‘Tres bodas de más’: Alta artesanía cómica
Situados en pleno ‘boom’ (¿o ese momento ya ha pasado hace unos años?) de la comedia estadounidense -con la factoría de Judd Apatow, Greg Mottola y los brillantes Sacha Baron Cohen y Ben Stiller, entre muchos otros- , en España apenas vemos una escena que pueda ser llamada así. Mientras que nombres como Nacho Vigalondo, Santi Amodeo o Juan Cavestany tratan el genero desde el punto de vista más heterodoxo, Javier Ruiz Caldera se posiciona en el lado, digamos, más clásico, rememorando la comedia ‘yanki’ de los años ochenta, desde Jim Abrahams y los hermanos Zucker hasta cintas como ‘La revancha de los novatos’, con sus dos primeras cintas, ‘Spanish Movie’ y ‘Promoción fantasma’.
Partiendo de esta premisa, la trama de su tercera película, ‘Tres bodas de más’, tampoco es un alarde de originalidad. Una bióloga treintañera, inmersa en una tremenda crisis afectiva tras ser dejada por su novio y ver como su entorno más cercano pertenece al mundo de la pareja estable, vive el colmo de los colmos: ser invitada a las bodas de tres de sus ex, con la consiguiente necesidad de tener que demostrar que su vida no va tan mal. Por ello, convence a su recién llegado becario para que le acompañe.
El hecho de que sea una mujer la protagonista es la única novedad reseñable de una cinta que se inscribe en el cada vez más saturado subgénero de ‘películas de bodas’ (véase la reciente ‘La gran familia española’), estructurándose en torno a estos tres enlaces y los pequeños interludios entre ellos, y que cuenta con un desenlace tan manido como tremendamente previsible.
Sin embargo, lo importante no siempre es el punto de partida, sino lo que se sea capaz de extraer de él. Y en este caso, Ruiz Caldera confirma su crecimiento y su madurez como cineasta aprovechando primorosamente la materia prima con la que cuenta.
Es muy reseñable la tremenda facilidad y suavidad con la que se van concatenando secuencias del humor más burro e incorrecto (que las hay y unas cuantas) con otras que apuestan por una comicidad más sutil (o cómo aprovechar magníficamente,por ejemplo, la escasa destreza femenina para aparcar) y con la subtrama romántica de la cinta, logrando que no chirríen entre ellas y que formen parte armónicamente de un conjunto que saber fluir y evitar los altibajos a los que son tan proclives las muestras menos brillantes del género.
Aún más espectacular resulta la dirección de actores, con un reparto perfectamente ajustado en el que todos los personajes tienen su razón de ser y su parcela de lucimiento. Entre los numerosos secundarios, destacan sobremanera Paco León, que borda el papel de surfista ‘bon vivant’; un Berto Romero que aglutina algunos de los mejores momentos del filme (como esa excelente primera escena, mezcla imposible de Woody Allen y ‘Agárralo cómo puedas’) y una tronchante Rossy de Palma a la que el cine no recordaba en tan buena forma desde los inicios de Pedro Almodóvar. No palidecen, ni muchos menos, los roles principales: Martiño Rivas demuestra ser más que una cara bonita de teleseries, Quim Gutiérrez se confirma como el nuevo rey de la comedia española (ex aequo con Javier Cámara) con una de las mejores actuaciones de su carrera e Inma Cuesta…¡ay, Inma Cuesta!…sigue enamorando a la cámara, explorando con éxito otro nuevo registro como es el de la comedia disparatada y, en definitiva, consolidándose como una de las grandes realidades del cine español.
Pero una comedia no sería una comedia sin unos cuantos buenos gags. Y ‘Tres bodas de más’ los tiene, demostrando Ruiz Caldera poseer aquello que es esencial para que funcionen: un gran dominio del ‘tempo’ y una certera visión cómica de la cotidianidad. Entre un buen y variado repertorio sobresale el que se desarrolla en los baños de la segunda boda y, sobre todo, uno especialmente magistral que comienza en los primeros minutos, queda suspendido durante todo el metraje y se remata soberanamente al final. A guardar para una futura antologia.
Posiblemente aún carezca de la originalidad y la chispa de un Borja Cobeaga -probablemente, el comediante más en forma del cine español- , pero Ruiz Caldera puede estar orgulloso: además de ser desde hace tiempo un ‘Rey Midas’ de la taquilla, ya ha logrado un puesto de honor entre la élite del género.
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