“Juego de tronos”: las espadas en todo lo alto
(ALERTA SPOILER: Prohibido leer sin haber visto hasta el primer episodio de la cuarta temporada de la serie, “Two Swords”)
A rey muerto, rey puesto. No se me ocurre una expresión mejor, y en este caso más oportuna, para ilustrar los implacables ritmos a los que nos somete la gigantesca (y extraordinaria) oferta televisiva actual. Cada cierto tiempo regresa una de nuestras series favoritas, nos mantiene enganchados durante dos o tres meses, y cuando queremos darnos cuenta ha vuelto a despedirse sin dejarnos apenas tiempo para lamentarnos, porque tenemos que subirnos rápidamente al carro de esas otras que llegan para tomar el relevo. Se va cumpliendo así año tras año un ciclo casi perfecto, avivado por momentos de frenética actividad a comienzos del otoño, en el arranque del nuevo año, con la irrupción de la primavera, e incluso durante un verano antaño reservado (pero ya no más) para productos supuestamente de menor entidad. Una gran serie finiquita una nueva temporada, o echa el cierre para siempre, y nosotros nos volcamos en blogs y foros para compartir nuestras impresiones, propagar nuestras teorías, colmarlas de alabanzas o ponerlas a caer de un burro. Así, es habitual encontrarnos con expresiones tipo «ahora a esperar X meses, ¡no sé cómo voy a poder aguantar la espera!», que reflejan cuán en serio nos tomamos estas cosas, y qué poquito nos cuesta dejar aflorar nuestras pasiones. Poco importa que, una o dos semanas después, prácticamente nos hayamos olvidado ya de la susodicha serie, porque otra ha llegado para ocupar su lugar en nuestro corazón, y ya no tenemos ojos para ninguna más… salvo para las otras ocho o doce que seguimos simultáneamente. No hace ni un mes que terminó “True Detective” y, aun con todo el revuelo que montamos en su día, parece sin embargo que fue hace una eternidad. Entre otras cosas porque últimamente hemos andado un tanto desquiciados con el final de temporada de “The Walking Dead” o el cierre definitivo de “Cómo conocí a vuestra madre”, en especial esta última (y unos más que otros). Y ahora vuelve “Juego de tronos” y el mundo vuelve a detenerse. Ya nada más importa. Al menos durante esta semana, porque el próximo domingo vuelve “Mad Men”…
“Juego de tronos” fue La Serie de 2013. Bueno, en realidad fue “Breaking Bad”. Pero es muy probable que sí que sea La Serie de 2014 (o no… ¡no nos olvidemos de “True Detective”!), igual que ya fue La Serie de 2012 (¿o quizás este honor le correspondió a “Homeland”?). Vale, sea como fuere, va por gustos y preferencias, pero lo que no podemos negar es que la serie basada en la saga “Canción de Hielo y Fuego” siempre está ahí, en todas las quinielas, ocupando puestos de honor en casi todas las listas de lo mejor del curso y siendo, hoy por hoy, uno de los mayores fenómenos televisivos a nivel planetario. Uno que, además, se afianza y crece año a año. El estreno de cada nueva temporada nos obliga a vestirnos con nuestras mejores galas reservadas para los grandes acontecimientos, algo que volverá a repetirse a mediados de junio con su ‘season finale’. Y si algo nos garantiza también el show de la HBO es un buen puñado de ‘highlights’ y momentos memorables a lo largo de los diez capítulos que nos entrega cada año. Sí, los frikis de las series, y lo digo con orgullo, estamos de enhorabuena.
Una vez más ha vuelto a cumplirse un ritual que, con “Juego de tronos” más que con ninguna otra, nunca falla. Y es que podría pasar por ser una de las series más imprevisibles y emocionantes del panorama actual, en cuanto a que puede suceder cualquier cosa, en cualquier momento y con cualquier personaje, pero en muchos sentidos es todo lo contrario, pues se ajusta a un patrón infalible y eficacísimo que temporada tras temporada se repite con una precisión asombrosa. Dicho todo esto como un elogio. Con “Juego de tronos” sabemos que, después de meses y meses de especulaciones, noticias de casting, imágenes de su rodaje, primeros avances y trailers, y una campaña promocional brutal como pocas, nos toca reencontrarnos con una nueva tanda de capítulos que se irá cociendo a fuego lento, aún entregándonos aquí y allá algunas secuencias capaces de desencajarnos la mandíbula, alcanzando su cénit en el noveno y penúltimo episodio de la temporada, para obsequiarnos a continuación con una elegante ‘season finale’ que recogerá todas las piezas y se cerrará con un ‘cliffhanger’ impactante. Aunque el del año pasado no lo fuese tanto, pero ese era el plan. Por el camino nos habrá tocado despedirnos de algunos personajes importantes… entre ellos siempre algún Stark. Como apunta muy acertadamente el ‘trailer honesto’ del siempre brillantísimo equipo de Screen Junkies, que os dejamos al final de este post, hasta el momento ha muerto Sean Bean (actor famoso por diñarla SIEMPRE en pantalla, y de las formas más diversas), la mujer de Sean Bean, el mejor amigo de Sean Bean, el hijo de Sean Bean, la nuera de Sean Bean, los perros de la familia de Sean Bean y el nieto no nato de Sean Bean. Lo lógico es pensar que, estando ya tan diezmados los norteños, las tornas cambiarán pronto y empezaremos a cobrarnos bajas importantes en otros frentes.
De momento, con su cuarta temporada, estamos cumpliendo el guión al pie de la letra. Y así, el primer episodio, “Two Swords”, ha sido nuevamente una ‘premiere’ de manual, que se ha dedicado a colocar de nuevo las piezas sobre el tablero, a introducir nuevos jugadores, a insinuar estrategias y a dar el pistoletazo de salida a una carrera que intuimos, auguramos, sabemos porque algo nos han chivado aquellos que sí se han leído los libros, será apasionante. No esperábamos tampoco descollantes giros en la trama ni impactantes golpes de efecto, que tiempo habrá. Dicho esto, sí me atrevo a afirmar que, para un servidor, ha sido probablemente el mejor arranque de temporada desde que comenzó la serie, por lo bien que han logrado sus propósitos y la facilidad que han tenido esta vez para meternos en situación y trasmitirnos la sensación de que las espadas están en todo lo alto, y no tardarán mucho en caer. Y es que sus creadores, David Benioff y D. B. Weiss, guionistas del episodio y éste último estrenándose además como director en este capítulo, ya le han pillado el truco y lo dominan a la perfección.
Especialmente modélica ha sido la forma en que nos han presentado a los nuevos personajes, con una escena fantástica protagonizada por Oberyn Martell, interpretado por el chileno Pedro Pascal, y su amante, la bastarda Ellaria Sand, a la que da vida Indira Varma, una gratísima noticia para los que disfrutamos con “Roma” y “Luther”. Sexo y violencia. Si ahí residen dos de los ganchos más evidentes de la serie, el príncipe Oberyn, aka la ‘Víbora Roja’, creo que va a campar a sus anchas y puede liarla muy parda. También hemos visto en acción al nuevo Daario Naharis, con el rostro de Michiel Huisman, nuestro queridísimo Sonny de “Treme”, actualmente también en “Nashville” y dentro de poco en la segunda temporada de “Orphan Black”. Por lo visto la marcha de Ed Skrein (que por cierto, se parecen como un huevo a una castaña), se produjo al fichar éste como protagonista de la nueva saga “Transporter”, pero sea por lo que sea yo me alegro y celebro que, ahora que el papel de Daario parece que tendrá más recorrido, hayan decidido contar con un actorazo de verdad. Otra de las novedades ha sido la introducción de los ‘thennitas’, comandados por el jodidamente inquietante Styr, con el careto del ruso Yuriy Kolokolnikov. Parece ser que empezaremos a tener acción de verdad en el Muro y alrededores, y ciertamente es de agradecer.
Por lo demás, reencuentros y más reencuentros. Y sí, algunas ausencias, pero era lo esperado. Además de esa magnífica secuencia inicial, en la que vemos el reforjado de las dos espadas que dan título al episodio, a partir del indecente mandoble que se gastaba el malogrado Ned, lo más significativo de este “Two Swords” ha sido ver el abismo que separa actualmente a los personajes principales de aquellos que conocimos al comienzo de la serie. Jaime, antaño tan arrogante y despreciable, ahora no es más que un tipo herido, deshonrado, pero también íntegro, y cuya única ambición es estar junto a la única mujer a la que ha amado en toda su vida. Cersei ya no es la reina del cotarro y sí, en cambio, una mujer acorralada, superada por los acontecimientos y asustada por haber engendrado un monstruo. Mientras, Tyrion ha dejado de ser ese despreocupado juerguista y putero, y aunque es seguro que no ha perdido ni un gramo de astucia, ahora ha ganado en madurez y sentido de la responsabilidad. Daenerys, con sus dragones ya muy creciditos y rebeldes cual adolescentes, sigue haciéndose fuerte a cada paso que da, y anda sobrada de seguridad y confianza. Otro que ha espabilado ha sido Jon Nieve, ni rastro ya de ese niñato apocado y llorón que salió de Invernalia, pues le han crecido un par de huevos y ahora va sobrado, tanto como para plantarse delante de la Guardia de la Noche, ponerse gallito y soltarles «Y además me he follado a una salvaje, qué coño pasa». Pero la evolución más bestial es la que ha experimentado la cada vez menos pequeña Arya, que mano a mano con El Perro (qué buen equipo forman estos dos) ha dado ya el paso decisivo para abrazar su destino como asesina vengadora. Tendrán que andarse con cuidado aquéllos que osen interponerse en el camino de este ángel de la muerte. ¡Y ay de aquéllos que aparecen en su lista! Suyos (y de El Perro) son los últimos, memorables, tensísimos y brutales 12 minutos de este episodio, una de las mejores secuencias que nos ha entregado la serie hasta la fecha.
Por supuesto, no todos los personajes han cambiado. Ahí sigue, en sus trece, el implacable Tywin, mientras que Joffrey… vaya, a estas alturas ya creo haber gastado el cupo que me he autoimpuesto de palabras malsonantes por post, para intentar ofenderos lo menos posible… pues sigue siendo una malísima persona, un ser despreciable. No. Me quedo corto. Es un grandísimo vástago de una mujer que vende su cuerpo por dinero. Le odio. Le odio con todas mis fuerzas. Por lo demás, no hemos tenido noticias de Bran y compañía, ni de los movimientos de Stannis, Davos y Melisandre supuestamente encaminándose hacia el Norte, en donde puede liarse una buena, ni del pobre Theon y su mejor ‘amigo’ Ramsay Nieve… Supongo que no tardaremos en verles de nuevo. Lo que es seguro es que, si “Juego de tronos” mantiene el admirable equilibrio entre todas sus tramas, el pulso de hierro y la portentosa tensión con la que ya nos obsequió en la temporada pasada, nos quedan por delante nueve capítulos de órdago. Lo suyo nunca ha sido fijarse en “Homeland”, “Breaking Bad” o ahora “True Detective”. En realidad, la serie ha alcanzado su propia grandeza y ya sólo le vale medirse a sí misma. Y, válgame Dios, no tiene pinta de desfallecer.
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Buena introducción a la temporada :). Decir que HBO ha renovado la serie para la 5 y 6 temporadas. Así, de sopetón. Tambien tengio entendido que ésta temporada cambia la estructura en el desarrollo en cuanto a que, supuestamente, no va a ser un aumento gradual de la historia hasta el apoteósico 9 episodio sino que momentos apoteósicos los hay repartidos por toda la temporada (o al menos eso es lo que dicen el Weiss y el Benioff y los actores :P). Ains, qué semanas nos esperan yujúuuuu.
Ahora todo son parabienes hacia la serie, pero si uno echa la vista atrás, en su día era realmente arriesgado llevar un proyecto como este a buen puerto. Las mastodónticas novelas de Martin planteaban multitud de dificultades para su adaptación, de hecho hasta el orondo escritor las veía inadaptables hasta que estos dos tíos le mostraron sus ideas. Yo me he leído todas las novelas y me parecen sensacionales, todo un hito en la literatura fantástica. De la serie he visto dos temporadas, y bien a gusto. Cierto que se dejan mucho en el tintero, pero la caracterización de los personajes, los actores, los decorados, todo es material de primera. No me han gustado algunos cambios que no se debían a cuestión de presupuesto y que para mi gusto desvirtuaban un tanto lo narrado en las novelas, pero a grandes rasgos, es una serie muy recomendable y me alegro por su renovación.
Buenos días,
hacía mucho que no me pasaba por aquí y lo hago para decir, con la boca pequeña y sin que me escuche nadie, que Juego de Tronos no me atrae como lo hace con tanta gente. No sé si será por las tantas historias que subyacen en las numerosas famílias que me despistan, o ese andar de la serie, tan seguro y brillante, que no termina nunca de convencerme.
De todas maneras, lo reconfortante es comprobar la evolución de los personajes y algunos líos dignos de los mejores series dramáticas de los 80.
Sin embargo, es de esas series que llenan el vacío de Breaking Bad y las largas esperas de True Detective y House of Cards. Ahora mismo, dos dinosaurios con fecha de caducidad pero a las que pocos hacen sombra. Tan sólo, el final de Sons of Anarchy, que deberá terminar para que mucha gente la recupere, quizás con los años, y Raylan Givens pueden calmar mi sed de series.
Dicho esto, con Juego de Tronos el personaje de Arya me pega a la pantalla, y la perspectiva del futuro del personaje es uno de los motivos por el que miro la serie.
Por último, y para aquellos seguidores, recomendar echar una ojeada al libro de «Filosofía de Hielo y Fuego», hecho por amigotes, con el que uno puede ir de un filósofo a un músico moviéndose entre los personajes de Juego de Tronos.
En fin, como siempre, volver ha sido un placer.
Qué regalazo la vuelta de Game of Thrones y su renovación por dos temporadas. Me encantan los análisis que hacen ustedes, siempre completos, y estaré esperando el de mitad de temporada, como siempre. Apoyo que la escena final fue la mejor del episodio y de las mejores de la serie.
Yo la había abandonado con la segunda pero algo me hizo ver la tercera temporada de un tirón está semana pasada y me acabo de reenganchar, un vicio.