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Robert de Niro, de héroe a ¿villano?

09/04/2012

Robert de Niro. Ya sólo escribirlo infunde respeto. Uno de esos nombres que surgen casi de inmediato cuando oyes la palabra «actor».  Uno de esos nombres que cuando lo mencionas suele ir acompañado de superlativos elogios. Todo un símbolo de una época gloriosa del cine estadounidense. Todo un sinónimo de entrega mayúscula al oficio.  La inmersión al personaje al extremo (mutaciones físicas incluidas). Todo esto está presente en el imaginario popular. Pero teniendo en cuenta su trayectoria reciente, ¿deberíamos comenzar a replanteárnoslo?

El actor neoyorquino tuvo en Brian de Palma su gran mentor en sus comienzos. El cineasta más fanático de Hitchcock de la historia vio en el talentoso italoamericano un filón y, además de darle la oportunidad en tres de sus películas, le fue recomendando a sus amigos directores. No cabe duda de que tomaron nota. Ya bien posicionado como futuro as de la interpretación, Martin Scorsese le seleccionó en 1973 para encabezar el reparto de «Malas calles» y, a partir de ese momento, De Niro inició una carrera meteórica que pasaría con letras de oro a la Historia del Cine. Ahí es nada: obras maestras indiscutibles como «El Padrino 2», «Taxi Driver», «Novecento» y «El cazador», más el testamento cinematográfico del mítico Elia Kazan, «El último magnate» y su arriesgado debut en el musical con «New York, New York», todo ello coronado con la grandísima guinda del pastel que supone «Toro salvaje»; ésta es  su carrera hasta 1980. En dos palabras: ¡IN-SUPERABLE! Todos ellos personajes difíciles, con un gran arco evolutivo, en su mayoría oscuros, siempre duros y arriesgados, siempre excelentemente solventados por un intérprete con un talento y una convicción descomunal, siempre en proyectos de categoría y bajo las órdenes de directores de primerísima fila.

En la siguiente década tampoco se le puede poner ninguna pega. Pese a que Hollywood había cambiado y se había desvanecido el «culto al director» en el que tanto había destacado, De Niro supo hacerse hueco en dos nuevas obras maestras del cine gangsteril del que es emblema indiscutible, «Erase una vez en América» y «Uno de los nuestros». También dio vida a dos personajes emblemáticos que marcarían buena parte de su posterior trayectoria: el Louis Cypher de «El corazón del ángel» (su primer papel como gurú con pretensiones místicas) y el Al Capone de «Los intocables de Eliot Ness» (o su faceta más histriónica y violenta puesta al servicio de papeles secundarios). Asimismo, comenzó a diversificar su carrera, apareciendo tanto en melodramas románticos («Enamorarse») y dramas lacrimógenos («Cartas a Iris», «Despertares») como en comedias («Nunca fuimos ángeles»), sin olvidar otros hitos como su pequeño papel en una de las grandes películas de los años 80, «Brazil», y sus roles protagónicos en la muy estimable «Confesiones verdaderas», la muy arriesgada «El rey de la comedia» y la pretenciosa «La misión». No cabe duda que el nivel no era el mismo que en los 70, eso era imposible. Pero, ante la nueva situación, De Niro se mantuvo en una buena línea, aprovechando sus oportunidades en grandes proyectos, continuando su apuesta por directores de nivel, aunque, eso sí, empezando a acumular ya algún resbalón que otro.

La década de los 90 confirmó que su listón a la hora de elegir películas había bajado considerablemente. No nos rasguemos las vestiduras aún. De Niro consiguió estar presente en grandes películas como «Casino» (su última colaboración con Scorsese, ¡anda que no lo echamos de menos!), ese gran thriller que es «Heat» y el Tarantino más negro en «Jackie Brown» (seguramente, su último gran papel) y, además, debutó a lo grande en la dirección con ese clásico que es «Una historia del Bronx» (en la que se reservó un bonito papel). Tampoco estaban nada mal sus interpretaciones en cintas de buen nivel general como la «La chica del gángster», «Sleepers», la sátira política «La cortina de humo» y los thrillers, cada vez más presentes en su carrera, «Ronin» y «Cop Land».  Pero entremos en terreno pantanoso. Su faceta mítica de actor intenso y atemorizante comenzó a derivar en una sobreactuación, muchas veces cargante, como la que mostró en «El cabo del miedo», un «remake» correcto de Scorsese del excelente clásico «El cabo del terror», en la que su histriónica interpretación del psicópata Max Cady y su «abogado, abogado» hizo furor entre los  humoristas y contrastaba con la actuación sutil y llena de matices a cargo de Robert Mitchum en el original. Este registró no dudó en utilizarlo, hasta llegar a gastarlo, en las fallidas «Frankenstein» y «Fanático», mientras que se dejaba tentar por papeles en películas tan facilonas como «Llamaradas».

Pero ésto sólo era un anticipo. Llegó 1999 y tuvo el buen gusto de reirse de sí mismo, aceptando el papel de Paul Vitti, un capo mafioso en plena crisis existencial que acaba en la consulta del psicólogo, en «Una terapia peligrosa», una lúcida y muy agradable comedia (no cabe duda de que los creadores de «Los Soprano» tomaron algún apunte que otro) que resultó un inesperado taquillazo. La experiencia debió resultarle muy gozosa y, en vez de dejarla en una simpática excepción, la convirtió casi en norma para el resto de su carrera. A partir de ahí, De Niro descubrió lo rentable y cómodo que podría salirle el darle la vuelta a su imagen pública de seriedad e, incluso, antipatía y utilizarla en papeles cómicos. Bien, la primera piedra del camino no estuvo mal, «Los padres de ella», dentro de su sencillez, era divertida y encima resultó otro gran éxito de público. Perfectamente podía haberse quedado ahí. Pero no, la situación tomó una deriva peligrosa: «Las aventuras de Rocky y Bullwinkle» (¡horror!, ¡De Niro en una película infantil que mezclaba realidad con dibujos animados!), la flojísima secuela «Otra terapia peligrosa» y nada menos que dos continuaciones más de «Los padres de ella». Pero lo peor no es esto, sino que no ha compensado su faceta «humorística» con otros proyectos de nivel.  Suena duro pero, si recapitulamos, vemos que el neoyorquino no ha estado en un filme al menos notable desde «Jackie Brown», ¡hace ya 15 años! Digamos, y ya es significativo, que lo más salvable de su filmografía del siglo XXI es «Stardust» y «Machete». ¿El resto? Interpretaciones comodonas y ancladas en los tópicos que ha ido acumulando en su carrera al servicio de directores menores y que no le exijan demasiado en proyectos de segundo nivel, en los que no haya ni grandes responsabilidades ni demasiada presión. El listado es grande y puede provocar depresión galopante, pero allá vamos: «Hombres de honor» (¿puede haber película más plana?), «The Score» (su decepcionante encuentro con Brando), «15 minutos», «Showtime» (duelo interpretativo con…¡Eddie Murphy!), «Condenado», «El puente de San Luis Rey»,  las «terroríficas» «El enviado» y «El escondite», «Algo pasa en Hollywood», «Asesinato justo» (su cacareado y, de nuevo, decepcionante, encuentro con Al Pacino), «Todos están bien», «Stone», ¡¡«Manuale d’amore 3»!!, «Noche de fin de año», «Asesinos de élite» (otro duelo de altura con…¡Jason Statham!» y «Sin límites». ¿Alguna obra maestra a la vista? No, ¿verdad? Ni siquiera su esperada participación en «Luces Rojas», de Rodrigo Cortés, ha servido para revertir esta tendencia. De hecho, la única alegría de su trayectoria reciente ha sido en su faceta como director, a la que dio continuidad con la infravalorada «El buen pastor», otra muestra de su gran talento como cineasta, filmando con desenvoltura uno de los guiones más interesantes y valientes surgidos de EE.UU en la última década. Su rol de cineasta podría haber sido su salvación para retomar el prestigio perdido, pero no parece que esté por la labor de implicarse más que muy puntualmente en él.

Así estamos ahora. Un servidor, que se precia de haber tenido a De Niro en una consideración próxima a la deidad y que se despierta cada día contemplando a un Travis Bickle cabizbajo paseando por las calles menos recomendables de Nueva York en su póster de «Taxi Driver»; que husmeaba cada cine, videoclub o emisión televisiva en busca de una de sus películas, sufre ahora de una desidia que se ha ido instalando año tras año cuando ve a su antiguo ídolo integrar un reparto. Sé que es injusto pedir a artistas que lo han sido todo durante una época que lo sigan siendo año tras año. Me parece ridículo pedir otro «Sticky Fingers» a unos Rolling Stones que rozan los 70 años, bien me contento con un «A Bigger Bang». Es normal que una vez llegado a lo más alto, los artistas se relajen, quieran probar nuevas cosas, se tomen cada vez más tiempo de descanso. Pero podemos exigir que conserven el buen gusto y no nos hagan sentir vergüenza. Si comparamos a De Niro con intérpretes homologables como Al Pacino o Jack Nicholson, vemos que éstos dos últimos también han intervenido en filmes perfectamente olvidables pero de vez en cuando nos han ido deleitando con un «Insomnio», un «El dilema» o prestigiosas miniseries televisivas, en el caso de Pacino, o un «Infiltrados», un «A propósito de Schmidt» o un «El juramento, en el caso de Nicholson. De Niro, no. Ha decidido tomar el camino fácil y parece huir de todo lo que huela a un papel complejo y exigente.

El futuro es incierto, aunque permite vislumbrar algunos brotes verdes. Por un lado, tenemos proyectos muy en la línea actual del actor, como «Killing Season», un thriller que le enfrenta a John Travolta dirigido por un tipo tan poco recomendable como Mark Steven Johnson; «Uncharted: Drake’s Fortune», la adaptación del famoso videojuego en la que vuelve a compartir reparto con Joe Pesci a las órdenes del impersonal Neil Burger; «Being Flynn», un drama de Paul Weitz que no ha despertado demasiado entusiasmo en sus primeras críticas, o «Freelancers», una cinta de acción que no augura nada bueno. Sin embargo, sí nos dan ciertas esperanzas «The Big Wedding», una comedia de lujoso reparto a cargo de Justin Zackham, el creador de la serie de culto «Lights Out», y la nueva cinta del imprevisible David O. Russell, «The Silver Linings Playbook». Pero habremos de esperar para el bienio 2013-2014 para poder asistir a la posible redención definitiva de De Niro. Aquí nos esperan dos jugosos papeles protagonistas en «The Comedian», el nuevo proyecto de un Sean Penn siempre intereresante como director y…¡tachán, tachán», el esperadísimo reencuentro con Scorsese en «The Irishman»: cine de gangsters, guión de Steven Zaillian…parece que nada puede fallar. Puede ser que entonces podamos volver a sentir respeto cuando oímos tu nombre, Robert.

13 comentarios leave one →
  1. hartmanfiction permalink
    09/04/2012 21:26

    Tienes toda la razon, ya se me habia pasado por la cabeza pero nunca nalize que es cierto.que no ha echo una buena pelicula desde hace muchos años, y es que el es historia del cine, uno de los mejores, gran ganster del cine, haber que tal en the irishman por el bien del cine

  2. 10/04/2012 1:20

    Ciertamente, De Niro ha perdido muchísimo. No entiendo cómo se rebaja a interpretar ciertos papeles. Lo que sí está claro es que el mejor De Niro -para mí- murió con Uno de Los Nuestros y Casino. Un saludo y estupendo espacio éste, ya me iré pasando.

    • Alberto Loriente permalink*
      10/04/2012 12:37

      Bienvenido, Alex Palahniuk (estupendo nick!) y gracias por los elogios. Muy de acuerdo en todo, aunque, como ya digo en el post, a mi me encanta también en ese rol súper pasivo que tenía en «Jackie Brown». Taratino (es lo que tiene ser tan bueno) supo desmitificarlo con estilo en esa pelicula

  3. Anónimo permalink
    10/04/2012 11:51

    Maravilloso artículo con el que, aunque tengo pequeñas discrepancias, coincido en casi todo. A la pregunta del primer párrafo ¿deberíamos replantearnos q De Niro es el putoamo?, sin lugar a dudas NO. Si hay 3 actores en el mundo q junten la cantidad de películas memorables de este tipo por favor q alguien me lo diga. Te pasa con grandes campeones como Schumi o Rossi…pero nadie es eterno.

    • Anónimo permalink
      10/04/2012 11:53

      Aunque hay un par de perlas q me delatan el anónimo soy yo…@emoreira69

      • Alberto Loriente permalink*
        10/04/2012 12:41

        Un honor su presencia por aquí, señor Moreira (sí, lo de Schumi te delata). Y sí, De Niro es uno de los más grandes (de acuerdo en lo de su abultada nómina de obras maestras), pero ahora me recuerda al típico futbolista que podría aspirar a grandes cosas aún y prefiere irse a un club de Emiratos Arabes a hacerse con la pasta en vez de competir por ganar.

  4. Tamara de Lempicka permalink
    11/04/2012 0:59

    Hola chicos del Cadillac!

    Pues un poco como Madonna, a la que citáis en otro de vuestros artículos, que ya ha dejado un legado más que extenso, que ya es leyenda de la música, y ahora va a por la pasta para la jubilación ;-)

    A De Niro le pasa un poco lo mismo; vosotros mismos lo habéis dicho: es una leyenda viva del cine y su nombre infunde respeto. Es muy difícil estar todo el tiempo al máximo nivel creativo y nuestro querido Robert ya ha dado a la Historia del Cine un buen número de interpretaciones irrepetibles y memorables. Habéis citado varios títulos que están entre el TOP de peliculas de mi vida.

    Estoy de acuerdo que lo último realmente valioso de Bobby se quedó a mediados/finales de los 90: en su últimas colaboraciones con Scorsese (Wooow, el Sam Rothstein de ‘Casino’ es magia interpretativa, sublime!), aunque también tiene algunos otros títulos que citáis que no desmerecen para nada como ‘Heat’ de Michael Mann, o su intimista interpretación en la maravillosa ‘Una historia del Bronx’, ciertamente un asombroso debut como director, lleno de talento, templanza y sensibilidad, una de mis películas preferidas, sin duda.

    Por ello, no perdamos la esperanza, y confíemos (roguemos, soñemos) en que ese gran De Niro algún día vuelva y nos sorprenda ofreciéndonos la interpretación de su vida. Ojalá sea con Scorsese…Saludos a todos!

    • Alberto Loriente permalink*
      11/04/2012 10:46

      Otro saludo fuerte para tí, Tamara. Estoy de acuerdo contigo casi al 100%, aunque, pese a que se ha ganado el respeto con su sobrehumana carrera en pasadas décadas, creo que debería quererse más a sí mismo y ser más exigente con los papeles. Como ya digo en el post, le reclamo de vez en cuando alguna actuación o película de nivel, como las que menciono de Al Pacino y Jack Nicholson.

      • Tamara de Lempicka permalink
        11/04/2012 16:06

        Lo siento Alberto, pero no soporto al Pacino de ahora, y sólo tolero a Nicholson. Asi que coincidimos al 98%. Qué le vamos a hacer, soy rara ;-)

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