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«El regalo» (Homenaje a Lou Reed)

27/10/2014

Lou Reed

Lou Reed murió hace un año. Aquel 27 de octubre de 2013, la noticia nos pilló tan desprevenidos, aunque supiésemos que andaba delicado de salud, que nos quedamos helados y no supimos muy bien cómo reaccionar. En El Cadillac Negro, fieles devotos del neoyorquino, sentíamos no obstante que teníamos que publicar algo, e hicimos un poco de trampa: rescatando un post, “El viejo Lou”, que le habíamos dedicado en los inicios de este blog. O quizás no hicimos trampa, sino todo lo contrario, pues no se me ocurre ahora mejor homenaje que aquél que ya le brindamos en vida, y porque sí, no sólo movidos entonces por el impacto de su pérdida.

Ahora, un año después, volvemos a hacer trampa. Recurriendo, en esta ocasión, a un guión inspirado en una de sus canciones, escrito también meses antes de su muerte. Se trata en realidad de un trabajo de clase de un servidor que, obligado a seguir unas pautas muy concretas que ahora no vienen al caso, acudió al amigo Lou para encontrar la inspiración necesaria. La canción en concreto es “The Gift”, publicada en el segundo álbum de la Velvet Underground, “White Light White Heat” (1968), basada a su vez en un relato de instituto del propio Reed. Con sus ocho minutos y pico, su machacona base instrumental, y el monótono recitado de John Cale, es sin ninguna duda una de sus piezas más indigestas. Pero es también, al menos desde el punto de vista lírico, una gamberrada genial. Podéis escuchar el tema, y leer su letra, AQUÍ, si tenéis curiosidad. Estoy convencido de que el guión no le hace justicia, incluso algunos pensaréis que es una soberana mierda, pero sólo os pido que no lo juzguéis con demasiada severidad, pues esa no es la cuestión: se trata, simplemente, de demostrar cómo Lou Reed, su obra, su arte eterno e inmortal, nos inspiró en vida y lo seguirá haciendo tras su muerte. Que hagamos cosas mejores, peores o regulares, ya es lo de menos. Yo en este caso me conformo con haber logrado capturar una pizca de la mala leche del cuento original. Como ya dijimos hace un año: gracias, amigo Lou. Y buen viaje.

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«EL REGALO»

(Inspirado en la canción «The Gift», de The Velvet Underground)

 

Madrid, 2005

 

EXT. PARQUE – DÍA

PABLO (28), pelo moreno enmarañado, barba de tres días, ojos enrojecidos, vestido con pantalones y chupa vaquera un tanto pasada de moda, camiseta negra del «London Calling» de The Clash y zapatillas Converse, está sentado solo en un banco, bebiendo de una litrona con gesto abatido.

PABLO alza la mirada cuando llega LUIS (28), rubio, media melena, lampiño, cara poco seria, vestido con una camiseta de Megadeth, bermudas y chanclas, y se sienta a su lado.

PABLO
Joder, Luis, tú y tus bermudas.
Que estamos en noviembre…
 

LUIS se encoje de hombros como única respuesta.

PABLO
Has tardado.

 

LUIS saca un paquete de tabaco del bolsillo.

LUIS
No había Fortuna. He pillado Winston.
 

LUIS se pone un cigarrillo en la boca y, mientras se lo enciende, le pasa la cajetilla a su amigo, que hace lo propio.

Ambos fuman y comparten la litrona en silencio, LUIS echando miradas furtivas a su amigo de reojo y PABLO impasible, con sus ojos perdidos en quién sabe qué cosa.

LUIS
¿Vas a estar así toda la tarde?
 
PABLO
(sin cambiar el gesto)
¿Cómo?
 
LUIS
Pablo, tío , desde que se fue
eres un puto muermo.
No eres ni tu sombra.
 
PABLO
La echo de menos, ¿vale? Tampoco
creo que sea tan difícil de entender.
Ya han pasado tres meses…
¿Cómo quieres que esté?
 
LUIS
Bueno, pero si viene en
Navidades, pues…
tampoco falta tanto.
 
PABLO
Ya, pero le prometí que
iría a verla, y no lo he hecho.
¿Tú sabes cuánto cuesta
un billete a Berlín…?

 

LUIS se encoge de hombros de nuevo, y los dos jóvenes vuelven a beber y fumar en silencio, aunque PABLO está visiblemente más nervioso.

PABLO
El finde que viene, el sábado,
es nuestro aniversario.
Nuestro primer aniversario.
La llamé anoche y, bueno,
tampoco hablamos mucho,
que últimamente parece
que está deseando colgar…
 
LUIS
¿Y?
 
PABLO
Pues nada, yo qué sé, que esperaba que
me dijera algo, que me pidiera que fuera,
cualquier cosa. Y nada.
 
LUIS
Eso es porque sabe que no tienes un
pavo. Si te dice que vayas,
pues te pone en un compromiso,
  y eso no mola. Y con el teléfono
igual, sabe que luego te viene
una factura que flipas.
 
PABLO
¿Tú crees?
 
LUIS
Pues claro. ¿Cómo no va a querer
que vayas? Lo que pasa es que…
pues que las cosas son como son.

 

PABLO da un trago largo de la cerveza, y parece un poco más animado.

LUIS
Si pudieras mandarte por correo…
 
PABLO
¿Qué dices?
 
LUIS
Lo que oyes. Mi hermano se acaba de
pillar un ampli por eBay, y hace
unos meses se pilló la guitarra.
Pues mira, justo, una tienda de Alemania,
que le sale más barato que aquí.
Y los gastos de envío, tiraos.

 

PABLO le mira inmóvil, petrificado, con la litrona en la mano, LUIS se da cuenta y se revuelve, incómodo.

LUIS
Pero, que lo de mandarte por
correo, te lo decía de coña.
Lo sabes…

 

PABLO sigue mirándole fijamente, mientras una sonrisa se va dibujando en su rostro.

LUIS
…¿no?

 

EXT. CALLES DE MADRID – DÍA

Un camión de mensajería aparca en frente de un edificio, y de su interior se bajan DOS HOMBRES, uno de ellos corpulento, el otro tirando a gordo, que se acercan a un portal y llaman al telefonillo.

 

INT. ESCALERAS/PASILLO/APARTAMENTO DE PABLO – DÍA

Los DOS HOMBRES suben por las escaleras del edificio, fatigados, especialmente el que está más entrado en carnes, que lleva un cuaderno de firmas en la mano.

HOMBRE GORDO
Joder, otro quinto sin ascensor.
Mierda de curro…

 

Los DOS HOMBRES llegan al quinto piso y miran los números de las puertas, se acercan al 5º Izquierda y llaman al timbre.

LUIS abre la puerta.

HOMBRE GORDO
(fatigado)
Venimos a recoger un paquete.
 

LUIS les indica que entren, y los HOMBRES se encuentran en un pequeño salón, muy parco y sucio, en medio del cual vemos una caja de cartón, ligeramente agujereada y en la que podría entrar una persona sentada, con la palabra ‘frágil’ escrita en uno de los costados.

El HOMBRE GORDO mira a LUIS con gesto abatido, y éste le devuelve la mirada con una amplia sonrisa.

Los HOMBRES salen por la puerta con el paquete en brazos, sujetado a duras penas entre los dos.

HOMBRE GORDO
¡Su… puta madre!

 

Mientras los HOMBRES se alejan por el pasillo en dirección a las escaleras, LUIS se asoma por la puerta del 5º Izquierda, muerto de la risa.

LUIS
¡¡Buen viaje!!

 

EXT. CALLES DE MADRID – DÍA

Los DOS HOMBRES arrojan con malos modos al interior del camión el paquete, que aterriza violentamente junto a otras cajas de muy diversas formas y tamaños.

HOMBRE GORDO
Joder, pesa como un muerto.

CORTA A

 

INT. CAJA – DÍA

Dentro de la caja reina la oscuridad absoluta, hasta que SE ENCIENDE LA LUZ DE UNA LINTERNA y vemos el rostro de PABLO, con gesto divertido.

 CORTA A

 

EXT. CALLES DE MADRID – DÍA

El camión arranca y se aleja a toda prisa del lugar, mientras COMENZAMOS A ESCUCHAR LA CANCIÓN «I LOVE YOU», DE LOU REED, QUE NOS ACOMPAÑARÁ DURANTE TODO EL TRAYECTO.

 

EXT. AEROPUERTO DE BARAJAS, ZONA DE DESCARGAS – DÍA

El camión se detiene, los DOS HOMBRES se bajan del vehículo, abren la puerta trasera y comienzan a descargar paquetes, uno de ellos en el que viaja PABLO.

 

EXT. AEROPUERTO DE BARAJAS, PISTA – DÍA

La caja de PABLO avanza por la pista en un carro de equipajes, junto a otros paquetes y varias maletas.

CORTA A

 

INT. CAJA – DÍA

En la caja, iluminada solamente por la luz que se filtra por los pequeños agujeros, PABLO come despreocupadamente unos ‘Doritos’.

CORTA A

 

EXT. AEROPUERTO DE BARAJAS, PISTA – DÍA

El paquete sube a la bodega de un avión por la cinta transportadora.

 

EXT. AEROPUERTO DE BARAJAS, PISTA – ATARDECER

El avión avanza a toda velocidad por la pista de despegue… y despega.

 

EXT. EN TRAVESÍA – NOCHE

El avión sobrevuela los cielos.

CORTA A

 

INT. CAJA – NOCHE

Volvemos dentro del paquete, de nuevo iluminado por el haz de una linterna, en donde PABLO lee un libro con la cabeza apoyada en una almohada, hasta que una pequeña turbulencia le da una sacudida y el muchacho parece asustarse por un momento, antes de echarse a reír.

 

EXT. AEROPUERTO DE BERLÍN-TEGEL, PISTA – NOCHE

El avión desciende sobre la pista de aterrizaje… y aterriza.

 

INT. AEROPUERTO DE BERLÍN-TEGEL, ALMACÉN – NOCHE

DOS HOMBRES dejan el paquete de PABLO en el interior de una inmensa nave, cuyas luces no tardan en apagarse.

CORTA A

 

INT. CAJA – NOCHE

En el interior de la caja, en penumbra, PABLO duerme como un bebé.

 

EXT. AEROPUERTO DE BERLÍN-TEGEL, ZONA DE CARGA – AMANECER

Vemos el paquete dentro de un camión, cuyas puertas se cierran y arranca avanzando sobre el asfalto mojado.

 

EXT. CALLES DE BERLÍN – DÍA

El camión aparca en frente de un edificio, y de su interior se bajan TRES HOMBRES, uno de ellos moreno y pequeño y los otros dos rubios, altos y musculosos, momento en el que DEJAMOS DE ESCUCHAR LA CANCIÓN «I LOVE YOU» DE LOU REED.

 

INT. APARTAMENTO DE MARTA Y CELIA – DÍA

Estamos en un pequeño saloncito, decorado de modo juvenil pero con buen gusto, Y SUENA EL TIMBRE DE LA PUERTA PRINCIPAL.

MARTA (25), muy guapa, pelo castaño recogido en una coleta, camiseta de tirantes y pantalón de chándal, avanza descalza hasta la puerta, mira brevemente por la mirilla y abre, encontrándose de frente con el HOMBRE MORENO y, detrás de él, los DOS MUSCULOSOS ARIOS que sujetan la caja.

HOMBRE MORENO
(en alemán)
Un paquete para la señorita
Marta… Ruiz.
 
 MARTA
(también en alemán, y
visiblemente sorprendida)
Soy yo.

 

El HOMBRE MORENO le tiende sonriente un cuadernito a MARTA, y mientras ella firma los DOS MUSCULOSOS ARIOS entran con el paquete, que en sus brazos parece pesar como una pluma, y lo dejan en medio del salón.

HOMBRE MORENO
(en alemán)
Que tenga usted un buen día.

 

Los TRES HOMBRES se despiden con una inclinación de cabeza, MARTA cierra la puerta y se queda mirando extrañada el paquete.

CELIA (OFF)
(desde otra habitación)
¿Quién era?
 
MARTA
¡Celia, ven, tienes que ver esto!

 

CELIA (25), bajita y gordita, pelo muy corto, rostro simpático y vestida con un pijama, entra en el salón y se queda mirando también muy sorprendida la caja.

CELIA
¿Y esto qué es?
 
MARTA
No tengo ni idea, tía.
Un paquete para mí.
 
CELIA
¿Y de quién es?
 
MARTA
No sé…

 

MARTA examina los laterales de la caja, encuentra una pequeña pegatina y la lee, frunciendo mucho el ceño.

MARTA
¡Ay, mi madre! ¡Es de Pablo!
 

CORTA A

INT. CAJA – DÍA

Dentro del paquete, PABLO se lleva la mano a la boca para sofocar una carcajada, mientras las voces de las dos chicas se escuchan amortiguadas pero son perfectamente audibles.

CELIA (OFF)
(desde fuera de la caja)
¿De Pablo? ¿Estás segura?
 
MARTA (OFF)
(desde fuera de la caja)
Como lo oyes. Mira la pegatina.

 CORTA A

 

INT. APARTAMENTO DE MARTA Y CELIA – DÍA

MARTA y CELIA examinan el paquete, sin saber muy bien qué hacer, hasta que se miran y se echan a reír.

CELIA
Pablo te ha mandado un regalo…
 
MARTA
Pero… ¿será gilipollas?
 
CELIA
Joder, tía, cómo te pasas, a mí me
da hasta penita, el pobre hombre.
 
MARTA
Es que es lo peor. No consigo
librarme de él ni marchándome a
Alemania. Y mira que cuando me
llama, o no se lo cojo, o me pongo
borde a ver si pilla de una vez la
indirecta… ¡Que paso de ti!
Pero nada, que no lo pilla.
 
CELIA
¿Y por qué te habrá mandado un
paquete?
 
MARTA
Y yo qué sé…
 
CELIA
No es tu cumpleaños.
¿Es alguna fecha señalada, o algo?

 

MARTA trata de hacer memoria.

MARTA
No. No que yo sepa.
 
CELIA
Pues no sé, tía,
vamos a abrirlo, ¿no?

 

MARTA y CELIA examinan y palpan la caja, intentan despegar la cinta aislante pero no lo consiguen.

MARTA
Joder, con la mierda del paquete.
Y yo tengo prisa, que he quedado con Max.

 

CELIA mira a su amiga con gesto burlón, mientras ambas siguen intentando sin suerte encontrar una forma de abrir el paquete..

MARTA
Para desayunar…
 
CELIA
Ya. Para desayunar. En su caso
serán más bien dos o tres
jarras de cerveza.
Sabes que Max es un tarugo, ¿no?
 
MARTA
Sí, lo sé. Es el mayor tarugo que
he conocido en mi vida. Un genuino
gañán alemán. Pero para lo que lo
quiero, me sirve.
 
CELIA
¿Tú no tenías un cutter
en tu habitación?
 
MARTA
Sí. En el botecito, al lado del ordenador.
 
CELIA
Voy.

 

CELIA sale del salón, y MARTA se queda mirando la caja con los brazos en jarras y gesto de fastidio.

CELIA (OFF)
(desde otra habitación)
¿En el botecito, dices? ¡No lo veo!
 
MARTA
¡Mira a ver en la estantería!
¡Que como te decía, que sí, que Max es
medio subnormal, pero si voy a
estar un año en Alemania lo último
que quiero es echarme novio!
¡Que estoy cansada de gilipolleces!
¡Yo lo que quiero es un tiarrón que
me eche un buen par de polvos
y me deje tranquila! ¡¿Me oyes?!

 

CELIA aparece por la puerta con el cutter en la mano.

CELIA
Sí, tía, te oigo. Yo y todos los
vecinos.
 
MARTA
Da igual, si no me entienden.

 

CELIA levanta el cutter con gesto de fastidio.

CELIA
No nos sirve. No tiene cuchilla.
 
MARTA
Mierda. Puto Pablo.

 

CELIA se acerca de nuevo a la caja, y las dos la miran con gesto pensativo.

CELIA
No dejas pasar un día sin recordarme
que tu novio es un jodido semental.
 
MARTA
No es mi novio, ya te lo he dicho.
Pero sí, follando es una máquina.
Sobre todo por las mañanas, cuando está sobrio.
Y ya llego tarde a mi polvo
mañanero de los sábados.
 
CELIA
Estás muy salida, tía.
 
MARTA
No, lo que estoy es muy necesitada.
Después de unos meses con el
pajillero de Pablo, creo que me
merezco un poquito de caña.
 
CELIA
(señalando la caja)
¿Y con esto que hacemos? ¿Tenemos
algún cuchillo en la cocina que no
sea de plástico?
 
MARTA
No sé. Que le den.
Me voy a la ducha y ya lo abriremos
por la tarde, si eso…
 
CELIA
¡Espera!

 

CELIA sale corriendo del salón, mientras MARTA amaga con liarse a patadas con la caja, aunque se contiene.

CELIA entra rauda y veloz con un gigantesco cuchillo de cocina en sus manos y se dirige con decisión hacia el paquete.

CELIA
¡A tomar por culo!

 

CELIA alza el cuchillo con sus dos brazos.

MARTA
¡Cuidado, pone ‘frágil’!

 

CELIA deja caer con fuerza el enorme cuchillo, que se clava hasta la empuñadura en el centro de la caja.

CORTA A

 

INT. CAJA – DÍA

En el interior del paquete, en donde reina un silencio sepulcral, el cuchillo está clavado en medio del cráneo de PABLO, cuyos ojos sin vida parecen estar a punto de salirse de sus cuencas, mientras la sangre comienza a resbalar por su frente, a deslizarse por sus mejillas, a gotear por su barbilla, y sigue fluyendo lenta pero constantemente hasta cubrir casi la totalidad de su desencajado rostro.

FUNDE A NEGRO

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Lou Reed Last Picture

2 comentarios leave one →
  1. 28/10/2014 12:56

    Qué gran post; qué gran tipo, aunque no fuese un buen hombre y qué capacidad tenía para sacarle partido hasta al más ínfimo detalle. Desde luego, sois unos fenómenos escribiendo, me encantáis. Un abrazo y os dejo el homenaje que le dejé yo en mi blog por si os interesa. Larga vida al Cadillac. http://www.ourgodsaredead.blogspot.com.es/2014/10/primer-aniversario-de-la-muerte-de-lou.html

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