y Peter); acompañado de su esposa, quien reconoce no saber qué le provoca más tristeza, el féretro con el cuerpo de su hija o el ataúd vacío de su hijo (sus restos se quedaron en África, donde Murray estaba llevando a cabo una expedición). Su matrimonio ya es insostenible debido a los sentimientos de culpa que les inunda (significativo es el momento en el que Malcolm vuelve a hacer hincapié en los esfuerzos que hizo para salvar a Mina y su mujer le responde con un demoledor «lástima no tener más hijos a los que puedas salvar…o matar»). Para mantener las apariencias, vivirán separados, pero sin llegar a divorciarse.

Por último, a John Clare le vemos ayudando a Víctor Frankenstein en los preliminares para dejar listo el proceso de resurrección del cadáver de Brona (la prostituta que se relacionó con Chandler y Gray la temporada pasada).

Para recuperar a Dorian Gray tendremos que esperar hasta el segundo episodio (Verbis Diabolo), momento en el que estará en su salsa, recibiendo las atenciones de una prostituta conocida como Angelique; lo que aparenta una evolución tan limitada como la que ya tuvo el año pasado…apariencia equivocada este año (en parte), como comprobaremos en el último tercio de la temporada.

Con esta base, John Logan empieza a desarrollar y aumentar el universo de «Penny Dreadful», aportando nuevos personajes mediante la búsqueda de trabajo que John Clare (la criatura de Frankenstein) realiza por Londres y que le llevará a realizar diversas funciones en el museo de cera que regenta la familia Putney, mediante el ataque de tres brujas (aunque su estética a veces recuerde más a los vampiros de la anterior temporada) que sufren Ethan y Vanessa cuando éste intentaba comunicar a Vanessa sus planes de regresar a América, mediante flashbacks al pasado de Vanessa, mediante la persecución que sufrirá Chandler por parte del nuevo inspector de Scotland Yark y, por supuesto, mediante la resurrección de Brona (a la que llamarán Lily para evitar a toda costa que recuerde su pasado y se crea así la ficticia versión que Frankenstein y Clare acuerdan contarla).

Madame Kali, cuya determinación para cumplir la misión que le ha encomendado su amo (obtener el alma de Vanessa) no le impide sacrificar cuantos recursos tenga a su alcance, inicia un asedio constante a Vanessa («asaltaré sus días y sus noches. Sus sueños y sus oraciones»); dejando destacadas secuencias como el asalto que las brujas realizan a la casa de Malcolm para obtener un mechón de cabello de Vanessa. La propia Kali será nuestra anfitriona para conocer dos salas de su mansión (espectacular diseño de producción): memento mori y la sala de rituales vudú.
La primera, basada en la antigua tradición romana de recordar lo fútil de la vida a los generales romanos del imperio cuando regresaban victoriosos a Roma; los cuales, a pesar de sus victorias y las alabanzas que reciban, morirán. Esta sala se convertirá en una trampa que hará revivir a Malcolm y a Victor sus peores pesadillas hasta rozar la locura.
La segunda sala convierte a Madame Kali (Miss Evelyn Poole para la sociedad) en una especie de Madame Tussauds, con muñecos a modo de réplicas casi exactas de las personas sobre las que se quiere infringir daño físico. El mejor ejemplo de cómo funciona el ritual lo comprobamos con la desgraciada señora Murray, que optará por degollarse en el preciso instante que descubre que la presencia en su propia habitación de sus hijos fallecidos eran producto de su imaginación (manipulada por Kali).

Por su parte, Clare sigue siendo el personaje más interesante de la serie en términos filosóficos (aunque esta vez sí tendrá una fuerte competencia con Lily). El que más removerá la conciencia del espectador con sus reflexiones, vivencias, deseos y miedos (memorable su reflexión sobre la religión: «los buenos cristianos le temen al fuego del infierno, y para evitarlo son buenos con su prójimo. Los paganos no tienen ese miedo. Pueden ser lo que son, buenos o malos según dicte su naturaleza. No le tememos a Dios, así que somos responsables de lo que hacemos»).
Al comienzo, le vemos pletórico, rozando con la yema de los dedos su mayor deseo: contar con una compañera a la que «llenar el corazón de poesía», una persona que represente todo el amor y compañía que Víctor le negó. Al mismo tiempo, ilusionado por haber encontrado un nuevo puesto de trabajo en el museo de cera (cuyos dueños, el matrimonio Putney, nos dejan claro desde el primer momento sus intenciones de aprovecharse vilmente del aspecto de John Clare para hacer caja). La desilusión se empieza a hacer patente desde el mismo momento en el que Lily dice su primera palabra: Víctor.
A partir de ahí, todo su sueño se irá desmoronando poco a poco. Primero, comprobando como Lily siente miedo al estar el presente (la fantasía de hacerla creer que eran marido y mujer se desvanece al primer intento); después, comprobando como Víctor y Gray ejercen mayor influencia (y no precisamente beneficiosa) en Lily que él y, por último, recibiendo el rechazo sin concesiones de la propia Lily («tú quieres pasear por el pueblo sosteniendo mi mano. Cuando la gente sea cruel contigo quieres que te ame aún más. Criatura patética, ¿cómo puedes imaginar que me preocuparía por ti?. ¿Encaja esa cara con esta?, ¿vamos a pasear por el campo para recitar tus putas poesías a las putas vacas?»). Es en este momento cuando es plenamente consciente de no ser él al que deberían llamar monstruo. Esta conclusión queda patente ante la pregunta que le hace Óscar Putney sobre su monstruo favorito del museo, a la que John responde que «son todos demasiado horribles, no son reales. La verdadera maldad es, por encima de todo, seductora. Cuando el demonio llama a tu puerta, no tiene pezuñas. Es bello y te ofrece susurrando lo que tu corazón desea. Como una sirena…o salvas tu alma, o se la entregas. Para representar el perverso contenido de la caja de Pandora no hay más que colocar un espejo en su interior»…en este momento, en el que Clare cree haber tocado fondo, le llega la última ración de cruda realidad, la más amarga muestra de lo bajo que el ser humano puede caer: la codicia.
De manos de la persona más inocente y bondadosa (en apariencia), la hija invidente del matrimonio, Clare cae en la trampa del empresario; cuya intención es exhibirlo como una atracción más (las fieras deben estar enjauladas). Como el mismo Óscar dice: «He probado el éxito…y es una comida que quiero devorar». Las consecuencias serán una desesperación y rabia desatada de John, que le llevará a abandonar la ciudad tras escapar de su presidio, dejar atrás los cadáveres del matrimonio Putney, abandonar a su suerte a la hija de éstos (reconozco que, nada más conocer a la hija del matrimonio, me llevó directamente a asignarla el mismo destino que a la niña del clásico literario, cosa que finalmente no ocurre) y avisar a Víctor Frankenstein:

algún día, alguna noche…te mostraré el monstruo que has creado

En el lado opuesto, tenemos a Lily (en otra vida, Brona), el personaje que experimenta la evolución más profunda y compleja de todos los integrantes de la serie. «Nace» del deseo de un hombre de tener un objeto de compañía (por mucho que John Clare quiera dulcificar esa visión con otra más romántica), cuando en su vida anterior ya era tratada como si fuera otro objeto, de deseo, por parte del resto de los hombres. Al principio, desorientada, confusa, inocente, es pasada de mano en mano entre Clare, Frankenstein y Dorian Gray. Hasta que supera la amnesia y, dando un asombroso giro de 180 grados, cual mantis religiosa despacha al último desconocido que intentó utilizarla y toma posesión de sus derechos como persona («lo que hiciste conmigo fue un abuso, no ciencia»), como mujer («nunca jamás me volveré a arrodillar ante un hombre. Ahora ellos se arrodillarán ante mí») y como futura némesis de la compañía («la sangre de la humanidad regará nuestro jardín. Somos los conquistadores, somos los próximos mil años, somos los muertos»). Con un vestido de gala, en un suntuoso salón, ajenos al reguero de sangre que van dejando tras sus pasos de baile, Lily y Gray («mi amado inmortal») formarán la peor pesadilla que pudiera soñar Víctor Frankenstein («déjalo vivir con lo que ha creado, una raza maestra, una raza de inmortales destinada a gobernar).

El personaje de Dorian Gray sigue siendo el más ausente, pero esta temporada sí ha gozado (no hay mejor palabra para definir a alguien como él) de más «minutos basura». Tras pasar la mitad de la presente temporada en la misma (y gozosa) burbuja en la que le dejamos el año pasado, saltando de flor en flor sin preocuparse excesivamente por otra cosa que no fuese él y representando la personificación del objetivo final de Madame Kali (juventud y belleza eterna); conoce a Angelique, personaje con el que se entretiene (como un león con una cría de gacela) y al que atrapa con falsas ilusiones de amor y compresión, siendo realmente un pasatiempo hasta que este depredador sexual dé un nuevo paso hacia otro objetivo. Durante un tiempo, Dorian nos convence a nosotros mismos de haber establecido un vínculo con Angelique, por la forma en que la defiende, de exhibirla ante la sociedad…pero todo resulta ser una provocación más de Gray hacia nosotros. El momento en el que Angelique se convence de haber sentado las bases de una relación, es el momento en el que acaba de ser envenenada. Angelique nunca ha significado nada más que la temporal distracción de un verdadero monstruo. Al encontrarse Gray con Lily, éste sube un escalón más en su perversión, incorporando en su lista de conquistas a una resucitada, además de ser de naturaleza más cercana a él por su condición de inmortal.

Otro personaje que ha crecido significativamente es Ethan Chandler, al que en esta temporada hemos sido testigos de sus desesperados intentos de evitar que hubiese testigos en sus transformaciones (afortunadamente nada de CGI. Utilizando en este caso el siempre efectivo maquillaje prostético…aunque echando mucho de menos el espectacular trabajo que podría haber desarrollado el prematuramente retirado Rick Baker), teniendo que contener las amenazas del único superviviente de la matanza del Mariner Inn, que puso punto final a la primera temporada; evitando el creciente cerco que sobre él establece el nuevo inspector Bartholomew Rusk de Scotland Yard («un animal acorralado se vuelve más peligroso»); por no hablar de las situaciones en las que le ha sido imposible escabullirse del resto del grupo cuando la luna llena asomaba entre las nubes (que se lo digan al pobre Sembene). También intuimos que ese título de «lupus dei» (lobo de Dios) va a otorgar de mayor importancia a su capacidad licántropa de la que ya deja entrever. Pero la mayor evolución de Chandler llega como consecuencia de su relación con Vanessa, que este año ha supuesto un terremoto de gran magnitud en el conjunto de la serie, no sólo por cómo ha afectado a los hechos que se relatan en esta segunda entrega; sino también por resultar muy efectiva («Penny Dreadful» provoca ahora igual número de gritos, que de lágrimas) y por las consecuencias que tendrá en la tercera temporada ya confirmada para el 2016.

Decir Penny Dreadful es decir Eva Green y, por tanto, Vanessa Ives (personaje que dejará de vestir de negro cuando inventen un color más oscuro). Al igual que en la temporada precedente, Vanessa es omnipresente. Participa en todos los hilos argumentales, se relaciona con todos los personajes, es el nexo de unión de todo lo que sucede en la serie. Y este año, siendo ella el objetivo de las fuerzas del mal, con mayor motivo.
Al igual que ocurrió con aquel magnífico quinto episodio («Closer than sisters») de la primera temporada, este año también hemos contado con un capítulo (el tercer episodio, «The Nightcomers») formado básicamente por flashbacks sobre vivencias pasadas de Vanessa y al que todo calificativo adulador que le añadamos se quedará muy corto. Es una obra de arte en si misma.
Con la excusa de explicar el significado de un escorpión que ha dibujado Vanessa (con su propia sangre) en el suelo de su habitación, nos remontamos al inicio de la historia de Vanessa y la cortadora de esposas. El encuentro de ambas se produce cuando Vanessa acude a la cabaña de la anciana (cerca de ningún sitio, aislada en mitad de un desolador páramo), desesperada por encontrar alguien que pueda ayudar en la búsqueda de su desaparecida amiga Mina.
La anciana, a la que también acuden en ayuda las jóvenes de los pueblos cercanos que necesitan interrumpir sus embarazos no deseados (de ahí lo de cortadora de esposas), identifica en Vanessa cualidades innatas (reconoce el origen de la cicatriz que tiene en su espalda, momento en el que empieza a llamarla «pequeño escorpión») que bien merecen acoger a la joven bajo su protección y formarla en las artes oscuras. Así se inicia una relación entre la mentora y su discípula que nos recordará, con suma añoranza, a aquel Yoda que intentaba preparar a un tal Luke Skywalker; tanto por la relación que se establece entre ambas, como por la similitud del entorno (desolado, inhóspito, antinatural) y la existencia de un lado oscuro al que la anciana renunció años atrás. Poco a poco, ambas mujeres van confiando la una en la otra, creando un vínculo protector entre ellas ante los enemigos a los que tendrán que ir haciendo frente. Desde un terrateniente que reclama las tierras ocupadas por la anciana bruja, a los maridos de las mujeres a las que ayuda a abortar, como por la visita de sus antiguas compañeras de aquelarre deseosas de hacerla pagar por la traición que supuso su abandono.
Vanessa va adquiriendo los conocimientos de la anciana, mientras las brujas acechan el exterior de la casa y matan el ganado de los condados colindantes para establecer un odio entre los habitantes de los pueblos, como si todo se debiera a una maldición causada por la vieja. La anciana bruja enseña a Vanessa el libro «Poesía de la Muerte»; avisándola de que el día que lo use, no volverá a ser la misma, se habrá apartado de Dios para siempre (imposible no acordarse, con media sonrisa en la cara, de otro libro de los muertos y otra cabaña en el bosque). También entrega a Vanessa una caja en la que habrá algo para ella cuando la anciana haya muerto. Por desgracia, ese acontecimiento llega muy pronto, pues el terrateniente, (apoyado por el resto de vecinos e instigado por una de las brujas de aquel aquelarre) organiza una caza de brujas. Rodean la casa, cuelgan a la anciana del árbol que hay colindante a la casa, la untan de brea y la prenden fuego (precisamente, la encargada de que arda será la última joven a la que la anciana ayudó a abortar). Sus últimas palabras:

Me llamo Joan Clayton

A Vanessa la marcan en la espalda con una cruz al rojo vivo («grita para mí») mientras resuena en su cabeza el último consejo que le dio la anciana: «Te perseguirán hasta el final de los tiempos. Se auténtica».
Este suceso cobra aún más relevancia con los hechos del presente cuando, la bruja que lideraba a las componentes de aquel aquelarre que abandonó Joan, era Evelyn Poole, (Madame Kali), hermana de Joan para más inri («¿disfrutaste cuando viste arder a tu propia hermana?», le preguntaba Vanessa…»disfruté más cuando te marcaron la espalda con la cruz», la respondió Evelyn).
Una vez recuperada de las heridas, Vanessa comprueba el contenido de la caja: las escrituras de la casa, en las que aparece tachado el nombre de Joan Clayton y figura el de Vanessa Ives como nueva propietaria.
Cuatro episodios después (en «Little Scorpion», que roza el poder catalogarlo como episodio botella), Vanessa volverá a la casa acompañada de Ethan Chandler, la primera para buscar un lugar seguro y alejado del asedio que está sufriendo y, el segundo, para alejarse todo lo posible de la civilización durante la fase de luna llena. Al llegar, los recuerdos de la anciana, junto con sus sentimientos por Ethan, harán de esa visita un momento que marcará para siempre la relación entre ambos.
Como contrapunto a estos dos episodios inundados por la constante presencia de Vanessa (esto no es en absoluto ninguna crítica, todo lo contrario), también podremos experimentar la sensación de ver un episodio con una ausencia casi absoluta de Vanessa (episodio 8, «Memento mori»).
Pero será en el décimo y último episodio de la temporada donde la relación entre Ethan y Vanessa se vivirá más intensamente. Durante el rescate de Malcolm, en la mansión de Madame Kali, será Satán (a través de ese muñeco poseído , viva imagen de la propia Vanessa) el que tiente a Miss Ives con concederla una vida próspera y normal, al lado de Chandler, rodeada de hijos, plenamente feliz. Es tal la efectividad de esa idílica visión, que es imposible evitar una profunda tristeza cuando Vanessa rechaza caer en la tentación y vivir esa vida «normal» (a pesar de tener Vanessa toda la razón cuando rechaza ser feliz, si eso implica ocultar la persona que realmente es).

Por desgracia, en las dos temporadas siempre hay un personaje que ha acabado resintiendo la confluencia de tantos personajes sumamente interesantes. En la primera temporada resultó ser Dorian Gray el damnificado, con esporádicas apariciones, muchas de ellas sin el calado suficiente en la trama como para justificar la existencia de ese pasaje en la serie. Llegando al punto de que cada vez que le veíamos presentarse a alguien, ya podíamos dar por supuesto que acabaría simplemente acostándose con esa persona, sin miedo a equivocarnos la gran mayoría de las veces.
En la presente temporada, con Vanessa y Clare manteniendo su respectiva importancia y sumando el creciente nivel de Chandler, Gray, Víctor y, principalmente, Lily…el que ha visto reducido su cota de peso en la trama ha sido claramente Malcolm Murray. Convertido en un muñeco (nunca mejor dicho) manejado por Kali mediante la seducción y los conjuros (no hay más que ver su reacción ante el suicidio de su mujer), su implicación en la historia es muy leve, centrándose los primeros episodios en resolver el puzzle escrito en lengua diabólica, para posteriormente desaparecer de la acción principal al ser secuestrado por Kali, (eso no impide que seamos testigos de una de las escenas más espeluznantes de la temporada, cuando Malcolm es rodeado por los cuerpos sin vida de su mujer e hijos, que le animan a reunirse con ellos. La locura triunfando sobre la cordura).

Al final, con Malcolm ya liberado, Kali muerta (con la traicionera ayuda de su propia hija Hécate) y Satanás derrotado, llega el momento de que cada personaje busque la redención a sus pecados y se lama las heridas lo mejor que pueda. En el caso de Malcolm, viajando a África para recuperar los restos de su hijo y reunir a todos en el panteón familiar; John Clare, alejándose de la humanidad, a un destino que le asegure soledad y paz interior: el polo norte; Dorian y Lily, en su Olimpo particular, celebrando anticipadamente las mieles que su alianza les proveerá; Víctor, incapaz de asimilar las consecuencias de sus actos, hundiendo una jeringuilla de morfina en sus doloridas venas; Vanessa, intentando convencer a Ethan de que una vida juntos es posible, sin necesidad de ocultar lo que ambos son («he huido de la oscura durante mucho tiempo…sólo para encontrarme en un lugar aún más oscuro»), queriendo hacer realidad su propia versión de la visión con la que Satanás la tentó. Pero Chandler no tiene tan claro que su naturaleza le permita estar junto a alguien, por lo que se entrega a Scotland Yard, asumiendo todos los cargos a cambio de ser ajusticiado lo antes posible; pero la horca tendrá que esperar hasta que lo extraditen a América. Y así, con Sir Malcolm viajando hacia el sur, John Clare navegando al norte y Chandler siendo enviado al oeste, dejamos a Vanessa Ives, con lágrimas en los ojos, buscando un hilo de esperanza mientras mira al este.

Tu camino puede ser difícil; pero el mío está maldito. Así que los caminaremos solos.

6 comentarios leave one →
  1. Iker permalink
    20/07/2015 23:55

    Da igual el personaje que le toque, Eva Green siempre hace un gran trabajo. Qué bella y elegante es esta estupenda actriz.

  2. José Manuel Loscertales permalink*
    22/07/2015 10:29

    Totalmente de acuerdo contigo, Iker.
    Eva Green es enorme.
    Todo un desafío para cualquier actor con el que ella comparta pantalla.
    Además de ser una belleza clásica rematada por unos ojos de otro mundo.

    Un placer volver a verte por el Cadillac.

  3. 07/08/2015 21:06

    Gran temporada y gran análisis, saludos!

  4. Jose Juan permalink
    09/08/2015 10:56

    !Que gran serie!
    Me parece muy destacable la estructura del capítulo final. A los 25 minutos ya se ha resuelto la acción principal y dedica el resto a resolver la situación de los personajes. Penny Dreadful demuestra una vez más que no hace concesiones al espectador medio.
    El crucifijo ardiendo en el hogar me resultó un final mucho más terrible que cualquier masacre sangrienta.
    La propuesta me sigue pareciendo altamente arriesgada. Me debato entre estar asistiendo a unas de las más grandes series de la historia o ante una de las más lamentables cancelaciones junto a Carnivale.

  5. 14/01/2017 4:24

    Penny Dreadful lo mejor de lo mejor

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