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Pink Floyd y «The Endless River»: ecos de aquellos días

10/11/2014

Pink Floyd-The Endless River

Oficialmente “The Endless River”, el flamante nuevo disco acreditado a Pink Floyd, existe como homenaje y reconocimiento del cantante y guitarrista David Gilmour y el batería Nick Mason al teclista y vocalista Rick Wright, fallecido en 2008 a causa de un cáncer, y a su contribución vital al sonido de la banda, pero personalmente no puedo evitar pensar que lo que Gilmour ha querido en realidad es volver a tocarle las narices a su antiguo socio, el cantante y bajista Roger Waters. Pese a que las viejas y legendarias heridas entre ambos estaban aparentemente curadas, con “The Endless River” Gilmour parece recordarle a Waters que, por mucho éxito que éste haya tenido con su gira de “The Wall”, él es quien sigue teniendo la última palabra en lo relativo a Pink Floyd, y si se le antoja recuperar la mítica marca después de 20 años de inactividad discográfica, pues va y lo hace. No veo otras razones para publicar un disco nuevo de la banda en 2014 cuando casi todo el mundo tenía asumido que “The Division Bell” (1994) era el digno y definitivo punto y final a su trayectoria. Y la sensación que hemos tenido durante estos 20 años es que si alguien no estaba dispuesto a resucitar a Pink Floyd ese era el propio Gilmour. Bob Geldof tuvo que emplearse a fondo para convencer al guitarrista de reunir a la banda en el Live 8 de 2005, y éste solo dio su brazo a torcer después de enterarse de que Waters estaba dispuesto a tragarse su orgullo y tocar con ellos. Y tras aquel celebradísimo reencuentro que dio pie a tantas especulaciones y salivaciones por parte de muchos que atisbábamos una mínima posibilidad de un último tour con la formación clásica al completo (Syd Barret, el pobre, hacía mucho que no contaba), Gilmour respondió mirando a otro lado, publicando un disco en solitario, “On an Island” (2006), y saliendo de gira por su cuenta. Por eso mismo, si lo que a Gilmour le pedía el cuerpo ahora era rendir tributo a Wright lo más lógico habría sido hacerlo en otro disco en solitario, pero al viejo guitarrista le ha vuelto a salir la vena perversa y provocadora.

Lo más gracioso es que es sencillo imaginarse a Waters cabreado como una mona con la publicación de “The Endless River”. Justo ahora que quedan tan lejanos los tiempos en que Gilmour, Wright y Mason demostraron que podían llenar estadios gigantescos sin él, ahora que había quedado como único capitalizador del legado Floyd con sus giras de “The Dark Side of the Moon” y sobre todo su espectacular montaje de “The Wall” mientras Gilmour disfrutaba aparentemente de una feliz jubilación, llega este disco de Pink Floyd de nuevo sin su consentimiento o participación, para más inri, vendido como muestra de respeto y admiración a Wright, el tipo que él mismo echó de la banda en los tiempos de, precisamente, “The Wall” . Y por si fuera poco, resulta que dicho disco bate el record histórico de preventas en Amazon. Tengo una morbosa curiosidad por saber qué opinión tendrá Waters de esta obra, teniendo en cuenta que de “A Momentary Lapse of Reason” (1987) dijo que era una “buena falsificación, superficial, con letras de tercer nivel”, y a “The Division Bell” lo despachó como “simple basura, un sinsentido desde el principio hasta el final”.

Roger Waters

Sin embargo, Waters debería dormir tranquilo porque “The Endless River” no puede considerarse un genuino disco de Pink Floyd, no porque no esté él en los créditos, ni porque sea más o menos bueno, sino por su propia naturaleza de cajón de sastre rellenado con improvisaciones e ideas sin acabar que quedaron de las sesiones de “The Division Bell”. De la misma manera que “Made in Heaven” (1995) no pudo arrebatarle a “Innuendo” (1991) la consideración de grand finale de la carrera de Queen, o que “Michael” (2010) o “Xscape” (2014) no deben considerarse propiamente discos de Michael Jackson, “The Endless River” tampoco debería quedar en la memoria colectiva como el epitafio de Pink Floyd -y, tratándose de Pink Floyd, ese honor le corresponderá, según filias y fobias de cada cual, a “The Division Bell”, “The Final Cut” (1983) o “The Wall” (1979)-, sino como una curiosidad, de valor sentimental, nostálgico o arqueológico, que quizás hubiera tenido más sentido como “bonus disc” en una edición especial del disco de 1994 que como un lanzamiento nuevo difundido a bombo y platillo como uno de los acontecimientos del año.

Pink Floyd-2014

En algún sitio se preguntan si “The Endless River” es la mayor decepción del rock en lo que va de siglo, pero para que algo decepcione deben ser muchas las esperanzas depositadas, y habría sido de necios esperar una obra maestra de este disco de retales instrumentales, con multitud de cocineros metiendo mano tratando de encajar unas piezas inacabadas que no fueron concebidas para crear un discurso. En realidad, teniendo en cuenta que se partía de 20 horas de grabaciones difusas, tiene mérito que Phil Manzanera, Youth, Andy Jackson y el propio Gilmour hayan conseguido ensamblar cincuenta y pico minutos de música que en su mayor parte reproducen con fidelidad el sonido clásico de Pink Floyd, aunque para ello hayan tenido que retocar y regrabar numerosas partes (es difícil saber cuánto queda del material interpretado por Wright en el resultado final, pero asumiremos que lo han respetado al máximo posible). Paradójicamente, su naturaleza eminentemente instrumental –y el hecho de que Gilmour no haya tenido que estrujarse la sesera con las letras, históricamente su punto débil- le acerca más que ningún otro esfuerzo de la era post-Waters a las atmósferas de “The Dark Side of the Moon” (1973) y “Wish You Were Here” (1975), su época más multitudinaria y la que más fácilmente identifica el seguidor medio, aunque, a diferencia de aquellos pináculos, aquí no hay un “Time”, un “Money”, un “Us and Them” o un “Shine On Your Crazy Diamond”. Sería absurdo y demencial que lo hubiera y hubiese permanecido oculto durante 20 años. Lo más parecido es el tema de cierre, el único cantado, “Louder that Words”, un empeño hermoso, acaso demasiado autoconsciente, por reverdecer viejos laureles. Precisamente es esta canción el mejor ejemplo de lo que significa el regreso de Pink Floyd en 2014, y por extensión de cualquier otro dinosaurio que vuelva al ruedo con sus viejas armas de siempre. Algunos lo desecharán por ser más de lo mismo, una revisión impecable pero innecesaria de una fórmula que ya no aporta nada nuevo a la música en pleno siglo XXI, mientras que otros se sentirán en la gloria rememorando melodías evocadoras y atmósferas planeadoras, ecos lejanos de aquellos días de esplendor (de la banda, del rock, de la industria) que ya no volverán.

 

A medio camino entre el ambient, la New Age, el rock progresivo y el score cinematográfico para películas imaginarias, “The Endless River” propone un viaje en cuatro movimientos, cuatro suites compuestas por fragmentos de distinto peso y duración que aunque no añaden nada relevante al canon de Pink Floyd tampoco lo ensucian de mala manera. Desde luego que no es un mal disco, incluso hay apuntes valiosos, especialmente si uno es capaz de entender a lo que se viene aquí y comprende las reglas del juego. La primera cara gravita en torno a “It’s What We Do”, una pieza de seis minutos en la que se percibe claramente la huella de “Shine on…”, con los teclados y sintetizadores espaciales de Wright en primer plano, el ritmo lento característico y los parches profundos de Wright, y los solos flemáticos y expresivos de la guitarra de Gilmour. Pink Floyd by the numbers. “Things Left Unsaid” y “Ebb and Flow” funcionan respectivamente como etéreas intro y outro del citado tema.

La cara 2, más dinámica, comienza con “Sum”, una secuencia de teclado sobre la que entran los imponentes gemidos de guitarra de Gilmour y los timbales de Mason creando una atmósfera grandilocuente que desemboca en “Skins”, ejercicio de experimentación tribal concentrado que recuerda a ciertas partes de la desquiciada “A Saucerful of Secrets”. “Unsung” es un interludio que conduce a “Anisina”, uno de los pasajes más bellos armónicamente del disco, con reminiscencias de “Us and Them” pero también del Mark Knopfler de “The Local Hero”, con saxofón bañado en azúcar incluido.

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La cara 3 es la que contiene más partes, lo suficientemente cortas como para no resultar estomagantes en ningún momento. “The Lost Art of Conversation” se arma sobre unas enigmáticas notas de piano clásico que desembocan en el remanso “noir” de “On Noodle Street”, una pieza de sabor sabor jazzístico que no parece ir a ningún sitio en particular y que se quiebra en “Night Light”, otro interludio con guitarra acústica y teclados chill-out que da paso a “Allons-Y”, instante en el que el rasgueo rítmico característico de Gilmour y la pulsión más acelerada y rockera nos remiten a otro clásico del repertorio Floyd, “Run Like Hell”. Por alguna razón caprichosa de cariz conceptual el tema está partido en dos para dar cabida en medio a “Autumn 68”, en el que se recupera a Wright tocando en el Royal Albert Hall en 1968 una solemne melodía de órgano eclesiástico. Este lado concluye con “Talkin’ Hawkin’”, un corte épico en el que Pink Floyd se aproxima al post-rock de exploradores sónicos como Mogwai, incluso con la inclusión de ese fragmento recitado por Stephen Hawking, a quien ya se oía en “The Division Bell”.

La última cara de “The Endless River” despega con “Calling”, o la posible banda sonora de una película sci-fi de futuro apocalíptico; prosigue con unos arpegios desnudos de guitarra y la tensión in crescendo de “Eyes to Pearls” y culmina con la ascensión celestial de “Surfacing”, con coros y teclados envolviendo las agudas notas de Gilmour, que aún nos recuerda por qué está considerado con justicia uno de los guitarristas más importantes y emblemáticos de la historia del rock. La ya mencionada “Louder Than Words” pone el punto y final al disco con una letra, escrita por Polly Samson, la mujer de Gilmour, que trata de resumir la historia de la banda a modo de epílogo: “We bitch and we fight/ Diss each other on sight/ But this thing we do/ It’s louder than words/ The way it unfurls/ The sum or our parts/ The beat of our hearts/ is louder than words”.

Richard Wright

Como tributo a Wright, el miembro más callado, humilde y posiblemente más dotado musicalmente de la formación original de Pink Floyd, “The Endless River” cumple sobradamente, puesto que su presencia, o lo que creemos que es su presencia (está, además, acreditado como autor o co-autor en doce cortes) se deja notar en todo su minutaje. De todas formas, el verdadero homenaje Gilmour y Mason se lo debieron haber dado en vida, concretamente oponiéndose con rotundidad a su despido en 1979 cuando un Roger Waters dominado por sus delirios de grandeza consideró durante la grabación de “The Wall” que Wright no era necesario. En vez de eso, tragaron. E incluso aceptaron la humillación para el músico de volver a la banda, pero solo para la gira y como asalariado. La historia siempre le ha otorgado a Waters el papel de villano de la función, mientras que los otros tres quedaban como pacientes sufridores del egocentrismo creciente del líder. Pero lo cierto, tal y como el propio Mason –ese especialista en arrimarse siempre al sol que más calienta- reconoce en su recomendable libro “Dentro de Pink Floyd”, es que el conformismo pusilánime de Gilmour y el suyo propio ante las decisiones de Waters rallaba la cobardía. Reivindicar a estas alturas a Wright no tiene demasiado mérito. En cualquier caso, es justo que los supervivientes de Pink Floyd reconozcan que los sonidos y ambientes que el teclista desarrollaba eran parte fundamental de la idiosincrasia de la banda. Que para celebrar ese reconocimiento hayan decidido despertar a la vieja vaca sagrada ya es más cuestionable. Dice Gilmour que esta ya sí que es la última vez, que no habrá más Pink Floyd. ¿Le creemos? Hum, mejor esperemos a ver con qué contraataca Waters.

Pink Floyd-The Endless River background

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18 comentarios leave one →
  1. Winter 68 permalink
    10/11/2014 23:01

    Una buena crítica de un conocedor valioso de la banda, a veces leo críticas de algunos profesionales absolutamente inaceptables.
    Personalmente me resultan muy agradables algunos temas, aunque el concepto y producción de Manzanera no me parece en absoluto lo más adecuado. La colección de breves cortes con muy buen sonido daban para más desarrollo en un tema sin prisas. El disco entero de Dark Side es un ejemplo de unidad con temas muy diversos y también algunos rescatados de años atrás. Incluso la parte media del nuevo album da para temas compuestos de estos retazos como siempre hicieron: Saucerful, Atom, Echoes, Shine, Dogs…
    Me alegra a pesar de todo escuchar de nuevo la música excepcional de los Floyd. Muy bienvenida.

  2. cesar permalink
    11/11/2014 13:28

    me parece un verdadero homenaje a la banda en general,division bell era mas popero aunke tenia sus temas.

    me parece una gran despedida del grupo y se me han saltado hasta las lagrimas,el ke diga ke este pedazo de album carece de alma y que es un sacacuartos me parece que no sabe disfrutar de una delicia como esta y que solo valen para criticar en lugar de hacer un album de pink floyd mejor.
    no es mejor album de la banda,pero para la mierda de musica ke se hace hoy en dia deberiamos estar agradecidos a estos grandes de la musica,ademas siguen siendop ellos y vuelven un poco a epocas anteriores.aunke si es verdad que no han evolucionado en absoluto,es el fin de pink floyd,para mi glorioso.

  3. Eduardo permalink
    11/11/2014 19:37

    El río suena!!! y cuando suena… seguro que trae water y no Waters en abundancia… y así fue…sí, con reminiscencias del pasado, pero como siempre…el sonido indiscutido de los Floyd de antes y del ahora. Lo ingrato de todo esto es que las letras de Waters sólo eran entendidas por aquellos anglo parlantes y los que no…debíamos esperar las traducciones…y entonces sí completábamos el «paquete».
    De allí que el sonido sin letras a nosotros los no angloparlantes…nos sabe a MÚSICA y a GLORIA!!! con mayúsculas. Así ingresamos al mundo Floyd…luego y academias de idioma mediante, con mayor o menor suerte, finalmente nos hizo comprender a Waters en su totalidad.
    Fueron cinco y quedan sólo dos + uno…disfrutémoslos y a Waters también. Se lo merecen…y nosotros también. Los críticos…pues bueno tendrán que asistir a academias ..no de idioma…pero muchos sí de música… De todos modos Jorge Luis García es un investigador y sus conceptos tienen mucha mas validez que la de otros…advenedizos.

  4. Paulson George permalink
    11/11/2014 21:57

    Genial revisión de un disco que todo el mundo pone a parir y del que excepto la secuencia tribal, es bastante disfrutable. A qué viene ahora sacarse de la manga un nuevo plástico de PF? Pues no lo sé, pero estoy disfrutando como un loco. Saludos.
    http://discotecapersonal.blogspot.com.es/

  5. Carlos permalink
    12/11/2014 8:22

    Yo no esperaba nada de este material. Los cortes que fueron saliendo me decepcionaban una y otra vez.
    Pero, una vez escuchado, entiendo la idiosincrasia de este disco y me encanta.
    Es un homenaje a toda la trayectoria de la banda y sobretodo al gran Wright.
    Parece una despedida de ellos mismos como individuos a la vida, más que una despedida de la banda como tal. Un hasta siempre.
    Me deja una sensación de tristeza enorme. No se como lo hacen, pero siempre sorprenden y nunca dejan indiferentes, al menos a mi.
    Me encantaría que se despidieran con algún concierto, haría todo lo posible por estar allí.

    • Juan K. Bigstraw permalink
      19/11/2014 23:56

      Todo lo que pones me ha pasado a mi igual, siento lo mismo 100%

  6. Arzu permalink
    13/11/2014 3:05

    Soy incapaz de decir algo malo sobre PINK FLOYD (y de considerarme, al mismo tiempo, amante de LA MÚSICA) que no sea que es una lástima, una pena, una desgracia, que éste pueda realmente ser su último trabajo de estudio.

  7. Txema permalink
    14/11/2014 11:01

    Es una de las críticas más certeras que he leído de The Endless River. Enhorabuena, Jorge Luis García. Cada vez veo más malas críticas… todo el mundo pide un nuevo disco de PINK FLOYD, y cuando lo sacan… A POR ELLOS!!! Así es la naturaleza humana. Pasó con THE DIVISION BELL. Muchas críticas fueron negativas entonces… ahora, 20 años después, es un disco reconocido, prácticamente de culto. THE ENDLESS RIVER es una despedida muy emotiva de un grupo irrepetible. No me molesta que sean descartes de THE DIVISION BELL. Nick Mason ya contó en su libro que en su momento pensaron en editar un doble album. El sonido de THE ENDLESS RIVER me recuerda al PInk Floyd de SAUCERFUL OF SECRETS, UMMAGUMMA, ATOM HEART MOTHER, OBSCURED BY CLOUDS, THE DARK SIDE OF THE MOON y WISH YOU WERE HERE. Es decir, cuando PINK FLOYD funcionaba democráticamente, antes del «golpe de estado» de Waters. Hay momentos realmente sublimes. Es un reconocimiento sincero, brutal, al legado de Rick Wright. Pero Gilmour y Mason tienen también un protagonismo impresionante, incluso sorprendente, en el caso del batería. El disco deja un poso triste y reconfortante a la vez. Es difícil de explicar. Para mí, lo más importante es que la magia SIGUE AHÍ. El único «pero» que le puedo poner es que LOUDER THAN WORDS, aún siendo un buen tema, no funciona como clímax final a toda una trayectoria como sí lo hacía HIGH HOPES. En definitiva, THE ENDLESS RIVER quizá no es una obra maestra, pero ya a estas alturas creo que tampoco pedimos eso. Sí es uno de los mejores discos del año, sin ninguna duda. Muy por encima de la media de la cosecha musical de 2014.

  8. Anónimo permalink
    14/11/2014 15:03

    Reconocen, como siempre un trabajo de Pink Floyd pasados los años.
    Ahora le toca a The Divison Bell. Si leen el libro de Mason verán que los «críticos musicales» nunca dieron el visto bueno a esta banda. Sólo se ha reconocido su talento años después. Espero leer sobre este último trabajo dentro de unos años, cuando sea reconocido, y hablo sin haberlo ESCUCHADO aún.
    Porque, yo a Pink Floyd lo escucho. Para oír está lo de hoy, y poquísimo..
    A Gilmour se le crirgtican susu letras, pues toma un trabajo instrumental.
    ¿Es mejor dejar en el baúl tyrabajos de Wright? Les garadezcio que no lo hagan.
    ¿Sacaperras? Podrían venderlo más caro, seguro y se seguiría vendiendo.

  9. Anónimo permalink
    14/11/2014 15:09

    Muchos han criticado a Pink Floyd, como banda demasiado artificiosa.
    La tecnología por encima de la música. Pues bien, vean dónde han grabado el último trabajo.
    Curiosamente, cuando a las canciones de Pink Floyd se les eliminan los «ruiditos», los «efectos», etc…quedan temas como Wish You Were Here, como Hey Yoy, como Confortably Numb, …¿sigo?
    Siempre innovando. ¿Quién tiene lo que hay que tener para sacar un CD instrumental hoy en día?

    PD: Roger, te toca.

  10. Careful With That Axe George permalink
    14/11/2014 15:31

    Waters siempre tuvo culpabilidad por como se trató el tema de Barrett. Por eso el muro, la histeria, la solapación de personalidades de Pink el personaje del muro. Ambos perdieron a su padre de niños, fueron estrellas sin proponerselo, desconectados del público. Cuendo publica The Final Cut lo hace de restos del muro y es el único álbum sin wright y se nota. Cuando propone acabar con la banda ya no sabe si lo quiere él o es lo que quiso Barrett cuando los perseguia pateticamente, y a Waters le ha costado años de psicoterapia aceptar lo que pasó, parece que ha mejorado. Barrett nunca estuvo loco, ningún médico lo certificó después de décadas de tratamiento. Simplemente colapsó por varios motivos y creo que Wright que vivía con él por la época lo dice bien: el material que tomaban a diario era muy potente y no descansaba, y Waters no le ayudó sino que lo aprovechó.
    Pink Floyd sin Waters es Pink Floyd, como sin Syd lo fue, quien le cueste aceptarlo ya sabe lo que le toca. Waters no ha hecho nada tan bueno desde The Wall, que alguien me diga un tema…
    Este es un álbum merecido como lo fue Wish You Were Here. Wright deja cosas muy buenas en él, y tiene temas excelentes. It´s What We Do es una maravilla con ecos de sus mejores trabajos y a la vez se mantiene actual, Gilmour maestro de maestros para los guitarristas el Whammy parece inventado para él. Anisina suena precioso. Allons´y, con el órgano de tubos enmedio suena muy bien. Talkin Hawkin suena a Dogs y suena a Division Bell. Es un disco que cuanto más escucho más me seduce.
    Al principio costaba, pero Pink Floyd es una droga, y ya sabemos que las drogas siempre cuestan al principio…

  11. 18/11/2014 20:27

    Un lujo y un orgullo volver a sentir ese placer de escuchar un nuevo disco de floyd. Es imposible hacer una disceccion del disco tema por tema. El disco es un concepto. Y la verdad es que hay pasajes del disco que emocionan. Hay cosas nuevas y otras viejas en el álbum y eso lo hace distinto y original. Igualmente es muy apresurado hacer una critica tan determinante como pretenden algunos. Waters siempre te extrañaremos. Pero gilmour es un digno continuador de una musica inventada por syd barret. Estoy seguro que habrá mas pink floyd por delante. Este es recién el. Comienzo del final.

  12. Peter permalink
    30/11/2014 17:58

    No creo que Gilmour con cerca de 70 años y tan rico que no sabe lo que hacer con tanto dinero (firma constantementes cheques para obras de caridad) saque un disco con el nombre de pink floyd para sacar mas dinero me parece absurdo q a su edad y con tanto dinero se parta la cabeza durante un año para ganar mas dinero , y mucho menos que con lo que admiraba y apreciaba a Wright anuncie que es un homenaje al teclista si no fuera porque es absolutamente la verdad , es un reconocimiento a su amigo y admirado sensible Wright como parte importantisima que fue del sonido Floyd ,con 68 años y todo demostrado la vida mas que resuelta para vivirla de lujo me parece un disparate acojonante pensar que dice lo del homenaje a Wright por marketin o por lo que sea, no me cabe la menosr duda q es asi. La primera vez que escuché el disco no me gustó pero ahora con el paso de las semanas tengo que decir que me gusta mucho , no es melodico es de sensaciones , disfruto mucho escuchandolo , dejad ya en paz a Waters por favor que el ya lo ha dicho muchas veces que lo dejeis en paz no seais cansinos.

  13. Anónimo permalink
    30/11/2014 20:42

    creo que pink floyd a tocado techo con este album..( si no estaba en lo mas alto alto ya).Puede hacer lo que le dé la real gana con sus descartes o sacar material nuevo.Con los años y con su musica han demostrado de lo que son capaces…con Roger o sin el,y deveriamos de respetar sus ganas de querer conpartir retazos de grabaciones que se quedaron en el olvido.Cuantos con menos se darian con un canto en los dientes…
    The Endless River no es que sea una obra de arte…simplemente es Pink Floyd.

  14. Anónimo permalink
    12/01/2015 16:43

    A mi me parece un buen disco. Por favor, no nos retrotraigamos a la época de Wish you where here o Dak Side of the Moon (qué jovenes éramos). La crítica se carga el album confundiendo conceptos. Mucho me temo que estos críticos tienen muy poca idea de la música del grupo. ¿Por dinero? ¿20 años después? ¿Nos hemos vuelto locos? Y si es por dinero ¿Por qué carajo un album instrumental y no un plástico lleno de hits pops y melódicos? Lo que hay que leer…En fin, un album digno para un cierre. No una obra maestra, claro. Simplemente, los tiempos, las circunstancias, no son las mismas. Pero es un disco más que aceptable hecho en honor de uno de los creadores del sonido del grupo. Y hombre, decir que priman la tecnología por encima de la música es no tener ni idea de lo que el Universo Floyd es. Precisamente ellos fueron los catalizadores de esas tecnologías extrañas para el mundo de la música. Ya lo dijo Waters: «nosotros usamos la tecnología que hay a nuestro alcance. El que no quiera hacerlo, que no lo haga.»

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