Tom Petty and The Heartbreakers y ‘Hypnotic Eye’: Dulce regreso al sueño americano
Siempre es recomendable explorar nuevos horizontes, salir de la zona de confort y descubrir nuevos artistas, nuevos modos de hacer, nuevos sonidos. Sin embargo, tanto como ello es igual de aconsejable contar con unos referentes claros, unos asideros firmes a los que poder agarrarse en tiempos de escasez. Y pocas anclas hay tan fiables como Tom Petty y sus Heartbreakers para amarrarse a buen puerto.
Tras su espectacular relanzamiento de finales de los años 80, que tuvo continuidad durante toda la década de los noventa, no puede decirse que el siglo XXI haya sido la época mas fructífera del astro rubio. Tras el gran ‘The Last Dj’ (2002) y su discreto pero disfrutable intento en solitario, ‘Highway Companion’ (2006), Petty entró, pese a no cesar su actividad en directo, en una peligrosa espiral de mirar con demasiado celo hacia su pasado que, pese a deparar obras tan imprescindibles como el excelente disco con el que retomó a sus seminales Mudcrutch, el apabullante recopilatorio de directos ‘The Live Anthology’ y el imprescindible documental de Peter Bogdanovich ‘Runnin’ Down a Dream’. Los temores parecían confirmarse cuando Petty, con unas cuantas declaraciones que denotaban claro su hastío vital y musical, dejó entrever que su disco de 2010 con los Heartbreakers, ‘Mojo’, podía ser su despedida. Es por ello que la edición de ese álbum nos dejó un tanto fríos a sus fans de siempre. ‘Mojo’ era un buen disco y se agradecía que Petty experimentara y diera merecida cancha al lucimiento de los nunca suficientemente ponderados Heartbreakers, en lo que parecía una extensa jam de blues rock editada para dar lugar a los diferentes cortes de un CD, pero parecía una despedida un tanto extraña para uno de los artistas que mejor ha ejemplificado durante toda su carrera la validez del formato convencional de canción. Por eso resultó tan reconfortante conocer la pasada primavera que Tom Petty estaba a punto de sacar nuevo disco con The Heartbreakers y que todo apuntaba a un regreso a sus comienzos, a los joviales primeros discos de mediados de los 70. Parecía, ahora sí, que una de las grandes leyendas del rock americano iba a tener una despedida con la grandeza esperada.
Y la canícula llegó y, con casi todo el mundo disfrutando de sus vacaciones o esperando a cogerlas, ‘Hypnotic Eye’ aterrizaba en nuestras vidas, con un flamante número uno en Estados Unidos bajo el brazo. No podíamos imaginar mejor combinación: sol, playa y Petty y los Heartbreakers refrescando nuestros oídos con lo que todos ansiábamos: otro soberano disco.
Tras unas cuantas y placenteras escuchas, podemos asegurar que esa anunciada vuelta a sus primeros discos es una afortunada frase promocional, pero, sin embargo, es una verdad muy a medias. ‘Hypnotic Eye’ no cae en la trampa de querer ser un ‘revival’ de los viejos tiempos. Tom Petty y sus muchachos no han acumulado cuarenta años de trayectoria para sonar como una panda de veinteañeros. La vasta experiencia atesorada brilla en la sutileza con la que cada instrumento aporta lo necesario para realzar la canción sin adquirir un protagonismo innecesario, en la concisión de rematar cada tema justo cuando éste lo requiere, en una producción perfecta que proporciona un sonido compacto y homogéneo sin que por ello quede ahogado ningún instrumento y, resumiendo, en que el disco pase como un suspiro y, sin saber muy bien cómo, estés dando de nuevo al ‘play’.
Sin embargo, algo hay del Petty de los comienzos en ‘Hynotic Eye’. Los temas son, muy mayoritariamente, sencillos, directos, sin largos desarrollos ni apenas florituras superfluas. Da la impresión de que, una vez satisfechas sus ansias expansivas en ‘Mojo’, los Heartbreakers han tenido que volver al redil y poner de nuevo en práctica esa cualidad que dominan como nadie: ‘menos es más’. El álbum suena intenso, vital, poco queda del Petty apesadumbrado de hace unos años, el entusiasmo de parir semejantes canciones y grabarlas se percibe a cada instante. Un espíritu joven que no vacila en juguetear, en probar pequeños giros en las canciones, en explorar nuevos caminos, sin que por ello nos desviemos de un sonido ‘100% Petty’. En resumen, una combinación infalible.
Pocas quejas van a tener los adictos al estilo más característico de la banda. Si algún neófito me pidiera que le nombrara una canción que ejemplificara la música de Petty, no tengo dudas de que ahora mismo le recomendaría ‘Red River’, un tema que se convierte desde la primera escucha en un clásico instantáneo y absolutamente adictivo. Ese riff tan sencillo como vigoroso, este tremendo estribillo, ese piano tintineando…gloria pura. La mejor canción del disco, que debería ser ya una fija en futuros ‘set lists’. En este mismo sentido, tampoco se quedan atrás ‘All you Can Carry’ y ‘U Get Me High’, dos grandes temas que continúan la senda rockera de himnos pretéritos como ‘Out on the Cold’ o ‘You Wreck Me’. Mientras, la desenfadada ‘Forgotten Men’ recuerda a ese Petty de los finales de los 80 al que tan bien sentaron las exuberantes producciones de Jeff Lyne y ‘Fault Lines’, de las más discretas del lote, es un medio tiempo melódico totalmente arquetípico.
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Pero también hay lugar a la sorpresa. ‘American Dream Plan B’ da inicio a ‘Hynotic Eye’ descolocando con un riff moderno y distorsionado que podría firmar perfectamente Jack White, que se va intercalando con una estrofa melódica absolutamente clásica en una mezcla que acaba funcionando y mostrando que Petty no se duerme en los laureles. La desnuda y elegante ‘Full Grown Boy’ y sus oportunos aires ‘jazzy’ se erige en una canción absolutamente atemporal. La podría haber cantado Ella Fitzgerald en los años 40, podría estar en cualquier disco de los 50 de B.B.King pero la ha acabado componiendo y grabando Petty en pleno 2014. Un ritmo con aroma a bossanova envuelve la lenta y melódica ‘Sins of my Youth’, una exquisitez que muestra un registro absolutamente inédito en el cancionero del de Florida y cierra una terna de novedades que proporcionan un inestimable dinamismo.
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Por lo escrito anteriormente parecería que ‘Hypnotic Eye’ es una respuesta en toda regla a lo que supuso ‘Mojo’, pero no es así del todo. El blues parece haberse asentado definitivamente como una presencia importante en el sonido Petty, algo que queda bien patente en ‘Burn out Town’, un enérgico boogie de manual. Menos evidente, pero aún notoria, se percibe su influencia en el medio tiempo ‘Power Drunk’ y en una sutil y atmosférica ‘Shadow People’ que permite el lucimiento del gran Mike Campbell, con un solo pletórico, y que cierra un álbum que supone la mejor entrega de la banda desde aquel formidable ‘Echo’. Y ya han pasado 16 años…
En muchas de las canciones del disco, ‘American Dream Plan B’ sin ir más lejos, Petty denuncia el estado de las cosas de una América agreste y en la que se hace muy duro vivir, una América que impone sueños y aspiraciones que más de un 90% de la población es incapaz de cumplir y que genera una frustración masiva. No obstante, América es también es la tierra de bellísimos parajes, de apasionantes ciudades, de grandes novelistas, de los cineastas que nos adentraron en el Séptimo Arte, de series que no nos cansamos de ver y de fantásticos músicos como Tom Petty: él es el verdadero Sueño Americano.
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