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En el que «Friends» cumple veinte años

22/09/2014

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(AVISO: A pesar del eterno debate, los spoilers son algo sin fecha de caducidad. Si aún no has visto Friends y te gustaría hacerlo en un futuro, no dejes de tener en cuenta que este post contiene detalles de sus diez temporadas.)

Los noventa no favorecieron demasiado a nuestros armarios, pero fue aquella una década maravillosa, un horno de productos de culto en lo que al terreno audiovisual concierne. En el ámbito televisivo nos encontramos con diez años de partos imprescindibles, series sin las cuales el panorama actual no sería lo que es. La magnífica True Detective no habría existido, probablemente, sin esa joya Lynchiana que es Twin Peaks. La moderadamente exitosa Supernatural no sería nada sin Buffy Cazavampiros o Charmed (una petardada, sí, pero representativa como ella sola), al igual que Lost, Fringe, y otras muestras de la ciencia ficción televisiva del siglo XXI no habrían asomado la cabeza sin la absolutamente maravillosa The X-Files. Ni siquiera Breaking Bad hubiera existido sin esta última, curiosamente. ¿Y qué hay de Urgencias, Seinfield, Frasier, Doctor en Alaska o la inexplicablemente famosa Ally McBeal? Friends, por supuesto, también ha ido dejando su rastro por las sitcoms que la han sucedido. Hubo otras antes y  Friends no es la mejor, pero su impacto cultural es importantísimo, supo mantenerse en antena durante toda una década, su sombra es infinita y sin duda ha pasado a formar parte de la historia televisiva. Hoy cumple veinte años y no he querido dejar pasar la oportunidad de rendirle el homenaje que merece, porque fue especial, porque fue de todos y todos hemos sido Chandler Bing.

Este artículo bien podía haberse llamado «El arte de triunfar con una fórmula simple», y es que el éxito de esta serie no deja de ser tan lógico como sorprendente. Desde el principio contó con una premisa bien sencilla, la de seis amigos de entre veinticinco y treinta años,  residentes en el distrito de Manhattan, que tratan de hacer malabares con el verdadero comienzo de su vida adulta y su independencia. Seis estereotipos casi caricaturescos con los que, en mayor o menor medida, la audiencia podía identificarse. Diversidad y unas cuantas risas enlatadas, unos cimientos construídos a base de gags. ¿Dónde yace el verdadero éxito de Friends? ¿Dónde se esconde ese cariño eterno que muchos guardamos por ella? ¿Qué la hace tan especial? Demos un paseo por la avenida de la nostalgia.

SUS PROTAGONISTAS:

Phoebe Buffay y el gato apestoso, la ley de la calle:

El personaje más estrambótico de Friends es también mi favorito entre las féminas. La rara, la hippie, la mujer del pasado turbio y el alma de folk callejero. Phoebe fue increíblemente especial y nos hizo reír un millón de veces con sus esperpénticos arranques, sus originales costumbres y sus directos musicales. Siempre guitarra en mano, una guitarra a la que sin saberlo torturaba sin piedad con canciones sobre gatos apestosos, el suicidio de su madre o sus zapatos pegajosos. Si una virtud había que reconocerle entre todas, era la de tener un coraje inmenso, sabiendo hacer frente a la vida con humor y viéndolo todo a su peculiar manera. Es una cualidad lógica, teniendo en cuenta que se crió en la calle, que creció sin su madre y con un puñado de mentiras familiares, teniendo que llegar incluso al atraco para llevarse algo a la boca (que pregunten a Ross, una de sus primeras víctimas).

Pero todas estas cualidades palidecen cuando recordamos a Phoebe como la masajista del corazón de oro. Alimentaba a los roedores que conseguían colarse en su apartamento, lloraba por los árboles muertos de Navidad y estaba absolutamente convencida de que todos los objetos tenían alma. ¿Y cómo olvidar que llegó a dar a luz a los trillizos de su hermano? Siempre supo de qué iba la vida, pero eso nunca la impidió sonreír y vivirlo todo como la niña que no había podido permitirse ser cuando correspondió.

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¡Yo soy una persona positiva!, tú eres como Papá Noel colgado de prozac en Disneylandia… ¡echando un polvo!

Joey Tribbiani, bocadillos en los días de nuestra vida:

«Eh, ¿cómo va eso?». Sus tácticas para ligar siempre fueron poco refinadas, pero bastante más efectivas que sus trucos a la hora de actuar. Un personaje entrañable que a ratos parecía no pasar de los doce años, si nos olvidamos de su próspera vida sexual. Cuando uno piensa en Joey Tribbiani  le vienen a la cabeza sus malos papeles (Freud!), cantidades ingentes de bocadillos y pizzas y un coeficiente intelectual bastante bajo. Aunque, pese a todo eso, consiguió ser una gran estrella de culebrones con Los días de nuestra vida y salir adelante en su surrealista carrera como actor. Además, no todo el mundo llega a ser elegido como el doble de trasero de Al Pacino.

¿Y qué hay de su lista de mujeres? Durante diez años no hubo fémina en Nueva York que se le resistiera. No era muy avispado, no, pero esa falta de intelecto que dió lugar a escenas hilarantes nunca supuso un obstáculo a la hora de la seducción gracias a su incuestionable labia y su persistencia. Pero hay algo más importante. Joey supo ser un gran amigo, altruista, siempre preocupado por todos. Y su convivencia y eterna devoción por Chandler serán siempre míticas en la cultura popular. No todos los amigos se quieren tanto como para criar juntos a un patito y una pollita… aunque ésta nos saliera gallo.

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¡Quiero pan con chicas!

Chandler Bing, el chiste de una década:

Sus dos padres fueron muy conscientes de la lluvia de hombres de las Weather Girls, lo que de manera evidente causó un trauma en este personaje que se arrastra desde un fatídico día de Acción de gracias. El eterno pringado para sus amigos funciona, sin embargo, como una inyección de equilibrio entre personalidades tan marcadas. Chandler es eso, equilibrio, con su ineptitud para las relaciones, su miedo al comprimiso, su poca destreza a la hora de tratar con mujeres. El espectador siempre ha tenido la sensación de moverse en terreno neutral con él, quizá por eso sea el gran favorito, y aunque nos pese, de algún modo, nos representa a todos en unos cuantos aspectos. Pero si por algo pasará a la historia es por su exagerado sentido del humor, un humor que utiliza como defensa y que a lo largo de diez años se ha visto potenciado por la capacidad interpretativa de Matthew Perry.

Pero hay algo importante, muy importante, y es que Chandler Bing, con sus chalecos de punto y una sensibilidad que ha llevado a equívoco demasiadas veces, con su repertorio de chistes malos, sus bailes ridículos y sus muecas, con su inmadurez (más o menos) injustamente atribuída, consiguió mantener la relación más estable en la serie. Puede que las cosas se pusieran difíciles («oh, Dios mío») cuando entró en aquel bucle sin salida de idas y venidas con Janice, pero después llegó Monica y los dos supieron cambiarlo todo construyendo, sorprendentemente, una relación más equilibrada, duradera y adulta de la que nunca llegaron a tener el resto de sus camaradas.

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Un chicle sería la perfección.

Monica Geller, la competición más limpia:

Que los Señores Geller crearon a un par de monstruos egocéntricos y compulsivos, cada uno a su manera, no es ningún secreto. Monica es neurótica, enfermizamente competitiva, vive obsesionada con la limpieza y jamás en la vida la han enseñado a perder. Con este listado de defectos, nadie diría que en realidad es más insegura de lo que muestra la fachada principal, ya que durante las primeras temporadas vive con un miedo permanente a no encontrar a alguien, un compañero de vida, un príncipe azul (¿quién lo diría?) que la lleve al altar y la convierta en protagonista absoluta. Miedos que, sin lugar a dudas, mantienen una relación estrecha con su pasado. Puede que su vínculo con la comida en la edad adulta sea bastante más elegante que el que mantiene Tribbiani con la misma, ya que puede presumir de haber sido cocinera en los restaurantes más caros y exquisitos de la gran ciudad. Sin embargo, hasta no mucho antes de sus cafés en el Central Perk, Monica sufría de un sobrepeso y un hambre insaciable que han sido protagonistas de más de un chiste a lo largo de la serie.

Aunque a pesar de estos miedos, tras unos cuantos ligues que no llegaron a nada y una importante relación con Richard, el personaje  llega a tener (y no sin esfuerzo) lo que siempre ha querido. Puede que Chandler no estuviera en sus planes desde sus años de instituto, pero es quien se quedó a pesar de sus manías y su idilio con la aspiradora. Monica es una cara del dado a la que se quiere siempre pero sólo se tolera a ratos, no obstante, Friends sería inimagible sin el tándem de Gellers y el extremismo que siempre aportaron en los episodios, y ella siempre será la madraza del grupo.

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¡Lo sé!

(Doctor) Ross Geller, experto en dinosaurios:

Si existe una sola persona en el universo que no sepa que Ross es doctor en paleontología, que levante la mano. La otra cara de la moneda Geller tampoco se queda atrás a la hora de hacer gala de su egocentrismo y ser poco flexible con el resto. Puede que este sea el mejor personaje de la serie, por más que duela reconocerlo, pero a ratos resulta tan insoportable que si fuera posible introduciría el brazo en la pantalla para propinarle un par de puñetazos. Celoso, posesivo, autocompasivo, con una mentalidad un tanto reprochable en más de una ocasión. Son estas cualidades que siempre se han visto ejemplificadas en la inestable y platónica relación que ha mantenido con Rachel. Es curioso, pero quien en teoría siempre se supuso el personaje más adulto, pasó una década dando tumbos y dedicándose (por no andar con rodeos) a cagarla. Ross llegó a divorciarse tres veces, proporcionando a sus amigos el foco de todas las bromas posibles. Aunque no todo es lo que parece. Su primer matrimonio terminó porque su mujer resultó ser lesbiana, el segundo duró una semana porque no dió con el nombre correcto en el altar (sí, aquí le otorgamos todo el honor de la culpa) y en su tercera experiencia terminó casándose con Rachel, en Las Vegas, bajo los efectos de una invasión del minibar.

Pero no todo son cualidades negativas y experiencias cómicamente desastrosas a la hora de hablar de Ross Geller. En primer lugar, David Schwimmer supo dar la talla como ninguno a la hora de actuar, dotanto a un personaje con el que a menudo era difícil empatizar de una vis cómica muy particular. Además, siempre contó con un puñado de virtudes que ayudaban a contrarrestar. Era detallista, buen padre y amigo, inteligente y bueno en lo que hacía. Que sus amigos se aburrieran con sus conferencias sobre fósiles es otro tema. Fue una pieza fundamental del show. Él, y su seguidísima relación con Rachel.

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¡Estábamos tomándonos un descanso!

Rachel Green, marcando tendencias:

Si de algo puede presumir Rachel es de ser el personaje que probablemente más haya evolucionado a lo largo de la serie. Puede que en los inicios se nos presentara como una niña mimada y llorona incapaz de cuidar de sí misma, que sólo da el paso hacia la independencia movida por el consejo y apoyo de los que a partir de ese momento serían sus verdaderos amigos, pero al final Rachel es una mujer más madura que ha sido capaz de dar grandes pasos en su carrera, tomar grandes decisiones y ser madre. Eso sí, sin perder jamás ese aire desenfadado ni dejar de dar vueltas, al igual que Ross, por sus desastres amorosos. Siempre me pareció curioso que un personaje como ella pudiera llegar a resultar tan divertido, pero lo fue. Con sus grandes dotes para la industria de la moda y su total negación para cualquier tarea cotidiana. Y más divertidos aún (salvando aquella dramática escena de ruptura en la tercera temporada) han sido sus malentendidos y viajes de ida y vuelta en su relación con Ross. Estos dos personajes siempre funcionaron a la perfección como pareja separada que no termina de soltarse, dando lugar a escenas y situaciones que a día de hoy nos siguen haciendo reír cuando las revisionamos. Por todos los dioses, aquella noche en Las Vegas…

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Es como si toda mi vida la gente me hubiese dicho: eres un zapato, eres un zapato, eres un zapato, eres un zapato. Y hoy me he preguntado por primera vez, ¿y si no quiero ser un zapato? ¿Qué pasa si quiero ser… un bolso? ¿Entiendes? ¿O un sombrero? No, no quiero un sombrero, digo que yo soy un sombrero. ¡Es una metáfora, papá!

LOS ESCENARIOS:

Siempre me han fascinado los espacios, y cuando digo fascinar, hablo de fascinar de verdad. Los lugares, muy a menudo, me parecen tan importantes como los individuos que los habitan o los ocupan o como todo lo que ocurre en ellos. Esto es algo que se extiende a todo producto ficcional, por supuesto, que ayuda a introducirnos en su pequeño universo, que nos obliga a empatizar con él. Muchos hemos soñado cientos de veces con bajar a ese pequeño sótano del Edgar Hoover donde se guardaban los expedientes X, hemos llorado con todo lo que la familiar funeraria de los Fisher presenció, considerado la estrella de combate Galáctica como un hogar alternativo o fantaseado con sentarnos en la barra del Double R Diner. Y hablando de lugares en los que tomar un buen café, ¿quién no ha pensado desde primera hora en el Central Perk?

El principal lugar de reunión de estos seis amigos (fuera del mítico apartamento) ya es real en Nueva York con motivo del veinte aniversario de la serie (aunque estoy casi segura de que alguno más tiene que haber en algún otro rincón del mundo). El Central Perk es uno de los lugares ficticios más famosos del mundo, sin lugar a dudas. Una fama razonable teniendo en cuenta la importancia que llegó a adquirir dentro del universo de una de las series más vistas. Y es que en ese pequeño y encantador café han ocurrido cosas realmente importantes. Ese café ha presenciado decepciones, bromas míticas, primeros besos, discusiones y un buen puñado de conversaciones importantes. Tanto es así que ese sofá casi tenía dueños, que incluso Rachel y Joey llegaron a trabajar en él en momentos de necesidad aunque no fueran buenos camareros. Al menos, no tan buenos como el célebre Gunther…

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Pero el Central Perk no fue el principal testigo de las vidas de estos personajes, ya que Monica Geller siempre ha sido una gran anfitriona y todos han sido cálidamente bienvenidos al apartamento 20. El apartamento violeta, que fue en un principio de las chicas, llegó a ser el hogar de todos. De los personajes, en diferentes momentos, y del espectador. El apartamento de los chicos también fue un escenario importante y hemos compartido muchas risas allí, pero hay algo mágico en ese número 20 y tiene sentido que, en el momento del adiós, lo último que viéramos fuera su puerta.

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LA AMISTAD Y LAS RELACIONES

Parece algo muy evidente. Una serie llamada Friends no podía centrarse en el gremio de panaderos y los entresijos del negocio de la masa. Si algo movió durante una década a una audiencia bien entregada, fueron las risas y un retrato terriblemente optimista de las relaciones de pareja, el sexo y la amistad ante todas las cosas. No hace mucho me topé con un artículo que hablaba del engaño de este programa y de las falsas expectativas que creó. Un argumento tan pobre para una crítica que resulta insultante, no sé si es que la mano que escribía era tan estúpida como para confundir realidad y ficción o si la sobredosis de productos realistas y de calidad superior nos ha hecho olvidar a la mayoría que a veces sólo necesitamos un poco de evasión y unas cuantas sonrisas.

Como decía, Friends ofreció un retrato más optimista de la cuenta de la vida social, pero no se la puede culpar de no haber ofrecido un gran abanico de situaciones y posibilidades. Todo era más fácil de lo que es en nuestro día a día, faltaría más, suponemos que quien se mueve de verdad en el negocio de la metanfetamina se ríe a carcajada limpia de Walter White. Pero lo realmente importante es que uno se sentaba delante del televisor y los veía a todos. Al que no moja nunca, al que lo intenta y fracasa, al que vive enamorado de alguien desde hace mucho sin ser correspondido, al que liga tanto que hace de la seducción algo completamente superfluo, al que tiene miedo. Desde la pantalla todo esto parecía más gracioso y menos dramático de lo que es cuando alguien lo vive en su propia piel, pero estos estereotipos no hacían sino repesentarnos a todos de una manera cómica.

Como símbolo de lo estable siempre contaremos con Monica y Chandler, una pareja que, no olvidemos, nació de las ganas de sexo y la frustración. Que luego saliera increíblemente bien es otro tema. Ambos personajes lucharon contra toda adversidad por mantener una relación adulta que no hizo más que crecer con el tiempo, y es que sorprende pensar en ello, pero estuvieron juntos nada menos que seis temporadas. Recordamos con nitidez aquel hotel de Londres, sus primeros meses en secreto y cómo recibieron la noticia todos sus amigos, pero la realidad es que aunque siempre pensemos en ellos como novedad, fueron una constante en la serie. Suena muy bonito, ¿verdad? Casi idílico. Por eso no podemos ignorar que también hubo crisis, amagos de separación, huídas antes de la boda, problemas económicos y una imposibilidad de tener hijos que no fue fácil superar.

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Pero si la audiencia mantuvo el interés por algo a lo largo de los años, ese algo fue, sin lugar a dudas, la relación entre Ross y Rachel. De nuevo, y como caso contrario al anterior, cuesta creer que esa relación sólo durara de manera oficial una temporada, porque la sombra que dejó se alargó hasta el infinito. Con unos tintes algo platónicos, los dos personajes se movieron en una especie de relación imposible que admitía cualquier excusa para verse frustrada. Algo que no dejamos de agradecer, desde luego, ya que sus «tira y afloja», tal y como he mencionado, fueron mucho más divertidos de lo que una relación con menos altibajos hubiera ofrecido. ¿Que uno de los dos admitía por enésima vez lo que sentía? El otro estaba casándose con un tercero o «en otro punto». Así funcionaron durante más de doscientos episodios. Episodios en los que llegaron a casarse y divorciarse, episodios en los que llegaron a tener una hija (no sin antes hacerse oír por la fábrica de condones), todo ello sin perder las ganas de tirarse los trastos a la cabeza.

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Pero el tema central, la verdadera esencia de este éxito televisivo, siempre fue la amistad. Estos personajes crecieron en todos los aspectos con el apoyo del resto, siempre estuvieron juntos, siempre supieron arreglar sus diferencias y supieron sacrificarse una y otra vez los unos por los otros. Hubo grandes momentos, momentos para guardar en la memoria. Chandler siempre apoyó moral y económicamente la descabellada carrera artística de Joey y éste siempre adoró a su amigo incondicionalmente, Ross regaló a Phoebe la bicicleta que nunca tuvo de niña y Rachel siempre debío a Monica su verdadero salto a la vida adulta. Fueron inseparables hasta el final, unidos por un nexo más fuerte que sus evidentes diferencias.

UN DESFILE DE EPISODIOS MÍTICOS

Si de algo puede enorgullecerse Friends es de haber resistido el paso del tiempo con mucho más que dignidad y frescura. Todos tenemos una serie como «la serie de nuestra vida», esa que se nos coló en un buen momento de manera especial y no hemos querido soltar jamás. Si no existiera Expediente X, si con once años no me hubiera enamorado perdidamente de Mulder y Scully y de todo el universo que Chris Carter creó, si diecesiete años después no siguiera siendo la primera, tal vez Friends habría podido ocupar su puesto. Sin ser mi favorita, es una serie tremendamente especial que muchos no podemos dejar de asociar con una adolescencia temprana y un hervidero de sensaciones. Raro es el año en que no la revisionamos entera y en tiempo récord en casa, volviendo a reír a carcajadas con las mismas bromas, sintiendo el mismo cariño inmenso por esos seis personajes y emocionándonos tanto como la primera vez.

Lo único que podría achacársele a Friends, y es algo de lo que me he ido percatando con el paso de los años, es de tener unos guiones cargados de bromas que marcan una distinción de géneros de manera algo estereotipada. Puede que en algunas sitcoms actuales también ocurra esto, la verdad es que lo ignoro por completo porque no es un género que acostumbre a consumir. La cuestión es que en esta serie es algo que está presente, los distintos raseros con los que se mide el cambio de pareja, las chicas soñando día sí, día también, con sus bodas, los chicos hablando de cosas que son «demasiado femeninas» y que en cambio no dejan de hacer. Sí, veinte años se notan, y estas diferencias que siempre se han considerado un chiste estaban presentes en más de un producto de los noventa.

Pero no nos quedemos aquí, volvamos a la frescura que nos siguen ofreciendo esas diez temporadas, a la cantidad de episodios legendarios que nos dejó. Los intachables episodios de Acción de gracias, los viajes de final de temporada a Londres, Barbados, Las Vegas. Episodios magníficos como «El del apagón«, «El del vídeo de graduación«, «El de las dos fiestas«, «En el que nadie está listo«, «El del gran instrumento punzante«, «El de la fiesta falsa«, «En el que Phoebe corre«, «El del unagi» o «El del armadillo navideño«, por nombrar algunos de mis favoritos. A Friends ha llegado a ocurrirle algo muy similar a lo que ocurre con Los Simpson, y es el tener referencias para todas las ocasiones habidas y por haber. «Sí, como en aquel episodio de Friends en el que…»

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ESOS GRANDES PEQUEÑOS DETALLES

¿Que sería de ese tarro de canicas de todos los cuentos existencialistas sin la arena que termina de llenar todos los huecos? En todas las grandes cosas se encuentran pequeños detalles que acaban por convertirse en sellos identificativos, y Friends no fue una excepción.

Recordemos que no sólo los seis personajes principales llenaron de risas nuestras noches, que la voz nasal de Janice acechaba siempre y aparecía cuando menos lo esperábamos, que Gunther siempre sirvió el café, que Jack y Judy Geller fueron unos padres bien pintorescos (aunque no tanto como los de Chandler) y que Phoebe tenía una gemela odiosa llamada Úrsula. Hablemos de que a Ross nunca le gustó Susan porque se llevó a Carol, de que el Señor Heckles siempre se quejaba del ruido inexistente del piso de las chicas (no tenía gato, pero podría haberlo tenido), de que siempre creímos que David sería el gran amor de Phoebe hasta que llegó el magnífico Mike para entenderla de verdad o de que Treeger el conserje enseñó a bailar a Joey Tribbiani. Que mucho antes de que llegara Chandler, para Monica hubo un Richard. Que Estelle era la peor agente artística en el mundo y fumaba como una carretera. ¿Y cuándo Rachel salió con el joven Tag y Ross fracasó en su matrimonio con la británica Emily? Que… ¡un pollo y un pato! Secundarios cuya estancia fue importante, para algunos durante toda la serie, para otros en tramas determinadas.

Otro de los sellos de Friends fue la increíble pasarela de actores invitados con la que contó durante todo su recorrido: George Clooney, Van Damme, Winona Ryder, Sean Penn, Susan Sarandon, Julia Roberts, Charlton Heston, Helen Hunt, Robin Williams, Bruce Willis (soy un tío chachi, una máquina de amar), Brad Pitt, Alec Baldwin, Isabella Rossellini, Gary Oldman o  Danny de Vito, por decir sólo algunos, pasaron por la serie de manera más o menos casual, algunos de ellos interpretanto a viejos conocidos, otros a strippers de capa caída o incluso a sí mismos.

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Pero la verdadera estrella fue ese «I’ll be there for you» de The Rembrandts que todo el mundo ha tareareado cientos de veces y seguirá tarereando hasta el día del juicio final, que se convirtió en uno de los himnos de los noventa. Resulta casi imposible no bailar (o en el caso de algunos, movernos como patos) al escuchar este tema y viajar, de paso, en el tiempo.

It’s like you’re always stuck in second gear
When it hasn’t been your day, your week, your month, or even your year, but
I’ll be there for you
(When the rain starts to pour)
I’ll be there for you
(Like I’ve been there before)
I’ll be there for you
‘Cause you’re there for me too…

LA DESPEDIDA

Me emociona llegar a este punto, y es que el final de Friends, como el de otros productos míticos, no deja casi de representar el final de una era. Un final que personalmente creo muy, muy correcto y representativo, uno de mis favoritos (no es el de Six Feet Under, pero ninguno lo es). No sé si otros espectadores esperaron un cierre por todo lo alto pero resulta difícil ir a más cuando se ha celebrado lo cotidiano por todo lo alto durante una década.

Un final en el que, por supuesto, Ross y Rachel protagonizan el último enredo que veremos en la serie, donde Phoebe ya puede presumir de una estabilidad sentimental y ha emprendido el camino hacia lo que nunca tuvo realmente, una familia, donde Joey sigue siendo Joey porque no puede ser de otra manera y Monica y Chandler dan el último paso, un paso representado por una casita en las afueras y dos niños a los que ver crecer.

No podía ser de otra manera, si la audiencia iba a despedirse del apartamento 20 también tenían que hacerlo los personajes, por eso todo acaba con una mudanza, por eso, como ya he mencionado, lo último que veríamos es el piso vacío y un primer plano de la puerta, un piso vacío en el que Phoebe nos representa a todos con ese «supongo que se acabó», donde todos van soltando la llave como quien se desprende sin remedio de todo lo que ha sido para crear vivencias nuevas, un paso más en la vida. Y el café, ese café que acaba siendo el último chiste de Friends. «¿Tenéis tiempo para un café?», «¿Dónde?»

Fue un viaje especial, sin lugar a dudas, una suerte de hogar ficticio al que se puede volver con la seguridad de ser bien recibido, donde el frigorífico es de todos y la puerta está siempre abierta. Feliz aniversario, chicos.

end

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10 comentarios leave one →
  1. 22/09/2014 11:48

    Phoebe también es mi favorita. Y la relación entre Mónica y Chandler me encanta, bastante realista sin muchos melodramas de por medio. Dos adultos a los que no les importa hacer el tonto juntos. En cambio, me cansó un poco todo lo de Rachel y Ross pero entiendo que era también lo que mantenía gran parte de la audiencia xD

    Sin duda marcó un antes y un después en las sitcom y es difícil que vuelva a haber un producto así, aunque hay momentos en los que How I Met Your Mother se acercó un poquito.

    • Arzu permalink
      24/09/2014 14:17

      «Sin duda marcó un antes y un después en las sitcom y es difícil que vuelva a haber un producto así, aunque hay momentos en los que How I Met Your Mother se acercó un poquito». Muy de acuerdo.

      • Anónimo permalink
        08/02/2019 22:32

        Otro bodrio…

  2. Iñaky permalink
    22/09/2014 23:32

    Enhorabuena por el artículo, es magnífico. Me has hecho revivir momentos de mi vida a través de la serie. No has olvidado nada importante, como la canción o la despedida, sencilla, pero inolvidable. Gracias y sigue escribiendo así. Enhorabuena.

  3. Santiago permalink
    24/09/2014 0:20

    Friends es «la serie de mi vida», así que sólo quiero agradecerte por este artículo, porque de verdad me he emocionado leyéndolo. Fantástico.

  4. Arzu permalink
    24/09/2014 14:47

    Me ha faltado la mención a una canción de Phoebe: «En la granja la vaca hace «muu», en la granja la vaca hace «muu», el grajero le aplasta la cabeza y de ahí sale la hamburguesa». Por lo demás, me ha encantado tu homenaje a la, para mí, mejor serie; por ser «la serie de mi vida».
    A pesar de los cambios de personalidad de los personajes (cuando esos cambios no me agradaban o no me parecían comprensibles) o las innumerables incoherencias de guión que se fueron produciendo (perdonables todas), siempre me hizo reir y emocionarme como ninguna otra. Y cuánta razón tienes cuando dices que en un momento u otro pudimos identificarnos con todos ellos por sus interrelaciones de amor o amistad, sus dudas o miedos, sus éxitos o fracasos laborales, sus alegrías o decepciones, etc.
    Coíncido en que Ross es el personaje mejor construído e interpretado (lo amé y odié casi a partes iguales en ocasiones). Además, creo que Chaendler y Phoebe aportaron los momentos más cómicos. En cuanto a Rachel, cuando empezó la serie y yo tenía 15 años, me volvía un poquito loco, pero con 25, al final, no era capaz de entender cómo podía haberme gustado algo de ella; lo que ejemplifica que efectivamente la serie me acompañó, como a todos los que la seguimos, en esa evolución en la personalidad que conlleva el paso de la adolescencia a la juventud (y sin embargo, seguía comprendiendo a los personajes, y seguía divirtiéndome y emocionándome tanto o más como al principio con sus vivencias).
    Por otra parte, Mónica y Joey siempre fueron los que menos me gustaron (salvo, quizás, cuando Joey era un tío más espabilado, al principio de la serie, antes de convertirse en un bobo).
    En fin, «Friends» siempre será mi referente en cuanto a «sitcoms». Su ausencia quizás no me resultó tan dolorosa por la llegada de «Cómo conocí a vuestra madre» (que mamó de «Colegas» gran parte de lo bueno que ha aportado); a ver cuánto tarda en completarse la «trilogía» y aparece otra serie de amigos neoyorquinos (o de donde sean) que nos acompañe, entretenga y emocione durante otra década y, de nuevo, haga menos dolorosas sus ausencias.
    Te felicito por tu artículo. Un saludo. Arzu.

  5. BEATRIZ permalink
    02/10/2014 11:55

    Mira que he visto series y mira que me han gustado,pero sigo diciendo que mi serie favorita de todos los tiempos es Friends. Ninguna ha conseguido superarla. Me has puesto la piel de gallina leyendo tu artículo y recordando momentos.

  6. Daniela permalink
    04/10/2014 8:39

    Me invadió la nostalgia al leerte. Sin duda perfectas lineas, donde describiste de manera tan objetiva esta serie, Mi Serie !! me he sentido identificada mas de una vez con los caracteres de los 6, y con alguna de esas situaciones bochornosas que les tocaban vivir! jajaj. Creo que no hay, ni habrá una serie que marque mi vida como la hizo FRIENDS. Gracias por tu hermoso post, y por recordarlo de manera tan respetuosa! Feliz 20 años, mis amados Amigos.

  7. 04/10/2014 22:24

    Friends… una ridiculez pero una que nos encanta. Y es que sus personajes son caricaturas torpes, y digámoslo, pésimamente actuadas pero con una magia increíble.

    Tu post ha sido ENORME, agregar cualquier cosa está demás porque lo has dicho practicamente todo. Solo acotar que hay escenas que al día de hoy reviso solo para levantarme el ánimo, cuando Ross canta sus temas electrónicos por ejemplo, inolvidable xDD

    También que dentro de los personajes, Joey y Rachel fueron los que tuvieron giros interesantes de personalidad. Joey comenzó siendo un galán, luego fue un estúpido y acabó siendo un tipo bastante cuerdo. Rachel comenzó siendo una rubia tonta y también acabó siendo muy madura. Los otros cambios no fueron tan marcados, las personalidades de Chandler y Ross se exageraron muchísimo en algún momento pero todos nos aceptábamos felices aquello.

    En fin, los guionistas le apuntaron y ey!!! Yo firmo el regreso de Friends en unos 5 años más. Firmado.

    Saludos!
    Esteban
    http://politocine.blogspot.com

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