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La «invasión escandinava»: el fuego que llegó del frío

15/05/2012

En el año 1997, toda la escena musical está ocupada por nu metal y música electrónica…¿toda? ¡No! Una región poblada por irreductibles greñudos resiste todavía y siempre al disc jockey invasor. Esa región es la gélida Escandinavia y hace quince años emergió inesperadamente para recordar la vigencia del rock’n’roll en uno de sus momentos más oscuros. Esa envidiada zona europea siempre ha mantenido una fuerte relación con la música (la imposibilidad de salir durante meses a la calle y las fuertes ayudas estatales de las que gozan los artistas pueden ser factores muy importantes para ello) y siempre fue, en especial Suecia, terreno fértil para grandes bandas (recordamos así a vuelapluma a gente como Abba, Roxette, The CardigansHanoi Rocks, The Soundtrack of our Lives, Europe, The Ark, Millencolin, toda su tradición de death y black metal y un grandísimo etcétera), pero éstas habían sido normalmente fenómenos aislados. Pero hete aquí que, de repente, llegó un disco llamado «Payin’ the Dues» por parte de The Hellacopters, banda que hasta ese momento era considerada un mero proyecto rockanrollero de Nick Royale, el batería de los prestigiosos metaleros Entombed, y miles de rockeros que permanecían ocultos bramando contra el decepcionante momento musical que estaban viviendo lo acogieron como el maná. No era nada nuevo, el disco era una especie de homenaje al proto-punk de Detroit de bandas como The Stooges o MC5 y el neoyorquino de Ramones o The Dictators junto a influencias de mitos locales como The Nomads o Union Carbide Productions, pero era una bomba: potencia rockera al límite, buenas melodías, grandes estribillos, en fin, la banda sonora ideal para agotar una nevera llena de cervezas. Y apenas en unos meses, sin tiempo a poder asimilar el primer puñetazo, fueron llegando decenas de bandas escandinavas desconocidas que reivindicaban el punk y el rock’n’roll como si los años 80 y 90 nunca hubieran existido. La avalancha nórdica no llegó a consolidarse como un movimiento mayoritario (como hacían presagiar sus comienzos) pero hizo recuperar la confianza perdida al rockero medio y nos dejó un puñado de bandas de gran calado. Repasemos a las cuatro más significativas:

THE HELLACOPTERS

La banda insignia del movimiento, la que inició el bombardeo y en la que todos pensamos al instante cuando se habla de la «invasión escandinava». El ya mentado proyecto rockanrollero de Nick Royale ya preludió cosas interesantes en sus inicios con singles tan potentes como «1995» y su disco debut «Supershitty to the Max!» (1996), pero su consolidación total llegó con «Payin’ the Dues», su indiscutible obra maestra, contenedor de temazos como «You are Nothin», «Like no other Man», «Hey!» o «Psyched Out and Furious». Sin embargo, el creciente éxito y los compromisos que acarrea llevaron al abandono de su miembro más carismático, el guitarrista Dregen, que optó por priorizar a su banda de toda la vida, unos Backyard Babies de los que hablamos unas líneas más abajo. En 1999 llegó «Grande Rock», un muy buen álbum continuista, que mantuvo su recién conseguida buena fama y en el que se empezaron a introducir matices del hard rock más clásico. «Move Right out of Here», «The Devil Stole the Beat from the Lord» o «Lonely» se convierten, por derecho propio, en nuevos clásicos del grupo sueco. El segundo momento decisivo de su carrera coincidió con el comienzo del nuevo milenio. En su intento de conquista mundial, firman con Universal y editan «High Visibility», en el que los matices de hard rock clásico presentes en su disco anterior se hacen mayoritarios, abandonando un tanto la potencia punk de sus inicios, al tiempo que comienzan a introducirse sonidos «negroides» que ya no abandonarán en el resto de su carrera. Quizá menos excitante que sus dos anteriores lanzamientos, «High Visibility» se convierte, sin embargo, en un molde muy sólido en el que se basarán también «By the Grace of God» (2002) y «Rock & Roll is Dead» (2005), álbumes que mantendrán muy bien el nivel y que consolidaron una posición estelar en su país, aunque la recepción mundial se estancó, sin llegar a ser las estrellas que podrían haber sido. En 2008, en una decisión tan loable como inteligente, el grupo anuncia su separación y la aparición de un último trabajo, «Heads Off», un gran y nada obvio disco de versiones.  Una banda ejemplar de cuyo tronco salieron muchas ramas también decisivas en el movimiento, como los múltiples proyectos paralelos de Royale (sus trabajos con el Sonic’s Rendezvous Band Scott Morgan en The Hydromatics y los souleros The Solution. los explosivos Supershit 666 y su actual grupo Imperial State Electric), además del grupo en el que el teclista Anders «Boba Fett» Lindström tocaba la guitarra, los Diamond Dogs, grupo que nos alegró el inicio de la decada del doble 0 con discazos como «Too Much is Always Better than not Enough» y su recreación del sonido de The Faces/Rod Stewart de los años 70.

BACKYARD BABIES

Lo rozaron con los dedos pero en el último momento se les escurrió. El grupo del también por unos años Hellacopter Dregen es el más veterano del movimiento, ya que se formó en el lejano 1987, aunque no empezó a tener una carrera realmente trascendente hasta mediados de los noventa. A diferencia de los más bien espartanos The Hellacopters, Backyard Babies se caracterizaban por, además de venerar la escena rockera estadounidense más conectada con el punk como Ramones o New York Dolls, añadir un toque «sleazy», lo que les daba, además de más proyección internacional, un mayor empuje a la hora de epatar a través del directo o de la promoción mediática (eran mucho más amantes del escándalo). No tuvieron suerte con su debut, «Diesel and Power» (1994), un notable ejercicio de hard rock que debería haber ido más allá de la discreta acogida que tuvo. Las dudas y el resentimiento contra la industria surgieron, lo que impulsó la rabia presente en su tardío regreso discográfico, «Total 13» (1998), al que ya considero personalmente todo un clásico de la Historia del Rock’n’Roll y una de las obras cumbres del movimiento. Desde el arrollador comienzo con «Made me Madman» y «UFO Romeo» ya sabías que estabas ante algo especial. Punk rock desatado,  con melodías que no le restaban fiereza, en unas composiciones mayúsculas como «Look at you», «Ghetto you» o «Subculture Hero», enriquecido por apuntes de «stoner» en «Highlights» o del rock más clásico en «Bombed (Out of my Mind)». Todo estaba preparado para que fueran la gran nueva sensación del rock. Grandes esperanzas y declaraciones rimbombantes del grupo precedieron al que debía ser su gran disco, «Making Enemies is Good» (2001). Sin embargo, algo falló. Las pretensiones de la banda de hacerse gigante propiciaron una ambiciosa producción que ahogó gran parte de las canciones y su estilo se hizo más accesible, perdiendo la rabia, que era uno de sus principales activos. Quedaron algunos grandes temas («I Love to Roll». «The Clash», «The Kids are Right»), pero el resto no estaba ni mucho menos al nivel de «Total 13». El «shock» y la sensación de fracaso fue tan grande que el grupo ya nunca recuperó su estatus. Los suecos siguen en activo y han lanzado tres discos más («Stockholm Syndrome», «People Like People Like People Like us» y «Backyard Babies»), que basculan entre lo mediocre y la corrección pero que justifican su descenso de división.

TURBONEGRO

Sin duda, la banda más carismática y exitosa a nivel mundial de esta hornada, los noruegos cuentan con una extensa existencia truncada por cambios de formación, cambios de estilo, separaciones, fugas de sus miembros, regresos, largos hiatos y, sobre todo, una reputación como uno de los mayores grupos de culto del rock actual. Estos locos noruegos comenzaron su trayectoria en 1989, en el mundillo punk más «underground» para ir haciéndose una pequeña leyenda a nivel europeo con sus dos primeros discos. Sin embargo, los Turbonegro tal y como hoy les conocemos no comienzan a ser distinguibles hasta 1996, año en el que editan «Ass Cobra», disco en el que ya vemos al grupo interesándose, además de por el punk más cafre, por influencias del punk’n’roll estadounidense de los 70 y por el glam rock, empezando a explotar su lado más visual y en el que se dan alguno de sus primeros himnos, en especial, «I Got Erection». Pero su proyección como banda definitiva a amar se produjo en 1998, cuando sacaron el que para el que suscribe es la gran obra maestra de todo el movimiento, «Apocalypse Dudes»: una colección pluscuamperfecta de «hits» rockeros, en especial dos himnos absolutos, «The Age of Pamparius» y «Get it on». De repente, pasaron a ser el último grito del rock, a lo que ayudó su definitivo asentamiento como banda incorrecta políticamente (jugando al equívoco o no con las prácticas homosexuales del alto voltaje y otros temas tabú) y de carácter visual (cada uno de los miembros portaban diferentes atuendos, incluyendo  una gorra nazi y un casco de soldado). Sin embargo, el estado mental (y de drogadicción) del carismático cantante Hank von Helvete no era el mejor y la banda se separó en pleno despegue masivo. Pero este despegue no paró. Fruto de la prematura separación, su estátus como banda de culto creció, con un póstumo álbum en directo, «Darkness Forever», y un disco de tributo, «Alpha Motherfuckers», con bandas de la talla de Queens of the Stone Age, Supersuckers o Nashville Pussy.  Por eso, cuando decidieron volver en 2002, lo hicieron en loor de multitudes. «Scandinavian Leather» (2003) fue su álbum de regreso, un gran disco en el que añadían a su sonido pretérito gotas de «arena rock» con la inequívoca intención de llegar a cotas masivas de éxito. La apuesta en este sentido, enfocándose especialmente en triunfar en EE.UU, se redobló en 2005 con «Party Animals», otro buen trabajo pero cada vez más alejado del espíritu que nos sedujo a muchos en «Apocalypse Dudes». Su incapacidad de crecer comercialmente pareció desanimar al grupo, que en 2007 publicó el irregular «Retox», con el que regresaban parcialmente a la agresividad del pasado. En estos últimos cinco años, la banda ha atravesado un periodo de tensiones que ha acabado con la salida de Hank von Helvete y la entrada como sustituto al micrófono de Tony Sylvester. El resultado lo podremos degustar el próximo mes de junio, cuando saldrá a la venta su nuevo trabajo, «Sexual Harassment», del que ya se ha adelantado el single «You Give me Worms».

GLUECIFER

Seguramente sea la banda de más bajo perfil de este póker de ases, pero no conviene despreciar a una formación noruega tan sólida como potente. Basados en la cazallera y poderosa voz de Biff Malibu, un cantante que aportaba con sus trajes el toque distintivo, y en la guitarra y el carisma rockero de Captain Poon, Gluecifer fueron fundamentales en el inicio del movimiento con dos discos muy seguidos del tiempo, «Ridin’ the Tiger» (1997) y «Soaring with Eagles at Night to Rise with the Pigs in the Morning» (1998): rápido y contundente el primero, más melódico y con ambiciones comerciales el segundo (revisen temazos como «The Year of Mainly Living«). No presentaban grandes novedades estilísticas, aunque eran los que más encarecidamente reivindicaban el hard rock setentero, pero su regularidad y efectividad les hizo hacerse con un hueco en el corazón de muchos rockeros. «Tender is the Savage» (2000) cerraba con continuismo (y algún leve síntoma de agotamiento) su trilogía inicial. Para 2002, el grupo decidió abrirse a nuevas influencias más pop y alternativas y ampliar su campo de acción con «Basement Apes», que fracasó en sus tentativas comerciales y provocó una gran división de opiniones, pero que permanece en mi estantería como uno de esos discos perfectos para activarse por las mañanas. Con «Automatic Thrill» (2005) regresaron con fortuna a sus inicios más potentes, pero decidieron dar por terminado el grupo poco después, ante la  constatación de que había concluido su ciclo. Poco más se ha sabido de ellos, excepto de Captain Poon, que lidera ahora Bloodlights, una banda de hard rock melódico que ha sacado al mercado dos discos muy correctos.

Pero todo ello no se quedó aquí. También surgieron muchas otras bandas como los ahora «sleazy» Hardcore Superstar, The Flaming Sideburns, The Turpentines y muchas más que propiciaron momentos de los más entretenidos y consiguieron devolver a su esencia un rock que se presentaba más despistado que nunca en su corta historia. Y no olvidemos que de esta cosecha proviene uno de los grupos de pop rock europeos más prestigiosos y divertidos de la actualidad: unos The Hives del que se espera muy pronto su nuevo disco y que, por su singular trayectoria que le aparta del movimiento aquí tratado, merecerá un estudio pormenorizado. Paciencia…

11 comentarios leave one →
  1. 15/05/2012 14:16

    Estupendo. Me encanta el rock escandinavo en todas sus vertientes. Quizás, para mi gusto The Hellacopters ha sido la mejor banda europea que ha dado no sólo Escandinavia, sino el viejo continente en la segunda mitad del siglo XX, Payin The Dues es una maravilla y High Visibility otra. Backyard Babies también me gustan mucho, pero se creyeron muy pronto los próximos Guns N Roses y con el «Making Enemies Is Good» la fastidiaron. Turbonegro y su The Age Of Pamparius son tremendos. Puede que haya sido la banda más original, al menos en cuanto a puesta de escena de los países bálticos. de Gluecifer sé más bien poquito. Excelente entrada. ¡Un abrazo!

    • Alberto Loriente permalink*
      16/05/2012 14:03

      Yo, si tuviera que elegir, siempre me han tirado algo más Turbonegro que The Hellacopters, más que nada por su vertiente más, digamos, peligrosa. Y lo que dices de Backyard Babies lo suscribo al 100%. Aún recuerdo con cuanta ansia esperaba ese disco y la decepción que me supuso. ¡Un abrazo, Alex!

  2. Anónimo permalink
    17/05/2012 12:58

    Donde está Mando Diao???

    • Alberto Loriente permalink*
      17/05/2012 23:15

      Tienes razón en que podría haberlos incluido, sin duda, en el párrafo donde hablo de las grandes bandas escandinavas de la historia. Sin embargo, si te refieres a incluirlos dentro de lo que yo llamo «escena escandinava» no lo contemplo, puesto que creo que pertenecen a una escena totalmente diferente, más pop e indie. Un abrazo.

  3. Anónimo permalink
    18/05/2012 13:53

    Aclarado, Alberto, es que MD son una de mis debilidades…
    Gracias a los tres por hacer un blog de tanta calidad.
    Un saludo.

  4. Anónimo permalink
    03/02/2013 9:04

    debierais volver a escuchar los discos de backyard otra vez.

    • Alberto Loriente permalink*
      03/02/2013 20:45

      Hola. Tomo nota del consejo, aunque los sigo escuchando regularmente (sobre todo ‘Total 13’). Un saludo.

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