Scorpions: 17 aguijonazos
Siempre que pienso en Scorpions, me acuerdo inevitablemente de mi primo Javi, sin duda uno de los mayores fanáticos de los alemanes que hay en nuestro país. Y rememoro de nuevo esos felicísimos veranos en Santa Inés, Salamanca, en los que un niño de apenas seis, siete u ocho años, a esa edad tan inocente e impresionable, escuchaba “Blackout” o “Love At First Sting” saliendo a todo volumen de una ventana situada en su misma calle, dos puertas más arriba. Esa época en la que uno iba con el ‘loro’ a todas partes y tenía que rebobinar con un boli las cintas de cassette, cuyas portadas uno trataba de currarse con muchísimo cuidado y esmero. Más adelante, en la década de los 90, convertido ya en el melómano que nunca he dejado de ser, me tocó presenciar la dolorosa pérdida de popularidad de la banda. Musicalmente, yo siempre he sido mucho más de mirar por el retrovisor que de fijarme en lo que tenía enfrente de mis narices, así que aquello me entristecía enormemente. Con frecuencia he pensado que no me hubiese importado nacer diez años antes. En cualquier caso, supongo que casi todos los amantes de la música, no necesariamente sólo del rock, nacidos en los 70 o primeros 80 tendrán sus recuerdos sobre la banda germana, pues si hay algo innegable es que Scorpions es uno de esos grupos que SIEMPRE ha estado ahí. Se hace difícil pensar que algún día, presumiblemente más pronto que tarde, ya no estarán y no nos quede otra que echarles de menos. Sobre todo porque no pocos ya se han ido, y en los próximos años tendremos que hacernos a la idea de que tendremos que enfrentarnos a más de una lamentable despedida.
¿Se retiran definitivamente Scorpions? ¿Va en serio? Cuesta creerlo, o hacerse a la idea, más que nada porque ya han pasado más de cuatro años desde que anunciaron su jubilación voluntaria. La única certeza que tenemos es que somos tremendamente afortunados no sólo por haber podido disfrutar de su legado, sino porque aún tenemos la suerte de ser testigos del que casi con total seguridad será el último aguijonazo de la banda en nuestro país. Scorpions actuarán dos noches seguidas en Madrid, con todo el papel vendido y como únicas fechas españolas en su interminable (y que no termine nunca) gira de despedida. Yo, personalmente, podré sacarme una espina que ya estaba doliendo demasiado. En El Cadillac Negro sentimos la necesidad de homenajear a una banda cuya primigenia existencia se remonta a mediados de los 60 y nos visita, en pleno 2014, presumiendo de una salud formidable. Y lo hacemos de la misma forma que ya honramos en su momento a Iron Maiden con el post ‘Las joyas de la Doncella’, repasando toda su historia a través de sus álbumes de estudio y eligiendo un tema destacado de cada trabajo. Como siempre que hacemos estas cosas, toca aclarar que como toda selección será muy personal, discutible e incluso injusta. Con algunos discos tocará debatirse entre un buen puñado de obras maestras, con otros la elección puede ser más clara o incluso obvia… Pero igual que cada uno tiene sus propios recuerdos de Scorpions, también es esclavo de sus preferencias y debilidades. Y éstas son las mías. Preparaos para recibir 17, que son 17, aguijonazos en toda la yugular.
1. I’m Going Mad (LONESOME CROW, 1972)
En palabras del vocalista Klaus Meine, en 1972 eran «una banda que trataba de encontrar su camino, tratando de dar forma a su estilo para encontar el ADN de Scorpions (…), con chicos talentosos, pero sin idea de dónde ir desde allí». Y esto resulta más que evidente escuchando “Lonesome Crow”, su álbum de debut, un trabajo desenfocado, sin ritmo definido, con un estilo por momentos próximo a la psicodelia, y con muy poco que ver con lo que el grupo ofrecería en años posteriores, no digamos si lo comparamos con su producción en los 80. Meine y el guitarrista Rudolf Schenker contaban con apenas 23 años cuando lo grabaron, mientras que su hermano Michael tenía, agárrense, 16 añitos. En realidad, sólo los muy fans de Scorpions con ánimo completista, así como los que quieran disfrutar del gran hacer del pequeño de los Schenker a las seis cuerdas, deberían acercarse a un álbum muy menor en su discografía, a pesar de estar producido por el afamado Conny Plank (Kraftwerk, Cluster, Brian Eno, Eurythmics). La formación, completada entonces por el bajista Lothar Heimberg y el batería Wolfgang Dziony, se embarcó en un tour abriendo para los británicos UFO, que no tardarían en caer rendidos ante el virtuosismo del jovencísimo Michael, ofreciéndole el puesto de guitarrista solista. Con la bendición de su hermano Rudolf y pese a no hablar inglés, éste acabaría aceptando, lo que llevaría en principio al abrupto final de unos Scorpions que no terminaron de despegar.
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2. Speedy’s Coming (FLY TO THE RAINBOW, 1974)
El segundo trabajo de los alemanes es en realidad el primero de su reformación. Tras la disolución de Scorpions, Klaus Meine y Rudolf Schenker se unieron a la banda Dawn Road, fundada a principios de los 70 por el guitarrista Uli Jon Roth, junto al bajista Francis Buchholz y el batería Jürgen Rosenthal. En pleno proceso de grabación del que habría de ser su primer disco, deciden recuperar el nombre de Scorpions, al ser más conocido. Y las cosas empiezan realmente a funcionar, con un hacha excepcional, enamorado de Jimi Hendrix como Roth (llegaría a casarse incluso con la última novia del guitarrista, y única testigo de su muerte), con Meine y Schenker estrenándose como el gran dúo compositivo que tantas alegrías habría de darnos en el futuro, y abrazando definitivamente el rock duro, aún sin perder del todo cierto deje krautrock. “Fly To The Rainbow”, que abre una potente “Speedy’s Coming” que suena a declaración de intenciones, les sitúa en la senda correcta… a pesar de contar con una de las portadas más infames de la historia del rock.
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3. In Trance (IN TRANCE, 1975)
Poco tardarían Scorpions en afinar la máquina y entregar no sólo su primer gran disco, sino el que sea probablemente, al menos para un servidor, el mejor trabajo de la ‘era Uli Jon Roth’. “In Trance” supone además el inicio de muchas cosas y muy positivas: el comienzo de su colaboración con el productor Dieter Dierks, que se prolongaría durante 13 años y ocho álbumes, el estreno de su inconfundible logo, y la primera de muchísimas portadas polémicas, en este caso una modelo enseñando un pecho, en actitud más que cariñosa con la Fender Stratocaster de Roth. Eso se convertiría en un sello inconfundible de la banda, tanto es así que hasta cinco de sus 17 discos en estudio acabarían vendiéndose en algunos países con portadas alternativas. En este caso no fue necesario, y bastó con ensombrecer en posteriores ediciones el seno de la muchacha. “In Trance”, que supuso la entrada a la batería de Rudy Lenners, les permitiría además salir de gira por primera vez fuera de su Alemania natal (por Gran Bretaña, Francia y Bélgica), y marcaría el inicio de su idilio comercial con Japón. Además del inmenso tema que daba título al álbum, éste incluye pelotazos de la talla de “Dark Lady”, “Top Of The Bill” o “Robot Man”.
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4. Pictured Life (VIRGIN KILLER, 1976)
Es una lástima que muchos sólo recuerden “Virgin Killer” por tener una de las portadas más escandalosas de la historia del rock: una niña desnuda, con un cristal roto que impide ver sus genitales. Hoy en día es imposible comprar el álbum con el ‘art work’ original, pero el follón les ha perseguido hasta nuestros días (en 2008 Wikipedia fue denunciada ante el FBI, acusada de incitar a la pornografía infantil, por albergar la imagen en cuestión). Sea como sea, “Virgin Killer” es un álbum magnífico que sigue la senda iniciada por su predecesor, con un toque más metálico, y temazos como el inicial “Pictured Life”, “Backstage Queen”, la propia “Virgin Killer” y la muy hendrixiana (cómo no, compuesta y cantada por Roth) “Polar Nights”.
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5. The Sails Of Charon (TAKEN BY FORCE, 1977)
“Taken By Force” sería el último disco de estudio con Uli Jon Roth en la formación, pero también el primero con el batería Herman Rarebell, que permanecería en el grupo hasta 1995. Supone, junto con el directo “Tokyo Tapes” editado un año más tarde, el cierre de una era. Roth abandonó el grupo supuestamente descontento con el giro musical que Meine y Schenker pretendían imponer al grupo, pero eso no quitaría que se emplease a fondo dejándonos para la posteridad guitarrazos sublimes, como en “The Sails Of Charon”, un tema con un marcado rollo Rainbow (incluso el pequeño Meine se da un aire, física y vocalmente, a Ronnie James Dio). El disco incluye otro buen puñado de clásicos de esta primera época de Scorpions, como “Steamrock Fever”, “We’ll Burn The Sky” o “He’s A Woman – She’s A Man”, y de nuevo su portada (unos niños jugando con pistolas en un cementerio) causaría controversia y fue sustituida en algunos países por otra menos ‘ofensiva’.
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6. Holiday (LOVEDRIVE, 1979)
Tras más de cien audiciones, Scorpions creyeron haber encontrado el reemplazo perfecto para Uli Jon Roth en la figura de Matthias Jabs… y ciertamente así resultaría siendo. Tras realizar algunas fechas en directo, Jabs entró en el estudio con sus nuevos compañeros para grabar el álbum destinado a abrir una nueva época y marcar el estreno de la considerada ‘formación clásica’ de Scorpions, junto a Klaus Meine, Rudolf Schenker, Francis Buchholz y Herman Rarebell. Pero hete aquí que Michael Schenker fue despedido ese mismo año de UFO por borracho y cabronazo, así que los Scorpions no se lo pensaron dos veces y le abrieron las puertas al ‘hermano pródigo’, encarando las sesiones de grabación de “Lovedrive” con tres guitarristas. A pesar de que el pequeño de los Schenker sólo prestó su guitarra solista en tres temas del álbum, y casi todo el peso recayó en realidad en los hombros de Jabs, la banda tuvo el feísimo gesto de prescindir de este último para la gira de presentación del disco. Pero ni siquiera Rudolf parecía ser capaz de enderezar a su propio hermano y calmar su temperamento errático e insoportable, agravado por sus problemas de alcoholismo, por lo que Michael salió tarifando tras participar en unas pocas fechas. El puesto de guitarrista solista fue ofrecido, ya permanente y definitivamente, a Jabs, que lejos de guardar rencor aceptó encantado. Centrándonos en el disco, el nuevo sonido y estilo, mucho más metálico y moderno, se deja notar desde los primeros acordes de la magnífica “Loving You Sunday Morning”, y brilla en todo su esplendor en piezas como “Another Piece Of Meat”, la instrumental “Coast To Coast”, “Is There Anybody There”, el tema título o la preciosa balada “Holiday”. “Lovedrive” les abriría por fin las puertas del mercado estadounidense, a pesar de que su portada (obra del prestigioso Storm Thorgerson) fue de nuevo censurada en ese país, y les permitiría embarcarse en su primera gira americana. El reinado mundial de Scorpions estaba a punto de comenzar.
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7. The Zoo (ANIMAL MAGNETISM, 1980)
Lejos de dar un paso adelante aprovechando el impulso logrado con “Lovedrive”, Scorpions inauguraron la nueva década sufriendo cierto estancamiento (algunos dirán que retroceso) con “Animal Magnetism”, que no deja tan buenas sensaciones como su predecesor, aunque no evitó que ayudase a seguir acrecentando su popularidad en EE.UU. Aun siendo, para quien escribe esto, un tanto regulero, el álbum tiene sus buenos momentos, como “Make It Real” y sobre todo “The Zoo”, uno de los mejores temas que han escrito jamás Schenker y Meine, con ese aire marcial y un estribillo que tarda en llegar pero es, sencillamente, sublime. La portada, de nuevo obra de Thorgerson y su estudio Hipgnosis, volvió a levantar polémica, aunque esta vez no llegó a ser censurada.
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8. Blackout (BLACKOUT, 1982)
Y lejos de estancarse tras el fallido golpe con “Animal Magnetism”, Scorpions entregaron sólo dos años más tarde una incontestable obra maestra, “Blackout”. Todo fan de la banda, además de tener este disco merecidamente en los altares, conoce la intrahistoria de la grabación del mismo. En 1981, tras meses y meses de agotadoras giras, Klaus Meine perdió totalmente la voz, llegando a ser incluso defenestrado por los médicos, lo que le llevó a plantearse su retirada y a sugerir a sus compañeros que le buscasen un sustituto. Lejos de aceptarlo, Rudolf Schenker le animó a seguir buscando una solución y le prometió que le esperarían todo el tiempo que fuese necesario. «Nunca se nos pasó por la mente reemplazar a Klaus (…), incluso pensamos en separarnos si no podía seguir, porque él es fundamental en la banda», explicaría más adelante el guitarrista. Mientras Meine se somete a varias cirugías y debe aprender de nuevo a hablar y a cantar, el grupo graba algunas demos del que sería su nuevo disco con su amigo Don Dokken como vocalista. Pero el bueno de Klaus no sólo regresó, sino que lo hizo mejor que nunca, y él es otra de las claves del éxito de un álbum emblemático, tanto por su icónica portada como por pepinazos como “Can’t Live Without You”, “Now!”, “Dynamite”, una de sus mejores baladas, “When The Smoke Is Going Down”, y uno de sus mayores hits (y de mis canciones favoritas), “No One Like You”, que si no he elegido ha sido porque resulta imposible resistirse a los encantos del tema que da título al disco, un himno absoluto para la parroquia heavy. “Blackout” sirvió para cimentar aún más su gloria y les abriría las puertas para actuar en el legendario US Festival de 1983, junto a Van Halen, Judas Priest, Ozzy Osbourne, Mötley Crüe, Quiet Riot y Triumph.
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9. Rock You Like A Hurricane (LOVE AT FIRST STING, 1984)
“Love At First Sting” es, directamente, el cénit de la carrera de Scorpions, tanto en calidad como a nivel comercial (más de tres millones de copias despachadas en EE.UU, en donde su portada, a cargo del afamado Helmut Newton, volvió a ser censurada, esta vez incomprensiblemente). Un álbum redondo de principio a fin, con una colección de canciones insuperable entre las que destacan “Bad Boys Running Wild”, “Coming Home” y la gloriosa “Big City Nights” con el que es, probablemente, el mejor riff de su carrera. Con el permiso, claro, de “Rock You Like A Hurricane”, un clásico entre los clásicos. Ah, sí, por supuesto, el álbum se cerraba con la excelsa “Still Loving You”, aunque aquí confesaré algo y tenéis permiso para darme todas las hostias que queráis: a fuerza de machacarla en todos lados durante tantos años, ha entrado a formar parte de esa (muy personal) lista de canciones que, pese a su innegable calidad, uno empieza a estar cansado de escuchar, en la que también estarían, entre otras, (spoilers de este post) la propia “Wind Of Change”, “Smoke On The Water” de Deep Purple, “Stairway To Heaven” de Led Zeppelin (¡¡¡blasfemia!!!) e indiscutiblemente “Sultans Of Swing” de Dire Straits e “Imagine” de John Lennon (con esta última la ONU, o la OTAN, o el Club Bilderberg, o quien narices mande de verdad en este mundo debería prohibir YA, tajantemente, que se haga una sola versión más). Grandiosos temas, sí, pero en definitiva ésos que a estas alturas a uno sólo le apetece oír, en todo caso, interpretados en directo por sus artistas originales, siempre que sea posible. Gilipolleces mías, ya lo sé. En cualquier caso, “Love At First Sting” les aupó a la cima del mundo, y si “Blackout” les metió en el US Festival del 83, con este álbum se ganarían su derecho para actuar en la aún más mítica primera edición del Rock In Rio de 1985 (cuando aún era rock y, efectivamente, se celebraba en Rio de Janeiro), compartiendo cartel con Queen, AC/DC, Iron Maiden, Ozzy, Whitesnake, Rod Stewart o Yes. Scorpions no sólo jugaban ya en Primera División, sino que aspiraban con todo derecho a liderar la tabla.
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10. Rhythm Of Love (SAVAGE AMUSEMENT, 1988)
A veces, entregar dos obras maestras consecutivas puede jugar en tu contra. O tres, si contamos también el insuperable directo “World Wide Live” editado en 1985. Eso fue lo que le sucedió a Scorpions con “Savage Amusement”, un álbum en el que se les vio demasiado el plumero de querer petarlo a lo grande en las radiofórmulas de todo el planeta. Y no lo consiguieron, pues el disco no se acerca ni de lejos a la grandeza de sus dos trabajos de estudio anteriores. Aunque no hizo especial mella en su popularidad y vendió razonablemente bien, algo debió romperse cuando supuso la última colaboración de la banda con el productor Dieter Dierks, responsable del sonido de todos sus álbumes desde 1975. Aun con todo, como en todos los discos de Scorpions hasta la fecha, hay material muy reivindicable, como “Don’t Stop At The Top”, “Media Overkill” y esa “Rhythm Of Love” que es, melódicamente, de lo mejorcito que han grabado.
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11. Don’t Believe Her (CRAZY WORLD, 1990)
La misma banda que supo sobreponerse al ‘traspiés’ dado con “Animal Magnetism” publicando “Blackout” dos años después, repetiría la jugada tras “Savage Amusement” entregando “Crazy World”, otro disco inmenso, considerado por muchos como su última gran obra (así lo es, al menos, en términos de popularidad), y el que sería a la postre el último grabado por su ‘formación clásica’, pues el bajista Francis Buchholz acabaría saliendo de Scorpions en 1992, tras 19 años en la banda. Pero volviendo a 1990, la decisión del grupo de fichar al productor Keith Olsen (Whitesnake, Ozzy, Foreigner, Fleetwood Mac) se antoja acertada, con todos nuestros respetos para Dierks, así como la de introducir por primera vez a un compositor externo a la banda, el casi siempre infalible Jim Vallance. Y es que los alemanes entraron en la nueva década de la mejor forma posible, con otro trabajo superventas y, más importante, sobradísimo de calidad, tanto que casi cuesta elegir entre “Tease Me Please Me”, “Hit Between The Eyes”, “Lust Or Love”, la propia “Crazy World”… Bueno, en realidad yo lo tengo claro, pues “Don’t Believe Her” es mi tema favorito de Scorpions. Una debilidad personal. Atesora todos los ingredientes que les hicieron grandes: magníficos riffs, guitarras contundentes y un estribillo excepcional. Venga, vale, no nos olvidemos de las baladas: aunque un servidor ahora se decante más por la maravillosa “Send Me An Angel”, tiene que reconocer que “Wind Of Change”, aún incluída en esa infausta lista de la que os hablaba anteriormente, es un hito y un temón, se mire por donde se mire. Aunque a la versión en castellano, mejor ni acercarse.
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12. Alien Nation (FACE THE HEAT, 1993)
En 1991 irrumpieron Kurt Cobain y sus secuaces y todo se fue a la mierda. De repente, estaba prohibido ser un virtuoso y parecía obligado estar de mala hostia. De la noche a la mañana, ya no había sitio para muchos de los que reinaron en la década anterior, como Whitesnake, Def Leppard, Mötley Crüe, Europe, Poison, Ratt o los propios Scorpions, bandas que o bien terminarían desapareciendo o perdiendo totalmente el paso, quedando desubicadas y viendo como el gran público le daba la espalda. En un primer momento, Meine, Schenker y sus chicos, entre los que se encuentra ahora el nuevo bajista Ralph Rieckermann, reaccionan poniéndose serios y firmando su álbum más áspero, pesado y grave. Pero ni siquiera el fichaje del productor de moda, el añorado Bruce Fairbairn, consiguió evitar que la popularidad del grupo decreciese. Sin ser ni mucho menos un mal trabajo, es innegable que “Face The Heat” palidece comparado con su producción anterior. A pesar de contar con buenos temas como la inicial “Alien Nation”, “Hate To Be Nice” (¿una declaración de intenciones de la nueva mentalidad del grupo?), “Taxman Woman” o “No Pain No Gain”, que sería una de las canciones oficiales del Mundial de fútbol de EE.UU en 1994 (resulta casi entrañable ver su videoclip 20 años después, y darse cuenta de lo mucho que ha cambiado el balompié… y sobre todo los videojuegos). En cuanto a las baladas, la oscurísima “Woman” terminaba ganándole claramente la partida a una “Under The Same Sun” que olía demasiado intentando emular descarada e infructuosamente a “Wind Of Change”. “Face The Heat” sería también el último trabajo del batería Herman Rarebell, que dejaría la formación en 1995 tras 18 años de servicio a los Escorpiones. Definitivamente, estábamos presenciando el fin de una era gloriosa que ya nunca volvería.
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13. Wild Child (PURE INSTINCT, 1996)
Buscando quizá desesperadamente su sitio en una década que acabaría siendo la más dura de su carrera, Scorpions reaccionaron grabando, tras su disco más heavy, el trabajo más blandito de toda su trayectoria, dominado por las baladas, los medios tiempos y un rollo por momentos muy popero. Y aun así, yo tengo que reconocer mi especial debilidad por “Pure Instinct”, quizás porque contiene dos de mis temas favoritos del grupo, la fantástica “Wild Child” y la irresistible “Stone In My Shoe” (que además tenía que engancharte sí o sí tras ser pinchada casi compulsivamente por el malogrado Mariano García en el añoradísimo “Disco Cross”… qué tiempos aquellos). “Oh Girl (I Wanna Be With You)” y “But The Best For You” también tenían su punto, pero el álbum no logró ni de lejos su objetivo de devolver a la banda a la Primera División del Rock. Al menos consiguieron emular los buenos tiempos con una portada que, una vez más, fue censurada y cambiada por otra alternativa en algunos países. Nada más terminar la grabación de “Pure Instinct”, en la que trabajaron con el batería de estudio Curt Cress, Scorpions ficharían al norteamericano James Kottak, el primer no alemán en formar parte de la banda, en principio solamente para la gira pero, al término de esta, ya como miembro permanente.
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14. Du Bist So Schmutzig (EYE II EYE, 1999)
Incomprensible. Indescriptible. Infumable. Sólo así se me ocurre calificar a “Eye II Eye”, un borrón gravísimo en la trayectoria de los germanos. Su punto más bajo. Ni rastro de los Scorpions que nos enamoraron o los que, hasta en sus trabajos menos inspirados, siempre nos dejaban un puñado de buenas canciones a las que agarrarnos. Sonidos electrónicos, pop-rock flojísimo y mediocre, por momentos parecen una malísima imitación de Roxette. Si por casualidad se sacan de la chistera un buen riff, ya se encargarán de arruinar el resto del tema de alguna forma. Me cuesta encontrar algo que merezca ser rescatado del que, para colmo, es el disco más largo de su carrera, con 14 temas y 62 minutazos. Obligado a elegir algo, me decanto por “Du Bist So Schmutzig”, aunque sólo sea por su condición de rareza, por aquello de ser el único tema en sus más de 40 años de historia cantado en su lengua natal. Hasta su portada me parece de mal gusto: ya sabíamos, sobre todo a estas alturas, que Klaus Meine y Rudolf Schenker, escudados por Matthias Jabs, eran los amos y señores de Scorpions, pero aparecer los tres solos en la imagen delantera (al menos a Ralph Rieckermann y James Kottak les reservaron un huequecito en la trasera) me parece un detalle bastante feo. Uno que es muy sentido para esas cosas.
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15. Deep And Dark (UNBREAKABLE, 2004)
Uno de los muchísimos motivos por los que admiro a Scorpions es por su capacidad de haber sabido sobreponerse a su peor momento. Les costó cinco años, pero su primer álbum de estudio en el nuevo milenio es un discazo monumental, y no sólo por venir de donde veníamos, sino porque, objetivamente, puede codearse sin ningún tipo de complejos con sus mejores trabajos. Tras el batacazo con “Eye II Eye”, la banda había ido intentando recuperar cierta credibilidad con los viejos trucos de regrabar sus clásicos con una orquesta filarmónica en “Moment Of Glory” (2000) y en formato ‘unplugged’ en “Acoustica” (2001). Pero no hay mejor lavado de cara que hacer lo que mejor sabes hacer de la mejor forma posible. Antes vivirían un último cambio en su formación, al fichar al bajista polaco Paweł Mąciwoda en sustitución de Ralph Rieckermann (al pobre, pues además no tiene culpa de nada, le tocó vivir la década más dura en la historia de la banda). Con “Unbreakable” me pasa lo mismo que con su predecesor, pero por motivos completamente opuestos: me cuesta elegir un tema, pero porque hay un buen puñado de cancionazas que no desentonarían en sus trabajos más emblemáticos. “Love ‘Em Or Leave ‘Em”, “Through My Eyes”, “Borderline”, “Someday Is Now”, “Blood Too Hot”, “My City My Town”, “Maybe I Maybe You”… Aunque yo me quede con “Deep And Dark”. Gloria pura. Un diez, por cierto, para el poco conocido productor Erwin Musper, que además animó al grupo a grabar tocando en directo en el estudio, con inmejorables resultados.
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16. 321 (HUMANITY: HOUR I, 2007)
Por suerte, Scorpions ya no abandonarían la buena senda recuperada con “Unbreakable” y se dejarían de experimentos absurdos, aunque sí se atreverían a firmar el primer álbum conceptual de su carrera, “Humanity: Hour I”, tutelados por el afamadísimo Desmond Child, que compartió las tareas de producción con James Michael, participando ambos también en la composición. El álbum contaría además con algunos colaboradores de excepción, como el vocalista Billy Corgan o el guitarrista John 5, y si bien para mí está un peldaño por debajo de su anterior obra, mantiene un nivel altísimo gracias a temas como “The Game Of Life”, “We Were Born To Fly”, “You’re Lovin’ Me To Death”, “Love Is War” o la muy bonita “Your Last Song”. Aunque mi preferida es “321”, un tema muy simple y directo, pero jodidamente adictivo.
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17. Sting In The Tail (STING IN THE TAIL, 2010)
El 25 de enero de 2010, Scorpions nos amargaban el día anunciando por sorpresa su retirada… no sin antes publicar un nuevo disco de estudio, “Sting In The Tail”, y embarcarse en una extensa gira mundial de despedida. Tan extensa que a día de hoy, más de cuatro años después, aún continúa. Por suerte para nosotros, pues se han hecho mucho de rogar antes de dejarse caer por nuestro país. En cualquier caso, si este álbum acaba siendo el último que publiquen con material nuevo o inédito, supondrá una despedida dignísima. Un trabajo enérgico, rebosante de espíritu juvenil y muy rockero, algo más que evidente viendo algunos de sus títulos: “Raised On Rock”, “Rock Zone”, “Let’s Rock!” y “Spirit Of Rock”. En la misma línea irían “No Limit”, “Turn You On” o ese directísimo tema título que nace con vocación de himno de estadios. La pieza que cierra el álbum, “The Best Is Yet To Come”, es algo así como su particular “The Show Must Go On”, pero en clave mucho más positiva. Pueden marcharse con la cabeza bien alta, luciendo un estado de forma envidiable y con mucha mejor cara, sin ir más lejos, que la que mostraban diez años antes. Muy pocos pueden decir eso cuatro décadas después de publicar su álbum de debut.
Tras el anuncio de su retirada y la publicación de “Sting In The Tail”, hemos visto cómo la banda editaba en 2011 el álbum “Comeblack”, compuesto por regrabaciones de siete de sus mayores éxitos y seis versiones (“Tainted Love” de Gloria Jones, “Children Of The Revolution” de T. Rex, “Across The Universe” de The Beatles, “Tin Soldier” de Small Faces, “All Day And All Of The Night” de The Kinks y “Ruby Tuesday” de The Rolling Stones), ese mismo año vería la luz el directo “Live 2011: Get Your Sting and Blackout”, en formato doble CD y Blu-ray en 3D, y en 2013 publicarían “MTV Unplugged – Live in Athens”. Todo ello sin dejar de girar por todo el planeta. Ahora parece ser que están trabajando en un disco que incluiría descartes de los álbumes “Blackout”, “Love at First Sting”, “Savage Amusement” y “Crazy World”. Efectivamente, está siendo la despedida más larga que se recuerda, pero qué demonios, nadie tiene prisa de que desaparezcan definitivamente y para siempre. Scorpions, y bien que lo celebramos, aún parece lejos de querer dar su último aguijonazo.
Scorpions es una gran banda, y sí Sr conductor del Cadillac Negro, Send me an angel es quizás de sus mejores canciones.
Por lo menos ustedes tienen la oportunidad de verlos en su despedida, pero nosotros nos quedamos con las ganas.
Articulazo si señor. Aunque me ha hecho gracia tu mención al pestiño «borderline» como un tema destacable del Unbreakable, un claro tema de la epoca Eye to Eye repescado para la ocasión. Por lo demas, tienes la bendicion de un tio que ya los ha visto mas de una docena de veces pordistintos paises.
No es que sean santo de mi emocion pero si tienen una canciòn intersante esta es Can’t Get Enought, realmente explosiva.
Lo que te falta es conocer de la música, al igual que muchos sordos…