M Clan. «Dos noches en el Price»: fiesta, amigos & rock n’ roll
Celebraron M Clan el pasado mes de junio su vigésimo aniversario con dos conciertos en el madrileño Circo Price, y ya tenemos entre las manos el resultado, un deslumbrante recopilatorio a modo de doble cd + doble dvd + documental que plasma a la perfección lo vivido aquellas dos noches y que además sirve de resumen a una carrera que, con todos sus altibajos, se puede considerar ya más que respetable y digna de los mejores nombres del rock n’ roll patrio. Poco queda ya de aquellos ‘murciélagos’ que hicieron del rock sueño su bandera, de aquellos pupilos de Black Crowes que pasearon su rock de raíces por buena parte del país con dos espléndidos primeros discos , «Un buen momento» y «Coliseum». Para muchos aquellos eran los M Clan auténticos, aunque paradójicamente también aquellos M Clan eran los menos originales, apegados quizás en demasía a un estilo, aunque es cierto que lo bordaban y desprendían autenticidad, valga de nuevo la paradoja, juventud y desparpajo a la vez que demostraban un casi insultante dominio de las tablas y de lo que se traían entre manos. Pero llegó la primera crisis, o el primer punto de inflexión. Viendo que no avanzaban y que el reconocimiento tardaba en llegar, se pusieron en manos del exTequila Alejo Stivel para su tercer disco. Aquel «Usar y tirar» fue su espaldarazo a la primera división y «Llamando a la Tierra» su tarjeta de visita para el público masivo. Si bien el disco limó aristas, suavizó su sonido y lo hizo más accesible, no se puede obviar la calidad de un puñado de canciones, como la ya citada la versión del clásico de la Steve Miller Band «Serenade», «Quédate a dormir», «No quiero verte» o «Chilaba y cachimba». Y llegó «Carolina», y llegó el acústico de turno, y llegó la cima (o las profundidades). «Sin enchufe», con la cacareada historia de la niña que «no tiene edad para hacer el amor», supuso su mayor éxito hasta la fecha, si bien poco quedaba ya de aquellos rockeros de base. Como no podía ser de otra forma, las tiranteces hicieron mella, y una de las piezas claves de la banda, el guitarrista Santi Campillo, decidió abandonar la nave. Para intentar mantener el status tiraron del productor Nigel Walker, habitual en muchos de los éxitos nacionales de los últimos años, para firmar el irregular «Defectos personales». A pesar de contener irreprochables bombazos como «Antihéroe» (mirando a AC/DC), «Defectos personales» (mirando a los Stones), «Otro año más» (mirando a su espejo retrovisor), o «Mil cigarrillos» (quizás la joya de la colección), el disco estaba plagado de medianías, avanzando en la frustración según avanzaban los cortes. «Sopa fría», de nuevo bajo las órdenes de Alejo Stivel, mejoraba algo el escenario, aunque únicamente fuera por esa maravilla de balada que es «Miedo», o por temas como «Filosofía barata» o «Ataque al corazón», que aunque no están entre sus mejores temas de rocanrol, al menos lo intentan. El posterior disco recopilatorio, «Retrovisión», sirvió para cerrar un ciclo que empezó en alto pero que terminó con el grupo dando tumbos. Y llegamos a la tercera etapa de M Clan, etapa que previsiblemente ha cerrado «Dos noches en el Price» (disco que dentro de unas líneas abordaremos), y que para el que esto firma es sin duda la más interesante. «Memorias de un espantapájaros», con Carlos Raya en la producción, mostraba al fin a una banda con personalidad propia, instalada en el rock pero aportando los matices suficientes para ser reconocida por su sonido. Temazos como «Pasos de equilibrista», en claro homenaje a The Who, «Las calles están ardiendo», incendiaria al fin en sus letras, o «Roto por dentro», baladón con tintes soul que adelantaría el camino de sus siguiente álbumes, daban de nuevo esperanzas de recuperar a una de las que se prometían mejores bandas españolas. Ya con el grupo convertido en dúo después de que Carlos Tarque y Ricardo Ruipérez decidieran que si ellos se lo servían… pues ellos se lo comían… «Para no ver el final» supuso una nueva reinvención, una inmersión en el rock&soul de la que salieron más que reforzados, cada vez con un estilo más reconocible, en la que la voz de Tarque lucía como nunca. La voz de Carlos Tarque, sin duda una de las señas de identidad de M Clan desde su orígenes. Posiblemente una de las voces más privilegiadas del rock ‘n roll español. «Calle sin luz», «Basta de blues», «Ahora!», «Carrusel»… se trata sin duda del disco más homogéneo, más redondo y con menos fisuras de toda su trayectoria. La última entrega de canciones ha sido hasta ahora «Arenas movedizas», donde redundaban a veces en los tintes soul, pero que se mostraba más oscuro, más zeppeliano en ocasiones, algo a la deriva en otros pasajes. Un disco que recogía el testigo de su predecesor y le insuflaba buenas dosis de fuerza y rabia, perdiendo en ese intento algo de frescura, pero resultando un buen trabajo en el que destacar especialmente «Arenas movedizas», una estremecedora canción que yo ya incluyo entre sus clásicos. .
Y nos plantamos en aquellas dos veladas del perezoso verano de 2014. Se anunciaba una celebración, y para ellos echaron manos de amigos, como en toda celebración que se precie. Miguel Ríos, Fito Cabrales y Ariel Rot, entre otros (y entre otras sorpresas que finalmente se sumaron al sarao) hacían presagiar algo especial. Además, las colaboraciones se notaron trabajadas, elegidas con mimo, acabando siendo las verdaderas protagonistas de un show que ya sin ellas se antojaba espectacular.
El concierto se abrió con «Calle sin luz», una de las mejores canciones de apertura que se pueden imaginar, además de toda una declaración de intenciones. «Para no ver el final» y «Basta de blues» completaron el trío de apertura, las tres canciones que abrían su penúltimo disco, por lo que ya apuntaba que lamentablemente iban a obviar su último álbum, que finalmente esquivaron por completo, siendo, junto con «Defectos personales», el único trabajo del que no tocaron ninguna canción. Personalmente éste fue el único punto negro, quizás un set list algo descompensado, dando demasiado protagonismo a «Para no ver el final», y echando de menos algún corte de estos dos álbumes desaparecidos. Pronto llegó uno de los clásicos, «Llamando a la Tierra», canción que pide a gritos una reinvención en directo, una versión de la versión. Tras recuperar el rock sureño de sus inicios con «Perdido en la ciudad» (echándose en falta los vientos), insistir en «Para no ver el final» con «Me voy a dejar llevar» y hacer un guiño a su Murcia natal con «Inmigrante», llegó el turno del primer invitado de la noche, Ariel Rot, con el que interpretaron la sobrecogedora «Me estás atrapando otra vez», tema de Rot compuesto con Los Rodríguez y que ya habían tocado juntos con anterioridad.
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El primer invitado sorpresa fue Íñigo Uribe, integrante de M Clan en sus inicios, y que aportó sus teclados en «Maxi ha vuelto», canción deudora de AC/DC presente en «Coliseum» y que recuperó a los M Clan más juveniles. Y a continuación, uno de los puntos fuertes de la noche, «Las calles están ardiendo» con la colaboración de El Drogas, artista alejado del gran público desde su salida de Barricada pero que dejó a la audiencia con la boca abierta en el recitado de «Sotanas», tema de su antigua banda.
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En este punto el concierto ya era una fiesta y, tras un par de canciones de corte acústico-folk («Gracias por los días que vendrán» y «Las palabras que me dijiste»), Alejo Stivel retomó la faceta más canalla del grupo con «Usar y tirar». «Carrusel» se convirtió en una de las numerosas incursiones en «Para no ver el final», antes de dar la bienvenida (valga el juego de palabras) a Miguel Ríos, cuyo «Rock & Ríos» es germen de este «Dos noches en el Price», y con el que brindaron la majestuosa «Roto por dentro». Los invitados menos conocidos a este lado del charco, los argentinos Guasones, interpretaron a continuación con la banda una más que resultona versión del «Like a rolling stone», «Sin rumbo ni dirección» la han bautizado, antes de que Tarque se diera su habitual baño de masas recorriendo toda la pista a lomos del «Maggie despierta», revisión del «Maggie May» de Rod Stewart presente en «Sin enchufe».
Los bises se abrieron con una emotiva puesta en escena, Tarque y Ruipérez acústica en ristre, solos en mitad del escenario, recuperando «¿Dónde está la revolución?», canción clave en sus inicios, olvidada desde hace años, y recuperada cuando más vigencia tiene su llamada a las calles. Se encaraba la recta final del concierto y apareció «Carolina», tema que dejaron de tocar en varias giras, pero que realmente no podía faltar en la fiesta. Además, la sección de vientos de No Reply y la presencia de Fito Cabrales justificó la concesión a esta recreación que quedó más que apañadita.
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A continuación Carlos Tarque, con permiso de Roger Daltrey, convirtió a la banda en unos nuevos Who para mezclar y remezclar sin ningún rubor y sin nada que reprochar «Pasos de equilibrista» con «Baba O’Riley», en una espectacular demostración de rock auténtico y eléctrico. La última colaboración de la noche, no anunciada, sería la de Enrique Bunbury, en lo que se presentaba como el primer y gran duelo entre las dos mejores voces nacionales. Con el añadido de Carlos Raya a la guitarra, los primeros acordes de «Miedo» auguraban un encuentro de altura, y el combate no decepcionó.
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Para el final, el esperado «Quédate a dormir» cerró la velada en alto, finalizando una fiesta que demostró que M Clan atraviesan un envidiable estado de forma, que son poseedores ya de una colección de canciones fácilmente defendibles, que han dejado atrás las dudas de algunos momentos y que poseen un afán por avanzar y redescubrirse sin perder el norte, o mirando al norte.
Tarque es la voz, el estilo… Único en este país.
La última vez que los vi fue en La Riviera y fue algo deslucido, la sala no me gusta. En El Price debió ser la bomba.
No sé a qué concierto irías, yo en la riviera les vi con la gira de «Para no ver el final» y me pareció buenísimo. Pero bien es cierto que se trata de una sala algo incómoda.
Muy buen artículo, muy bien descrita su trayectoria y el concierto. Concierto en el que a mi personalmente me faltaron algunas canciones y me sobraron otras. Tarque es «la voz» y brilla en el escenario como nadie.
Muchas gracias Bea.
Siempre sobran y faltan, yo también hubiera cambiado dos o tres, pero obviando las preferencias personales en cuanto a canciones….el concierto fue lo que tenía que ser