Mujeres en pie de guerra
Me he dado cuenta de que en El Cadillac Negro hablamos muy poco de artistas femeninas. De hecho, en 2013 no hemos publicado ni una sola reseña de un disco de una mujer. Y es algo que me molesta, porque puede dar la sensación equivocada de que para nosotros la música es solo cosa de hombres y que a las tías las dejamos en un segundo plano o directamente no les prestamos ninguna atención. Y bien, no podemos negar que un altísimo porcentaje de los discos que escuchamos son de solistas y grupos masculinos, pero también es verdad que, por cuestiones de falta de tiempo o porque han llegado a nuestras manos varias semanas después de su publicación o vaya usted a saber por qué, hemos dejado de escribir sobre algunas obras firmadas por chicas que pertenecen por derecho propio a lo mejor de esta temporada que ya agoniza. Así pues, sirva este humilde post como pequeño acto de desagravio hacia ellas.
Pero no, no vais a encontrar aquí a ninguna de esas artistas que se “pelean” por el trono de Madonna y cuyas carreras parecen milimétricamente diseñadas para provocar al personal y disputarse el número uno de las listas –aunque contamos con alguna que sí ha logrado disfrutar de las mieles del éxito masivo- , porque para leer sobre las andanzas de Lady Gaga, Miley Cyrus, Katy Perry, Rihanna, Britney Spears y las demás ya tenéis otros sitios mucho más adecuados que este blog. En cualquier caso, nosotros, que asistimos desde la barrera y con cierta distancia a esa “divertida” pugna, nos decantamos abiertamente por la Perry, que es la que parece tomárselo menos en serio (y además, ejem, es la que está más buenorra). Así que aquí nos concentraremos en una selección de intérpretes y compositoras, casi todas insultantemente jóvenes, que este año nos han entregado discos (algunos de ellos, de debut) que merecen mucho la pena y que han demostrado tener una personalidad propia y fuerte, ajena a imposiciones comerciales y a estereotipos ya muy gastados. Entre todas ellas abarcan desde el rock hasta el folk, pasando por el pop, el country, el soul, la electrónica y el punk. En un mundo perfecto ellas serían las auténticas reinas del cotarro, pero en el actual son solo mujeres en pie de guerra.
ANNA CALVI Hay artistas que encuentran poco a poco su espacio en la industria y artistas que irrumpen en escena dando una patada a la puerta. Es el caso de esta londinense de treinta y tres años que sorprendió en 2011 con su celebrado disco de debut. “Anna Calvi” (2011), nominado para el Mercury Prize, le permitió ser saludada como la nueva Patti Smith o la heredera de PJ Harvey por padrinos tan reputados como Brian Eno o Nick Cave. La reválida llega con “One Breath”, un trabajo producido por John Congleton en el que la diva (porque así es como se la puede considerar) vuelve a dar rienda suelta a su febril intensidad y a la épica dramática, aunque siempre tratando de esquivar el cliché o el lugar común. Inspirado por la muerte de un ser querido, “One Breath” es un disco de fuertes contrastes, en el que en la misma canción puede convivir el rock crudo de poca cocción y la lluvia de cuerdas más grandilocuente (véase el tema titular), arrojando un resultado fascinante y seductor. La voz de Calvi, que bascula entre el susurro sensual, la fiereza más volcánica y el alarde operístico, es el hilo conductor de un ramillete de canciones impregnadas de romanticismo gótico y efluvios cinematográficos. Mucho más creíble que Lana Del Rey, bastante menos adocenada que la superventas Adele y dueña de un carisma que podría llegar a competir con el de PJ Harvey, Anna Calvi debería ser la próxima diosa del firmamento indie, si es que no lo es ya.
NEKO CASE Integrante de la superbanda indie canadiense The New Pornographers, Neko Case bien es una de las cantautoras de raíz más respetadas en EE.UU, donde con su anterior disco, “Middle Cyclone” (2009), alcanzó el número 3 en la lista de Billboard y se quedó a un par de pasos del mainstream. Lejos de tratar de aprovechar aquel éxito comercial, la virginiana ha dejado pasar cuatro años para entregar su sexto trabajo en solitario, “The Worse Things Get, The harder I fight, The harder I fight, The More I Love You”, y pocas cosas han cambiado en el universo musical de esta feminista convencida que transita con exquisita facilidad por el sendero que une al pop y el rock con el country alternativo y el folk más despojado. Tras superar una profunda depresión fruto de la muerte de varios familiares, Case se ha rodeado de un nutrido grupo de ilustres colaboradores –M.Ward, Howe Gelb, Steve Turner, integrantes de My Morning Jacket, Los Lobos, Camera Obscura- para dar forma a una colección de canciones autobiográficas y atemporales, recorridas por una suave brisa de nostalgia y que demandan ser degustadas sin apremios. Aquí hay pequeñas joyas como la sinuosa “Wild Creatures”, el lamento a capella de “Nearly Midnight, Honolulu” o la emoción contenida de “Local girl”, aunque también hay espacio para el rock urgente de “Man”, la luminosidad de “City Swans” o la catarsis final de “Ragtime”.
HAIM Las hermanas Danielle, Alana y Este Haim son el perfecto ejemplo de hype creado por una prensa especializada necesitada de nuevos héroes y heroínas que permitan que la gran maquinaria siga funcionando. Lo que sorprende es que, en una época en la que el solft-rock de FM seventies y el AOR ochentero no cotizan precisamente al alza en los circuitos especializados, medios tan cool y “exigentes” como Pitchfork hayan dedicado críticas tan entregadas a “Days Are Gone”, debut de estas californianas, que ya desde muy pequeñitas hacían música bajo el auspicio de sus padres, como Hanson, vaya. Tampoco hay para tanto, pero si dejamos al lado los prejuicios y perdonamos la evidente falta de originalidad de la propuesta, nos queda un puñado de canciones frescas, pegadizas y ligeras, bien armonizadas y producidas con mimo sintético (se supone que en directo son más rockeras). Los nostálgicos de las Bangles, Wilson Phillips, Shania Twin o de los últimamente muy reivindicados Fleetwood Mac tienen una cita ineludible con Haim, que en cualquier caso no olvidan que son un producto de su época y también beben del R&B contemporáneo y el hip hop. Haim son tan inofensivas como disfrutables, especialmente en los singles previos (“Forever”, Falling”, «The Wire»), pero aún lo son más si nos olvidamos de todo el ruido que han generado, quizás a su pesar.
LORDE Tiene solo 17 años, pero por su voz –grave, serena y muy personal- la neozelandesa Ella Yelich-O’Connor aparenta una madurez impropia de su edad. Esta jovencísima niña prodigio se ha alzado en un abrir y cerrar de ojos en portavoz de la generación 3.0 con unas canciones que capturan el aburrimiento existencial y la desorientación urbana contemporánea. Su discurso, pariente lejano del de la Lena Dunham de “Girls”, destila indiferencia hacia la fama y un total desprecio por el lujo y el famoseo fashion. Así que no deja de ser fascinante que una artista tan alejada en apariencia de los excesos del star-system haya conquistado la cima de las listas de EE.UU y Reino Unido batiendo en su terreno a Cyrus y a Perry, y que un tema tan poco convencional para las radiofórmulas como “Royals” haya sido número uno en medio mundo. “Pure heroine”, su álbum de debut, es bastante más que ese hit; es un conjunto de melodías pop elegantes y sugerentes, con un punto de oscuridad y misterio, vestidas con escuetos y bien elegidos ropajes digitales que conectan con la creatividad de otras contemporáneas de la electrónica minimalista como Grimes o Lykke Li, aunque tal vez sea más sencillo (y equivocado) compararla con Lana del Rey.
LAURA MARLING Si Mumford and Sons son la cara más amable y populista del Nuevo Folk británico, Laura Marling –de tan solo 23 añitos- representa su vertiente más cruda, algo que confirma y radicaliza su cuarto disco, “Once I Was an Eagle”, su trabajo más austero y árido, quizás también el más apasionante. Bajo su apariencia frágil y delicada, la cantautora de Hampshire esconde una personalidad dura como el granito que no duda en disparar flechas envenenadas contra el romanticismo idealista y los convencionalismos de las love songs tradicionales. En la primera parte del disco el productor Ethan Johns deja en primer plano la maravillosa voz de la Marling, que bascula entre la altivez y la indolencia, acompañándola únicamente de acústicas, unas percusiones primitivas, cellos ocasionales y poco más. Ese sonido tan minimalista, tan cercano a la pureza del folk primigenio, brilla especialmente en la subyugante suite formada por los cuatro primeros cortes (“Take the Night Off”, “I Was an Eagle”, “You Know” y “Breathe”), que comparten motivos y fraseos musicales. En la segunda mitad del álbum, más cálida y esperanzadora, entran algunos rayos de luz de la mano de órganos y arreglos algo más frondosos (“Where can I go?”, “Once”, “Pray for me”), aunque nunca queda comprometido el nervio y el desgarro de una cantautora a la que ya se ha equiparado con Joni Mitchell, pero que si mantiene su progresión en el futuro podría compararse con el Dylan de «Blood on the tracks».
JANELLE MONÁE En un momento en el que la música negra vive polarizada entre la supremacía del hip hop y ese camarote de los hermanos Marx que es el R&B contemporáneo, se hace más necesario que nunca un talento tan versátil y magnético como el de Janelle Monáe, uno en el que confluyen los espíritus de James Brown, Prince, Michael Jackson, Stevie Wonder, George Clinton y Marvin Gaye. Clasicismo y modernidad se daban la mano en aquel “The ArchAndroid” de 2010 con el que la de Kansas se presentaba en sociedad y que ahora tiene continuación en “The Electric Lady”, superproducción sobrada de ambición, exuberancia e imaginación que recorre en sus 19 cortes y 67 minutos lo mejor de la música afroamericana desde 1960 hasta nuestros días. El nuevo disco de la Monáe retoma la futurista saga de su alter ego, Cindy Mayweather, una heroína-androide que en el año 2.719 lucha por liberar a la ficticia ciudad de Metropolis de las garras de una sociedad secreta totalitaria y alienante. Rodajas de soul lubricante y pop extático, tórridos fluidos funk, especias de jazz elegante y condimentos de sountrack entre Morricone y John Barry se dan cita en este tour de force de una compositora, intérprete y entertainer pletórica, arropada para la cita por el mismísimo Prince, Erykah Badou, Solange o Esperanza Espalding. A “The Electric Lady” tal vez solo se le pueda reprochar el exceso de baladas sedosas que se amontonan en la segunda mitad del disco (dividido en dos suites), aunque cortes como “We were rock & roll”, “Ghetto woman”, “Dance apocalyptic”, “Q.U.E.E.N” (lo más cercano aquí al funk bizarro de Funkadelic) o el adictivo tema titular valen su peso en oro.
SAVAGES Bienvenidos a 1980, a las sombras expresionistas de Joy Division, Bauhaus, Siouxsie and the Banshees o incluso los U2 de “Boy”. “Silence yourself”, el disco de debut de este cuarteto de chicas londinenses, quizás solo habría sido uno más en aquella época, pero su post-punk crudo y afilado posee una actitud, una furia y una mala leche que no son tan frecuentes en 2013. La banda de Jehnny Beth –cruce perfecto entre la gravedad espectral de Ian Curtis y la Patti Smith más punk- se rebela violentamente contra una sociedad anestesiada a base de guitarras airadas y estridentes y una sección rítmica trepidante y angulosa. Probablemente haya aquí más atmósferas opresivas y paisajes asfixiantes que canciones memorables, pero cortes como “She will”, “Shut up”, “Husbands” o “Strife” son descargas eléctricas de una agresividad insultante, material altamente inflamable y dañino que convierte en un amable juego de niños la propuesta de grupos contemporáneos supuestamente oscuros como Editors o White Lies.
La verdad es que se agradecen que algunas voces femeninas se alejen de la candidez, dulzura i misma tonalidad que parece haberse instalado, no sé porqué, en muchas de sus interpretaciones. De esa clase de voces personalmente me quedo con Inara George que canta muy bien y no se estanca en ningún género. Su proyecto con Greg Kurstin (The Bird and The Bee) me parece divertido y muy entretenido musicalmente.
Por eso, decía, que el disco de Janelle Monáe me ha hecho ilusión (y me ha recordado que la indústria necesita un Prince) y pese a ser un disco comercial no por ello deja de ser un buen disco. Para las demás necesito más discos.
Animo a que sigan las reseñas de artistas femeninas.
Saludos
Muchas gracias, GuillemGuasch, por tu comentario. No conozco a Inara George pero tomo nota la sugerencia. Por cierto, con tu permiso, hemos decidido enlazar tu blog a nuestra lista de Compañeros de Viaje (en la que, imperdonablemente, aún no figuraba). Un saludo!