«In the End»: el punto final de The Cranberries
Hace más de un año, un 11 de enero, publicábamos en el Cadillac un post sobre el recorrido de The Cranberries, una banda sin la cual el panorama musical de los noventa no estaría completo y que nos ha ido dejando, a lo largo de los años, unos cuantos himnos. El destino quiso que, cuatro días después, los medios anunciaran la temprana muerte de Dolores O’Riordan y aquel post quedara como la suerte de despedida que nunca había pretendido ser. Fue una tarde rara. No es necesario reiterar mi relación personal con esta banda porque ya lo hice en aquel momento, pero su llegada a las radios y tiendas de discos marcaron mi vida de una manera especial, entonando su sempiterno «Zombie» desde los ocho añitos. Sí, fue una tarde rara. Y gris. Nunca habría pensado que sería doloroso ver crecer de manera desorbitada las visitas a un escrito propio, pero así de retorcida es a veces la temporalización de las cosas.
En aquel instante pensamos que el cierre de The Cranberries había llegado de manera forzada, sin saber que la discográfica y el resto de miembros de la formación guardaban un epílogo a esta historia. Antes de irse, Dolores había grabado la parte vocal del álbum que acaba de publicarse, que, ahora sí, llega en forma de despedida y como clausura de un relato musical lleno de la magia de los gorgoritos de una líder, letras desesperadas, guitarras y sonido irlandés. «In the End» es fruto de una maqueta avanzada, de tener que reestructurar muchas cosas que ya estaban hechas, de acabar lo inacabado, de querer vender un álbum más y de agitar al viento un pañuelo de seda desde la ventanilla de un tren que arranca. Somos increíblemente conscientes de por qué ha visto la luz, pero muchos de sus seguidores de largo recorrido hemos percibido esto como un regalo, la oportunidad de acariciar por última vez la voz de O’Riordan en temas no escuchados. Y en lo personal, este álbum es todo lo que, dadas las circunstancias, esperaba.
Paradójicamente hay cierta esperanza en algunos de los temas que dan forma a «In the End», aunque su escucha se pueda antojar como algo realmente triste. Se antoja como algo triste porque si los lazos emocionales existen, es difícil no ahogarse en la melancolía de un puñado de canciones que apuntan hacia la misma dirección más pausada y pop a la que ya apuntaba «Roses», pero que lucha con garra por no olvidarse de los orígenes. Y en esa vuelta a los orígenes, en ese no poder evitar que todo nos recuerde a otro tiempo, es donde a una se le escapan las lágrimas cuando lleva un par de canciones. Sea como sea, cuán afortunado es que el último disco del grupo sea un adiós tan bello y tan propio, tan reconocible.
Resulta paradójico, también, que en un trabajo póstumo, Dolores entone un «All Over Now» como single que nos eriza la piel un poquito. La selección conveniente es la selección conveniente, pero no deja de ser escalofriante el sabor a despedida que emana todo. Un single que se adhiere a la memoria de otro tiempo con sus riffs, más suaves que antaño y un «do you remember?» en el que se reincide de manera incansable. Algo que se repite en el desgarro, la desesperación vocal y el abatimiento instrumental de «Lost», un tema mayúsculo que se cuela, junto con el matiz metalero de «Wake Me When It’s Over» , entre mis predilectos.
El folk y la paz «A Place I Know» nos devuelven a la ingenuidad de aquel tema de inicios de su carrera que es «Dreaming My Dreams«, así como la fantástica «Got it» con la frescura de sus ritmos o «Illusion», que bien podía haber contenido aquel mítico «No Need to Argue». Sí, es como subir al Delorean, difícil no pensar en cortes como «Show Me the Way» al escuchar «Catch Me if You Can» o en «Dreams» con el optimismo, esta vez acústico, de «Summer Song». Mención especial a la declaración de intenciones de Mike Hogan en «Crazy Heart» y ese discurso esperanzador del que hablaba al principio en «The pressure». El LP lo cierra «In the End», no podría ser de otra manera. Dolores parece cantar aquí desde una dimensión diferente, hay algo de etéreo y envolvente en ella que la convierte en la conclusión perfecta a un cuento de cuerdas metálicas que comenzó en Limerick hace treinta años.
«In the End» ha recibido un feedback mayoritariamente positivo en los medios de crítica musical más leídos y ha dejado a todos los seguidores de un cuarteto que siempre sonará a ella con una sensación agridulce. Sí, este es el disco que queríamos, pero también es el último. Un trabajo que supera a los dos últimos álbumes de estudio publicados y que apuntaba a un futuro viaje prometedor que no llegará nunca. Por supuesto que es imposible no escucharlo sin envolverse en el humo azul de la tristeza, pero estando aquí la despedida de manera inevitable, qué mejor que convertirla en canción. Me cuesta despedirme, sirvan estas breves líneas para ello cuando no hay sitio para un alarde de pornografía emocional. Qué fortuna haber escuchado la voz de Dolores O’Riordan en un hilo musical en plena infancia. Siempre será uno de mis primeros ídolos femeninos. Que sus gorgoritos se escuchen en las estrellas.
Primera frase tendría que ser : Hace más de un año….
Lapsus, gracias por el aviso.
Me ha parecido un disco redondo, de los 3 mejores de la banda. Tenía entradas para el concierto con cuarteto de cuerda que cancelaron en Madrid y ya por entonces me dio mala espina (creo que he ido a todos los conciertos que ha dado la banda en España, incluido aquel mítico en la Riviera). Todavia me da un pena tremenda lo de Dolores. Pero si, es un epitafio bien grande, a la altura del talento de la O’riordan. Me da escalofríos escuchar «illusion» y todo el disco está impregnado de los mejores Cranberries. Una suerte loca que Dolores grabará todas las voces antes…
Muchas gracias nuevamente por tu post. Coincido en todo. Sobretodo en que, tal vez sugestionados por la pérdida de Dolores, su voz parece provenir de otra esfera… Un gran disco. Mi preferida: Catch me if you can. Como siempre la defino en mis conciertos cuando la tributo, ella es eterna…